J. Veraza
*
Universidad Autónoma
Metropolitana
jorgeveraza@yahoo.com.mx
EL PROBLEMA
La lucha por el agua y la lucha por la energía, son dos
luchas muy sentidas; la del agua de manera inmediata y por mucha gente; y la de
la energía por pueblos, por naciones, a veces por Estados, es una lucha
menos inmediata, pues no bebemos petróleo o gas, ni nos alimentamos del
carbón. En fin, estas son luchas muy sentidas, son dos luchas humanas y
vitales; sobre todo la del agua, pues la de la energía es una lucha en
primer lugar civilizatoria. La humanidad en tanto humanidad civilizada es
impensable sin energía. Pero más allá de ser luchas
humanas, sentidas o nacionales, etcétera, quiero demostrar que son luchas
clasistas. Así que hago la siguiente pregunta: ¿tienen un
interés específico para la clase proletaria?, ¿o no,
simplemente tienen un interés general en tanto que los proletarios son
individuos o seres humanos? Y, entonces, ¿podrán participar en estas
luchas y necesitarán y querrán hacerlo no como clase sino
sólo como individuos, como ciudadanos? Esta es la cuestión, si
además de ser luchas muy sentidas, humanas y nacionales e
internacionales, también son luchas de tipo clasista. Este es el problema
que yo trato de plantear y resolver.
Para plantear este problema, en un
primer momento, hay que resolver –según veremos- la naturaleza del
capitalismo neoliberal así como algunas otras cuestiones.
Ahora
bien, el asunto decisivo es: que si incluso Al Gore está luchando contra
el calentamiento global, eso significa que va a ser interés de cada vez
mayor número de gente –incluso de muchísimos proletarios -
luchar en contra del calentamiento global y por tanto dar la lucha por la
energía. Y seguramente alguna ramificación de ésta va a ser
la lucha por el agua, como parte de aquella contra el calentamiento global.
Todos estamos involucrados en la misma sopa y hay que decirlo del siguiente
modo, pues es en lo que se ha convertido al planeta: estamos todos involucrados
en el mismo excusado y ahí a ver cómo nos salvamos.
Y
bien, ¿el capitalismo tiene como resolver esta crisis? Sí, pero su
método cuesta millones de vidas, no está cerrado a resolverla, no
hay ninguna ley histórica o económica que diga que no la puede
resolver. (De esto el proletariado debe tener claridad y todos los que luchan
contra el capital también deben tenerlo claro). Pero este problema se
cruza con los intereses inmediatos del capital: la explotación, la
ganancia, el plusvalor, el despojo y entonces está después en sus
prioridades. Y, según tales prioridades, da la solución
después de la muerte de millones de personas. Después de que unos
mueren, otros van persistiendo y mueren por envenenamiento, obesidad,
cáncer, etcétera. Entonces no podemos entregarle a la
dinámica automática del sistema –aunque no carezca de ella-
la respuesta, pues su solución es muy cruel y sádica. A lo mejor
todavía hay humanidad –si es que no hay una destrucción
nuclear- para la cual ellos (el capitalismo, la burguesía) den una
solución.
Y ya que los mecanismos estructurales del capitalismo
pueden resolver el problema sólo de esta manera, la gente entonces se ve
obligada a organizarse políticamente, arriesgarse a que la ataque la
policía y a que le peguen en la cabeza, a que saquen al ejército y
la masacren, pero sólo así hay una solución viable tanto
para la gente como para el capitalismo. Fijémonos en esta enormidad pues
he aquí la paradoja: aunque la gente salga y se organice, luche, muera y
otra triunfe, no por eso se le quita un poquito, no se le hace nada nocivo al
capitalismo, al contrario, se lo pone apto para que funcione mejor porque tal
como él solito funciona, funciona para la decadencia y para la
degradación.
Esta es la dinámica de los mecanismos
objetivos automáticos del sistema y ésta es la dinámica de
intervención del factor subjetivo. La gente es la que salva; en medio de
estos engranajes que la van triturando, construye el mecanismo
regulador.
Pero si bien los ciudadanos o si bien las naciones luchan por
este conjunto de bienes que están siendo expropiados, su lucha y
organización es difusa y laxa y ocurre que en el momento de la
movilización cada quien viene de sus casas y se reúne en una
marcha, en un plantón. De suerte que si esta es la única fuerza
con la que cuenta la humanidad para dar una solución mejor que la que el
capitalismo puede dar, es una solución lenta y la lucha carece de
firmeza, aunque es mejor que la respuesta del capitalismo en tanto objeto. En
fin, ahora tenemos al capitalismo en tanto sujeto, en tanto gente que somos
todos formados por el capital, y ofrecemos una solución mejor, pero es
difusa y vicariante: de repente funciona y de repente no; de repente unos
sí le entran, y de repente llega el huracán o la
inundación etcétera y hay confusión. Todos se preguntan
¿a qué se debe? Y responden: No sé. Cuando que se debe al
capital, no nada más al clima. En fin, las respuestas son muy
caóticas y poco cohesionadas, así que fácilmente
manipulables por el Estado y los medios de comunicación burgueses. Por
eso es importante determinar que la lucha por el agua y la lucha por la
energía son luchas proletarias, luchas de tipo clasista; por que
sólo de esa manera -si tal cosa fuera posible, si fuera verdad, que
tienen ver que directamente con el corazón y con la barriga y con cada
“célula proletaria” y no solamente con cada célula en
general-, habría una cierta ventaja para la lucha de la humanidad, no
solo para el proletariado. Pues se ganaría en conciencia clara acerca de
la naturaleza capitalista opresiva de la situación; y se vería
más nítido el enemigo y los medios para vencerlo. Se
ganaría conciencia histórica, no sólo vicariante, no
sólo coyuntural, no sólo en el plantón; y se gana en
organización. Claro que el plantón es importante, claro que es
importante que en la marcha toda la gente esté unida, pero también
es importante que nuestra lucha tenga una columna vertebral, que mantenga
claridad y cohesión permanentes. Entonces sí es importante
resolver: ¿qué tiene que ver la lucha por el agua con la
plusvalía? Bueno, tiene que ver con la plusvalía del capital
hídrico, pero... los obreros que explota el capital hídrico
¿son los que más sufren de sed? Quien sabe, algunas veces sí
y otras no. Así que no podríamos vincular esencialmente la lucha
por el agua con la lucha de los proletarios que explota el capital que se
apropia las ganancias por el agua. Por eso, más allá del
plusvalor, hay que tratar de establecer una conexión esencial entre la
lucha proletaria y la lucha por el agua, así como entre la lucha
proletaria y la lucha por la energía.
Este es el problema al que
trato de dar una respuesta. El problema es para todos y ya vemos cuán
importante es darle solución.
Y bien, como parte de este complejo
problema encontramos una curiosa perla que consiste en que el tema del agua es
el tema de la sed, es el tema de la vida y algunos capitales –no todos los
del mundo- lucran con el agua y atentan contra la vida de todo el planeta, pero
también contra la vida de la otra parte de la burguesía, e incluso
de si mismos como burgueses; entonces, tenemos con el tema del agua de manera
inmediata –y aún, con el tema de la energía en tanto que
genera calentamiento global- tenemos un tema que escinde a la conciencia de
clase de la burguesía. Este es el planteamiento.
La lucha por el
agua es distinta a la lucha por el salario. Es distinta a la lucha por la toma
por el poder estatal. La lucha por el agua es una lucha peculiar que tiene su
especificidad y que para el proletariado significa que al mismo tiempo que es
una lucha inmediata como la del salario, sin embargo es también una lucha
trascendente, posibilita una forma de lucha trascendente, posibilita una forma
de organización y una visualización del futuro que dice: vivamos
mejor sin capitalismo. Nada más por ver el agua, por ver cómo el
vaso se va vaciando, digo: me hace falta ahora y mañana; y el futuro lo
quiero ¿como capitalismo mejorado, libre competitivo o monopólico
etcétera? No, nada más de ver cómo se va vaciando el vaso
de agua, digo: la necesito ahorita, mañana y después y el futuro
mejor sin capitalismo No es que el capital no pueda resolver la crisis
climatológica y del agua; pero conforme el agua se va acabando, el pueblo
tiene que llevar a cabo una lucha inmediata y luego una lucha trascendente
respecto del capitalismo. En esto consiste lo esencial de la lucha por el agua
para el proletariado. Mientras que la burguesía testifica cómo se
escinde su propia conciencia.
No es que los proletarios no se puedan
escindir y decir tonterías sectarias, claro que pueden, pero eso no
está en la esencia del problema. Puede formar parte de la grilla de los
medios de comunicación para embaucar a la gente y escindirla y
confundirla, pero no forma parte de la esencia del problema. La lucha por el
agua tiene por esencia para el proletariado que lo unifica, y lo unifica en
referencia a un elemento inmediato y en referencia a un elemento trascendente
respecto del sistema. Y tiene la ventaja para la humanidad de que es una lucha
esencial para el proletariado, entonces la humanidad luchando adquiere columna
vertebral, claridad de consciencia, organización y combate según
una tradición histórica que ahora se desarrolla. Y la humanidad y
el proletariado luchan el uno por el otro y codo con codo.
En cambio
respecto de la lucha por el agua la burguesía se escinde. No es que no se
cohesione; claro que se puede cohesionar para privatizarla. Pero a la corta y a
la larga este problema va escindiendo a la burguesía, porque una parte de
ésta se inclina por la vida y otra por las ganancias, se le reparte la
conciencia, en cambio para el proletariado ¿cuál ganancia? La
cuestión es nada más vida o muerte. Por eso hablaba yo del
diferente impacto que tiene la lucha para el proletariado y para la
burguesía.
¿Qué esto posibilita alianzas? Es posible,
pero nótese que el tipo de alianzas que a propósito de esta lucha
se posibilitan entre la burguesía y el proletariado, tiene la siguiente
peculiaridad. Cuando las dos clases digan: “la vida es importante”,
la ventaja para el proletariado -a diferencia de otras alianzas que ha llevado a
cabo con la burguesía (las alianzas por la nación o por la
energía u otras alianzas), que son generalmente alianzas que pueden
confundir fácilmente al proletariado y unificar a la conciencia burguesa-
la ventaja para el proletariado en torno a la lucha por el agua consiste en que
las alianzas posibles tienen una dinámica esencial distinta. Es una
dinámica que unifica al proletariado y es trascendente; mientras que en
referencia a la burguesía, en general la confunde y escinde.
Una vez esbozado el problema en general pasemos a resolverlo
ordenadamente paso por paso. Comenzando por replantear nuestro objetivo.
K. Marx, F.
Engels, apunte del Manifiesto Comunista y portada de El Capital
1. Objetivo de este escrito
El objetivo en la siguiente exposición es demostrar que la
lucha por el agua y la lucha por la energía son luchas proletarias en
análogo sentido a como lo es la lucha por el salario y otras formas de
lucha [1], pues se trata en las luchas por el agua y la energía de luchas
que se dirigen en contra de los respectivos actos expropiatorios que lleva a
cabo el capital al conjunto de la humanidad; así que las luchas
correspondientes son luchas de los pueblos y luchas de la humanidad por
sobrevivir. Por donde las luchas por el agua y por la energía son luchas
proletarias, en primer lugar, porque el proletariado forma parte de la humanidad
y en los días que corren está siendo expropiado por el capital al
mismo título que el resto de los pobladores del mundo.
Pero, en
segundo lugar, las luchas por el agua y la energía son luchas proletarias
en gracia al hecho de que la mundialización del capitalismo gran
industrial -planteada formalmente a fines de la década de los cincuenta
del siglo XX y francamente realizada en la de los noventa, bajo la figura del
capitalismo neoliberal de acumulación salvaje de capital- la así
llamada globalización, ha provocado un fenómeno económico y
sociológico inédito: la proletarización de la humanidad [2]
(prevista desde el Manifiesto del Partido Comunista pero sólo hoy
vuelta realidad cotidiana). Así que no sólo el proletariado forma
parte de la humanidad sino que nos encontramos en una situación
paradójica en la que la humanidad casi en su totalidad forma parte del
proletariado; mientras que del otro lado se encuentra la burguesía
desplegando acciones prácticas, comportamientos e, incluso, teniendo
actitudes y disposiciones subjetivas cada vez más contrarias y ajenas a
la humanidad [3]. Pues nos encontramos en una época de franca decadencia
de la sociedad burguesa. Aunque esto no debe movernos a equívoco,
pensando que el capitalismo está débil o siquiera, que el
imperialismo norteamericano lo está, como han creído diversos
autores [4]. La creciente expropiación del agua y la energía que
sufre la humanidad a favor de las empresas transnacionales de toda índole
o de capitales nacionales que se ven arrastrados a la vorágine de
acumulación de capital globalmente impuesta para sólo así
realizar su vocación explotadora y esquilmadora, demuestra todavía
vitalidad y una gran fortaleza del capitalismo y del imperialismo. Así
que el proletariado y la humanidad deben advertirse de las
características de éste fenómeno y del enemigo que tienen
enfrente en vista de establecer una estrategia y una táctica que les
permita sobrevivir y prevalecer así como preparar el triunfo sobre el
capitalismo y el imperialismo. De ninguna manera cabe cantar victoria por
adelantado o consolarse con que el enemigo de clase y de la humanidad
está decrépito y a punto de caer o que es fundamentalmente
benevolente y llegado el momento nos salvará. Tal es la dialéctica
de la humanidad del proletariado y de la proletarización de la humanidad.
En tercer lugar, sobre la base de asumir la proletarización de la
humanidad, cabe señalar el contenido específicamente proletario de
la lucha por el agua y la energía así sea extendido para el
conjunto de la humanidad. En efecto, el capital al expropiarle al proletariado
el agua le expropia una condición de vida indispensable e inmediata por
lo que de entrada atenta en contra del salario obrero, pues para que los
proletarios se resarzan de esta expropiación se pretende que paguen por
el agua; sin embargo los salarios no suben en la misma proporción en que
ocurre la expropiación. La lucha por el agua es así en primer
lugar una lucha por el salario bajo otra forma. Pero, además, es una
lucha proletaria por las condiciones de existencia cualitativas y no sólo
inconmensurables para el salario en términos cuantitativos (lo que ya es
muy grave y el capitalismo no parece poder paliar) de tal manera que la
degradación de las condiciones de existencia del proletariado propician
una reproducción cada vez más degrada de esta clase –y como
digo, de la humanidad- con lo que la lucha por el agua, además de una
lucha por el salario bajo otra forma, es una lucha por la reproducción
normal de la clase proletaria.
Y esta es una lucha que el proletariado
se ve obligado a llevar a cabo en la medida en que el capital no respeta no
sólo el salario mínimo –para la reproducción del
obrero y su familia- que forma parte de las condiciones de intercambio mercantil
entre el capital y el trabajo sino tampoco la garantía de las condiciones
de reproducción de la clase obrera necesaria para explotarla. Desde su
nacimiento el capitalismo ha transgredido una y otra vez esta condición
de reproducción pero, ahora, con la expropiación del agua esta
trasgresión se vuelve sistemática, se vuelve regla del
régimen capitalista neoliberal además de instituirse como aspecto
visible, cotidiano y supuestamente técnico para que el capital funcione.
Cierto que esto socava las condiciones de desarrollo del capitalismo
incluso volviéndolo insustentable pero, en primer lugar, socava las
condiciones de sobrevivencia de la humanidad y del proletariado, así que
mientras tanto el capitalismo se sigue desarrollando conforme la humanidad y el
proletariado se degradan y mueren por millones. La expropiación de la
energía y la lucha en contra de esta expropiación sigue una
lógica similar pero menos palpable así que la abordaremos
más adelante.
Las condiciones generales para llegar a existir lo
anterior podemos puntualizarlas en el argumento de El Capital de
Marx:
2. Condiciones de posibilidad
generales (de la expropiación del agua y la energía)
En el capítulo V de El capital Marx hace la
demostración ante nuestros ojos de la explotación de
plusvalor que sufre el proletariado por parte del capital, procediendo a
puntualizar las determinaciones de esta explotación a lo largo de los
quince capítulos siguientes [5]. Pero a partir de allí el
argumento de Marx se radicaliza denunciando un horror adicional en
ocasión de explorar el proceso de reproducción del capital en la
sección séptima. En efecto, el salario obrero [6] encubre no
sólo la explotación de plusvalor (pv) sino aún lo que debe
denominarse con toda propiedad enajenación de la riqueza (c + v +
pv) por parte del capital al proletariado. Enajenación expuesta con toda
precisión en el capítulo XXIII (La Ley General de la
Acumulación Capitalista).
Por si fuera poco, el capítulo
XXIV muestra cómo en el curso de la reproducción simple y ampliada
de capital este recuerda la cicatriz de su origen, la ruptura de su
cordón umbilical con las formas de sociedad preburguesas. Por donde el
proletariado se nos muestra no sólo como un ser humano explotado y
enajenado de toda la riqueza social producida por la sociedad sino, aún
más radicalmente, como un despojado de la naturaleza y el
territorio, según lo demuestra el largo y sangriento proceso de
acumulación originaria que dicho capítulo expone, el cual no
sólo dio origen al capitalismo sino que acompaña permanentemente a
la acumulación de capital [7].
Y bien, con la
privatización del agua y de la energía -que no son sino un doble
proceso de expropiación encubierta por leyes jurídicas
diseñadas ad hoc- se reactualiza para el obrero de manera
sintética su triple carácter de explotado, enajenado y despojado,
pero se reactualiza en forma profundizada llevada más allá del
límite en que la reproducción de la clase obrera es sustentable
incluso como clase explotada dentro del capitalismo. Se pone en cuestión
no sólo su carácter de ser humano sino aún su
carácter de ser vivo, desde el momento en que el agua –que
constituye más del 70% de su cuerpo- le es expropiada. Así que la
lucha por el agua y por la energía son luchas obligadas, forzadas por el
capital hacia la clase obrera. Del mismo modo que lo es la lucha por la jornada
de trabajo, expuesta por el capítulo VIII de El Capital, lucha
obligada así sea sólo para sobrevivir dentro del capitalismo
todavía como explotado, enajenado y despojado. Pues si esta lucha no se
da, las condiciones de existencia serían aún peores para cada
proletario individual y para la clase en su conjunto.
En efecto, se
trata de una lucha a través de la cual se patentiza la incapacidad del
capital para construir una ley que regule la explotación de plusvalor;
misma que sólo puede quedar establecida en la práctica mediante la
resistencia obrera; y análogamente la incapacidad del capital para
regular la explotación de la naturaleza de manera sustentable tiende a
subsanarse a través de la resistencia de la humanidad y del proletariado
en particular para defender sus condiciones de existencia ecológicas [8].
De tal manera que incluso las más cruentas luchas en contra del capital
en este rubro no pueden sino perfeccionar su funcionamiento; pero sin que quepa
la posibilidad de no luchar y así no prestarle un servicio, porque tal
inacción coincidiría con la muerte. Así que el obrero es
libre de luchar o de morir; tal y como es libre de vender su fuerza de trabajo o
morir. Aquí reencontramos una cuarta determinación del ser
proletario no sólo como explotado, enajenado y
despojado sino como productor de las reglas que perfeccionan el
funcionamiento del capital para que prosiga explotándolo,
enajenándolo y despojándolo. Pues bien, sólo a
través de esta lucha en la que el obrero se enajena, es posible que
encuentre el camino para destruir y trascender a la sociedad burguesa. Por eso
Marx ha descrito la forma dialéctica completa del proceso de
liberación del proletariado y de transformación revolucionaria de
la sociedad burguesa con la profunda tesis aforística siguiente:
“el camino de la superación de la autoenajenación hace el
mismo camino que la autoenajenación” [9].
Y bien,
¿cuáles son las condiciones de posibilidad de la
privatización del agua?, pregunta que coincide con la
determinación de la naturaleza del capitalismo neoliberal.
3. Acumulación
originaria residual y neoliberalismo privatizador del agua
La mundialización del neoliberalismo a partir de 1982 trajo
consigo la mundialización de diversos procesos privatizadores, entre
ellos el del agua. El neoliberalismo no hace sino regular la novísima
acumulación de capital. Se trata de una acumulación de capital de
medida acrecentada, de manera que los capitales individuales ven acrecentada su
composición orgánica más allá del cincuenta, sesenta
o setenta por ciento, así que cada vez menos capital variable en
proporción al constante constituye la forma de producción del
capital. De tal manera que la ley de la tendencia decreciente de la tasa de
ganancia actúa de manera patente y constante; mientras que hasta antes de
1971 esta ley de vigencia constante se mantenía latente y sólo
irrumpía en momentos de crisis cíclicas volviéndose
patente; pero a partir de la crisis de 1971-1982 no sólo se hizo
crónica la crisis [10] sino la patencia de la ley de la tendencia
decreciente de la tasa de ganancia. La manera en que el capital constrarresta
normalmente esta caída es acrecentando la explotación de plusvalor
tanto absoluta como relativa a la clase obrera, así como también
abaratando los costos de las materias primas auxiliares y energéticas
para el ejercicio de la industria [11]; pero conforme el capitalismo se
mundializó se fueron agotando las posibilidades de descubrir territorios
en los que las materias primas, etcétera, fueran más baratas y
conforme la industrialización del mundo fue llevada a cabo también
fueron instauradas correlativamente en los diversos territorios del planeta
naciones burguesas más o menos independientes que administraron los
recursos naturales para su propio beneficio. De tal manera que los grandes
capitales de composición orgánica acrecentada experimentaron sus
propias fronteras nacionales como ámbitos cada vez más estrechos
en los cuales encontrar fuerza de trabajo barata y materias primas, auxiliares y
energéticas menos costosas, impulsados a transformarse en capitales
transnacionales se enfrentaron no solamente con otros capitales transnacionales
en la competencia mundial y con los diversos capitales nacionales sino
aún con las naciones burguesas que detentaban los recursos naturales en
el conjunto del planeta. La crisis del petróleo de 1973 puso en evidencia
por primera vez en la historia este problema, cuando la OPEP impuso un alto
precio al petróleo que usaban las naciones europeas y en menor medida EU.
A partir de ahí el capitalismo internacional inicia la violación
sistemática de la soberanía nacional de cada vez mayor
número de naciones periféricas. He aquí en forma
históricamente desarrollada el rasgo estructural de la sociedad burguesa
que denuncia Marx con la siguiente paradoja: “el capital es el
límite del capital mismo” [12].
Bajo tales condiciones, la
acumulación de capital maquínistico gran industrial y de medida
acrecentada –que es la que regula el neoliberalismo- no puede sustentarse
simplemente con cuotas y masas cada vez más grandes de plusvalor tanto
absoluto como relativo sino que debe acompañarse necesariamente del
despojo directo de riqueza a las distintas sociedades nacionales, sus
respectivas clases proletarias incluidas, a favor del capital trasnacional y, en
general, de cualquier capital de medida acrecentada. De tal manera, la
acumulación de capital neoliberal se caracteriza por añadir a la
explotación salvaje de plusvalor una acumulación originaria
salvaje y sistemática, con el despojo consiguiente de la riqueza social,
cultural, natural y territorial a favor del capital en ámbitos que hasta
entonces él no había tocado sino que le servían de base de
sustentación de la reproducción de la sociedad y en particular de
la clase obrera para garantizar la continua y creciente explotación de
plusvalor. Pero el problema fue que el plusvalor dejó de ser suficiente
para el vampiro obeso en que se había convertido el capitalismo,
así que había que añadir la acumulación
originaria residual de capital aunque la misma atenta en contra de las
condiciones de reproducción del plusvalor como lo patentiza el despojo
mediante privatización del agua.
En efecto, el agua no es
mercancía ni puede serlo –mientras no se la produzca
industrialmente desde su nivel molecular- pero se la convierte en
mercancía en forma impositiva y mediando diversos grados y formas de
violencia, asesinato y genocidio incluidos. Pues la conversión violenta
del agua en mercancía se lleva a cabo en primer lugar para despojarla a
sus poseedores originales: los seres humanos, las naciones, los pueblos, el
conjunto de los seres vivos; y en segundo lugar para transformarla en
condición de producción del capital sin que medie
retribución a los poseedores originales. En tercer lugar, se la convierte
en mercancía para venderla con ganancias monopólicas sin
proporción con el trabajo humano plasmado en ella. Así que es una
mercancía que contiene un mínimo de plusvalía y que se
convierte en un canal de succión de plusvalor de otras ramas de la
industria hacia los capitales “productores de agua”; es una
mercancía máximamente constituida por despojo y enrevesamiento de
la legalidad y que además de succionar plusvalor de otras ramas succiona
capital variable y transfiere valor en general al capital hídrico
monopólico [13].
De tal manera, la privatización del agua
es síntoma de la decadencia histórica del capitalismo en la medida
en que bajo la forma mercancía- y correlativos trucos financieros-
suceden fenómenos de despojo y caciquismo despótico desplegados
por el conjunto de capitales hídricos no sólo contra el
proletariado y la humanidad sino incluso contra el resto de capitales.
Por
primera vez en la historia los recién referidos procesos precapitalistas
de sujeción, invasión y conquista ocurren bajo la forma de la
competencia capitalista de manera generalizada y normalizada; mientras que hasta
ahora el capitalismo había echado mano de tales procedimientos
sólo en el curso de una guerra determinada por condiciones
geopolíticas concretas, y ello exclusivamente dirigidos contra una
nación y contra los correspondientes capitales. Además, nunca
contra la humanidad en su conjunto, como ahora es el caso. Sólo el
capitalismo nazi desencadenó bajo forma bélica tales
procedimientos contra la humanidad y contra el resto de capitales. Pero lo de
hoy ocurre sin guerra aparente, bajo la forma mercancía en el curso de la
competencia intercapitalista y normalizado de manera truculenta no sólo
económica sino aún jurídicamente.
La historia
escrita de la humanidad es la historia de la lucha de clases
4. La lucha por el
agua como lucha proletaria inmediata y trascendente
Siendo el agua una condición de vida permanente de los seres
humanos inherente a su reproducción continua, la privatización del
agua lesiona las condiciones de reproducción de la fuerza de trabajo,
deprime y aún inhabilita al salario obrero para reponer dichas
condiciones de vida cotidianamente. En efecto, con la privatización del
agua, esta condición esencialísima de la vida del trabajador ha
quedado transformada en condición de producción y comercio del
capital. La clase obrera ha sido despojada directamente además de
indirectamente. De ahí que la lucha por el agua sea
sustancialmente una lucha proletaria; cuya forma es análoga
a la forma de lucha por el salario en tanto lucha forzosa y forzada por el
capital. Forzada no sólo en el sentido de impuesta sino aún
–como dijimos- en el sentido de que los resultados de esta lucha
benéficos para el proletariado y la humanidad no son de ninguna manera
nocivos para el capitalismo y en lugar de lesionarlo lo perfeccionan, pues los
puede recuperar de manera mediada.
Pero también es, en tercer
lugar, una lucha forzada vitalmente; esto es, no sólo social y
tecnológicamente determinada por el capital sino determinada porque se
pone en cuestión a la vida, así que –como ésta
contesta- se trata de una lucha biológicamente determinada, determinada
desde las raíces mismas de la vida. Y en la medida en que el agua es
condición de vida no sólo del proletariado sino general de toda la
sociedad y de toda la biosfera puede, en cuarto lugar, transformarse en una
lucha que subvierta completamente al capitalismo toda vez que este se vuelve
insustentable no sólo económica sino social y
biológicamente.
La lucha por el agua es vitalmente forzosa para
el proletariado y lo será cada vez de modo incluso más urgente que
la lucha por el salario; aunque de entrada no es sino una lucha por el salario
modificada. Pero en el curso de desplegarse transgrede esta forma de lucha. En
efecto, es una lucha a través de la cual el proletariado se organiza de
nuevo modo; y, a través de la cual, la conciencia de clase proletaria se
extiende impulsada por la urgencia del problema y se profundiza dada la
radicalidad del mismo; y, en fin, sintéticamente dicho, se desarrolla en
dirección a una condición de vida cualitativa originaria respecto
de la vida, irreductible respecto de la sociedad burguesa y trascendente
respecto de la misma, a la vez que inmediata, evidente y a la mano. Mientras que
hasta ahora la conciencia proletaria inmediata se reducía al salario, a
una cuestión meramente cuantitativa, atada al capitalismo e
intrascendente respecto del mismo; y las condiciones revolucionarias
trascendentes sólo tenían que ver con las formas más
mediadas de la conciencia de clase.
Por si fuera poco, la lucha por el
agua además de desarrollar la conciencia de clase proletaria en un
sentido a la vez inmediato y trascendente respecto del capitalismo, profundiza
–contra todo sectarismo- la solidaridad entre las clases en sentido
rebelde; y de hecho la solidaridad de todo el pueblo en el mismo sentido. Y
precisamente dado que la lucha por el agua es esencialmente una lucha
proletaria, no sólo una lucha popular en particular o humana en general,
la lucha por el agua realiza por la izquierda la condición proletaria
de todo el pueblo, así que desenmascara conforme avanza, la
condición proletarizada de todo el pueblo, de toda la nación, de
toda la humanidad crecientemente despojada por el capital.
De hecho,
una vez que la lucha por el agua adquiere una forma desarrollada, fuerza incluso
a la burguesía a definirse, en primer lugar a favor de los capitales
hídricos o a favor de su propia vida y entonces también a favor de
la del pueblo, el proletariado y la humanidad; y, en segundo lugar, a favor de
los intereses capitalistas de la legalidad burguesa en general o a favor del
recién mencionado conjunto de referentes vitales. Es decir, se trata de
una lucha que apunta a fragmentar de manera esencial a la conciencia de clase de
la burguesía y al frente político tanto espontáneo como
mediado de dicha clase. De tal manera que la dialéctica de reforma y
revolución descubierta por Rosa Luxemburgo en la primera década
del siglo XX, contra el carácter antinómico de las mismas
enarbolado por la socialdemocracia alemana [14], se verifica aquí
nítidamente permitiéndole al proletariado observar con toda
claridad inmediatamente que puede aceptar a tal o cual segmento de la
burguesía como aliado sólo en la medida en que éstos
acepten las exigencias proletarias y populares. Siendo la lucha por el agua
–a diferencia de otras luchas y en la medida en que conduce a una
alianza– no un motivo de confusión de la conciencia proletaria con
posiciones burguesas sino un motivo de fragmentación de la conciencia y
el frente burgués en gracia a posiciones vitales tendencialmente
desclasantes.
5. El triple carácter del agua y la lucha por la soberanía
alimentaria
Por cierto, todo lo dicho es posible debido a que el agua es un
objeto de consumo directo de todo el pueblo. Pero debemos observar que
también es un objeto de trabajo para la limpieza, para el
transporte, utilizado como disolvente y como refrescante en los procesos de
producción y es aquí donde la expropiación que lleva a cabo
el capital hídrico entra en colisión con los usos de la misma de
los pequeños propietarios tanto campesinos como artesanos que
–proletarizados en mayor o menor medida- forman un inmenso ejército
en el planeta del que depende buena parte de la producción alimentaria
mundial, no digamos de la nacional en México.
Así que la
privatización del agua atenta directamente contra la soberanía
alimentaria de nuestro país y contra la garantía de
alimentación de la humanidad. Lo que de nuevo nos reconduce hacia el
salario y a la canasta de bienes que éste puede comprar; de nuevo
observamos la faz cualitativa de las condiciones de vida que oculta el
cuantitativismo del salario. La lucha por la soberanía alimentaria es,
también, para el proletariado, una lucha por el salario bajo otra forma;
pero además, en las actuales condiciones, es una lucha por el agua bajo
otra forma. Lucha doblemente cualitativa y que desarrolla la conciencia de clase
proletaria más allá de las determinaciones económicas
inmediatas hacia condiciones políticas nacionales y aún
trascendentes respecto del capitalismo. De por medio la alianza del proletariado
y del campesinado, así como del proletariado industrial y el
agrícola.
En tercer lugar, el agua es utilizada como fuente
de energía tanto por su energía cinética en las
caídas de agua mediante las cuales se produce electricidad, como por la
fuerza expansiva del vapor y por la energía atómica liberada en la
disociación de las moléculas de hidrógeno respecto del
oxigeno utilizadas en motores de automóviles etcétera. Todo lo
cual nos obliga a que más abajo hablemos de otras formas de
energía.
6. Desarrollo de las formas de lucha del proletariado
El triple carácter del agua como objeto de consumo, de trabajo y
como materia energética la sitúa en un punto estratégico de
vinculación de la producción y el consumo. Es decir, de lucha por
la integración total de la reproducción de la sociedad, tanto de
su producción como de su consumo fuera de los ámbitos
dictatoriales y explotadores del capital. Nos será más claro lo
recién dicho si recordamos las formas de lucha del proletariado
históricamente generadas dentro del capitalismo. En primer lugar las
luchas económicas, ideológicas y políticas que desde fines
del siglo XVIII hasta la fecha despliega el proletariado para sobrevivir y
devenir de clase en si a clase para si, de sujeto sufriente a sujeto soberano.
En segundo lugar, las luchas nacionales tanto de defensa del territorio
nacional como de liberación nacional en las que el proletariado ha
participado descollantemente desde fines del siglo XIX y durante todo el siglo
XX conforme los rasgos imperialistas del capitalismo se recrudecían a la
par de su proceso de mundialización gran industrial [15]. Siendo que cada
vez menos la burguesía y el resto de clases sociales se mostraban aptas
para forjar un proyecto de nación viable aunque participaran en mayor o
menor medida en el proceso de liberación nacional como es el caso
descollante del campesinado en todas las revoluciones sociales del siglo XX
[16].
En tercer lugar, las luchas culturales que el proletariado ha
debido desarrollar a partir de los años veinte del siglo pasado cuando en
el período de entreguerras se fueron forjando las condiciones de la
emergencia del fascismo y el nazismo y la identidad ética y emocional del
proletariado [17] quedó puesta en cuestión radicalmente.
En cuarto lugar, el capitalismo posterior a la segunda guerra mundial
hegemonizado por EU después de un proceso de recuperación
adquirió la fuerza suficiente como para imponer a la clase obrera en todo
el mundo nuevas condiciones de reproducción sexual procreativa
convenientes a las nuevas formas de acumulación de capital, con lo que se
puso a la orden del día –conforme los capitales luchaban entre si
por el plusvalor extra y las ganancias extraordinarias- la lucha proletaria por
nuevas formas de sexualidad y procreación [18]. Siendo los jóvenes
estudiantes y obreros quienes sufrían la mayor presión al
respecto, fueron también ellos quienes desplegaron esta forma de lucha
aunada al antiautoritarismo y por la democratización no sólo de la
enseñanza sino de la sociedad, según se patentizó en las
jornadas internacionales de 1968 que en los diversos países retomaron
distintos aspectos de las formas de lucha antedichas para articularlos con la
lucha sexual procreativa e intentaron poner en cuestión de manera
integral a las diversas sociedades capitalistas nacionales y al capitalismo
mundial en su conjunto [19].
En quinto lugar, desde fines de los sesenta
e inicios de los setenta la lucha antinuclear y medioambiental pasó a
completar a la lucha contra la guerra y, sobre todo, a la lucha a favor de la
crítica de la vida cotidiana que desde fines de los cincuenta [20] del
siglo XX se había venido perfeccionando hasta redondearse con las
dimensiones sexual procreativas y no sólo culturales, económicas e
ideológicas; pero ahora se añadían las condiciones
naturales de reproducción de la sociedad como objeto de lucha y no
sólo la raíz sexual natural de la propia humanidad.
En
sexto lugar, el fomento publicitario del consumismo mediante el cual el
capitalismo trató de resolver sus problemas de realización de
plusvalor en vista de seguir explotando cada vez más plusvalor
venían tocando una melodía in crecendo desde fines del
siglo XIX pero se volvió estridente y problemática sólo
hacia fines de los cincuenta como parte de la promoción del American Way
of Life para “beneficio” de todo el mundo en tanto que este
“Way of Life” era el agente de promoción del capital
industrial norteamericano hegemonista, así que la vida cotidiana en
Europa se vio crecientemente cuestionada en la forma burguesa tradicional en la
que venía dándose. Pero con el agotamiento de las ramas
industriales donde el plusvalor explotable a la clase obrera era suficiente para
compensar el hambre de plusvalor de las cada vez más altas composiciones
orgánicas de los capitales en funciones, se debieron abrir cada vez
nuevas ramas de producción y generar nuevas necesidades correspondientes
a las mismas o a subramas inéditas en las que la composición
orgánica comenzara desde cero o fuera muy baja. Así que se
propició una renovación total de la planta productiva del
capitalismo, una renovada subordinación real del proceso de trabajo
inmediato bajo el capital hecha en arreglo con nuevas necesidades
inéditas para la humanidad. Por donde, desde mediados de los sesenta, se
patentiza una subordinación real del consumo bajo el capital como
expresión del desarrollo de la subordinación real del proceso de
trabajo inmediato bajo el capital [21]. Sonó pues la hora de la lucha por
el valor de uso, por el contenido del consumo, como parte de las luchas
obreras.
En efecto, conforme el capital se mundializó y
creció su medida impulsando a la transnacionalización de los
capitales, el carácter geográficamente englobante de la
circulación y acumulación de capital a nivel mundial
coincidió con el dominio integral del capital sobre el proceso de
reproducción social en su conjunto en cada nación [22]. De suerte
que las necesidades humanas de consumo individual pasaron a formar parte de las
condiciones de producción de los capitales individuales y a ser
reproducidas, desarrolladas y alteradas en forma creciente al ritmo de la
reproducción del capital [23]. La subordinación real del consumo
bajo el capital ha venido perfeccionándose conforme el capital de medida
acrecentada se encarga de mayor número de procesos y condiciones de vida
de la sociedad desde los referentes a los objetos de consumo -en tanto objetos
producidos por la industria- hasta los referentes a las condiciones naturales de
existencia vitales de la sociedad desde el aire, el agua y el medio ambiente en
su conjunto [24], incluida la biosfera en su totalidad y las condiciones
climáticas del globo puestas en cuestión por el calentamiento
global producido por la industria capitalista planetaria.
En fin, es
como parte de la subordinación real del consumo bajo el capital –y,
entonces, del control y dominio no sólo de las condiciones de
producción por parte del capital individual sino también de sus
condiciones de reproducción [25], del ciclo entero producción
consumo tanto individual como productivo de todos los insumos sociales, es como
parte de la subordinación real del consumo bajo el capital, digo- que se
han puesto a la orden del día la promoción de diversas formas de
energía y la expropiación de sus fuentes naturales y nacionales
por parte del capital. La lucha por el agua y por la energía –en
tanto lucha por valores de uso decisivos para la reproducción de la
sociedad- es el producto sistemático del avance de la
subordinación real del consumo bajo el capital.
La Comuna de
Paris, primera gran experiencia de poder proletario
7. Incidencia de las
diversas fuentes de energía y de los recursos naturales en la lucha de clases
Después de utilizar carbón como fuente de
energía para la gran industria, los barcos y los ferrocarriles
–poniendo de por medio la presión expansiva del vapor de
agua– el capitalismo utilizó el gas y el petróleo como
fuentes de energía desde fines del siglo XIX; el carbón fue
pasando a segundo lugar, convirtiéndose preponderante el uso del
petróleo hacia la primera guerra mundial y acompañándolo
crecientemente la energía eléctrica.
Tanto el carbón
como el gas y el petróleo son combustibles fósiles que generan
calentamiento climático y se obtienen del subsuelo teniendo que ver con
la propiedad de la tierra. Pero, sobre todo, el gas y el petróleo -dada
la dificultad de su explotación y el alto costo correspondiente- se
convirtieron no solamente en propiedad de la nación sino en varios
países en objeto de explotación estatal dada la inmensa medida de
capital requerida para su explotación.
El agotamiento del
petróleo –fuente de energía del capitalismo globalizado
neoliberal– se prevee a más tardar para 2030. Así que la
lucha geopolítica imperialista para apropiarse las últimas fuentes
de petróleo se ha vuelto cada vez más encarnizada desde fines de
los ochenta del siglo XX. Poniéndose a la orden del día,
también, el despojo de diversas naciones por las potencias capitalistas
más poderosas, en especial por parte de EU, así como por parte de
las empresas transnacionales petroleras actuando en sincronía o
alternadamente con sus gobiernos respectivos. Para llevar a cabo este despojo
primeramente se lesiona la soberanía nacional mediante la guerra o
mediante las deudas o con ambos métodos a la vez hasta poner a la
nación de rodillas en vista de apropiarse de sus fuentes de
petróleo y gas [26]. Mientras la nación resiste, se procede como
en México a desestructurar la planta del capital industrial nacional y a
convertir al capital financiero mexicano y al propio Estado en correas de
transmisión de poder y plusvalor desde México hacia EU y los
diversos capitales transnacionales, en especial norteamericanos con lo que se
debilita económica y políticamente al país hasta obligarlo
a llevar a cabo la privatización/extranjerización de las fuentes
de gas y de petróleo nacionales [27]. O como en el caso de Irak, mediante
la invasión militar se lo expropia simple y llanamente, si es posible
justificar internacionalmente un evento tal.
Las fuentes de
energía pertenecen en México a la nación que es en esencia
una nación capitalista pero la condición de la ciudadanía
de los mexicanos, y en primer lugar del proletariado mexicano, depende de la
vigencia de la soberanía de dicha nación burguesa. Así que
la pérdida de la soberanía conlleva la degradación de hecho
y quizá aún de derecho de los mexicanos al carácter de
colonizados o súbditos del imperio, su degradación a ciudadanos de
segunda categoría. Debiendo, así, añadir a la
explotación y a la sobreexplotación condiciones humillantes de
convivencia que presionan a acrecentar la sobreexplotación vigente [28];
como es el caso de los migrantes mexicanos en EU pero sin los altos salarios que
obtienen en dicha nación. El deterioro en las condiciones de
acumulación del capital nacional agravadas al máximo en caso de
que se nos expropie el petróleo, el gas o la energía
eléctrica etcétera, vía privatización que encubra
dicha expropiación, redundará, además, en deterioro del
salario y de las condiciones generales de vida del proletariado mexicano. De
ahí que la lucha por la energía es una lucha proletaria en la
medida en que es una lucha nacionalista [29] y también en la medida en
que –si bien las fuentes de energía no son condiciones inmediatas
de la sobrevivencia de la clase obrera– son condiciones necesarias para el
funcionamiento de la gran industria sea que ésta se encuentre en manos de
los capitalistas o que pase a manos del proletariado. En ambos casos la
lesión de dichas condiciones redunda en lesionar las condiciones de vida
de la clase obrera e, incluso, la posibilidad de ésta para gestionar la
producción en caso de expropiarle al capital los medios de
producción industriales [30]. La lucha por la energía es como la
lucha por el agua, una lucha proletaria.
Ahora bien, la situación
se vuelve altamente paradójica en la medida en que el alto desarrollo de
la industria capitalista basada en los combustibles fósiles, en primer
lugar el petróleo, han generado durante todo el siglo XX una
acumulación de deshechos contaminantes particulares del medio ambiente
deteriorando las condiciones de vida de las poblaciones locales vecinas a dichos
eventos contaminantes. Pero, además, conforme el capitalismo gran
industrial petrolero se mundializaba, no sólo se sumaron al conjunto de
dichos eventos contaminantes particulares de toda índole -desde deshechos
de petróleo, gas y carbón hasta derivados de la química del
petróleo como aerosoles, plásticos, fertilizantes y pesticidas-
sino que se suscitó un fenómeno general de sobrecalentamiento
global del planeta como alteración nociva de las condiciones
climatológicas para la biosfera y en especial para la vida
humana.
Así que por un rodeo el agua del planeta además de
estar puesta en peligro por la privatización creciente, se vuelve a poner
en peligro no sólo de contaminación particular, esto es, local, si
bien generalizándose dicha contaminación a mayor número de
lugares y, en realidad, extendiéndose por todo el planeta; así que
hablaremos de contaminación particular generalizada. Pero también
está puesta en peligro, digo, por los efectos generales del
sobrecalentamiento global climatológico. Convirtiéndose el agua
-en tanto medio de producción del clima- no sólo en herramienta
catastrófica al modo de huracanes, elevación del nivel del mar,
etcétera para las actividades humanas; sino, también, en objeto
indefenso de mezcla catastrófica y envenenante con aguas negras, grises y
con contaminantes de todo tipo conforme las condiciones climáticas se
salgan fuera de control y previsión (como ya comenzó a suceder).
De tal manera, por un lado el capital hídrico privatiza el agua y
con ese acto pone en peligro a toda la población porque es
encubiertamente un acto expropiatorio de una condición de vida esencial y
permanente; pero de otro lado los diversos capitales industriales contaminan el
agua de diversas maneras. Lo que constituye otra forma de expropiación
del agua como condición para que el proceso de acumulación de
capital se lleve a cabo. Así que el agua se convierte en condición
de producción del capital y del plusvalor sólo en la medida en que
sea posible de ser contaminada. De condición de vida de la
población se transforma en condición de producción del
capital al tiempo en que se vuelve inutilizable para la población; o,
bien, utilizable involucrando peligro de envenenamiento, enfermedad y muerte. En
particular en el caso del proletariado tenemos que se le expropia una
condición de vida esencial y permanente -parcialmente traducible a cierta
porción del salario- indispensable para la reproducción de la
fuerza de trabajo que el obrero vende al capital para que éste le explote
plusvalor. Como se ve, la lucha por el agua y la lucha por la energía no
son solamente luchas proletarias en esencia sino que es forzoso en algún
momento del desarrollo de cada una de ellas que el proletariado las lleve a cabo
coordinando a la una con la otra; ya que sólo así cada una de
estas luchas se vuelven eficaces una vez alcanzado cierto desarrollo, en la
medida en que deben confrontar tanto a la privatización del agua operada
por cierto tipo de capitales y a la contaminación de la misma operada por
otro conjunto de capitales cuya reproducción irracionalmente sincronizada
pone en peligro la reproducción de la población y de la fuerza de
trabajo en particular.
Así que de nueva cuenta la lucha por el
agua y la lucha por la energía se convierten en lucha unitaria por la
sobrevivencia frente a la irracionalidad capitalista global que hace patente la
necesidad urgente de una regulación humana tanto de las fuentes de
energía como de las hídricas que sólo el proletariado y el
pueblo en su conjunto pueden llevar a cabo sea que logren hacerlo dentro del
capitalismo (puede aquí tomarse como ilustrativo el caso de Venezuela) o
más allá del mismo.
De hecho el capitalismo mundial y la
humanidad en su conjunto se encuentran ante una coyuntura de gravedad extrema
dualmente caracterizada por la necesidad de ofrecer tanto alternativa al
agotamiento de las fuentes de energía petrolera y gasera como a la
destrucción ecológica particular generalizada y al calentamiento
global. La tecnología de paz para utilizar la energía nuclear
mostró su ineficiencia integral con el desastre de Chernobil que dio la
noticia de que el capitalismo había perdido más de quince
años persiguiendo esta alternativa altamente contaminante frente al
petróleo y el gas en vez de la de otras fuentes de energía.
Mientras que la energía hidráulica, geotérmica,
eólica, marina y solar implican menor contaminación ambiental pero
todas ellas se encuentran mediadas por su transformación en
energía mecánica y luego en energía eléctrica
así que su eficiencia inmediata es menor que la del petróleo, el
gas o la energía atómica. Pero se vuelven cada vez más
actuales conforme la eficiencia global de estas fuentes de energía tiende
a cero sea por su agotamiento o por la contaminación peligrosa que
provocan volviéndolas fuentes insustentables.
Por lo demás
en años recientes se ha perfeccionado -sí sea en magra medida- la
generación de energía nuclear disminuyéndose los riesgos de
su empleo también en magra medida. Pero por contra, el grave riesgo que
representa el sobrecalentamiento global que ya muestra síntomas
catastróficos en todo el mundo, la energía nuclear vuelve a
plantearse como alternativa viable ya no única o al lado del
petróleo sino al lado del resto de formas de energía
tendiéndose a abolir el petróleo [31].
Y sin embargo todas
estas formas de energía así como la nuclear, el petróleo y
el carbón involucran la soberanía nacional para ser gestionadas,
así que de nueva cuenta no sólo al ciudadano individual sino a las
clases que componen a la sociedad civil moderna, en primer lugar y en
número creciente al proletariado.
De pasada puntualicemos lo
siguiente. Es el menor grado de eficacia inmediata de estas fuentes de
energía, en particular de la energía solar, la que movió al
capitalismo a elegir la vía nuclear como alternativa al petróleo
y, así, a equivocarse garrafalmente. Y no más bien, como se ha
dicho, el hecho de que la energía solar como proviene del Sol y
éste es para todos, no es monopolizable, no puede convertirse en
propiedad privada e intrínsecamente atenta en contra del capitalismo.
Pues para los usos humanos productivos tanto industriales como domésticos
de la energía solar, se requieren actualmente celdas
fotoeléctricas; y si bien el Sol y la energía solar no son
privatizables ni nacionalizables, las celdas fotoeléctricas sí;
esto es, la tecnología intermedia necesaria para utilizar productivamente
la energía del Sol [32].
8. ¿Los biocombustibles como alternativa?
En todo caso, a diferencia de la energía nuclear y los
combustibles fósiles, las otras formas de energía –en primer
lugar la solar y la eólica, así como los nuevos diseños de
megaplantas eléctricas submarinas [33] - presentan ventajas
ecológicas evidentes a nivel particular y global aunque su eficacia
productiva inmediata sea todavía menor que la de aquellas. Mientras tanto
el capitalismo neoliberal intenta sacar adelante como alternativa al agotamiento
del petróleo los biocombustibles derivando etanol; sobre todo del
maíz y la caña de azúcar. Lo que ofrece un paliativo al
agotamiento de energía petrolera y gasera pero no ha demostrado ser una
alternativa medioambiental eficiente porque si bien parece que tiende a
disminuir la emisión de gases contaminantes de efecto invernadero, es
posible que su proceso de producción global genere mayor
sobrecalentamiento planetario además de que el suelo en el que se
siembran las plantas que deberán producir biocombustibles no sólo
son propiedad del suelo bajo soberanía nacional determinada, de Brasil,
de EU, de México, etcétera, sino que el cambio de cultivo y el
cambio de los fines para los cuales se siembra involucra la expropiación
creciente de los campesinos a favor de la gran industria petrolera convertida en
ingeniera agrícola industrial para la producción de
biocombustibles [34]; y asimismo el deterioro general de las condiciones de
soberanía alimentaria que dichos campesinos –en nuestro país
indígenas en su mayoría- garantizaban.
El caso del etanol,
en tanto biocombustible, ilustra bien un doble problema. En primer lugar, que el
capitalismo tiene en sus manos diversos instrumentos eficaces –tanto
tecnológicos, económicos como políticos– para
resolver la crisis ambiental incluido el calentamiento global; sin descartar el
hecho de que las grandes empresas capitalistas –caso de Walmart y
otras– tienen la capacidad de convertir en negocio la mejoría
ambiental [35]. Pero en segundo lugar, el caso del etanol ilustra el hecho de
que la forma capitalista de administrar los recursos y de utilizar la
tecnología así como de distribuir los costos sociales entre las
clases subalternas mientras propicia la apropiación de la mayor cantidad
de ganancias y riqueza para los grandes capitales, sí, que la forma
capitalista de sociedad impone trabas y desvíos sistemáticos a la
implementación técnica, económica y política de
medidas que combatan la contaminación y el calentamiento global provocado
por el uso de combustibles fósiles. Es evidente que tales desvíos
y retrasos significan mayores sufrimientos y mayor número de muertos para
la humanidad. Así que hasta en los escenarios posibles que propicia el
calentamiento global descritos por el Departamento de Estado de los EU se
considera necesario el que la sociedad civil participe políticamente de
modo legal y democrático presionando a los gobernantes en todo el mundo y
en cada localidad para que se lleven a cabo dichas medidas. Además de
señalarse la necesidad de que cada uno de los pobladores del planeta
modifique su cultura del uso del agua y de la energía a fin de que el
problema sea efectivamente resuelto.
De tal manera, la
participación ciudadana masiva de tipo político es
instrumento forzoso en la lucha por la energía y por el agua así
como por la correlativa lucha contra la contaminación y el calentamiento
globales; mientras que la participación individual y familiar de la gente
se vuelve instrumento forzoso de tipo tecnológico en dichas
luchas. En lo que sigue argumentaré por qué si bien son necesarios
ambos caminos –y es algo que las organizaciones proletarias deben tomar
muy en cuenta– no son suficientes; y solamente una lucha de tipo clasista
proletaria da redondeamiento y eficacia a las luchas por el agua, la
energía y el medio ambiente a favor de la humanidad.
Ello es
así porque la cuestión no solamente es de una correlación
cuantitativa entre el tiempo y ritmo al que avanza el calentamiento global y el
agotamiento del petróleo y del gas contra el tiempo y ritmo en el que el
capitalismo podrá implementar nuevas tecnologías no contaminantes
con base en transformar la protección del medio ambiente en negocio y
mediante presiones políticas que la sociedad civil pueda llevar a cabo,
incluyendo la gestión individual y familiar de la vida cotidiana que
diversos pioneros ecologistas puedan implementar de manera privada.
Sí, la cuestión no solamente es el tiempo y ritmo del problema
ambiental y el tiempo y ritmo de la humanidad capitalistamente determinada [36],
sino que el problema se especifica mediante la forma social y económica
que el capitalismo le impone al tiempo y a las conductas humanas. Y esta forma
social y económica debe ser enfrentada y desafiada eficientemente por la
gente con plena conciencia de que es el carácter capitalista de dicha
forma, el carácter explotador de plusvalor, el carácter enajenador
de la riqueza y el carácter despojador del territorio y la naturaleza por
parte del capital el obstáculo principal a salvar. Algo que sólo
la conciencia de clase proletaria y el desarrollo de ésta clase en cuanto
tal están en posibilidad de llevar a cabo.
Los
acontecimientos de Chicago plantearon sentidas reivindicaciones obreras.
Hoy, el programa obrero incluye el derecho social a la energía y al agua.
9. Acumulación
originaria residual terminal y lucha proletaria revolucionaria
Según vimos, el etanol nos pone de nueva cuenta a la orden
del día un proceso de acumulación originaria residual con la
concomitante proletarización definitiva de grandes masas humanas de
campesinos en buena medida garantes de la soberanía alimentaria. Ahora
bien, en tanto que no sólo se despoja a la gente de las últimas
condiciones naturales y culturales de vida que el capitalismo no había
invadido (o residuales) sino de condiciones de vida tales cuya lesión en
curso apuntan a destruir la vida humana y la biosfera toda del planeta conforme
se intenta que sirvan a la acumulación de capital, tenemos que la
acumulación originaria residual correspondiente a la lucha por la
energía es con más precisión dicha una
acumulación originaria terminal [37], como lo es desde su inicio
la correspondiente a la lucha por el agua. Categoría en la que entran
también los transgénicos y la degeneración incontrolada del
germoplasma que éstos provocan. La irracionalidad global del capitalismo
vuelve a poner a la orden del día la alternativa socialismo o barbarie
como en ocasión de las dos grandes guerras mundiales del siglo XX y
acentúa por múltiples caminos el carácter de la lucha
proletaria por el agua y la energía.
De tal manera, observamos la
diversa incidencia de los tipos de energía y de los recursos naturales en
las condiciones de vida de la clase obrera y del pueblo en su conjunto. De donde
deriva también la diversa incidencia de estos tipos de energía y
de recursos naturales en la lucha de clases y en la lucha por la nación
en la medida en que en todos estos procesos se involucran diversas formas de
acumulación originaria residual de capital y al despojo de la clase
obrera generador de proletarización se le añaden formas de
enajenación de toda la riqueza y de explotación y
sobreexplotación de plusvalor al interior de procesos de
acumulación globales de capital cada vez más salvajes.
La
lucha por el agua y por la energía son luchas proletarias al mismo
título como lo son la lucha por el salario o la lucha por la consciencia
y la organización del proletariado. Al mismo título que la lucha
por reformas políticas y la lucha por el poder político y,
aún más, al mismo título que la lucha por el
revolucionamiento completo de la sociedad burguesa. Con la característica
resaltante de que son luchas que vinculan todos los aspectos en conflicto y
todas las dimensiones de la conciencia de clase desde las inmediatas a las
mediatas así como la lucha del proletariado con las luchas del pueblo y
de la humanidad en su conjunto, pues vinculan la gestión de la
producción y la del consumo de la sociedad. Son luchas desencadenadas por
la subordinación real del consumo bajo el capital llevada a cabo a nivel
planetario en tanto desarrollo de la subordinación real del proceso de
trabajo inmediato bajo el capital. Y son luchas que se enderezan inmediata y
mediatamente en contra de dicha subordinación hasta lograr subvertirla
por completo. Son luchas en las que el sectarismo queda excluido por principio
pero en las que debe observarse la especificidad proletaria de su columna
vertebral para que sean eficaces y para que el proletariado las tome en sus
manos más pronto y de mejor manera.
La lucha por la
energía es en primer lugar una lucha de tipo nacional en vista de
adquirir soberanía sobre las fuentes de energía. Es también
una lucha a favor de medio ambiente para determinar los usos de la
energía y de los tipos de ésta más viables. En este sentido
la lucha por la energía es una lucha no sólo nacional sino mundial
porque tiene que ver con el patrón tecnológico globalizado y una
lucha individual y familiar. Mientras que la lucha por el agua, además de
presentar las características anteriores, también se da como lucha
inmediata ya antes de entrar en juego el tema de la nación; y por
cierto, presenta la peculiaridad de que su gestión local sólo
puede ser colectiva y de ninguna manera sólo individual o familiar.
Además, entiéndase que la autogestión colectiva del agua a
nivel local toma la forma de la lucha por la autonomía municipal [38],
haciendo valer el derecho de la gente para determinar las condiciones de vida en
el lugar que habitan [39]. Es esta una lucha ciudadana pero que tiene la
peculiaridad de que los ciudadanos la despliegan sólo cuando son
proletarios o se encuentran en curso de proletarizarse porque se les expropian
sus condiciones de vida [40]. Es pues una lucha específicamente
proletaria y, por carente de sectarismo, popular y ciudadana [41] a la vez que
una lucha por la nación llevada a cabo desde la raíz de la
organización nacional: la autonomía municipal [42]; también
desde la raíz es una lucha de vocación internacional y aún
mundial.
Conforme el mayor número de proletarios tomen conciencia
de estos hechos y se organicen y actúen en consecuencia, habrá
menor número de catástrofes y de sufrimientos para la humanidad en
su conjunto, se salvarán mayor número de vidas humanas y se
abrirá la posibilidad no sólo de volver reversible la
catástrofe ecológica planetaria –hoy a punto de ser
irreversible- parte de la cual es el proceso de privatización y
expropiación del agua a esos seres vivientes que somos todos los humanos;
sino que se abre la posibilidad incluso de construir una sociedad socialista,
sustentable y democrática sobre las ruinas del
capitalismo.
10.
Referencias
[1] Jorge Veraza U, Lucha por el agua. Lucha
por la autonomía. Una radiografía del neoliberalismo, Itaca,
México, 2006.
[2] Jorge Veraza U, Subsunción real del
consumo bajo el capital y proletarización de la humanidad (de la
década de los sesentas a los noventas), Itaca, 1994.
[3] Jorge
Veraza U, Dialéctica del sujeto histórico y del sujeto
antihistórico. En edición.
[4] Jorge Veraza U, El
siglo de la hegemonía mundial de Estados Unidos. Parte
IV/Capítulo II, Itaca, México, 2004.
[5] Secciones III
(Producción del plusvalor absoluto), IV (La producción del
plusvalor relativo), V (La producción del plusvalor absoluto y del
relativo), y VI (El salario).
[6] Expuesto en la sección VI (El
salario).
[7] K. Marx, El Capital/t.1. Capítulos XXIV
(“La llamada acumulación originaria) y XXV (La teoría
moderna de la colonización).
[8] Jorge Veraza U,
Economía y política del agua. México, Itaca,
2007.
[9] K. Marx, Manuscritos de 1844. Tercer Manuscrito.
Propiedad Privada y Comunismo. Aforismo comentado ampliamente en mi
Dialéctica del sujeto histórico y del sujeto
antihistórico. En imprenta.
[10] Ernest Mandel, La crisis
económica de 1974-1980. México, Era, 1980.
[11] K.
Marx, El Capital/t. 3. Capítulo “XIV. Causas
contrarrestantes”.
[12] Ibid, capítulo “XV. Desarrollo
de las Contradicciones Internas de la Ley”.
[13] Jorge Veraza U,
Economía y política del agua. Ed. Cit.
[14] Rosa
Luxemburgo, Reforma o Revolución en Obras escogidas. Era,
México, 1980, prólogo y selección de Bolívar
Echeverría
[15]Jorge Veraza U, El siglo de la hegemonía
mundial...
[16] Ibid.
[17] Jorge Veraza U, Para la historia
emocional del siglo XX, Itaca, México, 2003.
[18]
Ibid.
[19] Jorge Veraza U, Subsunción real del consumo bajo el
capital y proletarización de la humanidad (de la década de los
sesentas a la de los noventa). Itaca, México, 1994.
[20] Cfr.
Henri Lefebvre, Crítica de la vida cotidiana en Obras en
dos tomos Pena Lillo editor, Buenos Aires, 1967.
[21] Jorge Veraza U,
Génesis y estructura del concepto de subordinación real del
consumo bajo el capital. Itaca, México, 1994.
[22]
Ibid.
[23] Ibid.
[24] Jorge Veraza U, Economía y
política del agua. Ed. Cit.
[25] Jorge Veraza U,
Génesis y estructura...
[26] Jorge Veraza U, Lucha por la
nación en la globalización ¿quién lucha y por
qué tipo de nación?, Itaca, Paradigmas y Utopías,
México, 2005.
[27] Ibid.
[28] Ibid.
[29] Ibid.
[30] Ibid.
[31] Stephen Schneider, Climate Change Policy: A
Survey, Island Press- Standford University, 2002. y "Atmospheric Carbon Dioxide
and Aerosols: Effects of Large Increases on Global Climate” en
http://www.sciencemag.org/cgi/content/abstract/173/3992/138, 6 de septiembre de
2007.
[32] Jorge Veraza U, El siglo de la hegemonía
mundial. Ed. Cit.
[33] Stephen Schneider, Op. cit.
[34]
Silvia Ribeiro, “Agrocombustibles, el Juego de las Lógicas
Perversas”, en La Jornada, 14 de abril de 2007.
[35]
Stephen Schneider, Op. Cit.
[36] Stephen Schneider, Op. Cit.
[37]
Jorge Veraza U, Economía y política del agua.
[38]
Jorge Veraza U, Lucha por el agua. Lucha por la autonomía. Una
radiografía del neoliberalismo. Ed. Cit.
[39] Andrés
Barreda, “Morelos, Zona de Desastre e Injusticia Ambientales” texto
manifiesto de la Caravana “En Defensa del Lugar en que vivimos”
realizada en 2007.
[40] Veraza U, Lucha por el agua. Lucha por la
autonomía...
[41] Jorge Veraza U, Economía y
política del agua.
[42] Jorge Veraza U, Lucha por la
nación en la globalización ¿quién lucha y por
qué tipo de nación? Paradigmas y Utopías-Itaca,
México, 2006.
* Dr.
Jorge Veraza Urtuzuástegui, profesor e investigador de la Universidad
Autónoma
Metropolitana, unidad Azcapotzalco