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Saramago retrocede ante el fascismo En solamente dos párrafos, Saramago publicó un panfleto (en El País, 180403). Dijo, “Hasta aquí he llegado” y se inconforma por las “penas desproporcionadas” contra “cubanos disidentes”. Acto seguido, rompe con la Revolución Cubana. Termina diciendo que “Cuba ha perdido mi confianza,..., ha defraudado mis ilusiones”. Pareciera que “El Nobel de Literatura”, un antiguo comunista portugués, no comprendiera los términos de la conspiración norteamericana. Increíblemente, se limita a repetir el discurso de la mafia de Miami. A los criminales, Saramago les llama “disidentes” creyéndose el cuento del gobierno norteamericano. Este ha dicho que, esos provocadores eran periodistas, sindicalistas y democráticos individuos. El 16 de marzo anterior, Saramago había hablado en el mitin realizado en Madrid contra la guerra en Irak. Esa vez dijo, refiriéndose a lo que llamó “bestia” que, “Ellos quieren la guerra, pero nosotros no les vamos a dejar en paz”. (en El País, 160303). Eso suena, después del panfleto, como “Ellos quieren la guerra, pero nosotros les vamos ayudar”. Un destacado periodista mexicano, escribió "Para que el compañero Saramago y otros como él escriban, publiquen y sean difundidos, mucha gente ha debido morir luchando por preservar esos derechos. Es muy cómodo, desde el pináculo de la celebridad, la admiración y los privilegios, disentir y "quedarse". Pero la comodidad no siempre coincide con los dictados de la conciencia. Por eso yo no suscribo esa opinión". Roberto Rodríguez Baños (Nuestramerica) (en Trabajadores, 190403). José Steinsleger fue más severo y dijo “En cuanto a los amargados que aseguran haber noviado con la libertad y casaron con la servidumbre, conviene ser indulgentes, pues de eso viven: de enterrar los espejos que reflejan el vómito negro de una decrepitud ideológica irreversible”. (en La Jornada 210403). “Las prisiones y los fusilamientos en Cuba son muy buenas noticias para el superpoder universal, que está loco de ganas de sacarse de la garganta esta porfiada espina”, escribió Eduardo Galeano (en La Jornada 180403). Adornándose impropiamente con Rosa Luxemburgo, desde la comodidad de cenáculos literarios, con un lenguaje florido y hablando de democracia y revolución en abstracto, Galeano se ha dado prisa para darle buenas noticias al imperialismo, deslindándose de Cuba sin que nadie se lo haya pedido. En su artículo refiere sus dolores. No cree en la “democracia” del partido único, ¿en qué cree, entonces? ¿Tiene alguna propuesta concreta? No lo dice. Tampoco cree que, “la omnipotencia del Estado sea la respuesta a la omnipotencia del mercado”. Así se siente bien el maestro, no comprometiéndose a nada pero sí pontificando de todo. Afirma Galeano que Rosa tenía razón en su polémica con Lenin, cuando decía que "libertad es siempre la libertad de quien piensa diferente”. Sin embargo, no explica ni el contexto ni los alcances del debate. Con esas expresiones, se rinde culto a la metafísica abstracta, lo que expresa son “enunciados prescriptivos abstractos y generales que no sirven para resolver una dificultad concreta” (Dieterich H, en Granma Internacional 240403). En el ámbito de las verdades abstractas existe, sin duda, una gran armonía cósmica sobre el derecho a la disidencia, a la libertad de opinión y a la democracia. Richard Nixon, Ronald Reagan, George Bush, Tony Blair y Ariel Sharon actúan justo en nombre de estos valores, cuando queman a vietnamitas con napalm, despedazan con bombas de racimo a niños en Palestina o pulverizan a afganos con bombas de combustión. No, la verdad es concreta y si se afirma que la "libertad es siempre la libertad del otro", hay que decir, si este axioma vale cuando el otro se llama Adolfo Hitler, o Ariel Sharon, o George Bush y sus ejecutores subalternos. Esta es la esencia de la discusión sobre los fusilamientos en Cuba, porque es el quid de la praxis. Saramago se ha quedado en el reino de la axiología abstracta, fiel a sus verdades absolutas, no carcomidas por las incertidumbres, contradicciones y tragedias de la vida real. Eduardo Galeano afirma que han de ser los cubanos, "quienes abran nuevos espacios democráticos, y conquisten las libertades que faltan", "sin que nadie venga a meter mano desde afuera". ¡Qué bello!, escribió Dieterich. En uno de sus textos, Galeano dice que no pretende ser objetivo, es decir, se reserva el derecho de ser subjetivo o, lo que es lo mismo, no científico. Por eso, probablemente, no ve ningún problema en plantear "la apertura democrática" en Cuba que sustituiría a la superestructura política cubana con la "democracia nostra" del Tercer Mundo que empiezan a disfrutar los iraquíes. Claro, todavía no saben manejar la nueva democracia y el derecho a la disidencia responsablemente, pero la pedagogía de los marines cambiará esto rápidamente. Hace algunos días, los marines fusilaron a veinte civiles en Iraq en una manifestación pacífica, sin leerles sus derechos, sin respetar su "libertad de reunión ilimitada" y sin juicio alguno, ni siquiera sumario. Dice Galeano que, “si en Cuba hubiera plena libertad de prensa y de opinión, esta presunta disidencia se descalificaría a sí misma. Y recibiría el castigo que merece, el castigo de la soledad, por su notoria nostalgia de los tiempos coloniales en un país que ha elegido el camino de la dignidad nacional”. De manera que, a los criminales que conspiran contra Cuba habría que sancionarlos con su “soledad” y, mientras, que destruyan a la Revolución que Galeano dice querer. Esas no pueden ser las venas abiertas de América Latina, que escribió el mismo Galeano. Pero ahora, dice que “Son visibles, en Cuba, los signos de decadencia de un modelo de poder centralizado, que convierte en mérito revolucionario la obediencia a las órdenes que bajan, "bajó la orientación", desde las cumbres”. Pareciera que Eduardo Galeano no entiende todo lo que ha escrito contra el principal enemigo de los pueblos. Pero, lo entiende perfectamente. Entonces, ¿qué onda? Por lo pronto, que Galeano no se duela de Cuba, sino de sí mismo. |
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