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Maíz, de Esperanza Bolland |
Zapata vive en los pueblos
que se organizan y se levantan
Para frenar la destrucción de nuestras tierras,
aguas y bosques, numerosos pueblos, habitantes y organizaciones sociales de
Morelos nos reunimos en el Primer Congreso de los Pueblos de Morelos en Defensa
del Agua, la Tierra y el Aire.
Como primer paso para construir colectivamente
alternativas ambientales, económicas, sociales y políticas
viables, formulamos denuncias y diagnósticos e hicimos propuestas
técnicas, jurídicas, políticas y organizativas para la
defensa del agua, la tierra, el maíz y los bosques, para la
construcción de alternativas de urbanización, el manejo de la
basura y las aguas sucias, la creación y el respeto de las áreas
naturales protegidas y el ejercicio de la autonomía de los
pueblos.
El presente Manifiesto recoge, además de los
principales resultados de este Congreso, nuestras aspiraciones profundas, la
manera en que vemos nuestros recursos naturales y nuestra vida comunitaria, la
peligrosa situación de deterioro en que se encuentran las comunidades
debido ala codicia de los grandes dueños del dinero y a la
corrupción de las autoridades.
Queremos que cada vez más pueblos de Morelos
se sumen a la defensa que muchas comunidades, organizaciones e individuos ya
estamos haciendo de nuestros lazos colectivos y de los lugares donde vivimos y
trabajamos.
La deforestación de nuestras tierras y el
calentamiento global merman los acuíferos de Cuernavaca y de Cuautla,
secan los últimos lagos de Zempoala, el río Amatzinac y
manantiales como el Chihuahuita. La miseria obliga a los campesinos a vender sus
tierras y propicia el avance sin regulación de la mancha urbana sobre las
mejores tierras agrícolas de la entidad o sobre la sierra de
Chichinautzin donde nacen las aguas de Morelos. La construcción
fraudulenta de miles de viviendas, la perforación de pozos y la
construcción de gasolineras deja sin agua a nuestras comunidades. El
consumismo de los centros comerciales transnacionales escala y empeora la
calidad de la basura, desborda los rellenos sanitarios y multiplica los
descomunales tiraderos a cielo abierto que provocan enfermedad y muerte para
mucha gente como en Alpuyeca.
Llegó el momento de actuar. Si la lucha de
cada pueblo está aislada se condena a la derrota, el despojo, la
destrucción de su organización comunitaria y a ver morir sus
recursos vitales y sus sueños. Los pueblos que nos juntemos no seremos
derrotados jamás.
Consejo de los Pueblos de Morelos