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Invasión, ocupación y destrucción de Irak ¡Alto al Fascismo! Diez años ha que los posmodernistas a sueldo del imperialismo, entre otros Fukuyama, dijeron que la historia terminó y triunfó el liberalismo capitalista. La invasión, ocupación y destrucción imperialista de Irak, es la expresión de la sinrazón, y es la crudeza de la actual lucha de clases. La resistencia del pueblo de Irak, y la protesta de los demás pueblos del mundo, muestran que no ha terminado la historia. El imperialismo quiere acabar con la historia humana asesinando a hombres, mujeres y niños, bombardeando pueblos enteros, saqueando el patrimonio cultural y quemando los libros. Pero, en las calles, en las huelgas, en la lucha organizada y consciente, el mundo detendrá al fascismo. En 22 días de terror y masacre, Irak fue invadido, ocupado y destruido por los ejércitos de Estados Unidos e Inglaterra. Más de 22 mil bombas fueron lanzadas contra la población, edificios y ciudades. Miles de víctimas, sobre todo mujeres y niños. Pero no nadamás, el patrimonio cultural fue sometido al saqueo organizado y, luego, reducido a cenizas. Por decisión unilateral, imperialistas norteamericanos e ingleses decidieron apoderarse del petróleo iraquí, destruir la infraestructura básica y proceder a la privatización del país. La noche del jueves 19 de marzo, una columna de 26 kilómetros formada por tanques, tropas y vehículos cruzaron la frontera de Kuwait. Al mismo tiempo, se inició un severo bombardeo sobre Bagdad y otras ciudades. Al siguiente día, los destructores misiles crucero se multiplicaron hora tras hora. Al mismo tiempo, se inició en el mundo una movilización sin precedentes en las últimas décadas. En Europa, Estados Unidos y Africa, el pueblo salió a las calles de inmediato. ¡Alto a la guerra imperialista contra Irak! Fue el clamor que cruzó los continentes y océanos. Lluvia de fuego en el primer fin de semana, mientras ocurrían combates de la resistencia iraquí en Basora y Nasiriya, y las marchas de protesta se extendían por todas partes del planeta para incluir también a Asia, Oceanía y Latinoamérica. En Mosul y en Najab hubo combates. 4 mil bombas en una semana dejaron en Bagdad una estela de muerte y destrucción. Los niños y demás población se vieron ante una catástrofe inaudita por falta de agua y alimentos. Los bombardeos de la coalición, cuyos misiles son guiados por láser y transportados en vehículos no tripulados, se dirigieron hacia objetivos civiles. La televisión de Abu Dabi y Al Jazeera de Qatar transmitieron imágenes terribles. La situación se complicaba para el imperialismo que libraba la guerra en varios frentes. Con alta capacidad de fuego, las tropas invasoras se dedicaron a producir la mayor destrucción posible. Nada, excepto el petróleo, les interesó jamás. Dentro de las mismas tropas, los periodistas incrustados por las grandes cadenas noticiosas se dedicaron a tergiversar los hechos, en el mejor de los casos solamente transmitían las imágenes “bonitas” autorizadas por los agresores. La información y el periodismo, salvo honrosas excepciones, fueron sometidos indignamente. No obstante la desinformación, el ánimo de los pueblos era de indignación y todos los días se produjeron numerosas marchas en las principales capitales del mundo. Los agresores fueron derrotados en el frente político. Las masas que estuvimos en las calles fuimos arraigadas por un fuerte sentimiento antiimperialista y el mundo no volverá a ser igual. A los diez días se produjeron las jornadas más sangrientas. Muchos niños y mujeres murieron al proseguir el bombardeo sobre Bagdad. 10 mil misiles se habían arrojado a ese momento. En Najab y en Mosul, entretanto, seguían los combates guerrilleros. Empezaron los ataques suicidas contra el invasor. Abril empezó en medio del horror y el desastre por las crecientes muertes de civiles sin que, en ningún momento, se detuviera el bombardeo. Bombas de racimo fueron lanzadas sobre hospitales, mercados y edificios de viviendas. Las marchas en el mundo seguían expresando la protesta de la humanidad. Nada podía detener a la barbarie. El 3 de abril empezaron los combates en Bagdad, primero en el aeropuerto. Cuatro días después, las tropas imperialistas entraron en Bagdad, ciudad en llamas. Los bombardeos destruyeron las instalaciones de la televisión, previamente habían destruido las telecomunicaciones y la industria eléctrica. No nada más, el bombardeo alcanzó al Hotel Palestina donde se hospedaban los periodistas acreditados. Entre ellos también hubo víctimas. El 10 de abril cayó Bagdad en medio de intenso fuego. Al otro día, Korkuk y Mosul también cayeron. Columnas de humo de varios edificios, destrucción y asesinato a discreción. Se inició de inmediato un fuerte caos, se desató el pillaje, empezó el saqueo y desmesuradas acciones criminales con la complacencia de los invasores. Más un millón de libros ardieron al ser incendiada la Biblioteca Nacional mientras era desvalijado el Museo Nacional y atracadas las Universidades. Desde entonces, Irak es un país ocupado por tropas extranjeras. El 12 de abril, en las calles de todos los continentes, incluyendo Bagdad, los pueblos movilizados exigieron ¡Alto a la ocupación imperialista en Irak! El pueblo quedó sin dirección de ningún tipo y aún así siguió el combate. Hussein y su gobierno desaparecieron súbitamente, el partido Bass se desinfló. Al momento, sigue la resistencia en medio de una tragedia humanitaria por la carencia de alimentos, electricidad y agua. Las pérdidas no pueden ser cuantificadas porque no hay manera de saberlo y no es asunto de números. Miles de iraquíes han perdido la vida, la infraestructura básica del país está en escombros, la memoria de los siglos hecha cenizas. Un mes después de empezada la agresión, el desorden sigue. A los invasores les preocupa organizar un gobierno de ocupación. Pero, el pueblo de Irak está en las calles. ¡Fuera de Irak! se ha gritado a norteamericanos e ingleses en las marchas de protesta organizadas por los Chíitas. La reconstrucción de Irak es la prioridad del imperialismo. Eso significará grandes negocios para las transnacionales. Antes de tomar Bagdad ya se habían repartido el botín. Eso es lo que interesa de esta guerra: destruir la infraestructura física para “reconstruirla” en nueva forma, privatizando todas las actividades productivas de la Nación. Este es el neoliberalismo de guerra, la guerra de los grandes empresarios. Matar impunemente a población civil, bombardear intensiva e indiscriminadamente, tiene el propósito de quebrar la voluntad de lucha de los pueblos, especialmente los trabajadores, para “limar” todo filo rebelde. Al costo literal de la sangre humana, el imperialismo se apodera, a un tiempo, de las mayores reservas de petróleo del mundo y secuestra a economía del país para reorganizarla privatizada. Políticamente, con la fuerza de las armas, el proyecto del imperialismo se orienta a imponer su “pensamiento”, su “visión”, su “cultura”, su “política”. Los trabajadores, empobrecidos y sometidos, no tendrían derecho de nada, todo lo impondrá el empresariado privado apoyado por las armas de los ejércitos de ocupación. Los trabajadores quedarían secuestrados en su propio país y éste no tendrá soberanía ni mucho menos. Por lo pronto, las industrias militar y energética obtendrán altas ganancias. Los viejos arsenales serán rápidamente reemplazados, el petróleo quedará en manos de criminales, la región amenazada día y noche, y los trabajadores reducidos a su mínima expresión. Pero no se ha sellado la página final, la historia no ha terminado ni mucho menos. Los acontecimientos de Irak son la cruda realidad de la lucha de clases, en alta escala y las mismas consecuencias. Por el momento han afectado también al movimiento obrero, los sindicatos iraquíes afiliados a la FSM están prohibidos por los invasores. Pero, el capital “solito” no genera riqueza, se necesita del trabajo asalariado. El capitalismo no puede matar a todos, porque necesita de la sangre viva del contrario. La propaganda de guerra lo ocultará pero, allí está, tal vez latente pero viva, nada menos que la lucha de clases. Hoy, el imperialismo podrá imponerse violentamente aprovechando la carencia de una organización y dirección consecuentes. La resistencia del pueblo podrá quedar momentáneamente en manos de grupos religiosos, sin embargo, el acendrado antiimperialismo de los árabes será mayor y, por múltiples vías, terminarán arrojando al invasor. El pueblo de Irak no está solo, el genocidio y la masacre son una ofensa para toda la humanidad. Pero, el mundo vencerá y construirá una gran Frente Antifascista Mundial como lo han propuesto los escritores y artistas cubanos. Junto a los demás pueblos, el FTE de México alza la voz y exige en un clamor
¡Alto al fascismo imperialista!
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