D. Bahen 1, F.J. Sainz
2
FRENTE DE TRABAJADORES
DE LA
ENERGIA
energia@fte-energia.org
RESUMEN:
El capitalismo ha convertido a la energía, el agua y a todos los recursos
naturales en mercancías. En la presente fase del desarrollo capitalista
la energía es el kernel del plusvalor. La lucha de clases se
expresa en la disputa, legaloide o militar, por el derecho de propiedad de los
medios básicos de producción y de recursos naturales. La
producción, consumo y demanda de energía mundial es creciente. En
125 años, el capitalismo ha dilapidado la mitad de los hidrocarburos y se
planea terminarlos en treinta años más. Con base en recientes
disponibles se analiza la situación mundial de la energía
describiendo el caso de los hidrocarburos (petróleo y gas natural),
así como el carbón, energéticos que dominan a escala
global. Estos combustibles contribuyen apreciablemente al volumen total de
emisiones de dióxido de carbono, gas de efecto invernadero que favorece
el calentamiento atmosférico global. Después se discuten dos
alternativas: los biocombustibles y el hidrógeno orientados a satisfacer
al creciente parque automovilístico al precio del hambre y la sed de
millones de seres vivos. Luego, se describe la situación de la
generación de energía eléctrica, las tendencias
próximas y la utilización de las fuentes alternas de
energía, tales como la hidroelectricidad y la potencia nuclear, tanto de
fisión como de fusión, indicando serios problemas no resueltos de
las actuales generaciones de reactores de potencia (fisión) y las
implicaciones de los reactores en investigación y desarrollo
(fusión). Finalmente, se describe la situación relacionada con las
fuentes alternas de energía: viento, geotermia, olas y mareas, y solar
(convencional y espacial) mismas que están actualmente en desarrollo con
implicaciones sociales relevantes. La presente es una crisis energética
capitalista y, como tal, se concluye que no son posibles soluciones coherentes
en beneficio de la humanidad. La actual crisis tiene implicaciones
geopolíticas, ambientales, militares, sociales y culturales de acuerdo a
las dimensiones de la hegemonía imperialista. En este contexto, la lucha
de los trabajadores del mundo ha sido desigual. Para continuar esta lucha se
presentan dos conjuntos de propuestas, una sobre la política
energética e hídrica de los trabajadores, y otra, sobre la
acción múltiple de la clase obrera. Se reafirma la tesis del FTE
de México: la energía debe ser el kernel del desarrollo
humano; la energía y el agua, son derechos sociales de los pueblos del
mundo.
1
INTRODUCCIÓN
Consecuencia de la lógica del
proceso de acumulación, que tiende a la incesante
"mercantilización" de todos los componentes materiales y
simbólicos de la vida social, el capitalismo concibe a la energía,
al agua y, en general, a los recursos naturales, como una mercancía
más.
“El proceso de mercantilización no se detuvo
en los humanos y simultáneamente se extendió a la naturaleza: la
tierra y sus productos, los ríos y las montañas, las selvas y los
bosques fueron objeto de su incontenible rapiña. Los alimentos, por
supuesto, no escaparon de esta infernal dinámica. El capitalismo
convierte en mercancía todo lo que se pone a su alcance” (Castro
2007c).
La profunda y persistente crisis del capitalismo afecta las
condiciones de producción, comercialización y uso de los recursos
naturales energéticos. La situación contemporánea de la
energía es compleja y requiere de los trabajadores un análisis
crítico. Siendo finitos los recursos naturales, la llamada “crisis
energética” no representa solamente la posible inseguridad en los
suministros de petróleo crudo, ni la llamada “escasez” de los
mismos, sino que implica a la propiedad industrial y de los recursos, el control
de los mismos, de las reservas e infraestructura física, la
política energética y el proceso de trabajo,
específicamente la exploración, producción, transporte,
distribución, comercialización y consumo.
La
energía domina las economías del mundo; su producción y
usos están bajo el control de las corporaciones transnacionales, y las
acciones de la política energética mundial se basan en los
criterios de la ganancia privada y no en el interés de los pueblos. El
tema, por tanto, concierne no solamente a gobiernos y organismos multilaterales
sino, también, a los trabajadores, a los productores de esa riqueza de la
cual el imperialismo y sus corporaciones se apropian.
Para comprender el
escenario en que se desarrolla el capitalismo y la lucha de clases hoy en
día, y para definir las estrategias y acciones de los trabajadores, es
pertinente revisar la situación mundial de la energía. En el mundo
existen poderosos organismos dedicados al diagnóstico de la
situación y a la implementación de las políticas
energéticas. En ocasiones, esos estudios han sido exagerados, o bien, son
cuestionables pero no se pueden ignorar; con alta frecuencia, los gobiernos de
las naciones siguen acríticamente los dictados de esos organismos. Para
los trabajadores y los pueblos, se trata de hacer un diagnóstico
crítico con visión de conjunto para derivar nuestra propia
política energética y las acciones procedentes.
Un futuro
energético sucio, inseguro y caro (Marzo 2006) es visualizado por los
organismos financieros del imperialismo y sus agencias especializadas. Su
preocupación está en la “vulnerabilidad” de los
grandes consumidores. Por ello promueven políticas que les garanticen
suministros seguros de energía, así como, acciones (aparentemente)
legales o militares que les permitan el control de todas las fuentes
energéticas disponibles.
Otro aspecto que preocupa al capitalismo
son los riesgos asociados al cambio climático global. Esos riesgos
aumentan mientras más se consumen combustibles fósiles. Pero, el
capitalismo no tiene solución coherente a esta contradicción. El
uso de los biocombustibles, que ofertan como alternativa, trae consecuencias
adversas a la humanidad que la condenaría a morir de hambre y de sed a
cambio de mantener un modelo social basado en el uso intensivo del
automóvil.
Las fuentes alternas de energía no contribuyen
apreciablemente al balance energético y, por ahora, no están
suficientemente desarrolladas. El mundo sigue dependiendo de los
energéticos convencionales, agotando aceleradamente los de mejor calidad
y creando escenarios sociales de creciente desigualdad, de confrontación
social y exterminio de la naturaleza y la humanidad.
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La crisis
energética capitalista sin soluciones coherentes |
2 ESCENARIOS CAPITALISTAS
SOMBRÍOS
El panorama descrito por los organismos del
capitalismo muestra un futuro energético sombrío. Así lo
indica la Agencia Internacional de Energía (AIE), perteneciente a la
Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE),
creada después del shock petrolero de 1973. Esta agencia es la encargada
de diseñar y llevar a la práctica las políticas
energéticas internacionales. Los diagnósticos y medidas propuestas
por la agencia se deben, entonces, analizar y criticar.
En el escenario
de referencia de las Perspectivas Mundiales de la Energía (World Energy
Outlook, WEO) de 2006, se proponen los siguientes puntos: 1- de 2006 al 2030 la
demanda global de energía primaria se incrementará en un 52.6% con
una importante contribución de los países en vías de
desarrollo; 2- los combustibles fósiles seguirán siendo la
principal fuente de energía, contribuyendo con un 83% al mix
energético global del 2030; 3- durante el período proyectado, los
mercados de petróleo crudo y productos refinados seguirán
presionados, por lo que, no se espera un descenso pronunciado de los precios; 4-
la vulnerabilidad de los países consumidores frente a posibles
interrupciones del suministro de petróleo y gas se acentuará de
forma dramática y dichas interrupciones pueden traducirse en
súbitos y espectaculares repuntes de los precios; 5- satisfacer la
creciente demanda energética mundial requiere una inversión en
infraestructura de 20 billones de dólares; 6- no hay ninguna
garantía de que estas inversiones se concreten; 7- las emisiones globales
de dióxido de carbono (CO2) aumentarán en un 55% y los
países desarrollados contribuirán con el 75% a dicho
incremento.
En 2004, China e India contribuyeron con el 25% al volumen
de las emisiones de dióxido de carbono, Estados Unidos con 22% y la
Unión Europea con 15%. Hacia 2020, se proyecta una reducción del
20% en esas emisiones y, de un 35% al 2030, comparado con los niveles de 1990.
El problema persistirá, evidentemente, los volúmenes de las
emisiones nocivas seguirán siendo cuantiosas y crecientes, los objetivos
se orientan solamente a limitar, apenas un poco, el calentamiento global
terrestre.
Para mejorar la seguridad energética y reducir las
emisiones de dióxido de carbono, la AIE plantea un escenario alternativo.
Este incluye políticas para incidir en el comportamiento de la demanda,
mejorar la eficiencia en la producción y uso de la energía,
disminuir el uso de los combustibles fósiles a favor de otras fuentes,
como las renovables y la nuclear, y favorecer el uso limpio de los recursos
fósiles, siempre que esto vaya acompañado por el uso de
tecnologías para el secuestro y captura del dióxido de
carbono.
En el escenario alternativo, se prevé hacia 2030 una
reducción del 10% en la demanda global de energía, la demanda
mundial de petróleo se reduciría en unos 13 millones de barriles
diarios y las emisiones de dióxido de carbono disminuirían en 16%.
Las cifras del escenario alternativo de 2006, comparadas con las de 2004,
indican que la demanda energética mundial habrá crecido
“solamente” 37.5%, la de petróleo 25.7% y las emisiones de
dióxido de carbono 31%. Ni el escenario de referencia ni el alternativo
implican solución alguna pues la demanda de combustibles fósiles y
sus nocivas consecuencias seguirán aumentando.
En el escenario
de referencia, la capacidad mundial de generación eléctrica de
origen nuclear pasaría de 268 GW en 2006 a 416 GW en 2030; en el
escenario alternativo se postulan 519 GW, es decir, 41% más. Esa no es
ninguna alternativa. En esta propuesta, se reemplazaría el “todo
petróleo” por “todo nuclear”, lo cual es incierto pues
sería el reemplazo simplista de una fuente por otra, independientemente
de que la nuclear es muy cuestionable como fuente alterna. De acuerdo con el WEO
(2006), el interés en la energía nuclear resulta del
encarecimiento de los combustibles fósiles pero, indica, que la industria
tendrá expansión si los gobiernos locales vencen las reticencias
de la población y facilitan la inversión privada. Es decir, la
potencia nuclear está proyectada sobre la base de la imposición y
la privatización.
Por lo que hace a los biocombustibles, el
escenario alternativo prevé para el 2030 que la utilización
mundial de estos carburantes utilizados para el transporte terrestre
llegará al 7% frente al 1% actual. Sin embargo, el escenario alternativo
reconoce que la creciente demanda de alimentos está en competencia con la
producción de biocombustibles por la disponibilidad de tierras
cultivables y de pastoreo. Actualmente, cerca de 14 millones de hectáreas
se utilizan para cultivos energéticos, lo que representa el 1% del total
de la tierra cultivable disponible en el mundo. Por otra parte, la
contribución de los biocombustibles al mix energético
depende de los avances tecnológicos, especialmente con relación a
la biomasa lignocelulósica.
En cualquier escenario, las
proyecciones son insuficientes para resolver los problemas energéticos
del mundo y, más aún, difíciles de concretar. Hoy, existen
1,600 millones de personas en el mundo que satisfacen sus necesidades
energéticas básicas, para preparar la comida y calentarse,
utilizando la leña y los residuos agrícolas y ganaderos; para el
2030, se reconoce que habría 2,700 millones de seres humanos sin acceso a
la electricidad.
En la demanda mundial, de ahora y hacia el 2030, el
petróleo es la fuente dominante seguida del carbón y el gas
natural. De las demás fuentes, el capitalismo impulsa a la biomasa y,
después, a la nuclear; sin embargo, su contribución es inferior a
las primeras.
Se estima que los países pertenecientes a la OCDE
seguirán aumentando su demanda pero, los países no-OCDE lo
harán más rápidamente, rebasando a los primeros en el
2015.
En 2007, el precio internacional de referencia del petróleo
crudo ha rebasado los 80 dólares por barril. El imperialismo proyecta una
baja hasta 2010 y después un ascenso creciente hasta alcanzar 100
dólares por barril en 2030. Esas proyecciones están perforadas por
la incertidumbre y son completamente irreales. Con un discurso convencional, se
argumenta que el aumento en los precios de las materias primas influye en los
costos de la electricidad. Las corporaciones estiman incrementos del 50% en los
costos del combustible sobre el costo de generación (Miranda
2007).
La disponibilidad de recursos energéticos accesibles
está en declive y se buscan nuevas opciones. Desde 1991, durante la
Guerra del Golfo Pérsico, empezó la exploración en aguas
profundas. Pero, a pesar de una intensa actividad exploratoria y el uso de
tecnología avanzada, el descubrimiento de nuevos campos productores de
petróleo crudo se ha vuelto una tarea complicada. Los pozos que se han
encontrado son pequeños y de calidad baja. Además, los
“costos de producción” han venido aumentando consecuencia de
explorar en regiones remotas y condiciones adversas.
Muchos yacimientos
han sido sobreexplotados en el mundo. La AIE estima un declive del 5 al 11%
anual. La ExxonMobil ha dicho (WEO 2004) que, en 15 años hay que
desarrollar una capacidad de extracción igual a la existente hoy.
¿Cómo se lograría? A partir del desarrollo de las reservas
existentes, la mejora en la recuperación de crudo, la extracción
de petróleo no convencional y el desarrollo de nuevos descubrimientos.
Los hidrocarburos tardaron miles de millones de años en formarse
en la Tierra pero el capitalismo ha dilapidado la mitad en tan solo cien y se
dispone a reducir dramáticamente las reservas hasta agotarlas en los
siguientes tres décadas
Los Estados Unidos han consumido tanto
petróleo que hace tiempo agotaron el propio y, ahora, requieren de
grandes abastecimientos foráneos para mantener su modelo de desarrollo.
En la campaña publicitaria de Chevron Texaco Co., de hace dos
años, se afirmaban cosas como las siguientes: tomó 125 años
usar el primer billón de barriles de petróleo, usaremos el
siguiente billón (o sea la otra mitad de las reservas petroleras
planetarias) en sólo 30 años (Barreda 2007). Entonces,
“¿para qué lo debemos de cuidar?”, dijeron. Se estaban
refiriendo al petróleo de aguas profundas de todo el
planeta.
Estados Unidos, Canadá, Medio Oriente, Africa y Rusia,
destinan cuantiosas inversiones a la exploración y producción de
petróleo. Las inversiones en el sector energético, en 2005,
indicaban el 56% en electricidad, 21% en petróleo, 20% en gas y 3% en
carbón con un total de 20.2 trillones de dólares (WEO 2006). En el
caso del petróleo, la mayor inversión se destina a la
exploración y producción, lo mismo que en el gas, adicionando en
éste caso el transporte y la distribución. Tratándose del
carbón, las mayores inversiones se destinan en la minería y,
respecto a la industria eléctrica, el 46% corresponde a la
generación y el 54% a la transmisión y distribución. Hacia
2030, la capacidad instalada total mundial aumentaría en 94% (WEO 2006).
En todos los casos, las inversiones proyectadas serían a través de
procesos de privatización. Esta que, hasta ahora, ha sido agresiva en
casi todo el mundo se proyecta intensificarla hasta privatizar absolutamente
TODO en todas partes del mundo.
A la fecha, se dispone de las
capacidades existentes de petróleo crudo mismas que han entrado en
sostenido declive. En el futuro próximo, la disponibilidad está
representada por el desarrollo de las reservas existentes, ya que, la
aportación de los nuevos descubrimientos es poca. Algo similar sucede en
el caso del gas natural.
Los lineamientos de política
energética del capitalismo incluye la eficiencia energética, la
diversificación de tecnologías, más inversión en
investigación y desarrollo, el diálogo con productores de materias
primas, el desarrollo de interconexiones y, por supuesto, el desarrollo de
mercados y su control monopólico, es decir, las privatizaciones de los
recursos naturales e infraestructura física.
La dependencia en
las importaciones está en ascenso (WEO 2004). Los países de la
OCDE dependen en promedio en un 68%, los países en desarrollo de Asia en
59% y los países de la Unión Europea en 85%. Estas proporciones
aumentarían hacia el 2030 a 85, 78 y 94% respectivamente. Los
países del sur serían los de menos desarrollo y quedarían
supeditados a continuar siendo proveedores de materias primas e importadores de
productos procesados.
Tropas en el Golfo Pérsico
Submarino en el Polo Artico CONSIGNA
IMPERIALISTA:
3 IRRACIONALIDAD
NEOLIBERAL
Lo que comenzó por la (neoliberal)
privatización de los servicios públicos fundamentales, como el
agua y la energía eléctrica, ha derivado en la irracional
comercialización de los recursos vitales, por medio de la
apropiación privada que propicia su irracional explotación, con
graves impactos para la humanidad: sociales, ambientales y hasta militares.
Los pronósticos de los propios organismos neoliberales, advierten
de una crisis en el abasto que, según las teorías (neoliberales)
del mercado, solo puede contrarrestarse elevando precios y tarifas, y mediante
el racionamiento, en espera del desarrollo de nuevas fuentes de energía
que, sin embargo, no se avizoran en un futuro inmediato. Estas medidas afectan
principalmente a los consumidores domésticos, ya que las transnacionales
se aseguran el abasto suficiente y barato para mantener funcionando sus
industrias, a costa de los recursos energéticos de los países
productores.
Aún peor, diversos análisis prevén el
fin de la era de los hidrocarburos al tiempo que, paradójicamente, se
incrementa su consumo y con él se agrava el calentamiento global de la
atmósfera terrestre por efecto de la emisión de gases de efecto
invernadero. El auge de los hidrocarburos gaseosos (gas natural), menos
contaminantes, lejos de paliar la crisis, ilustra el proceder de las grandes
transnacionales. Este energético se comercializa hoy en un mercado
internacional, aún más concentrado que el del petróleo
crudo, mediante políticas y regulaciones internacionales (y locales)
extremadamente laxas, que han hecho factible su total privatización.
Bastaría un solo ejemplo para ilustrar este perverso proceder. Es el caso
de la crisis del verano de 2000 en el mercado eléctrico en California,
Estados Unidos (EU), desencadenada precisamente por la especulación en el
abasto de gas natural.
Aunado a lo anterior, la llamada
desregulación del sector eléctrico ha dado lugar al desarrollo de
un sector privado en la generación de electricidad, basada precisamente
en el gas natural, que ha propiciado una especie de duopolio (por la
concentración gas-electricidad), que hoy controla el mercado
eléctrico mundial; en algunos países, incluso, en la
distribución “al menudeo”, dominado por las grandes
transnacionales de la energía y sus subsidiarias.
Por otro lado,
el consumo de petróleo y carbón se mantiene a la alza en todo el
mundo, por el impulso de economías emergentes, pero también en
interés de las industrias capitalistas que, como la
automovilística, demandan la quema de grandes volúmenes de
hidrocarburos (con emisión de de gases-invernadero). El resultado impacta
gravemente el clima terrestre causando el calentamiento global. Para tratar de
enmendarlo, diversas naciones han formulado acuerdos para establecer un conjunto
de medidas (mínimas) que eviten el desbordamiento del fenómeno.
No obstante, la mayoría de los mecanismos establecidos
(Río, Toronto y Kyoto el más importante) se limitan a promover la
reducción de las emisiones de dióxido de carbono (CO2),
estableciendo cuotas máximas que las transnacionales (y las
economías más desarrolladas) eluden mediante burdas transacciones
comerciales llamadas “bonos verdes” (especie de licencia para seguir
contaminando, a cambio de invertir en proyectos de reducción en cualquier
parte del mundo). Dichos mecanismos, además, les facilitan la
apropiación de las fuentes energéticas alternas
(minihidráulica, viento, solar) reservándose para sí el
desarrollo (y posterior uso) de nuevas fuentes y tecnologías
energéticas.
En el largo período de transición
(entre una era de los hidrocarburos que termina, hacia una nueva, la del
hidrógeno probablemente y las nuevas fuentes “limpias” de
energía), las potencias buscarán asegurarse el abasto del
petróleo existente (en los países productores), mediante
negociaciones o, en su caso, con presiones económicas, políticas y
militares. Mientras, seguirán empleando fuentes energéticas
altamente contaminantes, como el carbón, e impulsando al Tercer Mundo, a
través de los organismos internacionales, a utilizar fuentes aún
más contaminantes y peligrosas.
Otro caso son los
biocombustibles, destilados de biomasa (etanol y diesel) que, mediante el uso
del prefijo “bio”, las transnacionales usan como patente de corzo
para la utilización indiscriminada de semillas transgénicas y
fuertes cantidades de agroquímicos, así como para aprovecharse de
grandes extensiones de tierra cultivable (muchas veces arrebatada a los
bosques), que de este modo dejan de producir alimento humano.
No hay de
momento fuentes de energía alternativas viables acordes con el
crecimiento de la demanda. En general, las transnacionales se niegan a financiar
el desarrollo de nuevas tecnologías porque es una actividad no
redituable. Los principales avances consisten en el desarrollo de la eficiencia
en el consumo energético, la mayoría de veces mediante costosos
procedimientos, siempre a cargo del consumidor final.
El precario
balance de la geopolítica energética deriva de la crisis del
mercado neoliberal de los hidrocarburos, originado por dos factores: 1- una
paulatina reducción de la oferta y, 2- el constante aumento de la
demanda. Las grandes potencias han introducido al dinero como tercer factor, a
partir de la necesidad de invertir grandes recursos para mantener la
producción actual. Esto les ha servido de excusa para apropiarse
(vía la asociación comercial) de los recursos energéticos
de los pueblos.
El escenario de crisis se agrava por los severos
impactos de la actual política capitalista de desarrollo
económico. Las consecuencias más visibles son el acelerado
agotamiento de recursos no renovables, la pérdida de bosques, la
extinción de especies animales y vegetales y la contaminación del
aire y el agua.
Se calcula que, en el 2025, como resultado de una serie
de eventos extremos (catástrofes “naturales”) asociados al
cambio climático, 5 de los casi 8 mil millones de habitantes del planeta
tendrán dificultades para abastecerse de agua. La perturbación del
ciclo vital del agua y, con éste, la de todos los ecosistemas tiene
múltiples componentes, uno de ellos es el incremento en la
privatización hidrológica con fines de generación
eléctrica o agroindustriales, e incluso, su venta para el consumo humano.
La escasez de recursos vitales compromete gravemente el precario
equilibrio geopolítico, especialmente en ciertas zonas donde la
vía militar no está excluida. Un caso ha sido la sangrienta
invasión imperialista de Irak, otro en curso es Irán, país
estratégico que posee el 15 % de las reservas mundiales de gas y el 12%
de las reservas de petróleo.
La política agresiva del
capital internacional pone en grave riesgo a la humanidad. ¿Cómo
evitar una crisis geopolítica cuando las reservas energéticas
disponibles se agotan rápidamente y no existen en el corto plazo
alternativas tecnológicas viables? El capitalismo carece de alternativas
coherentes porque es la causa misma del problema. La crisis energética no
sino la expresión de la crisis capitalista. Por supuesto que el
capitalismo puede “resolver” sus problemas, a su manera, sin
importar costos sociales o políticos. En materia de energía y
agua, esa “solución” implica no solamente la
privatización de los recursos sino, literalmente, la destrucción
paulatina de la naturaleza. He allí la irracionalidad de la
política energética imperialista.
Frente al
neoliberalismo es necesaria la respuesta obrera unificada
4 PANORAMA ENERGÉTICO
MUNDIAL
4.1 Situación
general
El consumo mundial de energía se estima que
aumentará 57% de 2004 a 2030 (IEO 2007). Entre 1980 y 2004, los
líquidos del petróleo, el carbón y el gas natural fueron
los energéticos dominantes (IEA 2004) y de acuerdo a las proyecciones del
System for the Analysis of Global Energy Markets (SAGEM 2007) de la Energy
Information Administration (EIA) de los Estados Unidos, los mismos
energéticos seguirán dominando hasta 2030 cuando su uso se
habrá casi duplicado con una tasa de crecimiento del 2.6% anual. Sin
embargo, su contribución total al consumo mundial de energía
pasaría del 38% en 2004 al 34% en 2030.
En 2006, el
petróleo contribuyó con el 38%, el carbón con el 26%, el
gas natural con el 23%, la hidroelectricidad 6%, la nuclear con 6% y el 1%
restante fue debido a las restante fuentes disponibles (IEO 2006).
Consumo mundial
de energía, 2006 (IEO 2006).
Entre otros, dos son los factores que se utilizan
tradicionalmente para pronosticar el comportamiento futuro de la demanda
energética: uno, es el aumento de la población y, el otro, el
crecimiento económico medido en términos del producto interno
bruto (PIB), es decir, los parámetros macroeconómicos del capital.
Para el período 2004-2030, las agencias del imperialismo son
optimistas y proyectan un crecimiento en el PIB del 4.1% anual (en 2006
proyectaban 3.8%), tomando como base las medidas neoliberales tomadas por varios
países, destacando las privatizaciones, las reformas regulatorias y la
liberalización del comercio. Las proyecciones se basan, por tanto, en un
escenario explícitamente neoliberal.
Las estimaciones son
inciertas; para México se espera un crecimiento promedio de 3.6% debido
al “éxito” de los gobiernos neoliberales que, en los
últimos seis anos “lograron” un crecimiento sostenido cercano
a 0 (cero). Para China se proyecta un crecimiento de 6.5% anual y para India del
5.7%, mientras que, para Europa sería 2.3% y para Japón
1.4%.
Otra incertidumbre que preocupa al imperialismo es el impacto de
los precios del petróleo en la demanda de energía. De 43
dólares (USD) por barril en 2004, estiman que serán 100 USD en
2030. En un escenario de precios bajos, se consideran precios de 49 USD en 2010
y 34 USD en 2016 permaneciendo en tal nivel hasta 2030.
Obviamente que
esos precios son irreales. En septiembre de 2007, el precio del barril de crudo
ha llegado a 80 USD y no hay síntomas de que baje. Sin embargo, las
tendencias en el consumo de energía no parecen ser afectado por los
precios. El imperialismo hace demasiadas suposiciones a sabiendas que los
precios del petróleo se determinan con base en la
especulación.
Esto no tiene relación con un aumento en el
ingreso real per cápita, que en los países no desarrollados
es mucho menor y, en general, está en declive, provocando grandes
migraciones, internas (del campo a las ciudades) e internacionales, de
países pobres a ricos. Esta última, fue estimada en 2005 por la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 191 millones de personas, a
los que habría que agregar la migración indocumentada que, en EU,
se calcula entre 11 y 12 millones, y de 7 a 8 millones en Europa.
Las
prospectivas oficiales, calculadas en un horizonte de 25 a 30 años,
establecen que de una población mundial que alcanzó los 6 mil
millones de habitantes en 1999, hacia 2028 ó 2029 rebasará la
cifra de 8 mil millones de seres humanos (8.3 mil millones hacia 2030). En el
lapso 2004-2030, la tasa de crecimiento global estimada en 2007, medida en el
aumento del PIB de las naciones, promediaría un 4.1% anual.
Regionalmente, el balance es aún más complejo. Asia
mantiene altas tasas de crecimiento (impulsadas por el desarrollo de
países como China e India), mientras las economías de
África y América Latina se estancan o, incluso, declinan. Las
asimetrías son muchas y el capitalismo internacional las aprovecha para
movilizar a conveniencia los procesos productivos mundiales.
Es de
particular interés observar lo que ocurre con el conjunto de
países ex-socialistas, encabezados por Rusia, cuyas economías
están de nuevo en transición al sistema capitalista. De la misma
manera, conviene ver el comportamiento del conjunto de países que se
afiliaron a bloques como la OCDE. En ese contexto, el doble papel de
economías altamente desarrolladas, como EU, Japón o la
Unión Europea (UE), esconden su riqueza individual en los diversos
bloques en que se inscriben.
La industria mundial, sobre todo la
más demandante de energéticos, se relocaliza constantemente
a capricho del mercado (y a costa de la fuerza de trabajo), mientras las
reservas de energéticos primarios, en declive, se concentran en
determinadas regiones. Ello obliga a establecer grandes y costosas redes
energéticas mundiales por las cuales el capitalismo trafica
petróleo y gas (y sus derivados). Para ello, los organismos financieros
internacionales crearon un mercado global de estos energéticos, cuyos
precios se determinan como los de cualquier otra mercancía y se rigen, en
consecuencia, por la lógica de la ganancia.
Este mercado, dominado
por las grandes transnacionales de la energía, es altamente manipulable y
la volatilidad de precios obedece a factores especulativos. No en balde tres de
las diez mayores capitalizaciones de la Bolsa de Valores de Nueva York son
ocupadas por empresas petroleras ExxonMobil (EU, Reino Unido y Alemania),
ChevronTexaco (EU, Reino Unido, Alemania y Francia) y ConocoPhilips (EU).
En estas condiciones, no es segura ninguna planeación. Por ello,
los tratados económicos (normalmente supra-constitucionales) que fingen
regular las alianzas comerciales entre bloques de naciones, generalmente
pactados a espaldas de los pueblos, para otorgar ventajas a unos cuantos
están cada día más impugnados. No obstante, poco a poco, la
geopolítica mundial se reconfigura de acuerdo al mapa energético
del mundo.
Según los pronósticos (WEO/IEA-2006), la
demanda global de energéticos primarios crecerá en 1.6%
anualmente, para alcanzar hacia el 2030, un consumo neto de 17.1 mil millones de
toneladas de petróleo equivalente (Mtpe).
El mismo estudio
prevé que la “canasta energética” global, capaz de
satisfacer ese crecimiento en la demanda, seguirá integrada
principalmente por hidrocarburos. Es decir que los llamados combustibles
fósiles, prevalecerán como fuentes primarias de energía
(con un aporte superior al 80% del abastecimiento total), cuando menos hasta el
2030.
En el 2030 el petróleo crudo seguirá siendo la base,
con un aporte total superior al 33% (contra el 35% actual), que
significará un consumo global de 5,575 Mtpe. Le sigue el carbón,
con un 27% (4,441 Mtpe) y, en tercer lugar, estará el gas natural con el
22% (3,869 Mtpe). Peor aún, para ese entonces, se plantea cuadruplicar la
capacidad nuclear actualmente existente y sobreexplotar, en un equivalente a
tres veces más, los exiguos recursos hidroenergéticos del planeta.
El aprovechamiento energético de las biomasas y la basura, así
como otras fuentes renovables, a pesar de pronosticárseles las mayores
tasas de crecimiento, aportarán menos del 10% (unos 1,951 Mtpe).
El sector transporte incluye el movimiento de personas y bienes por
tierra, ferrocarril, aire, agua y ductos. Del 58% en 2004, la demanda de
líquidos en este sector llegaría al 64% en 2030 en los
países de la OCDE y del 40 al 52% respectivamente en los países
fuera de la OCDE. China tiene un sector transporte en rápida
expansión y es el consumidor de petróleo del mundo con el
más rápido crecimiento. Por tipo de vehículo terrestre, la
mayor demanda corresponde a vehículos de carga y, tipo de combustible, el
80% corresponde a gasolina y diesel.
La generación de electricidad
representará el 47% del consumo global de energía primaria, la
industria el 27% y el transporte 20%. Las asimetrías regionales se
reconocen soslayadamente. Según la IEA, las economías en
desarrollo alcanzarán a las de la OCDE en consumo total, no así en
consumo per cápita (26.9 kWh diarios promedio en países de la
OCDE, contra 6.2 kWh en otras partes).
Aunque estas cifras son revisadas
continuamente, y en no pocas ocasiones hasta resultan contradictorias, sirven
para plantear la magnitud del problema desde la propia óptica
capitalista. Estos estudios minimizan, sin embargo, hechos muy graves como la
disminución observada en el consumo energético real, per
cápita, de las capas sociales más desprotegidas, sobre todo en
los países no desarrollados, consecuencia de las elevadas tarifas y
precios finales de los combustibles energéticos. Esta es una
disminución adicional a la prevista por los economistas neoliberales,
derivada del fomento en la eficiencia del consumo. Un hecho fundamental es que,
las mayores reservas de combustibles fósiles se encuentran en regiones
menos desarrolladas industrialmente.
En América Latina y el
Caribe, la oferta de energía en 2002 estaba representada por el
petróleo (40.1%) y el gas natural (28.3%), es decir, hidrocarburos, el
resto corresponde a fuentes renovables siendo la más importante la
hidroenergía con el 14.7% (CEPAL 2004). Este esquema esencialmente se
mantiene a la fecha.
Oferta de
energía en América Latina y el Caribe, 2002 (CEPAL 2004).
Energías
renovables en América Latina y el Caribe, 2002 (CEPAL 2004).
4.2 Petróleo
El caso de referencia del IEO (2007) proyecta entre 2004-2030 un
incremento en el consumo de combustibles fósiles (petróleo y otros
líquidos, gas natural y carbón). El consumo mundial de
petróleo aumentaría de 83 millones de barriles diarios (MMbd) en
2004, a 97 MMbd en 2015 y a 118 MMbd en 2030. Los líquidos
continuarán siendo el combustible más importante para el
transporte. En el período proyectado, este sector tendría un
incremento del 68% en el período proyectado seguido del sector industrial
con 27%.
Los Países Productores y Exportadores de Petróleo
(OPEP) contribuyen con una producción de líquidos de casi 21 MMbd.
Respecto a los recursos no convencionales se espera un incremento de 2.6 MMbd en
2004 a 10.5 MMbd en 2030.
Los países productores fuera de la OPEP
aportaron, en 2004, 41 MMbd y se esperaría que aportaran 63 MMbpd en
2030. Los EU aportarían 10.1 MMbd en 2020.
La IEA (2007) espera
que la OPEP incremente su aportación en 14 MMbd entre 2004 y 2015 para
llegar a 35 MMbd y, luego, 20 MMbd adicionales de 2015 a 2030 para alcanzar 57
MMbd. La producción fuera de la OPEP se esperaría de 12 MMbd
más respecto de 2004, siendo de 51 MMbd en 2015 y 61 MMbd en 2030.
Para México, Venezuela, Irak e Irán se considera que la
producción de líquidos aumentará hasta 2015 cuando haya
inversiones privadas. La política es clara, por ahora el imperialismo no
puede apropiarse de los recursos petroleros pero espera hacerlo pronto.
En México y en el Mar del Norte la tendencia en la
producción es declinante.
Se considera que en 2012 la
producción petrolera de México sería de 3.0 MMbd. Luego del
impacto por el declive del complejo Cantarell, las miras se orientan a la
exploración en las aguas profundas del Golfo de México en los
campos Chuktah-201, Nab-1, Noxal-1 y Lacach-1. Hasta ahora se han alcanzado
tirantes de agua de 1,000 m que podrían llegar a más de 3, 000 m.
Sin embargo, las agencias del imperialismo se quejan de que PEMEX no se abre a
la inversión privada para “compartir” con las corporaciones
el petróleo crudo producido o descubierto (que aún no se
descubre).
El Mar del Norte tuvo un pico de producción de 3.4
MMbd en 2001 y se estima una declinación a 1.4 MMbd en 2030. Inglaterra
tuvo un pico en 2000 de 3.0 MMbd y se proyectan 0.4 MMbd para 2030.
También se esperaría un ligero declive en la producción de
China a 3.3 MMbd.
Para el Irak invadido se estima una producción
de 2.0 MMbd en 2007 que se ampliaría a 3.3 MMbd en 2016 y a 4.3 MMbd en
2030.
Oil & Gas Journal (2007) estima que las reservas
mundiales de petróleo crudo son de 1.317 billones (1 billón =
1012) de barriles de petróleo crudo equivalente (bpce) de
acuerdo a los criterios seguidos por la Securities and Exchange Commission
(SEC). El 56% se encuentra en Medio Oriente con 739,000 MMbpce. Los
países de la OPEP poseen el 65% de las reservas totales mundiales. Arabia
Saudita posee 252,300 MMbpce, Canadá 179,200 MMbpce, Irán 136,3
MMbpce, Irak 115,000 MMbpce y Venezuela 80,000 MMbpce (O&GJ 2006).
Reservas mundiales de petróleo crudo, 1980-2007.
Total mundial: 1.317 billones de bpce (IEO 2007)
México alcanzaría apenas 11, 000 MMbpce y es el
país con el declive más drástico (16,000 MMbpce) entre
2000-2007, seguido de China, Noruega, Australia y Reino Unido.
La
relación reservas-producción (r/p) describe el número de
años de producción a partir de las reservas probadas a la tasa
actual de producción. Para Irak se considera una r/p de 168 anos, Rusia
18 años, Estados Unidos 11 años, Venezuela 107 años, China
14 años, India 22 años (O&GJ 2006). En el caso de
México, la r/p es apenas de 8 años.
Los países que
más produjeron petróleo crudo en 2005 fueron: Arabia Saudita (9.55
MMbd), Rusia (9.04 MMbd), Estados Unidos (5.18 MMbd), Irán (4.14 MMbd),
China (3.61 MMbd), México (3.63 MMbd).
Gran parte del
petróleo mundial está en Medio Oriente y el Norte de Africa. Por
países, solo Canadá, que dispone de grandes reservas y un ritmo de
explotación razonable, aseguraría su abasto, de acuerdo a la
relación reservas/producción, para otros 213 años (OGJ
2005). Los demás países productores son de economías
pequeñas, que mantienen tasas de explotación muy altas y
compromisos de exportación que aceleran el decaimiento de sus reservas en
la medida que son obligados a aumentar constantemente la producción.
Para tratar de defender una política energética menos
adversa, los países productores se han organizado por bloques. Uno de
ellos se constituye por la Organización de Países Exportadores de
Petróleo (OPEP), que agrupa a la mayoría de los países de
Medio Oriente, que aporta casi el 40% de la producción mundial de crudo y
podría llegar a un 48% hacia el 2030. Un solo país de ésta
organización, Arabia Saudita, produjo en 2005, más de 9 millones
de barriles diarios de petróleo crudo.
La demanda mundial de
petróleo crudo ascendió en 2005 a 83.6 MMbd. Solo Estados Unidos
consumió la cuarta parte, 20.6 MMbd. Hacia el 2030 el consumo diario
llegaría a 116 MMbd (WEO 2006). La industria automotriz (transporte)
mantendrá un crecimiento sostenido, que representará el 63% del
aumento total en la demanda; para los demás sectores se prevé que
reducirán su consumo de petróleo.
El tráfico
internacional de petróleo crudo llegó en 2005 a un volumen de 40
MMbd y se pronostica que alcance los 63 MMbd hacia el año 2030, es decir,
más de la mitad del consumo esperado. A esto habría que agregar
los cuantiosos volúmenes del tráfico de petróleo crudo en
aguas internacionales.
Las fuentes de financiamiento para ampliar las
reservas probadas, mediante la exploración y producción,
así como para desarrollar la infraestructura de refinación y
transporte, son las vías empleadas por las transnacionales para
apropiarse de las reservas.
No obstante, la mayoría de las zonas
petroleras más importantes del mundo se consideran oficialmente
“cerradas” a la inversión directa de las transnacionales,
entre otras, Arabia Saudita, Kuwait, Venezuela, Nigeria, Argelia e Indonesia.
Sin embargo, las políticas seguidas por los gobiernos de esos
países están “abiertas” y corresponden a los dictados
de las corporaciones.
Tratándose del petróleo, la
especulación prevalece y desde 2004 varias compañías
occidentales se vieron obligadas a revaluar sus reservas.
La
explotación del petróleo crudo ha sido irracional. Para algunos
analistas (Bullón 2005) se ha extraído, en tan solo 100
años, la mitad de los hidrocarburos disponibles en la Tierra mismos que
se formaron a lo largo de miles de millones de años.
Para estimar
la producción de un pozo de petróleo a lo largo de su vida
útil se utiliza la llamada “curva de Hubbert”. M.K. Hubbert
fue director de prospecciones de Shell, en 1956 estudió las curvas de
descubrimientos y producción de petróleo en los Estados Unidos y
concluyó que ese país alcanzaría su punto máximo de
producción entre 1966 y 1972 (Cordech 2005) y, no obstante las
críticas, así se confirmó. Utilizando técnicas
similares, C. Campbell (2002) y K.S. Deffeyes (2001), discípulos de
Hubbert, han estimado el punto de máxima producción
mundial.
En el planeta ha habido una sobreexplotación de los
recursos naturales. El pico de Hubbert podría ocurrir entre 2005 y 2010,
dependiendo de varios factores. Algunos expertos consideran que ya
ocurrió (en 2000) porque, desde entonces, en varias partes la
producción empezó a disminuir o está próxima
mientras la demanda sigue creciendo (E69 2005).
El
pico de la producción mundial de petróleo (peak oil)
Se estima que en
la actual década se ha llegado ya al pico de máxima
producción de petróleo crudo tratándose del Medio Oriente.
Antes del 2010, ocurriría lo mismo en la producción
tratándose de los crudos pesados, las reservas marinas en aguas profundas
y el gas natural. Fuente: Asociación para el Estudio del Pico de
Petróleo y Gas, 2004, en www.peakoil.net.
4.3 Gas
El
incremento en el consumo de gas natural que se proyecta es del 1.9% anual. En
2004 el consumo mundial fue de 99.6 trillones de pies cúbicos (Tpc) y se
espera que en 2015 sea de 129 Tpc y, en 2030, de 163.2 Tpc. El gas natural ha
sido proyectado para sustituir el uso de líquidos en los sectores
industrial y de electricidad. El primero continuará siendo el mayor
consumidor de gas natural con un 43% del total proyectado hacia 2030 (IEO
2007).
Coincidiendo con la llamada apertura neoliberal del sector
eléctrico el consumo de gas natural aumentó y, la demanda,
seguirá creciendo. Este energético sería el de más
rápido crecimiento, incrementándose del 31% del consumo total
mundial en 2004 al 36% en 2030. Para la generación eléctrica, la
contribución del gas natural pasaría del 10 al 24% en el
período de referencia.
Las reservas probadas de gas natural, al
1º. de enero de 2007, fueron reportadas por Oil & gas Journal (O&GJ
2007) en 6,183 Tpc, de los cuales, 2,566 Tpc se encuentran en Medio Oriente y
2,017 Tpc en Eurasia; ambas regiones con tres cuartas partes de las reservas
mundiales. Rusia, Irán y Qatar poseen el 58% de las reservas.
Reservas
mundiales de gas natural por región. Total mundial:
6,183 Trillones de pies cúbicos (IEO 2007).
La relación reservas-producción a nivel mundial se
estima en 65 años (BP 2006). Para el Medio Oriente la relación es
de 100 años, para Rusia de 80 años, Africa 88 años, Centro
y Suramérica 52 años.
Los 10 países que poseen
mayores reservas de gas natural son Rusia (27.2%), Irán (15.8%), Qatar
(14.7%), Arabia Saudita (3.9%), Emiratos Arabes Unidos (3.5%), Estados Unidos
(3.3%), Nigeria (2.9%), Argelia (2.6%), Venezuela (2.5%) e Irak (1.8%) (O&GJ
2006).
Rusia y el Medio Oriente proyectan conexiones a los mercados de
gas natural en el Pacífico y el Atlántico. Rusia posee una extensa
red de ductos en Europa y se ha propuesto la construcción de redes a
China y Corea del Sur. Rusia desarrolla, también, plantas para exportar
Gas Natural Licuado (GNL). En 2005, el 85% de las exportaciones fueron para Asia
y el 15% para Europa y Norte América. Se espera que en fututo
próximo Africa sea una fuente de producción de gas natural.
Los Estados Unidos son los mayores productores y consumidores de gas
natural en Norte América; Canadá suministra el 85% de las
importaciones norteamericanas. En los Estados Unidos, la mayor parte de los
campos costa fuera ya han sido descubiertos y, tanto Canadá como Estados
Unidos, están considerando a las fuentes no convencionales debido al
declive en la producción convencional. Se espera que el incremento
más grande en las fuentes de suministro a los Estados Unidos sea el GNL
apoyándose en las terminales instaladas en Canadá y México
(Altamira).
Para el imperialismo, México tiene
“significativas” reservas de gas sin explorar (sic) pero “el
gobierno no tiene los recursos necesarios para desarrollarlas y tampoco ha
tenido éxito para atraer capital extranjero”. Según el IEO
(2007) la existencia de PEMEX, como empresa estatal, “hace inatractiva la
participación de los inversionistas extranjeros” (sic).
Los
10 países mayormente productores de gas natural, en 2004, eran: Rusia
(22.4 Tpc), Estados Unidos (19.0 Tpc), Medio Oriente (9.9 Tpc), Canadá
(6.5 Tpc), Africa (5.3 Tpc), Centro y Suramérica (4.5) (EIO 2004).
México carece de suficientes reservas de gas natural, su
producción llega a 1.5 Tpc y, para satisfacer la demanda nacional,
recurre a crecientes importaciones. Para México se proyecta un fuerte
crecimiento en el consumo de gas natural debido al incremento en la
generación de electricidad con sujeción total a las importaciones
norteamericanas.
El gas natural es la fuente de mayor crecimiento en
Europa por el creciente uso del energético en la generación
eléctrica. En Japón se esperan incrementos en el consumo con un
fuerte crecimiento en el consumo proyectado en el sector eléctrico. En
China e India también se espera una expansión.
De alto
significado han sido las estatizaciones de los hidrocarburos en Bolivia y el
control estatal decidido por Venezuela. Rusia también mantiene el control
de las reservas del campo gigante Shtokman con mayoría estatal de
Gazprom.
Las reservas probadas mundiales para el 2005 fueron
cuantificadas en 180 billones de metros cúbicos (IEA 2006), suficientes
para 64 años a la tasa actual de crecimiento en la demanda. Otra agencia,
la US Geological Survey estimaba en 2002 las reservas (no probadas) en 314
billones de metros cúbicos (USGS 2000).
En 2003, el sector
eléctrico consumió 42.2 trillones de pies cúbicos de gas
natural y, en 2030, se proyecta un consumo de 87.3 trillones de pies
cúbicos. El sector industrial le sigue en importancia.
Las
características de producción y distribución de este
combustible han favorecido un comercio mundial que, en los siguientes
años, se globalizaría sobre todo con la tecnología del Gas
Natural Licuado, embarcado y vuelto a gasificar en plantas regasificadoras.
Europa (que duplicará sus importaciones) y Estados Unidos (que se
convertirá en importador significativo) aumentarán fuertemente su
consumo de gas. Rusia suministra grandes volúmenes a Europa, mientras
que, desde el Medio Oriente y el Norte de Africa se suministra gas a todo el
mundo.
Aunado a lo anterior, se planea la construcción de grandes
ductos terrestres, para integrar a la red las nuevas zonas productoras. La
demanda mayor se tendrá en los países en desarrollo, y por
sectores, será el de generación eléctrica el que más
crezca.
4.4 Carbón
El consumo de carbón es el de mayor crecimiento a nivel
mundial. De 114.5 cuatrillones de BTU en 2004 pasaría a 151.3
cuatrillones en 2015 y a 199.1 cuatrillones en 2030 a una tasa de crecimiento
promedio anual del 2.2%. El consumo mundial se incrementaría por una
amplia contribución de India y China. La contribución del
carbón al total mundial de la energía se incrementaría del
26% en 2004 al 28% en 2030.
El sector eléctrico requerirá
dos 2/3 del consumo mundial del carbón y el sector industrial el resto.
Eso implica que la contribución del carbón a la generación
eléctrica pasaría del 41% en 2004 al 45% en 2030.
El
carbón contribuyó en 2004 con el 39% de las emisiones de
CO2. Para 2030, se proyecta que las esas emisiones correspondan en
43% al carbón, 36% al petróleo y 21% al gas natural.
Las
reservas recuperables mundiales de carbón se estiman en 998,000 ton con
una relación reservas-producción de 164 años. 67% de las
reservas mundiales están localizadas en cuatro países: Estados
Unidos (27%), Rusia (17%), China (13%) e India (10%) (Trinnaman & Clarke
2004). Estos países son responsables del 66% de la producción
mundial de carbón.
Los mayores productores de carbón en
2004, en cuatrillones de BTU (unidad británica de energía), eran:
China (43.0), Estados Unidos (22.8), Rusia (5.9), Australia/Nueva Zelanda (8.1),
India (7.3). No obstante, el mayor mercado para el carbón seguirá
siendo Europa. En 2030, China e India duplicarían su consumo de 2004. En
China, el sector eléctrico a base de carbón se proyecta a una tasa
de crecimiento del 3.5%, mayor al de Estados Unidos (1.7%). En 2004, China
tenía una capacidad eléctrica instalada a base de carbón de
271 gigawatts (GW) y, a 2030, se esperan 497 GW. En el caso de la India, casi el
70% del crecimiento en el consumo de carbón se espera que sea en el
sector eléctrico, con un crecimiento del 2.4% anual, para pasar de una
capacidad instalada de 82 GW en 2004 a 186 GW en 2030.
Rusia es el
más grande consumidor de carbón en Eurasia. El carbón
suministró el 16% de los requerimientos totales de energía en 2004
y el 20% de la electricidad generada fue a base de plantas
carboeléctricas. En general, los combustibles fósiles
seguirán siendo dominantes para la generación eléctrica
hasta 2030 (IEA 2006).
Las reservas mundiales de carbón, estimadas
en 2005, eran de 909 mil millones de toneladas, equivalentes a 164 años
con la actual tasa de producción anual. EU (27%), Rusia (17%) y China
(13%) poseen las mayores reservas. En 2005, los mayores exportadores fueron
Australia, Indonesia y China.
Según los escenarios de la IEA
(2006), la demanda mundial de carbón no solo sostiene la tasa de
crecimiento actual, sino que aumenta. De representar un 34% de la canasta
energética actual, se prevé que pase a significar un 59%. Este
crecimiento también se debe a una mayor generación
eléctrica a base de este combustible.
En 2003, el consumo de
carbón era de 5,400 millones de toneladas cortas y, para el 2030, se
proyecta una demanda de 10,600 millones de toneladas cortas (1 ton
-métrica- = 1.10231 toneladas cortas). China e India requerirían
3,600 millones de toneladas cortas y, otros países fuera de la OCDE, 0.6
millones de toneladas cortas.
Ese mismo año, el sector
eléctrico consumió el 67% del carbón producido, 30% el
industrial y el 3% restante fue para el consumo residencial y comercial. Hacia
2030, se estima que aumentará el consumo de este energético,
correspondiendo al sector eléctrico el 40% del total.
Central de ciclo
combinado con gasificación integrada (CCGI) (Izquierda),
Central con gasificación de carbón (Derecha)
4.5 Emisiones de
CO2
El dióxido de carbono (CO2) es el
más abundante gas de efecto invernadero en la atmósfera. Estas
concentraciones se han vendido incrementando a una tasa del 0.5% anual (IEO
2004, 2007).
Las emisiones resultan, principalmente, como consecuencia
del uso de combustibles fósiles para la generación de
energía eléctrica y son responsables del cambio climático
junto con otros gases de efecto invernadero.
En el escenario de
referencia del IEO (2007), las emisiones de CO2 provenientes del
carbón se incrementarán de 26,900 millones de toneladas
métricas (MMtm) en 2004 a 33,900 MMtm en 2015 y 42,900 MMtm en 2030
(SAGEM 2007). En 2004, la contribución del petróleo a las
emisiones de CO2 fue del 42% del total mundial, el carbón 39%
y el gas natural 19%. Las proyecciones para el 2030 se estiman en 36%, 43% y 21%
respectivamente. Se espera casi una duplicación de las emisiones a nivel
mundial expresada en miles de toneladas métricas.
Proyecciones de
las emisiones mundiales de CO2 (IEO 2007)
Para reducir las emisiones, en todos los países y regiones
se han propuesto expresar las emisiones por unidad económica. En 2004, la
intensidad estimada de CO2 en la región de la OCDE fue de 470
toneladas métricas por millones de dólares del PIB, mientras que,
en países fuera de la OCDE, se estimaron 516 toneladas métricas
por millones de dólares del PIB. Hacia 2030, la intensidad es proyectada
a 263 y 306 toneladas métricas por millones de dólares del PIB,
respectivamente.
En 2030, se proyecta que la Europa de la OCDE tenga la
más intensidad (236 toneladas métricas por millones de
dólares del PIB), luego México (273 toneladas métricas por
millones de dólares del PIB) y Japón (292 toneladas
métricas por millones de dólares del PIB). Canadá
tendría la más alta intensidad (420 toneladas métricas por
millones de dólares del PI) seguida de Australia/Nueva Zelanda (400
toneladas métricas por millones de dólares del PIB).
Otra
medida de las intensidades de dióxido de carbono son las emisiones por
persona. El mayor incremento proyectado sería Rusia que pasaría de
12 a 17 toneladas métricas por persona entre 2004 y 2030. Los niveles
más bajos de emisiones per cápita estarían en Africa e
India. En Estados Unidos, las emisiones per cápita en 2004 fueron de 20
ton métricas, en Canadá y Australia/Nueva Zelanda 18 ton
métricas.
Los niveles de dióxido de carbono son realmente
preocupantes estimándose en casi 400 partes por millón (ppm).
Estos niveles son los más altos en los últimos 650 mil
años. En 2050, se podría llegar a más de 500 ppm (Stix
2006).
Estos valores expresan la gravedad del problema. 1 ppm representa
2,100 millones de toneladas de carbono en la atmósfera; 400 ppm son
840,000 millones de toneladas. Los EU contribuyen con el 22% del
total.
Emisiones de
dióxido de carbono en los últimos mil años
y cambios producidos en la temperatura terrestre
Los gases de invernadero como el metano y el dióxido de
carbono, son positivos para la vida en el planeta pero, en exceso, producen un
incremento en la temperatura terrestre. El calor es necesario para la vida pero
no en exceso. El efecto invernadero consiste, precisamente, en la
retención de la radiación infrarroja emitida por la Tierra al ser
calentada por la radiación solar. En la atmósfera, ciertos gases
absorben el calor y lo vuelven a radiar en todas direcciones incluyendo a la
Tierra. Al aumentar en la atmósfera la presencia de gases de invernadero,
aumenta la cantidad de calor devuelta a la Tierra y, por tanto, el calentamiento
de ésta al aumentar la temperatura.
Más aún, el
calor favorece a la turbulencia de manera que, los contaminantes en la
atmósfera producen vientos que se mueven a altas velocidades mezclando a
los diversos materiales. De día, con la luz solar se produce ozono y, por
la noche, éste reacciona con los óxidos de azufre y
nitrógeno produciendo los ácidos sulfúrico y
nítrico. Al siguiente día, con la salida del Sol, las reacciones
con los ácidos producen más ozono y así sucesivamente. Esta
es la causa de que, al llover, se produzca lluvia ácida con serios
efectos a la salud y ala vida en la Tierra.
Los últimos
años han sido los más calurosos registrados desde 1980. Numerosos
estudios han sido resumidos en una gráfica que muestra la
elevación de las temperaturas medias en los últimos 1 mil
años. La gráfica ha sido muy criticada pero el mismo Consejo
Nacional de la Investigación de los Estados Unidos ha ratificado que, las
temperaturas de los últimos 25 años son las mayores de los
últimos 4 siglos y la tendencia es al aumento.
El Panel
Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), coordinado por la
Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de las
Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha reportado en 2007 que los
cambios en el ascenso de temperatura y nivel del mar, así como la
disminución en la cubierta de nieve del planeta son verdaderamente
drásticos en los últimos 20 años.
El cambio
climático no puede atribuirse solamente al dióxido de carbono pero
los efectos son ya inocultables y, por ello, se insiste en reestructurar la
economía mundial de la energía. Para ello, las corporaciones
transnacionales promueven diversos escenarios tratando de lograr un ambiente
limpio. En este contexto, se impulsa a la energía nuclear para reducir
los niveles de las emisiones de dióxido de carbono. La potencia nuclear
no tiene este problema, sin embargo, posee otros iguales o peores.
Cambios en
temperatura, nivel del mar y cubierta de nieve entre los años 1850 y 2000
(IPCC 2007)
La política energética mundial planea mantener las
concentraciones de CO2 en la atmósfera por debajo de 500 ppm.
Es un objetivo mínimo y totalmente insuficiente. Protocolos como el de
Kyoto no contribuyen a resolver el problema. De acuerdo a este tratado, los
emisores de CO2 pueden verterlo a la atmósfera hasta cierta
cantidad; para emitir más pueden comprar en el mercado los derechos de
emisión de quienes emitan menos de lo permitido. Esto significa que las
grandes industrias contaminantes no dejarán de hacerlo y que, en con
junto, el volumen total de emisiones futuras aumentará inevitablemente
con todas sus consecuencias. Al crear ese mercado mundial de CO2 el
protocolo incentiva un verdadero negocio.
El problema del cambio
climático producido por las emisiones de gases de efecto invernadero no
se puede resolver con “pequeños ajustes” como apagar los
focos, utilizar las bicicletas o calentar menos agua. El asunto no corresponde a
los usos domésticos de la energía sino a la política
energética en general, misma que las corporaciones y gobiernos
implementan con base en el lucro y nunca en el desarrollo social y humano. En
todo caso, lo que hay que cambiar es el modelo energético capitalista con
todo lo que implica.
El incremento global en las concentraciones de
dióxido de carbono se debe, principalmente, a la utilización de
combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural). De
acuerdo al informe del IPCC (2007) los niveles las emisiones de CO2,
tanto pasados como futuras continuarán contribuyendo al calentamiento
terrestre y al aumento del nivel del mar por más de un milenio, debido a
las escalas de tiempo necesarias para remover ese gas de la
atmósfera.
Existen diversos planes para estabilizar las emisiones
de carbono mediante técnicas de alto rendimiento energético. Son 7
mil millones de toneladas de carbono las que se extraen al año
actualmente. El problema de estabilizar las emisiones dista de ser simple. Un
nivel de 500 ppm implicaría 1.2 billones de toneladas. Actualmente se
tienen 800 mil millones de toneladas (Socolov & Pacala 2006).
De los
14 mil millones de toneladas de emisiones de carbono esperadas para el 2056, 6
mil millones provendrían de la generación eléctrica a base
de carbón. El método de estabilización de las emisiones,
entonces, consiste en la instalación en las centrales, a base de
carbón y de gas, de medios para capturar y almacenar al CO2.
También, se propone fijar un precio a las emisiones de carbón,
p.e., 100 dólares por tonelada de carbón emitido.
En 2004,
China e India contribuyeron con el 22% de las emisiones totales. Esas emisiones
continuarán creciendo y en 2030 se estima que China contribuirá
con el 26% y, en conjunto con India, serán responsables del 31% del total
mundial.
El Protocolo de Kyoto propone reducir las emisiones colectivas
en un 5% anual respecto de los niveles de 1990 en el período 2008-2012.
Se trata de medidas mínimas pero, además, el Protocolo no indica
cómo implementar esas “obligaciones”. El IEO (2007) proyecta
un crecimiento del 1.8% anual en las emisiones pasando de 13,500 millones de
toneladas métricas en 2004 a 16,700 millones de toneladas métricas
en 2030. En el caso de países miembros de la OCDE, México
tendría la más alta tasa proyectada con un crecimiento del 2.3%
anual. Para los países fuera de la OCDE, China tendría un
crecimiento en las emisiones del 3.4% anual.
En 2004, las regiones que
más contribuyeron a las emisiones mundiales son Asia, Norte
América y Europa. Al futuro seguirán mayores incrementos de las
respectivas regiones.
En 2004, el petróleo
contribuyó con el 42% a las emisiones globales de CO2, el
carbón con el 39% y el gas natural con el 19%. Hacia el 2030, se
proyectan 36, 43 y 21% respectivamente (Izquierda) Vista del planeta azul,
(Derecha) perforación de la capa terrestre de ozono (Total Ozone Mapping
Spectometer).
4.6
Combustibles alternos
Del consumo mundial de petróleo, el
66% corresponde al sector transporte, siendo el 36% para el transporte terrestre
de personas, el 24% para el transporte terrestre de mercancías y el 6%
para el trasporte aéreo de personas y mercancías. Los transportes
representan el 25% de las emisiones mundiales de gases de
invernadero.
La demanda en este sector va en aumento con tendencia al
agravamiento de los problemas debido al incremento en el parque
automovilístico mundial. Entre las opciones para reducir el consumo
energético y las emisiones nocivas se consideran el cambio en el uso de
los vehículos, la reducción del tamaño de los mismos y el
empleo de combustibles alternos a los hidrocarburos. Esto, sin embargo, no se
espera que ocurra en lo inmediato sino en le mediano o largo
plazo.
a)
Biocombustibles
Entre las alternativas al uso de combustibles
convencionales para su utilización en el sector transporte, las agencias
del capitalismo promueven ampliamente el uso de los biocombustibles o
agrocombustibles. Esto incluye a los combustibles líquidos o gaseosos
derivados de la biomasa vegetal: aceites vegetales, biogás,
biometiléter, biohidrógeno, biometanol, el biodiesel y el
bioetanol; se trata de combustibles de origen vegetal (Ballesteros 2006).
El etanol de almidón se produce a partir de la caña de
azúcar, la remolacha o los cereales (maíz, trigo y cebada),
así como de materiales lignocelulósicos (materiales con alto
contenido de celulosa) y diversos materiales que se investigan. El biodiesel se
obtiene a partir de los aceites vegetales provenientes de plantas oleaginosas,
tales como, el aceite de mostaza o la palma de aceite. El bioetanol se utiliza
mezclado con gasolina en bajos porcentajes (menos del 5-19%), aumentando el
oxígeno de la gasolina y con ello su octanaje. La mezcla al 10% se llama
“gasohol”,
En 2002, se produjeron en el mundo 30 mil millones
de litros de bioetanol, lo que representa el 2% del consumo mundial de
petróleo. Brasil es el mayor productor y consumidor de etanol; el
programa PROALCOOL se creó con el objetivo de aumentar la
producción de alcohol de caña de azúcar para sustituir la
gasolina. Para facilitar la cosecha de la caña de azúcar se
provocan grandes incendios que generan una gran cantidad de dióxido de
carbono.
En Estados Unidos, el bioetanol a partir del maíz se
viene utilizando desde 1978. En 2006, la producción estadounidense de
etanol fue de 10 mil millones de litros. La Unión Europea produjo 3 mil
millones de litros, siendo España el mayor productor. En 2007, el
gobierno mexicano ya aprobó una ley de bioenergéticos y promueve
la construcción de una planta de etanol en Sonora con inversión
privada de EU y de la India.
Entre los materiales lignocelulósicos
se considera a los residuos agrícolas de los cultivos leñosos y
herbáceos, a los de origen forestal procedentes de los tratamientos
silvícolas, de los montes y bosques. El eucalipto se ha visto como una
especie con fines energéticos. Estos serían los biocombustibles de
segunda generación que se encuentran en la fase de investigación y
desarrollo.
Investigadores norteamericanos, de la Universidad de
Wisconsin-Madison, han reportado a la revista Nature que la fructuosa
puede transformarse en un combustible líquido que contiene 40% más
energía que el etanol (BBC 2007b). El azúcar de las naranjas y las
manzanas podría convertirse en un nuevo y poderoso tipo de combustible
para autos. Otros investigadores, de la Universidad de Stanford han alertado
sobre los problemas a la salud causados por el uso del etanol mismo que
incrementa los niveles de ozono en el aire, así como de material
partículado, ambos dañinos a la salud (BBC 2007a).
Para el
imperialismo, no hay barreras biológicas al etanol celulósico (DOE
2005). El gobierno norteamericano considera que la fusión de la
agricultura, la biotecnología y la industria energética pueden
crearles una nueva capacidad estratégica para su independencia y la
protección del clima. Esta política se basa en el interés
de los negocios porque la sustitución de gasolina por el etanol reduce
las emisiones de gases de invernadero en apenas 18% ((Kammen 2006). Si el etanol
se obtiene de fuentes celulósicas (de plantas leñosas), la
situación podría ser distinta ya que la combustión de la
lignita (una parte no fermentable del material orgánico) no hace
aportaciones netas de gases de efecto invernadero pues sus emisiones se
compensan por el dióxido de carbono que absorben las plantas durante su
crecimiento.
Esta “alternativa”, sin embargo, es harto
contradictoria y lejos de resolver el problema lo agravaría
extendiéndolo a otros aspectos de interés prioritario para los
pueblos del mundo.
Los alimentos son convertidos en energéticos
para viabilizar la irracionalidad de una civilización que, para sostener
la riqueza y los privilegios de unos pocos, incurre en un brutal ataque al medio
ambiente y a las condiciones ecológicas que posibilitaron la
aparición de vida en la Tierra. La transformación de los alimentos
en energéticos constituye un acto monstruoso, ha señalado
Fidel.
“El capitalismo se dispone a practicar una masiva eutanasia
de los pobres, y muy especialmente de los pobres del Sur, pues es allí
donde se encuentran las mayores reservas de la biomasa del planeta requerida
para la fabricación de los biocombustibles. Por más que los
discursos oficiales aseguren que no se trata de optar entre alimentos y
combustibles, la realidad demuestra que esa y no otra es precisamente la
alternativa: o la tierra se destina a la producción de alimentos o a la
fabricación de biocombustibles” (Castro 2007c).
La biomasa,
referida a la materia vegetal y animal existente en la Tierra, se ha considerado
en años recientes como una alternativa de uso industrial. Las intenciones
se orientan al cultivo de plantas con el propósito de producir
biocombustibles (bioetanol, biodiesel, biogas) como fuente de energía a
partir de una variedad de plantas que incluyen al maíz, la caña de
azúcar y la remolacha.
Uno de los argumentos para favorecer el
impulso de los biocombustibles es que cierra, de manera natural, el ciclo del
carbono evitando su liberación a la atmósfera. También se
argumenta que la biomasa utiliza residuos orgánicos para generar
electricidad.
Sin embargo, la cantidad de biomasa necesaria para
producir carburantes o generar energía eléctrica resultaría
mayor al nuevo crecimiento de las plantas. Esto podría llevar a arrasar
los cultivos, a la desforestación y al incremento de emisiones nocivas a
la atmósfera. Muchos países producen y exportan maíz pero,
muchos otros, no producen ni granos ni oleaginosas por carecer de agua (Castro
2007b).
Se ha argumentado que, el uso de etanol, reduciría la
dependencia de los hidrocarburos utilizándolo en cierto tipo de
automóviles. El imperialismo ha presentado a esta opción como un
importante avance tecnológico apoyado por las grandes corporaciones
automotrices como General Motors, Ford y Chrysler. Estiman que, con el uso del
etanol, podrían reducir el consumo de gasolina en un 20% en la siguiente
década; los costos sociales no se consideran.
Se hace
abstracción de que, para producir el etanol se requiere de enormes
cantidades de maíz. Para el 2017, se propone el uso de 132 mil millones
de litros de combustible alternativo. Se requieren 35 millones de toneladas de
maíz para producir 132 mil millones de litros de etanol (Castro 2007a).
Eso es más que toda la producción de maíz de los Estados
Unidos en 2005.
Para los países subdesarrollados las
consecuencias serían trágicas pues no habría tierra
cultivable para satisfacer los requerimientos de la industria del
automóvil. Además, las consecuencias serían desastrosas
para el cambio climático, así como para el hambre y la sed de
millones de seres humanos.
La producción de etanol de maíz
requiere enormes cantidades de fertilizantes, agua, gas natural y electricidad.
Se cree que la eficiencia podría mejorar mediante la producción de
etanol a partir de biomasa celulósica y desperdicios procedentes de
plantas que no suelen emplearse como recursos alimenticios. Sin embargo, eso no
tiene viabilidad actualmente.
El maíz,
el trigo, al cebada, así como las frutas servirían para alimentar
automóviles
b) Hidrógeno
En 2006, el parque automovilístico mundial se estimaba en
800 millones de autos y, hacia el 2050, se proyecta el triple. El 97% del
combustible que hoy consumen esos autos proviene del petróleo crudo.
Varias propuestas consisten en cambiar a combustibles no petrolíferos y
de bajo contenido en carbono. Sin embargo, los sistemas de mayor viabilidad para
la propulsión de vehículos con elevado rendimiento y emisiones
cero consideran la conexión a las redes eléctricas o el empleo de
combustibles de hidrógeno.
Los vehículos eléctricos
no están desarrollados, los de pila de combustible, que combinan
hidrógeno (como combustible) con el oxígeno del aire parecen estar
más desarrollados y tienen mayor eficiencia que los vehículos de
gasolina porque emiten solo vapor de agua.
La producción de
hidrógeno podría no liberar gases de invernadero a la
atmósfera. Para crear una infraestructura del hidrógeno, a corto
plazo, se recomienda la extracción del hidrógeno del gas natural;
también podría generarse por electrólisis del agua. Sin
embargo, estas opciones producirían emisiones de gases de invernadero, ya
que la electricidad se obtendría a partir de combustibles fósiles.
A largo plazo, se piensa en centrales eléctricas de ciclo combinado con
gasificación integrada (CCGI), así como la electrólisis del
agua a partir de la energía generada con fuentes alternas. También
podría utilizarse la termoquímica del agua mediante la
utilización del vapor a altas temperaturas procedente de los reactores
nucleares (Ogden 2006), con los problemas asociados a esta fuente.
La
transición al hidrógeno no se considera inmediata. Antes se
deberán manufacturarse nuevos tipos de vehículos y construir una
nueva infraestructura de distribución de combustible; el hidrógeno
debe almacenarse de manera distinta a los combustibles
líquidos.
Entre las acciones de investigación y desarrollo
se trabaja en las celdas de combustible, almacenamiento de hidrógeno para
vehículos, sistemas de producción de éste a baja escala,
sistemas avanzados de vehículos y suministro de energía de
“cero C” a bajo costo (Ogden 2007). Las industria energéticas
que patrocinan estos estudios son: Air Products & Chemicals, BP, Chevron,
ConocoPhillips, ExxonMobil, Indian Oil Co., Petrobrás, Shell HYdrogen,
Southern California Gas, Total; y, entre las firmas automotrices están:
Toyota, Hona, General Motors y Nissan.
Las grandes armadoras
automotrices como Honda, Toyota y General Motors han anunciado planes para
comercializar vehículos de pila de combustible entre 2010 y 2020; en 2005
presentaron vehículos compactos de celda de combustible con unos 500
kilómetros de autonomía. Las grandes corporaciones petroleras como
Shell, Chevron y British están promoviendo también la
introducción de vehículos de hidrógeno.
El uso del
hidrógeno se ha proyectado como alternativa al uso de petróleo y
las emisiones de gases de invernadero. Sin embargo, las propuestas serían
estarían disponibles varias décadas adelante. En 1999, los
productores de amoníaco tenían el mayor consumo de
hidrógeno con el 61%, seguidas de las refinerías de
petróleo con 23% y los productores de metanol con 9% (Oak Ridge
1999).
Uno de los argumentos a favor del hidrógeno como fuente
energética es que puede ser producido a partir de una amplia diversidad
de combustibles convencionales, alternos y renovables. El uso del
hidrógeno se proyecta, principalmente, para el sector transporte
estimándose bajas emisiones contaminantes. Las celdas de combustible
podrían construirse en varios rangos de potencia pudiendo utilizarse,
incluso, para generación eléctrica.
No obstante, por el
momento, el hidrógeno solamente podría ser producido a partir de
combustibles fósiles. Esto implicaría emisiones de CO2
y el uso de tecnologías para la captura y secuestro del carbono para
reducir las emisiones. La transición a una economía del
hidrógeno está todavía en desarrollo con varios problemas
importantes por resolver.
4.7
Energía eléctrica
a) Generación de
electricidad
La generación eléctrica crecerá
85% en el período de referencia, pasando de 16.424 terawatt-hora (TWh) (1
TWh=1012 kWh) en 2004 a 22.289 TWh en 2015 y 30.364 TWh en 2030 (IEO
2007), casi el doble de la generación en 2004. En los países
desarrollados se estima un crecimiento del 3.5% mientras que, en los
demás países, la tasa sería del 1.3% anual; el crecimiento
global de generación de electricidad será del 2.4% anual en
promedio.
La mezcla de combustibles primarios utilizados para la
generación de electricidad ha cambiado en las últimas
décadas. El carbón es el más ampliamente usado. Entre los
años 1970 y 1980 hubo un rápido incremento de la potencia nuclear.
Entre los 80s y los 90s, fue el gas natural el de más rápido
crecimiento. El uso de combustóleo ha declinado desde los 70s, debido a
los altos precios y a conflictos políticos. Actualmente se discute la
utilización de la energía nuclear y el uso de as fuentes
renovables.
b) Uso del gas
natural
Para la generación eléctrica, el gas es el
energético en más rápido crecimiento pero el carbón
es el más utilizado y así seguirá siendo hasta el 2030. En
2004, la generación eléctrica a base de carbón
representó el 41% y, al 2030, se espera que sea el 45%. Esto
ocurrirá principalmente en los países que poseen reservas como
China, India y los Estados Unidos.
El uso del gas natural se
incrementará de 3,231 GWh en 2004 a 7,423 GWh en 2030. La cantidad de
energía generada a partir del gas natural será solamente la mitad
e la generada a partir del carbón. La tendencia consiste en utilizar
plantas de gas natural tipo ciclo combinado. Los argumentos en su favor incluyen
la eficiencia del combustible, la flexibilidad de operación, el relativo
corto tiempo de construcción y costos de inversión más
bajos que otras tecnologías. También se dice que el gas natural
quema más limpiamente que el carbón y el petróleo y eso
podría ser útil para reducir las emisiones de
CO2.
Aunque su contribución a la generación
eléctrica se espera que sea baja, también se proyecta el uso de
petróleo.
Se prefiere el uso del gas natural para la
generación eléctrica porque éste energético produce
menos emisiones nocivas que el petróleo o el carbón. Las centrales
térmicas de carbón emiten 0.25 kg de carbono por kWh generado, las
más avanzadas producen un 20% menos. El gas natural es metano
(CH4) y contiene mayor proporción de hidrógeno y menor
de carbono que el carbón; una planta de ciclo combinado a base de gas
natural emite 1.1 kg de carbono por
kWh.
c) Potencia
nuclear
Una de las propuestas de las corporaciones imperialistas
para la actual fase es el uso intensivo de la potencia nuclear. Se proyecta un
crecimiento nuclear del 1.3% anual para pasar de 2.619 TWh en 2004, a 2.972 TWh
en 2025 y 3.619 TWh en 2030. Sin embargo, persisten los problemas relacionados
con la seguridad de las plantas, la disposición de los desechos
radiativos y la proliferación de armas nucleares. Existe, además,
una alta percepción del riesgo; en general, los pueblos no son favorables
a esta fuente de energía.
En China se proyecta un crecimiento
nuclear del 7.7% anual entre 2004 y 2030; en India, el crecimiento proyectado es
del 9.1% anual.
El carbón y el gas natural son los combustibles
que más contribuyen a la generación eléctrica con un 80% de
incremento en la generación eléctrica total mundial.
La
demanda mundial de energía eléctrica se duplicaría hacia el
año 2030, con una tasa anual de crecimiento del 2.6%. La
generación eléctrica utiliza diversos combustibles primarios. En
la última década, el aumento en la producción se
basó en el empleo de gas natural pero, debido a los altos costos de
éste, hay un giro hacia el uso de carbón (sin dejar de aumentar la
generación a partir del gas natural).
Además de sectores
que impulsan a la potencia nuclear, también se proyecta aumentar la
explotación de los recursos hidroeléctricos existentes. Sin
embargo, aún sumadas estas fuentes con otras formas de energía
renovable y alternativas, su aportación al total mundial es poca.
La potencia nuclear proyectada implicaría que la capacidad
instalada nuclear pasara de 368 GW instalados en 2004 a 481 GW en 2030 (IEO
2007) suponiendo que muchos países construyeran centrales de este tipo,
excepto Europa porque allí existen acuerdos para prescindir de la
energía nuclear de potencia. El mayor incremento se espera en Asia. En el
período 2004-2030 se proyectan 38 GW para China, 17 GW para India y 20 GW
para Rusia. Corea del Sur proyectaría 16 GW, Japón 14 GW, Estados
Unidos 13 GW y Canadá 6 GW.
En Europa, se pretende reducir el uso
de la potencia nuclear e, incluso, suprimirla. En los países
pertenecientes a la OCDE se proyecta pasar de una capacidad de 134 GW en 2004 a
114 GW en 2030. Posiblemente en Francia y Finlandia pudiera haber nuevas
construcciones.
En Corea del Sur, la potencia nuclear proporciona el 36% de
la capacidad de generación y se proyecta una fuerte expansión en
su programa nuclear. Rusia también ha anunciado planes para incrementar
su potencia nuclear en el mediano
plazo.
d) Mix de generación
eléctrica
El más rápido crecimiento en
generación eléctrica se daría en China e India a una tasa
de crecimiento del 4.2% anual. Actualmente, China es el mayor consumidor de
electricidad, seguido de Estados Unidos e India. En materia nuclear, China
proyecta 36 GW de nueva capacidad e India 17 GW.
En el Medio Oriente, el
gas natural es la fuente más utilizada para la generación
eléctrica pero, también se utiliza al petróleo. Irán
proyecta adicionar su capacidad nuclear con la puesta en operación de su
reactor Bushehr-1 programada para 2010.
En Africa, la demanda de
electricidad es muy alta, las plantas a base de carbón son las
principales fuentes de generación con una contribución del 45% en
2004. Sudáfrica posee 2 reactores nucleares y proyecta 1 mil MW de
capacidad nuclear hacia 2030.
En Centro y Suramérica se espera un
crecimiento de 882 GWh en 2004 a 1,838 GWh en 2030. Brasil sería el mayor
productor de electricidad. En 2004, el 83% de la energía generada fue a
partir de la hidroelectricidad y se espera que siga siendo la fuente
dominante.
Para México se espera un crecimiento promedio anual del
3.3% hacia el 2030. Ese crecimiento a tan alta tasa es considerado por el IE0
(2007) como el reflejo de un estado relativamente no desarrollado de la
infraestructura eléctrica del país. Esto implicaría
reemplazar la actual planta industrial, seguramente, a cargo de las
corporaciones transnacionales.
En Estados Unidos, el carbón
proporciona el 52% de la energía generada; en Canadá, las fuentes
renovables (especialmente la hidroelectricidad) proporcionan el 60%; y, en
México, el 66% de la generación total de electricidad en 2004 fue
a partir de hidrocarburos (líquidos del petróleo y gas natural).
Del 35% de la generación eléctrica a base de gas natural en 2004,
en México se tendría un incremento al 54% hacia el 2030. Esto es,
la política eléctrica definida por el imperialismo para
México seguirá siendo a base de gas natural.
Aunque se ha
privilegiado la importancia del sector de la generación, la
creación de mercados eléctricos ha obligado a realizar enormes
inversiones en el sector de la transmisión eléctrica para adaptar
las redes a las condiciones de dicho mercado. No obstante, el desbalance de los
sistemas eléctricos es evidente. Hay países, incluso regiones,
donde los márgenes de capacidad de reserva son críticos y una
falla puede fácilmente propagarse. En otros, existe generación
ociosa que encarece las tarifas. A nivel de la distribución
eléctrica el problema es más grave: hoy existen 1,600 millones de
personas en el mundo sin electricidad y, hacia el 2003, será casi el
doble. En la India, el 48% de la población carece de electricidad, en el
Centro y Norte de Africa es el 78% siendo, en ambos casos, mayoritariamente
afectada la población rural.
Se estima que será necesario
instalar alrededor de 5,087 GW de nueva capacidad adicional de
generación. La transmisión y distribución de electricidad
requieren de grandes inversiones, casi lo mismo que la generación. La
distribución requiere aún más recursos que la
transmisión.
Las inversiones proyectadas totales
ascenderían a 11.276 trillones de dólares, correspondiendo el 46%
a la generación, el 38% a la distribución y el 16% a la
transmisión eléctrica. Las mayores inversiones están
proyectadas para realizarse en China e India.
Actualmente, no existen
nuevas áreas de desarrollo, tecnológicamente se trabaja en los
proyectos más comercializables. Prácticamente todo se centra en la
generación. La optimización de las tecnologías del
carbón “limpio”, la nucleoelectricidad “modular”
y la hidroeléctrica (nuevos generadores más eficientes) se
consideran como las tecnologías comercialmente viables.
El
desarrollo de combustibles destilados de la biomasa, la eoloelectricidad, la
energía solar y la geotermoelectricidad, así como, la
hidroelectricidad a base de olas o corrientes marinas, se encuentran aún
en fases muy tempranas con modestos resultados.
En cualquier escenario
de los previstos, aún reduciéndose drásticamente el consumo
de petróleo para la generación eléctrica, los combustibles
convencionales seguirían siendo dominantes, principalmente el
carbón y el gas natural. El centro de una adecuada política
energética está en garantizar el abasto, suficiente y confiable,
sin afectación al ambiente. Esto, sin embargo, es incompatible con el
desarrollo capitalista.
e)
Electricidad descarbonada
La producción de carbón y
su transformación en energía es una de las actividades más
destructivas del planeta. Según el IPCC (2005), había 7 mil 787
fuentes que emitían 13 mil 468 millones de toneladas anuales (Mta) de
CO2, de las cuales, 4 mil 942 fuentes correspondían al uso de
combustibles fósiles en el sector de la energía produciendo 10,539
Mta anuales de CO2.
Para evitar que el dióxido de
carbono producido en la combustión del carbón llegue ala
atmósfera se han propuesto algunas técnicas, tales como, la
captura y almacenamiento (CAC) geológico u oceánico del carbono.
Esto supone la separación del CO2 creado durante la
generación de energía y el transporte del mismo a sitios donde
pueda almacenarse en las profundidades de medios porosos, como campos
petroleros, yacimientos de gas agotados o formaciones salinas, incluyendo las
profundidades de los mares.
La implantación de CAC en las
centrales eléctricas a base de carbón tiene el propósito de
reducir las concentraciones atmosféricas de emisiones nocivas. La ONU
propone la estabilización a un nivel “seguro” pero no define
cuál es. Algunos expertos consideran que las concentraciones debieran
mantenerse por debajo de 450 partes por millón (ppm). Para lograrlo, los
proyectos CAC debieran ponerse en marcha de inmediato junto con otras medidas.
Dos preocupaciones que persisten son la probabilidad de escapes súbitos y
las fugas graduales que podrían neutralizar los objetivos de la
CAC.
Las técnicas para generar energía eléctrica
podrían capturar entre el 85 y el 95% del carbono contenido en el
carbón, el resto sería liberado en la atmósfera. Se
trataría de centrales de carbón de ciclo combinado con
gasificación integrada (CCGI) con equipos de CAC. En estas centrales, se
tiene una reacción de combustión incompleta (se limita el
oxígeno) para convertir el carbón en “singas” (gas de
síntesis) formado de hidrógeno y monóxido de carbono. La
remoción del CO2 del “singas” resulta más
sencilla y económica que a partir de los gases de combustión
(gases de húmero) de las centrales tradicionales de carbón-vapor.
El singas residual posterior a la extracción del CO2 se quema
y se utiliza para mover turbinas de gas y vapor en una central generadora de
ciclo combinado (Hawking et al. 2006).
La técnica se ha estudiado
en centrales CCGI que utilizan carbonos bituminosos de alta calidad, no
así con carbones sub-bituminosos o lignitos. El dióxido de carbono
capturado se transporta, por gasoductos, a instalaciones lejanas para su
almacenamiento geológico.
Los costos de generación de
electricidad serían mayores en una central adaptada a la técnica
CAC. Por ello es que se siguen construyendo centrales de vapor sin CAC mismos
que no son obligatorios. La descarbonación podría lograrse en
medio siglo si se aplicara la CAC a todo el carbón y gas natural
consumidos y se hiciera una combinación de energéticos para la
estabilización del CO2. El Instituto Mundial del Carbón
(WCI 2006) no considera financieramente viable a la captura y almacenamiento
geológico del dióxido de carbono. Por otra parte, el
almacenamiento oceánico no está probado (IPCC 2005).
Sin
embargo, el carbón “limpio” no existe, el carbón es
sucio. Aún con la utilización de la CAC, la utilización del
carbón incluye importantes riesgos derivados de la minería del
carbón.
Entre otros, están los efectos a la salud de los
mineros (pneumoconiosis), las inundaciones, desplomes, incendios y explosiones.
Los efectos ambientales incluyen la contaminación de las aguas y
afectación a los suelos, bosques y ecosistemas sobre todo con las
operaciones de minería “a cielo abierto”. Los drenajes
ácidos, por lixiviación de los compuestos de azufre de las gangas
del carbón han envenenado ríos enteros y los metales pesados han
corrompido los mantos freáticos.
Además, las centrales
carboeléctricas emiten óxidos de azufre y de nitrógeno, que
al reaccionar con el polvo atmosférico forman sulfatos que provocan la
lluvia ácida; mientras los óxidos de nitrógeno se combina
con los hidrocarburos para generar ozono produciendo el “smog”.
Adicionalmente, las centrales de carbón emiten mercurio, metal sumamente
tóxico.
Central
eléctrica de ciclo combinado a base de gas natural, Chihuahua
II
4.8 Fuentes alternas
Los problemas derivados del uso intensivo de los combustibles
fósiles ha puesto en la discusión el impulso a las fuentes
alternas de energía, particularmente, de las energías renovables
destinadas principalmente a la generación de electricidad. Los argumentos
a favor de estas fuentes se refieren a la diversificación
energética, la reducción en la dependencia de los combustibles
fósiles y la disminución de las emisiones de gases de invernadero.
El mayor potencial mundial se estima en las pequeñas
hidroeléctricas, viento, biomasa, geotermia y solar.
Las
transnacionales han hecho un sucio negocio con la llamada “energía
verde” (E37 2004). Por otra parte, las dificultades energéticas
globales derivadas de la dependencia petrolera han reabierto nuevamente el
debate nuclear.
a)
Hidráulica
En las siguientes tres décadas el
crecimiento hidroeléctrico será del 1.7% anual en promedio y su
contribución al consumo mundial total pasaría de 7% en 2003 a 8%
en 2030 (IEO 2007). Este crecimiento se espera a partir de los grandes proyectos
hidroeléctricos en países fuera de la OCDE, principalmente, China,
India y Laos. En China se tienen 18,200 MW hidroeléctricos en
construcción e través de proyectos de gran escala; en India se
tienen 12,020 MW de capacidad hidroeléctrica en construcción; y,
en Brasil, 6,750 MW proyectados para el 2010.
La generación
hidroeléctrica fue de 2,890 Twh en 2004 y se estima que será de
3,689 Twh en 2030. En el pasado, la hidroelectricidad contribuyó
apreciablemente, siendo la segunda fuente energética después del
petróleo. Sin embargo, su crecimiento ha disminuido por razones
ambientales y sociales. Las mayores reservas de agua se destinan al consumo
humano y a la irrigación, 25% de esas reservas están asociadas a
la generación eléctrica (WEO 2004).
Las agencias
especializadas de los países desarrollados esperarían que los
recursos acuíferos sean aprovechados en nueva capacidad
hidroeléctrica, sobre todo en los países cuya capacidad
hidrológica es alta como Africa, China, Rusia, Brasil, Centro y
América del Sur. Salvo Canadá, en los países desarrollados
no se espera un crecimiento apreciable.
Para Asia y América del
Sur se proyectan instalaciones hidroeléctricas de mediana y gran escala.
Fuera de Canadá y Turquía no se espera que los países de la
OCDE aumenten su capacidad hidroeléctrica.
Los grandes proyectos
hidroeléctricos suministraron en 2004 el 16% de la producción
mundial de electricidad con 720 GW (REN21 2005). Noruega es el país que
obtiene su energía a partir de hidroelectricidad. Los mayores productores
en 2004 fueron Canadá (12%), China (11.7%), Brasil (11.4%), Estados
Unidos (9.4%) y Rusia (6,3%).
Los pequeños proyectos
hidroeléctricos están en China, Australia, Canadá, India,
Nepal y Nueva Zelanda. En 2004, estos proyectos representaron 4 GW de
capacidad.
Los grandes (10-1,800 MW) y pequeños (1-10 MW)
proyectos hidroeléctricos tienen un costo de 3-4 y 4-7 centavos de
dólar por kWh respectivamente, siendo los más bajos comparados con
otras fuentes renovables.
Central
hidroeléctrica Chicoasén, Chiapas
b) Nuclear
En 2005,
había 443 reactores nucleares de potencia operando en el mundo. Los
países que generan el 50% o más de su electricidad a partir de
medios nucleares son Francia (79%), Lituania (70%), Eslovaquia (56%),
Bélgica (55%). Sin embargo, países como los Estados Unidos y
Japón disponen de la mayor capacidad nucleoeléctrica instalada y
en operación.
Desde el 2000, en el Lejano Oriente, se instalaron
20 mil MW nucleares pero en Estados Unidos no se ha vuelto a proyectar ninguna
central (Deutch & Moniz 2006). Eso se debe a que la construcción de
centrales nucleoeléctricas tropieza de inmediato con las enormes
inversiones requeridas de capital y la incertidumbre derivada de problemas no
resueltos como la gestión de los desechos radiativos de alto nivel,
así como los problemas de la proliferación de armas nucleares que
podrían ser incentivados por la expansión de la potencia
nuclear.
En los escenarios de las agencias capitalistas, la
energía nuclear tomaría un súbito auge pasando de 261 GW en
2003 a 438 GW en 2030 (IEO 2006) ó 268 GW en 2004 y 481 GW en 2030 (IEO
2007). En los países de la OCDE se espera una baja instalación de
nuevos reactores, salvo Finlandia, Francia, Estados Unidos y Japón. En
Estados Unidos se esperarían 3 GW como resultado de la
repotenciación de sus reactores y 6 GW por construcciones nuevas. Por el
momento, desde 2000 a la fecha, los Estados Unidos no han construido ninguna
nueva central nuclear.
En los escenarios proyectados, la mayor parte de
la capacidad nuclear se orienta hacia países fuera de la OCDE, con una
contribución importante de China, India y Rusia. Las tecnologías
de las nuevas generaciones de reactores nucleares, p.e. del tipo de reactores de
alta temperatura enfriados por gas (HTGR), o los de combustible granulado, no
están suficientemente probados. Las corporaciones esperan hacerlo
vendiendo sus reactores en Africa.
Existen, además, 400 barcos
impulsados por reactores nucleares cruzando los océanos. Hay,
también, 300 reactores de investigación. Con propósitos
militares, existen instalaciones en número impreciso tanto en la
plataforma terrestre como en el fondo marino.
La energía nuclear
de potencia sigue en crisis, no obstante el interés de las corporaciones
para vender e instalar reactores nucleares de potencia, principalmente, fuera de
sus territorios.
Las catástrofes de los accidentes severos
ocurridos, principalmente, en Chernobil en 1986, incrementaron fuertemente la
percepción del riesgo entre las poblaciones. Peor aún, no solo
incrementaron la percepción del riesgo sino que, sus consecuencias,
siguen siendo desastrosas.
Al tiempo que se promueve la
utilización en alta escala de la energía nuclear de potencia, el
debate también se ha renovado. Esto deriva de varios hechos, como el alto
financiamiento que implica la gran concentración de capital nuclear, la
absoluta dependencia tecnológica y de combustible nuclear e importantes
problemas tecnológicos no resueltos.
Para definir que centrales
deben construirse es preciso resolver qué tipo de ciclo combustible se
usará. La tendencia es al ciclo de combustible “abierto”, en
el cual el uranio (enriquecido) se “quema” en el reactor nuclear e,
irradiado, se almacena. El ciclo “cerrado” que implicaría el
reciclaje del combustible irradiado no se considera factible en las
próximas décadas; en éste ciclo se extrae el plutonio del
combustible gastado y el uranio podría
reutilizarse.
Tratándose de la tecnología de reactores a
utilizar, las corporaciones han impuesto a los reactores con combustible de
uranio enriquecido moderados con agua ligera. Existen varias generaciones de
diseños. Los primeros (1950-60) constituyen la primera generación,
la generación II son la mayoría instalados entre 1970-90. El
primer reactor de generación III se construyó en Japón en
1996; estos reactores tienen mejoras en el combustible y los sistemas de
seguridad (pasiva), siendo intrínsecamente seguros. La generación
IV incluye a los reactores con combustible granulado.
Una
generación III+ tiene una técnica más avanzada que los de
generación III. En desarrollo desde hace algunos años están
los HTGR. Fuera de éstos, la generación IV entraría en
operación dentro de varias décadas. Se ha pensado construir
reactores modulares del orden de 100 MW que podrían instalarse “en
países en vías de desarrollo” (Deutch & Moniz 2006).
Así, para 2007, se ha propuesto iniciar la construcción de un
reactor de prueba granular de 110 MW en Sudáfrica, mismo que sería
terminado en 2013. “la esperanza” es vender módulos
comerciales de 165 MW “en Africa” (sic).
La
evaluación del costo de la electricidad de origen nuclear es
difícil de estimar. Un estudio del Instituto Tecnológico de
Massachussets (Ansolabehere et al. 2003) tasaba en 6.7 centavos de dólar
el kWh nuclear, más caro comparado con una central de carbón (4.2
centavos/kWh) o de gas natural (5.8 centavos/kWh). Al respecto, existe
polémica y diversos autores ofrecen diferentes valores, medidos con
diferentes parámetros generalmente elegidos a conveniencia.
En el
debate, la energía nuclear se promueve porque, en comparación con
otras fuentes convencionales, no produce emisiones de gases de invernadero.
Entonces, los costos se comparan con las penalizaciones a otras fuentes emisoras
de esos contaminantes atmosféricos. Sin embargo, hay otros problemas no
resueltos tecnológicamente y difíciles de cuantificar
económicamente.
Uno de los problemas que persisten está
relacionado con los desechos radiativos de alto nivel presentes en el
combustible nuclear irradiado. A la fecha, no existe ninguna alternativa
tecnológica técnica y económicamente viable para almacenar
de manera segura desechos cuya vida media es de miles de millones de
años. NINGUN país tiene un sistema confiable de almacenamiento de
desechos radiativos de alto nivel. Por años se ha propuesto el
almacenamiento geológico, se han hecho varios estudios incluyendo el
transporte de radinúclidos desde el depósito a la biosfera, pero
no existe ningún depósito en el mundo. Hasta ahora, se ha
preferido el almacenamiento in situ, es decir, en el sitio de la central
utilizando las piscinas adyacentes a los reactores. Estas piscinas se han venido
saturando en el mundo desde, al menos, 1998.
Finlandia empezó en
2004 a construir en Onkalo una instalación de investigación para
el almacenamiento subterráneo de desechos radiativos. El almacenamiento
podría empezar a operar en 2020, sin embargo, no existe ninguna
garantía de fiabilidad. Las “garantías” ofrecidas no
pasan de 100 años, lapso realmente breve comparado con la vida media del
uranio (4 mil 500 millones de años) y otros fragmentos de fisión.
Con los agresivos planes del “resurgimiento nuclear”, no
habría sitios para almacenar los desechos producidos.
Otro
problema de relevancia se relaciona con la llamada proliferación nuclear.
No obstante existir tratados y salvaguardias internacionales, los países
desarrollados poseedores de la tecnología nuclear son, al mismo tiempo,
poseedores de armas nucleares, cuyo material nuclear estratégico no es
siquiera inspeccionado ni contabilizado.
La “nuevas”
propuestas de las potencias para el uso de la energía nuclear se enmarcan
en acuerdos unilaterales para el suministro del combustible nuclear, su
enriquecimiento y posesión del combustible irradiado, imponiendo severas
e inaceptables condiciones a los países receptores. Todo representa, en
síntesis, la entrega total de la soberanía e independencia de las
naciones al imperialismo.
En este plan, se promueve un sistema
internacional de países suministradores y consumidores de combustible
nuclear. Los proveedores como Estados Unidos, Rusia, Francia y el Reino Unido
venderían el combustible fresco a otros países con programas
nucleares y se comprometerían a retirarles el combustible gastado,
exactamente como ocurre en la actualidad. El objetivo es hacer oficial esta
medida unilateral, de manera que, los países receptores renuncien a la
construcción de instalaciones para producir el combustible nuclear. No se
dice pero no se trata solamente de la fabricación del combustible sino de
su fase previa, es decir, el enriquecimiento del uranio para impedir que los
países receptores jamás dominen la tecnología con el
pretexto de la proliferación nuclear. Es decir, el problema no son las
centrales sino las plantas de enriquecimiento y, en su caso, el reprocesamiento
del combustible irradiado.
Lo anterior significa, entonces, que el
“resurgimiento” estará basado en la explícita y
única intervención del capital privado en la industria
nucleoeléctrica. El uranio natural habría que comprarlo, el
enriquecimiento del mismo estaría prohibido, el combustible nuclear
sería “alquilado”, la tecnología de reactores
sería comprada, el combustible gastado almacenado gratuitamente y
entregado cuando los suministradores lo requirieran. Estas cuestiones son
razones más que suficiente para rechazar a la opción
nuclear.
A lo anterior se suman los innegables y dramáticos
efectos biológicos, tanto somáticos como genéticos, debidos
al trabajo con radiaciones ionizantes, así como el rechazo social de las
poblaciones aledañas a las centrales. Los límites de dosis no se
respetan y, en varias ocasiones, las dosis colectivas rebasan con mucho a las
recomendaciones internacionales. Eso nunca lo publican las empresas, ni siquiera
lo aceptan, pero ocurre siempre. La energía nuclear de potencia en
operación está afectando el potencial genético de la
humanidad.
Adicionalmente, el proceso de trabajo nuclear de potencia
implica el sometimiento militar, paramilitar y policiaco de los trabajadores al
interior de los centros de trabajo. Con grandes arsenales y todo tipo de
dispositivos los trabajadores son vigilados, amenazados y
reprimidos.
Central nuclear
de Olkiluoto, Finlandia, Generación III+, 1,600 MWe
c) Fusión
Una alternativa energética está representada por la
fusión termonuclear controlada, misma que lleva 50 años en
desarrollo sin que sea actualmente viable, desde el punto de vista
técnico-económico. Varios países, entre otros, la
Unión Europea (representada por EURATOM), Estados Unidos, China, India,
Federación Rusa, Corea del Sur y Japón están desarrollando
un proyecto de largo alcance, el Reactor Termonuclear Experimental Internacional
(ITER), a partir de varias experiencias previas como el Tokamak Jet. Desde 2006,
en Cadarache, Francia, se han concentrado importantes esfuerzos de capital y
fuerza de trabajo altamente especializada con el objetivo de dominar
tecnológicamente a una fuente energética de largo plazo. Se espera
que este reactor entre en operación en 2016 y costará más
de 10 mil millones de dólares.
Entretanto, India, China y Corea
del Norte desarrollan una generación intermedia de Tokamaks que les
podría permitir probar varios dispositivos y sistemas relacionados con el
confinamiento magnético del plasma. China desarrolla el proyecto EAST e
India el proyecto SST-1, Corea del Sur tiene el proyecto K-Star, Estados Unidos
el NIF y Japón el NTC (Wayt 2006).
Los dispositivos Tokamak se
caracterizan por funcionar a base de reacciones termonucleares de fusión,
cuya materia prima es el hidrógeno, mismo que podría obtenerse del
agua del mar, y el litio (o metal energía). La reacción que se
considera más eficiente consiste en la interacción de un
átomo pesado del hidrógeno (Deuterio) con un átomo
más pesado del mismo (Tritio). Esto daría como resultado a un
núcleo de helio (o partícula alfa) más un neutrón,
liberando en la reacción una cantidad considerable de
energía.
En las reacciones se produciría la
radiación producida es alfa, muy energética pero de
trayectoria muy corta (del orden de milímetros). Por otra parte, los
desechos radiativos esperados serían de Trítio el cual tiene una
vida media corta, del orden de 13 años.
Los objetivos del ITER
consisten en demostrar que la anterior reacción termonuclear puede
sostenerse durante un tiempo suficiente para que la energía generada sea
mayor a la consumida. También, se pretende desarrollar métodos
para utilizar los neutrones rápidos creados en la reacción para
producir Tritio, p.e., bombardeando recubrimientos de Litio. Asimismo, se trata
de integrar los diversos elementos tecnológicos para la
construcción de una central eléctrica de fusión nuclear,
demostrando la seguridad y aceptabilidad ambiental de esta fuente de
energía.
El proyecto ITER es de investigación y
desarrollo, no de generación eléctrica, el Tokamak es
experimental. El principal propósito del ITER es demostrar la
producción prolongada de potencia de fusión a partir de un plasma
de Deuterio y Tritio (ITER 2007). Se trata de uno de los proyectos más
ambiciosos tecnológica, organizativa y políticamente. No obstante
los esfuerzos, esta opción no está aún disponible pero
podría ser una alternativa interesante con trascendentes y complejas
implicaciones sociales y políticas que los trabajadores debemos abordar
(E70 2006).
Corte del Reactor
Termonuclear Experimental Internacional
Reacción
de fusión termonuclear consistente en la interacción de un núcleo de Deuterio
con uno de Tritio; el resultado es un núcleo de helio (partícula alfa) y un neutrón
más la liberación de una cantidad importante de energía
4.9 Fuentes renovables
Desde el año 2000, las fuentes de energía renovable
están en intenso desarrollo, especialmente la producción solar
fotovoltaica y la generación eólica, cuyo crecimiento aumenta
exponencialmente comparado con las dos décadas anteriores. En conjunto,
sin embargo, estas fuentes contribuyen poco a la generación
eléctrica mundial. De las fuentes renovables, la biomasa que opera con
leña o residuos agrícolas parece prometer mucho, seguida de la
eólica y la geotermia; la solar es realmente marginal.
La
potencia renovable en 2005 fue de 160 GW (excluyendo grandes proyectos hidro) ,
es decir, el 4% de la potencia a nivel mundial; los 5 países más
importantes son China (37 GW), Alemania (20 GW), Estados Unidos (20 GW),
España (10 GW) y Japón (6 GW) (REN21 2005).
Algunas
fuentes renovables como la eólica y la geotermia están en uso,
otras están en investigación y desarrollo. Sin embargo, en materia
de energía, se estima que en los Estados Unidos ha disminuido
apreciablemente la inversión pública y privada para la
investigación desde hace 20 años (Kammen
2006).
a) Viento
La
utilización del viento para la generación eléctrica es una
de las tecnologías alternas más desarrolladas. En 2005, un tercio
de la capacidad energética renovable fue a partir del viento, utilizada
principalmente en Estados Unidos, Alemania, España y la India. Ese
año, la capacidad de generación eólica alcanzó los
60 mil MW. Alemania cuenta con 18 mil MW, Dinamarca 3 mil MW, Holanda, Gran
Bretaña y Portugal rebasan los 1 mil MW cada uno. Estados unidos
llegó a 9,800 MW en 2005, desarrollando turbinas cada vez de mayor
tamaño y rendimiento. Los precios de la eoloelectricidad oscilan entre 4
y 7 centavos de dólar por kWh.
Los mercados eólicos
están concentrados en España, Alemania, India y Estados Unidos.
Los países que han iniciado proyectos son China, Sudáfrica, Brasil
y México. Los proyectos eólicos costa afuera están siendo
desarrollados en Dinamarca, Alemania, Países Bajos y Reino Unido (REN21
2005).
El viento es radiación solar en movimiento que se
concentra en flujos intensos. Las corrientes más constantes, grandes y de
mayor potencia se encuentran a gran altitud, en la tropósfera superior.
Se ha calculado la potencia del viento en función de la altitud , latitud
y época del año. En el hemisferio norte la corriente de chorro
estaría a 19 mil metros de altitud. En Estados Unidos, Europa, China y
Japón, la potencia podría llegar hasta 10 mil watts por metro
cuadrado. La corriente de chorro es errática pero jamás cesa (Wayt
2006). El problema consiste en aprovechar, técnica y
económicamente, esa corriente de chorro.
Canadá proyecta
un generador rotativo, relleno de helio, que se elevaría hasta una altura
de 120 m y harían girar generadores que conducirían la
energía a un transformador en tierra. Se producirían 4 kW de
inicio pero al futuro podrían llegar a 1.6 MW. También se
está pensando en autogiros que atrapan el viento con rotores de palas que
podrían ser eficientes a grandes alturas; las palas rotarían en
sentidos opuestos para elevarse a más de 3 mil m. impulsando la
generación eléctrica. Asimismo, se ha proyectado un
“aerogenerador de escalera” que consiste en una serie de cometas
manejadas a control remoto y conectadas por un cable. La escalera sube y baja
impulsando a un generador en tierra. Una escalera que subiera hasta el chorro
estratósferico podría generar 50 MW.
El potencial estimado
de la energía del viento es enorme, si bien los proyectos han sido
orientados para el aprovechamiento del viento a baja altitud. La
tecnología para utilizar los vientos a alta altitud no está
aún disponible. Existen algunos proyectos para instalar aerogeneradores
en la atmósfera terrestre pero todavía habría que resolver
muchos problemas, entre otros, los asociados con la turbulencia
atmosférica, las tormentas eléctrica y el tráfico
aéreo.
b)
Geotermia
La energía geotérmica es la energía
en forma de calor contenida en la tierra y que por conducción
térmica se transmite hacia la superficie terrestre. Geotermia es el
conjunto de actividades de exploración, evaluación y
explotación de esta fuente de energía. Para la generación
eléctrica se utilizan los reservorios hidrotérmicos, es decir,
aquellos que contienen agua a alta presión y temperatura almacenada bajo
la corteza terrestre en una roca permeable cercana a una fuente de
calor.
El aprovechamiento del calor procedente del vapor terrestre se
considera una fuente energética atractiva, parcialmente renovable, porque
los fluidos geotérmicos contienen pequeñas cantidades de
CO2 y otros compuestos tóxicos.
No obstante, el
crecimiento de esta fuente ha sido lineal. Actualmente, existen 8,000 MWe
instalados con un acelerado crecimiento a partir de 2005. Los Estados Unidos,
Filipinas, México e Indonesia son los principales productores. Hacia
2003, se estima que la capacidad geotermoeléctrica podría ser de
85 GW pero hay todavía varios problemas tecnológicos por resolver.
Actualmente, hay 76 países con capacidad de calentamiento
geotérmico y 24 con capacidad de generación termoeléctrica.
Los países poseedores de esta fuente son Francia, Islandia, Indonesia,
Kenia, México, Filipinas y Rusia, así como Italia Nueva Zelanda,
Japón y los Estados Unidos.
El costo del kWh geotérmico oscila
entre 4-7 centavos de dólar para plantas entre 1 y 100 MW (REN21
2005)
La energía
eólica es una fuente de energía renovable;
las transnacionales ya se apoderaron de la misma
c) Olas y
mareas
El mar es objeto de numerosos estudios, entre otros,
energéticos para extraer hidrocarburos en las aguas profundas y
ultraprofundas, así como para la generación eléctrica a
partir del movimiento de las olas y mareas.
Los mares y océanos
son inmensos colectores solares, la radiación solar incidente da lugar a
gradientes térmicos (diferencias de temperatura) a bajas latitudes y
profundidades menores de 1 mil metros (m). La interacción de los vientos
y las aguas son responsables del oleaje y de las corrientes marinas; la
influencia gravitacional de los cuerpos celestes sobre la masa de los
océanos provoca las mareas.
En el mar se estima un alto potencial
energético. Hasta ahora, los problemas han sido económicos y
ambientales. Esta fuente solo es aprovechable en el caso de mareas
altas.
Plantas de energía maremotríz se han construido en
Francia (240 MW), Nueva Escocia (20 MW), China (40 MW), Estados Unidos (36 MW).
Otros paises con planes son Portugal y el Reino Unido. En Irlanda del Norte se
proyecta una turbina eólica submarina.
Una de las limitaciones de
esta fuente es que las regiones donde las mareas se mueven a suficiente
velocidad son escasas en el mundo.
Campo geotérmico Los
Azufres, Michoacán, México
Mareomotor para
el aprovechamiento de la energía de las olas y mareas
d)
Solar
i) Solar
convencional
Los sistemas de energía térmica solar
se han basado en el uso de celdas solares fotovoltaicas y algunos sistemas
están disponibles comercialmente. Las celdas fotovoltaicas se valen de
materiales semiconductores para convertir la luz solar en energía
eléctrica. Al presente, sin embargo, la energía solar representa
solo una pequeña proporción del consumo mundial. La
contribución mundial de la energía solar es de apenas 5 mil MW, es
decir, el 0.15% de la capacidad de generación de las demás fuentes
(Kammen 2006). En 2005, las fotoceldas aportaron 1,727 MW principalmente en
Japón (833 MW), Alemania (353 MW), Japón (290 MW) y Estados Unidos
(153 MW). En Kenia se utilizan miles paneles de silicio amorfo que generan entre
12 y 30 watt.
Los paneles solares se fabrican de materiales diversos
desde obleas de silicio policristalino hasta celdas de película delgada
de silicio y dispositivos de semiconductores plásticos u
orgánicos. Las celdas fotovoltaicas se caracterizan por su fácil
instalación y manejo. Pueden colocarse en los tejados, paredes y
desiertos, incluso pegados a la ropa para proporcionar energía a aparatos
electrónicos portátiles.
El principal problema es que el
costo de las celdas fotovoltaicas es muy alto y su eficiencia es muy baja. Otra
forma de aprovechamiento de la radiación solar son los sistemas
termosolares que recogen la luz del Sol para generar calor y se utilizan para
calentar agua y generar electricidad en pequeña escala. En uno de sus
diseños, la luz se concentra mediante espejos parabólicos
(concentradores) sobre un motor Stirling. Los espejos se orientan de manera que
enfoquen la luz sobre el receptor del motor Stirling de alto rendimiento que
mueve a un émbolo accionando a una turbina para generar electricidad en
un alternador.
En el desierto de Mojave, Estados Unidos, se proyecta una
planta solar de 500 MW con 20 mil espejos; la planta entrará en servicio
en 2009, luego se ampliará a 850 MW. Otra central se proyecta en el
Imperial Valley. Los costos que se esperan están entre 4 a 6 centavos de
dólar por kilowatt/hora (Kammen 2006).
Con intervención de
las multinacionales se han planeado proyectos en India, Egipto, México y
Marruecos (REN21 2005). En 2004, la mayor capacidad de calentamiento de agua por
medios solares fue China con el 58.8%, seguida de la Unión Europea con
12.7%, Turquía con 9% y Japón 7%.
Celdas fotovoltaicas solares
ii) Solar espacial
En
una reunión de la dirigencia de la exUnión Internacional de los
Sindicatos de Trabajadores de la Energía (UISTE) perteneciente a la
Federación Sindical Mundial (FSM), realizada en Limassol, Chipre (1988),
David Bahen de México propuso, con relación a la política
energética de los trabajadores, la idea de instalar en órbita una
plataforma que recibiera la radiación solar y la transmitiera por
láseres a la Tierra donde sería colectada en grandes anillos
superconductores para su transformación y distribución como
energía eléctrica.
La idea ya había sido
considerada por la NASA pero no se abordó ningún proyecto por
razones económicas, se estimaba que el costo de generación
resultaría demasiado caro. No obstante, en los últimos tiempos, se
han desarrollado varios proyectos.
La energía solar espacial
ofrece interesantes características. En una órbita
geoestacionaria, se recibiría mucha más radiación solar que
en la Tierra, habría una mayor intensidad media de la luz. Las estaciones
inyectarían una cantidad constante de energía a las redes
eléctricas. La energía solar sería transmitida mediante
microondas que serían rectificadas por una antena en tierra (rectena) y
convertidas en energía eléctrica.
Se trataría de
una fuente a escala planetaria, que no produciría emisiones nocivas y
sería autosostenible a largo plazo. Eso entraña muchos problemas,
entre otros, sociales y políticos. Nadie puede abrogarse el derecho de
propiedad del Sol, por tanto, esa energía debía socializarse en la
Tierra. Eso, las corporaciones y sus gobiernos jamás lo
aceptarán.
No obstante, se han realizado varios estudios con
celdas fotovoltaicas de película delgada para la generación
eléctrica, elementos superconductores al alta temperatura para
transportarla y láseres (en lugar de microondas) para transmitirla a las
estaciones terrestres. También se están preparando materiales
voltaicos más ligeros capaces de resistir las condiciones
espaciales.
Japón ha anunciado que en 2010 lanzará un
satélite al espacio terrestre que desplegará un gran panel solar y
radiará 100 kW, en forma de microonda o láser, a una
estación receptora en tierra. Hacia 2020 se pondría en
órbita un prototipo de 250 MW en preparación a una central de
potencia.
Colector solar espacial
Rectena para
recibir la radiación solar vía microondas
iii) El proyecto
SPS
A largo plazo existen propuestas para instalar colectores
solares gigantes en órbitas geosíncronas que, sin embargo,
requieren todavía mucho desarrollo tecnológico. Por ahora, se
llevan a cabo intensos estudios y se desarrollan proyectos para la
utilización de la energía solar espacial. Uno de los proyectos es
el Satélite Solar Espacial (SPS).
Con base en modelos y
experimentos previos, se propuso el proyecto SPS. Este es un satélite
gigante diseñado como una planta eléctrica orbitando en la
órbita geoestacionaria terrestre. Consiste de tres segmentos principales:
un colector solar para convertir la energía solar en corriente directa
(CD) y, luego, en electricidad, un convertidor CD-microondas y una gran antena
para enfocar el haz de microondas hacia la Tierra.
Como colector solar
se pueden utilizar celdas fotovoltaicas o una turbina solar térmica. El
convertidor CD-microondas puede ser un tubo de microondas o un sistema
superconductor o su combinación (URSI 2006).
El sistema se
compone de un segmento espacial y un sitio receptor situado en tierra. Este
último utiliza un dispositivo para recibir y rectificar la potencia del
haz de microondas, se trata de una antena rectificadora. Esta rectena
convierte la potencia de las microondas a CD y se conecta a las redes
eléctricas existentes. La electricidad puede ser convertida a otras
formas alternas de energía como el hidrógeno.
Vista
artística del Satélite Solar Espacial
5 CONCLUSIONES
5.1 Crisis
energética
La crisis energética no es un
fenómeno aislado, ni en sus orígenes, evolución,
consecuencias y desenlaces, ni ajena a las demás crisis del
capitalismo.
En 2004, la producción mundial de energía fue
obtenida de las siguientes fuentes: 38% de hidrocarburos (petróleo crudo
y gas natural líquido de plantas), 26% de carbón, 23% de gas
natural seco, hidro y nuclear 6% y otras fuentes 1% (DOE 2004). Los combustibles
fósiles (petróleo, carbón y gas natural) continuarán
dominando.
De acuerdo a las proyecciones, el consumo de petróleo
en 2030 declinaría al 33%. La mitad del incremento proyectado
estaría destinado al sector transporte y 39% al industrial. La demanda de
gas natural crecerá más rápidamente destinada a la
generación eléctrica. El carbón sería la segunda
fuente energética primaria de importancia.
Las proyecciones del
capitalismo señalan una declinación marginal en la
contribución total de la energía nuclear, no obstante la amplitud
de las proyecciones netas. La contribución de la hidroelectricidad
permanecería constante. Se espera que las fuentes no convencionales
(biocombustibles, viento, solar y otras) se vuelvan competitivas. En 2003, la
contribución de estas fuentes, representaron el 2.3% del suministro
mundial equivalente de petróleo y se espera que contribuyan con el 10% en
2030.
5.2 Geopolítica
energética
Los países desarrollados,
principalmente, Estados Unidos son los mayores consumidores de petróleo;
fuera de la OCDE, principalmente, China e India. Los mayores incrementos en la
demanda están proyectados en la industria automotriz, sin que haya
alternativas viables de corto plazo. Se considera que las tecnologías
asociadas a los líquidos convencionales, entre otras, el etanol y el
biodiesel contribuyan a disminuir el consumo de líquidos del
petróleo. Sin embargo, en todos los escenarios proyectados, la demanda
del sector transporte seguiría en aumento.
Las actuales reservas
disponibles de petróleo exceden a la proyección acumulada
proyectada hacia 2030. En el sector industrial los requerimientos de materias
primas energéticas están en aumento, principalmente en la
industria eléctrica. Para atender las necesidades, los países
desarrollados proyectan grandes inversiones que ascienden a 16 trillones de
dólares entre 2004 y 2030, de los cuales casi 10 trillones se
orientarían a la industria eléctrica.
La disputa por el
control de las fuentes energéticas plantea serios problemas de
geopolítica. A escala global, el capitalismo se propone apropiarse de
todas las fuentes, sea por la vía de las privatizaciones, el control
monopólico de los mercados, o la guerra de
agresión.
5.3 Implicaciones
ambientales
El elevado consumo de combustibles fósiles
producirá mayores daños globales al planeta. Los productos de
estos combustibles, tales como, dióxido de carbono, metano, óxidos
nitrosos y otros contaminantes como los hidrofluorocarbonatos,
perfluorocarbonatos y hexafloruro de azufre, actúan como “gases de
efecto invernadero”. Este efecto ya está provocando serios
daños al planeta cambiando sus ciclos naturales.
El protocolo de
Kyoto de 1997 estableció limitaciones a las emisiones. Sin embargo, los
Estados Unidos que consumen más del 85% de su energía proveniente
de los combustibles fósiles y contribuyen con casi el 25% de las
emisiones de dióxido de carbono se han negado afirmar ese acuerdo. Los
protocolos de Río y Toronto, establecieron mayores requerimientos a las
emisiones de carbono. Sin embargo, el control es ínfimo y, debido al
crecimiento en el consumo de petróleo, carbón y gas natural, las
emisiones siguen aumentando.
El cambio climático obliga a una
reestructuración de la economía energética del mundo.
Conforme se incrementan las emisiones de carbono aumenta el calentamiento
promedio de la superficie terrestre (Karl & Trenberth 2003). En los
últimos 25 años, la temperatura aumentó 0.4oC,
equivalente al incremento de los 100 años anteriores. Los daños
actuales son perceptibles. Con las emisiones esperadas en las diversas
proyecciones, la temperatura de la superficie de la Tierra podría
elevarse de 1.7oC a 4.9oC, con consecuencias
devastadoras.
Varios investigadores han hecho propuestas para que las
emisiones de gases de invernadero puedan disminuir gradualmente. Sin embargo, la
crisis energética capitalista no tiene solución a este problema,
peor aún tiende a agravarlo. La concentración atmosférica
actual de CO2 es casi el doble de la que existía en el siglo
XVIII, cuando empezó el desarrollo del
capitalismo.
5.4 Implicaciones
militares
La ansiedad del imperialismo por ejercer el dominio de
fuentes energéticas seguras ha implicado amplios procesos de
privatización en casi todo el mundo. Pero no se ha detenido allí.
Bajo pretextos políticos, expresados en explícitas mentiras,
procedió a invadir a Irak (E36 2003). Esta acción, repudiada
ampliamente en varias partes del mundo, significa la privatización
imperialista de un país entero. La agresión está permeada
por el petróleo, de cuyas cuantiosas reservas, se han apoderado las
grandes corporaciones transnacionales, habiendo reiniciado la extracción
de crudo y su comercialización.
El conflicto en Medio Oriente no
se reduce a Irak, cuyo pueblo no ha cejado de luchar todos los días a
costa de sus propias vidas. Ahora, el gobierno norteamericano, utilizando
pretextos similares a Irak, fomenta la crisis en Irán (E78 2006). En
ambos, casos, se argumenta que el propósito del imperialismo y sus
agencias es impedir la posible manufactura de armas
nucleares.
Irán tiene en construcción un reactor de
potencia y ha decidido lograr el desarrollo tecnológico del
enriquecimiento de uranio, a nivel laboratorio, para estar en capacidad de
abastecer de combustible a sus reactores de potencia. Para el imperialismo es
inaceptable que Irán logre su autodeterminación tecnológica
en materia nuclear y, para evitarlo, se promueve la guerra de
agresión.
El Medio Oriente es un punto álgido de la
geopolítica, tratándose del petróleo, de la energía
nuclear y del agua. En la guerra de Israel contra Líbano, subyace el
interés por el control de los recursos naturales en la región,
así como del desarrollo tecnológico. Pero, Irán como Irak,
son pueblos que tienen derecho a su propia autodeterminación y
soberanía.
Los trabajadores expresamos que todos los pueblos del
mundo tienen derecho a la soberanía sobre sus recursos naturales y el
derecho al conocimiento científico avanzado con fines pacíficos
orientados a la satisfacción de necesidades humanas y al desarrollo
social solidario. En materia nuclear, nos pronunciamos por la utilización
pacífica de la misma y no por la militar, expresada en nuestra tesis de
“un átomo siempre obrero jamás soldado” (E65
2005).
5.5 Alternativas
Los trabajadores del mundo tenemos intereses y aspiraciones
comunes en el contexto de la lucha de clases. Un plan energético
único para todos los países del mundo, basado en las mismas
fuentes de energía, no es posible pero sí lo es una
política energética unificada. Los diversos países tienen
diferentes condiciones y recursos pero, en todos los casos, existen
también propuestas que debemos defender unificadamente, mediante luchas y
programas solidarios.
La lucha contra la política
energética imperialista se ha producido de manera desigual en los
diversos países y regiones del mundo (ver Sainz & Hernández
2007, en energía92). No obstante, en varios países se han
desarrollado importantes luchas. Es crucial articular la respuesta obrera en
todos los lugares. No se puede entender el combate al neoliberalismo sin una
lucha unificada a nivel internacional con base en una organización
debidamente estructurada y una dirección política apropiada.
Cualquier lucha de resistencia requiere, también, de las correspondientes
alternativas.
Perforar en las
aguas profundas de los mares está en la agenda de las transnacionales.
Seguir apropiándose de los recursos naturales de los pueblos es su objetivo.
Los recursos naturales no son de los gobiernos, ni de los Estados, sino de
las naciones y sus pueblos. Es fundamental la acción obrera y popular.
6
PROPUESTAS
Frente a la política energética del
imperialismo, corporaciones transnacionales y gobiernos neoliberales, los
trabajadores debemos enarbolar banderas propias, en conjunto con nuestros
pueblos, para oponernos a la depredación de los recursos naturales y
patrimonio colectivo social, así como, para desarrollar alternativas.
Los trabajadores debemos introducir visiones alternativas en materia de
geopolítica, energética e hídrica, que sean enarboladas en
todos nuestros espacios de lucha, rebasando los marcos nacionales y mediante una
crítica a la “civilización” energética del
capitalismo.
El uso de la energía y el agua es un derecho social
de los pueblos y naciones, los que deben utilizar a todas las fuentes
disponibles de energía y agua para el desarrollo social.
La
política energética e hídrica de los trabajadores se
enmarca en el contexto de la lucha de clases y se define con base en el derecho
de propiedad de los medios de producción, así como el rescate de
la personalidad e iniciativa de los trabajadores, asumidos como productores, en
el espacio del saber. Nuestra política se distingue de las
propuestas colaboracionistas, acríticas y sumisas que contemporizan con
el imperialismo y se limitan a pedir “buena conducta” a las
transnacionales. Nuestra política energética e hídrica no
es gremial ni inmediatista, tampoco burocrática o
administrativa.
Con tales bases, ponemos a consideración del
Congreso Internacional de Sindicatos de Trabajadores de la Energía las
siguientes propuestas:
6.1
Política energética e hídrica de los trabajadores
El Frente de Trabajadores de la Energía (FTE) de
México, organización obrera afiliada a la Federación
Sindical Mundial (FSM), llama a todos los trabajadores del mundo a luchar con
toda su fuerza unitaria por:
1- La defensa de rodos los recursos
naturales de los pueblos.
2- La defensa de la infraestructura industrial
propiedad social de las naciones.
3- La defensa del concepto de servicio
público de la energía y del agua.
4- La lucha en contra de
la privatización de las industrias de la energía y del
agua.
5- La lucha por la nacionalización y/o
re-nacionalización energética e hídrica
basada en:
a) La propiedad colectiva social, es decir, de la nación (no del
Estado ni de los gobiernos), elevada a rango constitucional.
b) La política energética e hídrica independiente
formulada y desarrollada por los propios trabajadores de la energía y del
agua.
c) La integración del proceso de trabajo energético e
hídrico bajo el control obrero de la producción e
investigación.
6- La formulación de una política
energética e hídrica de los trabajadores basada en:
a) La exclusividad del Estado en materia de energía y agua.
b) El control del Estado de las funciones estratégicas de
energía y agua.
c) El uso racional de los recursos naturales no renovables.
d) El derecho social de los pueblos a la energía y al agua.
e) La utilización de la energía y el agua para el desarrollo
social democrático.
f) La protección del medio ambiente, la biodiversidad y los
ecosistemas.
7- La lucha por la concreción de los criterios de la
política energética e hídrica de los trabajadores:
a) independencia energética e hídrica.
b) autodeterminación tecnológica.
c) beneficio social.
d) desarrollo humano.
e) soberanía nacional.
8- El establecimiento de planes en
materia de energía y agua para el logro de los siguientes objetivos: a)
autosuficiencia energética e hídrica, b) uso eficiente de la
energía y el agua, c) balance energético e hídrico
racional, d) autodeterminación tecnológica, e) eficiencia
operacional, f) protección ambiental.
9- El impulso a los diversos
programas energéticos e hídricos orientados para: a) garantizar a
los pueblos el suministro de energía y agua, b) diversificar las fuentes
energéticas, c) asegurar la calidad y la confiabilidad de los servicios,
d) desarrollar todas las fases del proceso de trabajo mediante
administración directa.
10- El impulso al desarrollo de proyectos
de investigación científica y desarrollo tecnológico para
lograr la autodeterminación de la industria energética en cada
país.
6.2 Política
específica de los trabajadores en materia de agua
El
Frente de Trabajadores de la Energía (FTE) de México,
organización obrera afiliada a la Federación Sindical Mundial
(FSM), la Coordinadora de Trabajadores en Defensa del Carácter
Público del Agua y los Pueblos de Morelos (México) en lucha
llamamos a los trabajadores y pueblos del mundo a movilizarse organizadamente
para lograr los objetivos, a través de las siguientes acciones (E89S
2007, E90S 2007):
1- Priorizar las recargas de los mantos
acuíferos propios de cada lugar, antes que complementos
externos.
2- Derogación de todas las leyes y normatividad que
tiendan a privatizar y acaparar este recurso en el mundo.
3- Realizar
inventarios públicos sobre el uso, manejo y disponibilidad del agua de
acceso libre a todos los ciudadanos en cualesquier parte del mundo.
4-
Establecer la ingerencia directa de las comunidades, de los trabajadores y de la
sociedad en general sobre la toma de decisiones de políticas y programas
a instrumentar, en la vigilancia de los mismos, y en gestiones muy concretas
donde puedan participar las comunidades.
5- Poner el uso, manejo y
disponibilidad del agua bajo control social a través de organismos
públicos operadores de agua.
6- Dar prioridad del consumo humano
sobre los otros usos del agua; garantizar el fin social sobre la disponibilidad
futura del recurso antes que el afán de lucro.
7- Definir de las
tarifas de agua en función de garantizar el consumo humano; y, aumentar
progresivamente de cuotas a partir de su mayor o menor utilización y de
las ganancias que se obtengan de sus usos y manejo.
8- Optimizar el uso
de agua en la agricultura, mediante el intercambio solidario internacional de
las tecnologías más modernas, bajo esquemas de subsidio y apoyo de
la pequeña y mediana economía y el desarrollo de empresas sociales
agroindustriales y comercializadoras para evitar el intermediarismo.
9-
Impulsar el desarrollo público de la industria del agua que permita
generar recursos para fortalecer los programas de abastecimiento de agua
potable, drenaje y alcantarillado.
10- Asignar recursos
específicos etiquetados para los programas de Detección de fugas y
mantenimiento preventivo de las redes de agua potable y alcantarillado.
11- Crear un impuesto directo a quienes contaminen el agua, cuyo monto
sea suficiente para remediar los impactos ocasionados y permita generar
infraestructura que tienda a minimizar al máximo y evitar finalmente las
descargas a los cuerpos de agua.
12- Destinar el agua tratada en primer
término para usos industriales y otros conducentes.
13- Impulsar
la investigación científica propia en la materia y adopción
de las tecnologías de avanzada sin comprometer la soberanía sobre
el recurso de los países.
14- Establecer la planeación de
las obras necesarias para tender las redes de captación, traslado,
almacenamiento, disponibilidad y manejo del agua tomando en cuenta el impacto
ambiental y el consenso social, construir preservando al menor daño de
los ecosistemas y del patrimonio económico-social y cultural de los
pueblos.
15- Impulsar un nuevo modelo de Administración
Pública de los Sistemas de agua, donde la participación y control
de las comunidades sobre las políticas y recursos sea decisiva para el
manejo integral del agua.
6.3
Acciones de los trabajadores y los pueblos
El Frente de
Trabajadores de la Energía (FTE) de México, organización
obrera afiliada a la Federación Sindical Mundial (FSM), llama a los
trabajadores del mundo a movilizarse organizadamente para lograr los objetivos a
través de las siguientes acciones (E88S 2007, Sainz et al. 2007 en el
presente número de energía 92):
1- Organizar
movimientos de protesta y rechazo a las privatizaciones de la energía y
el agua en todos y cada uno de los países del mundo.
2- Realizar
movilizaciones diversas que incluyan marchas, mítines, paros y huelgas en
defensa del patrimonio colectivo de los trabajadores y los pueblos, organizando
la huelga energética en términos de la huelga general de todo el
pueblo.
3- Integrar a los diversos sectores sociales, sindicales,
políticos y populares en un mismo movimiento nacional unitario y
democrático, estructurado territorialmente en cada
país.
4- Realizar campañas de difusión masiva y
denuncia, directamente, mediante eventos y publicaciones propias y/o a
través de los medios de comunicación.
5- Formular
propuestas alternas específicas sobre diversos aspectos legales, tarifas,
reservas, funcionamiento y operación de las industrias energética
e hídrica, incluyendo propuestas alternativas de legislación en
materia de energía.
6- Incorporar a los contratos colectivos de
trabajo, el derecho de los trabajadores a participar en la formulación,
desarrollo, concreción y evaluación de los planes, programas y
proyectos de la industria energética, organizados en Consejos obreros y
populares.
7- Luchar por la defensa del empleo, el salario, la salud
obrera y la seguridad social.
8- Organizar en el sindicato a todos los
trabajadores del sector independientemente de la empresa y el carácter
para la cual estén contratados.
9- Impulsar los estudios sobre
energía, geopolítica y proceso de de trabajo, a través de
la Facultad de Energética, la Facultad del Agua, el Instituto
Internacional de la Energía y el Instituto Internacional del Agua, de la
Universidad Internacional de los Trabajadores, propuesta aprobada por el 15
Congreso Sindical Mundial (2005) y cuyo proyecto está en desarrollo, a
cargo del FTE de México y con la coordinación de Valentín
Pacho, secretario general adjunto de la FSM.
10- Practicar la
solidaridad internacional apoyando mutuamente a todos los movimientos y luchas
de los trabajadores de la energía, el agua y sus respectivos
pueblos.
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WEO 2006,
World Energy Outlook,
OCDE/IEA.
1
David Bahen, doctor en física teórica, astronomía y
astrofísica.
dirigente obrero: Tendencia Democrática
de los Electricistas (México),
Unión Internacional de
Sindicatos de Trabajadores de la Energía (UISTE),
Federación
Sindical
Mundial.
2
Francisco Javier Sainz, ingeniero en comunicaciones de Luz y Fuerza del
Centro.
La energía
y el agua son derechos sociales de los pueblos del mundo