EL GRUPO SON
DEL MAÍZ, DEFIENDE LA SOBERANÍA CULTURAL
DE LOS PUEBLOS
MAICEROS
Nezahualcóyotl, Estado de México.— El
maíz da alimento, cultura e identidad común a los pueblos de
América desde hace miles de años. Hoy, la milagrosa planta da su
nombre a un grupo de músicos mexicanos que desde hace cuatro años
luchan por un ambicioso proyecto artístico: interpretar con la más
alta calidad técnica los ritmos musicales creados por las naciones que
pertenecen al área cultural del maíz, desde el sur de Estados
Unidos hasta Chile, pasando por Mesoamérica, los Andes, la cuenca del
Amazonas, el Caribe latino y Jamaica que produjo el reggae.
¿Por
qué entonces sólo se habla de son? Porque el son es la
música más popular de América Latina, dice César
Hernández, fundador y director de Son del Maíz.
“Porque ha sido raíz de otros ritmos y porque de los años 60
al presente, el son se asocia a los movimientos políticos y culturales de
mayor contenido popular en nuestro continente; lo mismo en Cuba que en
Nicaragua, El Salvador y México”, explicó Hernández,
quien también reconoce que el ritmo afroantillano es el que más
gusta a los integrantes del grupo.
Son del Maíz
nació en 1997 y lo integran 14 músicos aficionados con distintas
ocupaciones. Hay químicos, biólogos, arquitectos, maestros,
obreros, empleados de servicio, artesanos, estudiantes universitarios y
preparatorianos. Sus edades oscilan entre los 20 y 40 años de edad,
aunque el más joven, Felipe Hernández, tiene 16. La mayoría
son de ascendencia oaxaqueña o guerrerense pero el conjunto nació
y se crió en Nezahualcóyotl y Chimalhuacán.
La mitad
del grupo se apellida Hernández, como el maestro César y el
vocalista Francisco, pero sólo cuatro (Mario, Oscar, Eduardo y Felipe)
son hermanos. Su único integrante de sexo femenino es Ana María
Avilés, quien toca bongó y es titular del proyecto
artístico ante el Programa de Apoyo a Culturas Municipales y Comunitarias
(PACMyC) del Conaculta, que donó los instrumentos musicales.
La
instrumentación de Son del Maíz la componen teclados,
bajos, congas, timbales, tres cubano, percusiones menores y vocalistas.
Además de son, tocan merengue, salsa, cumbia, samba, reggae y
chilenas , música de origen sudamericano con arraigo en el sur de
México (Guerrero, Oaxaca y Chiapas) y Centroamérica.
La
mayor aspiración de los soneros de Nezahualcóyotl es interpretar
con calidad y estilo propio, incluso con creatividad propia (arreglos y
composición), todos los ritmos latinoamericanos, incluidos los cantos
folklóricos de cada país del área de la “cultura del
maíz”, dijo Vicente Gutiérrez.
La orquesta, que se
inició con sólo seis elementos dentro del concepto tradicional de
una charanga caribeña, como las que tocaban danzón a fines del
siglo XIX, ha evolucionado y crecido con el propósito de convertirse
más adelante, cuando se profesionalice, en una gran banda al estilo
estadunidense que pueda tocar todo tipo de música.
Son del
Maíz no tiene filiación política ni partidista, aunque
desde su nacimiento participa en rolas de solidaridad con movimientos sociales y
políticos como el levantamiento indigenista iniciado en 1994 por el
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), con grupos que
exigen solución a denuncias de violación a derechos humanos como
la de Aguas Blancas y el esclarecimiento del reciente asesinato de Digna Ochoa o
el conflicto social derivado de la expropiación ejidal en San Salvador
Atenco. La corriente musical a que pertenece el grupo, revela el maestro
César Hernández, procede genéricamente de la música
afro-antillana (son, merengue, cumbia) pero específicamente del estilo
artístico proyectado en México por el grupo Salario
Mínimo que en el CCH-Vallejo de los años 80 siguió la
tradición musical del movimiento chileno de los años setenta
(Guaraní) e intentó conciliar rock y son como lo hizo
también Maldita Vecindad.
También sigue el modelo
musical de los sones nicaragüense (Luis Enrique Mejía Godoy),
puertorriqueño (Mirividí), la cumbia colombiana y el merengue
(República Dominicana). A la fecha maneja tres repertorios: uno con base
en el son cubano tradicional; otro con cumbia, son moderno y merengue; y un
tercero con música de contenido político dentro de la
tradición nicaragüense de Mejía Godoy.
En cuatro
años Son del Maíz ha tocado a un impresionante ritmo
laboral (para ser aficionados) de dos rolas por semana, es decir unas 450
ocasiones, en plazas públicas, calles, barrios urbanos y ranchos del
Valle de México, Morelos, Hidalgo y el Distrito Federal (el proyecto
presentado al PACMYC tenía el nombre de Rumba en las calles) y
aún en auditorios de mayor exigencia técnico-musical como Radio
Educación.
El objetivo artístico más urgente del
grupo sonero de Neza, coinciden todos sus integrantes, es mejorar la calidad
técnica de sus interpretaciones, pues la mayoría son
líricos, esto es, aprendieron por cuenta propia, o tuvieron cursos
básicos en talleres y ahora se exigen elevar su nivel
musical.
“El objetivo del grupo es elevar la calidad al ciento por
ciento, integrar un repertorio propio y ser profesionales. Aunque la gente nos
reconozca, podemos mejorar mucho más. Ya hemos alternado con orquestas y
bandas reconocidas y no nos hemos quedado atrás. Pero nuestra finalidad
es alcanzar el más alto nivel artístico”, dijo César
Hernández.
El director de Son del Maíz
advirtió, sin embargo, que la eventual profesionalización del
grupo nunca les hará perder la premisa con que nació el grupo:
contribuir al rescate y difusión de la música latinoamericana para
afianzar la defensa de la soberanía cultural de los pueblos del
área geográfica del
maíz.
Fuente: Consejo Nacional para
la Cultura y las Artes, CONACULTA,
en
www.cnca.gob.mx/cnca/nuevo/2002/diarias/ene/140102/sonmaiz.htm