Privatización Disfrazada
La autonomía de gestión, una privatización disfrazada. Las empresas eléctricas estatales tendrán que comportarse como privadas en desventaja frente a los grandes consorcios. Se trata de una forma de desregulación con negativas consecuencias.
Dar Autonomía, especialmente financiera, es decir “independencia del Presupuesto”, a las empresas eléctricas estatales —CFE y LyF—, viene a ser, también, una forma encubierta de privatización.
Estas empresas, al tener que depender de sus ingresos por venta de energía deberán de comportarse necesariamente igual que las empresas particulares. Es decir:
Y esto sin considerar que tanto CFE como LyF se encuentran en situación económica preocupante y en franca desventaja frente a los gigantescos consorcios eléctricos - especialmente norteamericanos - para entablar cualquier clase de competencia. Se trata de verdaderos tiburones de los que nos han advertido incluso los propios norteamericanos.
La primera, (CFE) por las inversiones en construcción de plantas generadoras - que además no han sido justificadas plenamente -, por medio de inversiones de “impacto diferido” (CAT, PIDIREGAS), que generaron gastos “diferidos” que ya deben de ser enfrentados y que no dejan más alternativa que pagar capital, intereses y renta o dejarlos como “productores independientes” y que se queden como dueños de las plantas; los que harían contratos directos con los principales clientes del sistema estatal, al que dejarían de aportar, llevando tanto a CFE como a LyF a la descapitalización.
Y la segunda (LyF) porque quedaría como empresa de distribución, quebrada de entrada por el adeudo con CFE, adeudo que aunque se quitara, se volvería a generar inmediatamente por estar así diseñada su contabilidad, completamente dependiente de los precios de compra de energía y de venta (las tarifas). Ambos fijados externamente. La posición de LyF sería muy similar a la de las empresas distribuidoras de California (USA) a las que quebraron las empresas generadoras (ENRON y demás) poniéndose de acuerdo y manipulando los precios “del mercado”, con lo que quedaría expuesta a la “regionalización” o partición para ser luego vendida en pedazos y desaparecida.
Resultando así que la pretendida Autonomía de Gestión es una forma de “ desregulación ” , que seguramente llevará a situaciones similares a las de Argentina, Brasil, Chile, Nueva Zelandia, Dominicana y muchos otros países donde se ha privatizado o desregulado a los sistemas eléctricos, y tienen serios problemas con el abasto eléctrico.
Ing. Romeo Maissner Seidel
Jubilado del Sindicato Mexicano de Electricistas