INJUSTICIA GLOBALIZADA
Alberto Híjar
El plantón frente a la
Embajada yanqui el viernes 11 de mayo para protestar por la excarcelación
del reconocido terrorista Posada Carriles, adquiere dimensiones locales e
internacionales aderezadas por la cínica declaración de Felipe
Calderón de que México es un país de leyes el mismo
día en que los noticieros de radio y televisión se regodearon con
la despedida pública y deliberada sufrida por Carlos Ahumada, al salir
del Reclusorio, sus tres hijos, su esposa, sus escoltas y las periodistas
atropelladas por el ostentoso secuestro, para llamar a las cosas por su nombre.
En la noche el presidente cada vez más espurio salió con su batea
de babas.
La liberación de Posada es parte de la
prolongación de la guerra contra la humanidad y el planeta por otros
medios. Impune queda el bombazo de Barbados sobre territorio venezolano con 77
muertos, la complicidad con el cambio de droga, dinero sucio por armas para la
contra nicaragüense, las decenas de atentados por fortuna fallidos contra
Fidel Castro, los atentados contra hoteles y sitios públicos en La
Habana, las fugas de la prisión venezolana, la corrupción tras el
indulto como último acto de gobierno de Mireya Moscoso en Panamá,
el traslado rápido a Honduras, la complicidad del gobierno de
México para recibirlo en Cozumel y transportarlo sano y salvo a Estados
Unidos, la corrupción de los jueces y juezas yanquis para exculparlo,
dictar su libertad condicional y aposentarlo en Florida, cerca de su eficiente
colega Mas Canosa y del representante de la CIA Félix Rodriguez, quien
ordenó el asesinato del Che y también presume de saber manejar un
helicóptero a ras de suelo como lo hizo en Vietnam y en la frontera entre
Honduras y Nicaragua. Florida gobernada por Jeb Bush, el organizador del gran
fraude electoral para hacer ganar al espurio y terrorista mayor George Bush,
digno hijo de su abominable papi.
Surgen las asociaciones y las
resonancias del caso Posada. La culpa del gobierno de México sin la menor
intención de averiguar quien y como viajó en yate Posada desde
Honduras, quien y como fue albergado para transportarlo a territorio yanqui para
su efímero encarcelamiento de donde ha salido libre de toda culpa porque
la única reconocida fue la violación de las leyes migratorias de
la que ya fue exculpado por la generosa juez Kathleen Cardony que escribe en su
sentencia: “el fraude, engaños y trucos” con el que el
gobierno yanqui inculpó al impoluto Posada. La injusticia globalizada
emplea recursos semejantes y no puede ser de otro modo por la corrupción
profunda de los estados nación reducidos a administradores de los grandes
negocios trasnacionales. Discutible el calificativo para Samir Amin que hace ver
que no hay acuerdos entre naciones por lo que la caracterización
tendría que entenderse como negocios más allá de las
naciones, fuera de ellas, contra ellas, desde los intereses de los grandes
consorcios y del fracasado y corruptísimo Banco Mundial, hasta los
negocios de compadres, según terminología del Premio Nobel de
Economía 2006. Nada mejor que corromper la República y valerse de
argucias legaloides lo mismo para inculpar víctimas de Estado que para
exculpar criminales. Guerra psicológica incluida, las amenazas oficiales
cunden. Por ejemplo, antes de cualquier juicio, Miguel Angel Yunes puesto al
frente del ISSSTE por la exterminadora Gordillo, afirma que todos los cien mil y
más demandantes de amparo contra la nueva ley, podrían perder sus
derechos asistenciales. Debiéramos precisar las listas, no sólo de
las víctimas, sino también de los victimarios, Figuras y
Figurillas dice Julius Fusik en el célebre libro escrito mientras
esperaba su ejecución nazi en la cárcel de Pancrak en 1945. Los
procedimientos son los mismos, cambio de jueces como Alberto Ruvalcaba, lectores
rápidos capaces de analizar expedientes de decenas de miles de
páginas en unos cuantos días para emitir sentencias a las
víctimas para hundirlas en cárceles de exterminio, a los
criminales para fijarles pequeñas multas o de plano declararlos en
absoluta libertad.
Saben los gobernantes neoliberales de su propio
encono contra los pueblos. En 2004 en Davos, el expresidente Zedillo, digno
candidato a la presidencia del Banco Mundial ahora, llamó a desentenderse
de las protestas populares a cambio de la convicción de que los
gobernantes hacen lo que tienen que hacer. Pero les preocupa lo que un
generalote llamó populismo radical, esa vuelta al estado benefactor que
reparte todo lo que puede entre los más necesitados. La injusticia
globalizada legaliza con la complicidad de las instituciones republicanas todas,
cuerpos militares disfrazados o no de civiles para ejercer copias de la Ley
Patriota yanqui de modo de hacer del secuestro policíaco o militar un
recurso patriótico del estado de derecho perfectamente chueco y permitir
cateos y revisiones sin orden jurídica, en fin, hacer con los activistas
de la rebeldía social lo que se ha hecho siempre pero ahora con la
protección de las leyes y reglamentos.
La injusticia globalizada
cuenta con los consorcios de la industria del espectáculo, las
corporaciones católicas (el obispo Onésimo Cepeda bendiciendo las
armas de los represores), los noticieros controlados. Dijo el otro día mi
joven nieto su asombro por las noticias amables, como dice la Ayala, del orden
del perico que fue bajado de un cable con mucho cuidado por la policía de
Timbuctú, mientras lo de las sentencias de 67 años a los
dirigentes de Atenco en el centro de exterminio del Altiplano para nada se
contrasta con las sentencias de 18 años al Mayel y al Mochaorejas, en
plena guerra (perdida) contra el narcotráfico felicitada por la jefa de
la DEA y por Negroponte, el criminal figurante entre los cinco influyentes
colaboradores de Bush. Negroponte, el instrumentador del cambio de drogas por
armas para la contra de Nicaragua con el auxilio del insustituible Posada cuyas
largas perversidades llegaron hasta la operación Cóndor del Cono
Sur. Negroponte, el embajador en Vietnam, en Honduras, ahí donde era
necesario un operador eficiente del terrorismo yanqui. La dialéctica
entre las figuras de la ignominia terrorista y las necesidades de la
acumulación capitalista en esta fase histórica de
devastación del planeta y la humanidad, prueba día con día
el acelerado paso de la bestia fascista necesaria para sostener el saqueo
contra los pueblos del mundo.
Bien puede ser considerado todo esto como
fatalidad. Dice mi entrañable amigo de toda la vida que la excelente
película El Violín debe entenderse como exaltación del
ejército al fin tocado con la mostración de su infamia cotidiana
en alto contraste con la precariedad de la guerrilla popular sin posibilidad de
triunfo. Puede ser que así sea y que el valor de la película
estribe precisamente en esa presentación de dificultades por enfrentar
porque no todos caen luego que el campesino violinista real afirma contra la
orden del comandante: “se acabó la música”. Pero la
resistencia civil ausente en la película que no tenía porque
narrarla, va resultando núcleo organizativo que empieza a superar la
limitación de las recomendaciones de las comisiones oficiales de derechos
humanos. También esta resistencia denunciante se globaliza lo mismo con
el caso Atenco, que con la particularidad de la violación tumultuaria de
Ernestina Asencio, que la prisión monstruosa de los cinco cubanos
antiterroristas incomunicados por el atrevimiento e infiltrarse entre las bandas
terroristas de La Florida para prever y desactivar sus crímenes, que con
los cinco compañeritos de Mérida retenidos por protestar por le
encuentro entre Bush y Calderón. Hay que seguir condenando con nuestros
propios recursos a los auténticos criminales que no tocan los juzgados ni
las cárceles, sino despachan en suntuosas oficinas protegidos por
criminales con adiestramiento especializado para proteger la injusticia
globalizada que cuida al rico y perjudica al pobre.