Número 42, Septiembre 30 de 2003

Desintegrar a la industria eléctrica, la peor opción

Al filo de la navaja

El sistema eléctrico nacional no está en el filo de la navaja, pero el gobierno lo está poniendo: FTE. Se ha avanzado mucho en la privatización furtiva y la destrucción de la industria eléctrica nacionalizada. La “reconfiguración” del sistema eléctrico nacional afectará la estabilidad y confiabilidad del mismo. Es precisamente la privatización la causa del severo impacto. Las decisiones de política energética las están tomando supuestos “expertos” al margen y en contra de la Nación.

La insistencia por implantar elementos de mercado alienta la visión "modernista" que aspira a desintegrar más la industria eléctrica de México.

En la presentación del estudio La industria eléctrica mexicana en el umbral del siglo XXI, editado por la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Rafael Cristerna planteó "la segmentación de los operadores históricos en una serie de empresas públicas independientes que se encargarían de proporcionar el servicio público, así como el establecimiento de un mercado en la generación que combinaría elementos de competencia, planeación centralizada y despacho de mínimo costo".

Es precisamente dicha desintegración lo que lleva a que el sistema trabaje al límite de su capacidad. Lo ha señalado claramente el ingeniero Gilberto Enríquez Harper (Integración de la Generación Distribuida a las Redes Eléctricas). "En generación, importamos ya importantes cantidades de gas natural -y los planes de expansión de Pemex no aseguran el abasto interno en el futuro inmediato –que, en materia de planeación energética, puede ser los siguientes 5 o 10 años-. El gas es un combustible "barato", se dice, pero históricamente su precio ha tenido un comportamiento muy volátil y las tendencias indican una tendencia alcista.

“Esto ha dado lugar a un mercado energético especulativo que se decidió al margen de toda planeación integral. Elemento central es el establecimiento de importantes "nodos energéticos" en los que se instalan estaciones de recepción de gas natural, plantas de regasificación y bombeo de éste y, por supuesto, grandes plantas generadoras de electricidad a base del mismo combustible. Estas centrales producen importantes bloques de energía que se inyectan al sistema a través de las redes de transmisión, y a partir de allí, por medio de las redes de distribución, al resto de la red.

“Los problemas que esta "reconfiguración" del sistema eléctrico introduce son enormes e impactan severamente la estabilidad y confiabilidad del sistema.

“Centralizar la generación en unos cuantos puntos de la red crea problemas de regulación de voltaje. Un ejemplo muy claro está en el Area de Control Central, de la que Luz y Fuerza del Centro (LyFC) forma parte.

“En el área se padecen problemas de estabilidad de voltaje que se han tratado de compensar primero, mediante la instalación intensiva de bancos de capacitores en la red de distribución. Sin embargo esto ha dado lugar a la existencia de puntos en dónde el factor de potencia ya es mayor de la unidad, lo que se traduce en voltajes superiores al nominal. En otros puntos el factor de potencia aún puede corregirse, pero entonces el voltaje es bajo, sin que esto pueda ya remediarse a nivel de distribución.

“Una segunda etapa de compensación se da en coordinación con la Comisión Federal de Electricidad (CFE), a nivel de transmisión, inyectando potencia reactiva.

“Pero este tipo de compensación tiene un límite. Luz y Fuerza, en un lapso de tres años, si sigue incorporando compensación de tipo estático y de acuerdo a la demanda que maneja, va a tener problemas muy graves de comportamiento de la red eléctrica. Y no se trata de espantar con el petate del muerto sino de hacer conciente sobre un problema ya evidente. Este tipo de información es el que se maneja en los medios (y a nivel oficial) de manera extremadamente tendenciosa para manipular a la opinión pública.

“Hace unos diez años, la planeación del sistema se realizaba de manera centralizada y las nuevas plantas se programaban no solo en función de las fuentes probables de energía, sino de su ubicación más adecuada para mantener el balance generación-demanda regional y nacional. Diesel, carbón, hidroenergía, eran opciones viables no sólo en función de su costo, sino en la medida que permitían diversificar también los puntos de inyección de energía a la red de manera equilibrada.

“Actualmente, como todo se hace en función de economía y costos de producción, la generación de electricidad se está planificando a base exclusivamente de gas natural, centralizándola en una importante franja del Golfo de México. Pero la demanda no está allí, la demanda está en las regiones Central, Occidental, Noroeste y Noreste. Hay que transportar la energía hasta esas áreas, a costa de importantes inversiones y enormes pérdidas que implica el transporte de grandes bloques de energía, desde puntos alejados a los centros de consumo.”

Esto no es un asunto simplemente político también es técnico. Lástima que quienes toman las decisiones, o influyen en ellas, son academicosos y/o de dudosos "expertos", habilitados de funcionarios o asesores de éstos y de los legisladores.