En el curso de la noche del 15 de julio y la madrugada del 16, 400 mil esquiroles apoyados por 20 mil soldados del ejército federal tomaron las instalaciones eléctricas y nucleares del país. Los electricistas y nucleares enfrentamos con decisión la agresión. Se produjo la represión político-militar más violenta después del movimiento ferrocarrilero de 1958-59. La huelga nacional electricista de la Tendencia Democrática del SUTERM "queda para mejor ocasión", se dijo.
Años de movilización precedieron a este importante acontecimiento obrero. Las Jornadas Nacionales por la Democracia Sindical llevadas a cabo, primero por el Sindicato de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (STERM) y, luego por la Tendencia Democrática de Electricistas y Nucleares, conmovieron al país. Con la huelga eléctrica nacional proyectada se propuso definir, de una vez por todas, el rumbo de la Nación.
Aquel 16 de julio de 1976, se enfrentaron precisamente dos proyectos de Nación, uno, el de los trabajadores enarbolando el programa obrero y popular denominado Declaración de Guadalajara y, otro, el de los capitalistas nacionales y extranjeros apoyado por el gobierno, en acatamiento a los planes del imperialismo.
Cuatro semanas estuvieron los electricistas fuera de los centros de trabajo y seis los nucleares. En ese lapso, la sociedad mexicana dio cuenta de la afectación al servicio público de energía eléctrica. Plantas generadoras que dejaron de funcionar, líneas de transmisión que se botaron, apagones en varias partes, descomposturas de equipos y una gran variedad de problemas. También, una intensa movilización de electricistas y nucleares, apoyados por numerosos sectores del pueblo, entre otros, los universitarios de la UNAM.
El gobierno federal concentró la fuerza estatal contra los electricistas. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) se movilizó en apoyo de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), sector sindical corporativo charro. En medio de la desproporción de fuerzas, sin embargo, mantuvimos en alto la dignidad obrera.
Como consecuencia de la agresión, los electricistas fueron sometidos al rígido control del charrismo sindical, mediante despidos, jubilaciones anticipadas o el reconocimiento explícito a los charros. A la fecha, los electricistas eventuales despedidos de la Región Lagunera se mantienen en pie de lucha. Los nucleares, por su parte, fueron expulsados del SUTERM, el Contrato Colectivo de Trabajo cancelado por los charros en la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje y, varios trabajadores despedidos.
A partir de aquel momento, la economía nacional se deshizo, empezaron las sucesivas devaluaciones monetarias, la inflación se disparó y se inició una fase larga y persistente de la crisis económica que ha llegado al neoliberalismo actual. Al mismo tiempo, se abrieron las posibilidades de espacios democráticos para la vida nacional, inconclusos y canalizados por la vía de la reforma política en su expresión electoral. Pero, el charrismo se afianzó manteniendo a la fecha los mismos esquemas de control corporativo.
Sin embargo, la situación no volvió a ser la misma que antes. En sucesivas batallas, el proletariado mexicano ha llevado a cabo una incensante lucha manteniendo en alto la propuesta crucial de los electricistas y nucleares: Democracia Sindical. Con esta bandera hemos marchado por todo el país. Hoy, esta consigna programática está en el centro de las aspiraciones obreras. No nada más, está vigente también la necesidad de la reorganización democrática del movimiento obrero en grandes sindicatos nacionales de industria por rama de actividad económica.
Con el golpe a la Tendencia Democrática se interrumpió violentamente el proceso de nacionalización de la industria eléctrica, su cabal integración, y la unidad democrática de los electricistas. Mucho se avanzó y se obtuvieron importantes logros como la interconexión del sistema eléctrico nacional y la primera Ley de Servicio Público de Energía Eléctrica. Pero, el proceso de integración industrial no ha concluido y, por tanto, tampoco la nacionalización. Hoy es indispensable retomar las banderas: integración de la industria eléctrica nacionalizada, unidad sindical democrática y contratación colectiva única.
Con la huelga eléctrica, la Tendencia Democrática escribió las páginas más gloriosas de las últimas tres décadas y sus aportaciones constituyen un patrimonio colectivo del movimiento obrero mexicano. ¡Gloria a los electricistas y nucleares de la Tendencia Democrática! ¡Este Puño Sí Se Ve! y ¡El que no Brinque es Charro!