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Volumen 6, Número 81, noviembre 30 de 2006

Provocación, violencia y represión del Estado neoliberal

La represión en Oaxaca

La PFP provoca el enfrentamiento violento con la APPO y responsabiliza a ésta.
La PFP y sicarios incendian edificios, responsabilizan a la APPO y la reprimen.
Utilizando radios piratas, el Estado llama a la violencia y agresión contra la APPO.
La PFP desata la cacería con detenciones arbitrarias violando las garantías
constitucionales.
En Oaxaca, el gobierno criminal impone un estado de excepción no declarado.


La PFP en acción contra la APPO

El 19 de noviembre, la Coordinadora de Mujeres Oaxaqueñas y otros grupos feministas realizaron una nueva marcha en al ciudad de Oaxaca y fueron agredidas por elementos de la Policía Federal Preventiva (PFP) (Vélez O., en La Jornada 20 nov 2006). La protesta fue en respuesta al abuso sexual que agentes de la PFP hicieron días antes contra una señora. Utilizando aspersores manuales, la PFP lanzó agua con chile piquín contra las manifestantes cuando éstas se retiraban. La acción de la PFP fue completamente injustificada porque, en ningún momento, se les agredió.

Al siguiente día, 20 de noviembre, se produjo un nuevo enfrentamiento entre la PFP y la APPO con saldo de 58 heridos y 4 horas de duración. Los hechos ocurrieron en las inmediaciones del centro histórico. Todo se inició cuando una marcha de algunos partidarios de la APPO partió de la carretera internacional Cristóbal Colón, frente al Instituto de Educación Pública. El motivo era conmemorar el inicio de la Revolución Mexicana.

Al avanzar hacia el centro de la ciudad, en una esquina, un grupo de jóvenes subió a una camioneta incinerada gritando consignas, exigiendo la salida de la policía y la destitución de Ulises Ruiz. Al parecer, desde el fondo de la formación policíaca fue lanzada una piedra que hirió en la cabeza a un manifestante. Esto provocó una respuesta de la APPO con piedras y botellas de plástico. La PFP comenzó a lanzar gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes y éstos respondieron utilizando sus “bazukas” lanzacohetes.

El contingente de la APPO se reagrupó y, luego, produjo un enfrentamiento mayor. La PFP se desplazó unas calles fuera del Zócalo y los integrantes de la APPO se replegaron hacia la Plaza de Santo Domingo, donde permanecía el plantón de la Asamblea. Durante 2 horas, se lanzaron cohetes y gases. El enfrentamiento se extendió a varias calles. La PFP utilizó a las tanquetas antimotines. El pueblo quemó autobuses para impedir el paso de las tanquetas. La PFP utilizó, incluso, las instalaciones del Hotel Camino Real para arrojar los gases lacrimógenos, el pueblo respondió lanzando piedras. No fue el único caso, la PFP utilizó a monumentos históricos, como la Facultad de Derecho y el exConvento de Santa Catalina, para lanzar piedras, balines y gases. Después de varias horas, tanto la PFP como la APPO se replegaron a sus respectivas posiciones. A la madrugada siguiente, elementos de la PFP intentaron incendiar el exConvento de Santo Domingo.

La APPO se moviliza, el Estado se prepara

En apoyo a la APPO, las bases de apoyo zapatistas bloquearon carreteras en varios puntos de Chiapas. Las 150 comunidades de la Sierra de Juárez resolvieron constituirse en Asamblea de Pueblos Zapotecas, Mixes y Chinatecos, acordaron luchar por el derrocamiento de Ulises y eligieron 24 representantes ante la APPO. A este momento, la incorporación de nuevos contingentes era muy importante porque, la mayoría de los maestros de la sección 22 habían regresado a clases.

A nivel internacional continuaban las protestas, ahora en territorio suizo. En Ginebra, Berna y Basilea se hicieron pintas y protestas ante las sedes diplomáticas de México. El 23 de noviembre, en Ginebra, el comité contra la tortura, dependiente de la ONU, instó al gobierno de México a investigar los hechos ocurridos en Atenco, Guadalajara, Ciudad Juárez y Oaxaca, donde reiteradamente se han violado los derechos humanos.

La jerarquía eclesiástica ha estado en contra de la APPO no así los sacerdotes de base. En otro intento conciliador, la APPO se entrevistó con el nuncio apostólico en México para pedir que el Papa Benedicto XVI llame a la paz en Oaxaca. En una carta que le enviaron se le informó que, desde el 22 de mayo, se han producido 17 muertos, más de 50 desaparecidos y 60 prisioneros. Al Papa se le pidió que se pronunciara por la destitución de Ulises, por el retiro de los cuerpos policíaco-militares y por el respeto a los derechos humanos de los oaxaqueños.

El 21 de noviembre, Ulises declaró a la prensa que el conflicto en Oaxaca había terminado (sic). La APPO respondió que no había tal en tanto Ulises permaneciera en el cargo. El día 25 trascendió que, Francisco Ramírez Acuña, conocido torturador, sería nombrado secretario de gobernación del gobierno de Calderón. Este ya había decidido utilizar al Ejército, disfrazado de policía vía la PFP, para desatar la represión en Oaxaca.

La PFP al ataque contra Oaxaca

En previsión de que ocurriera violencia, los 200 consejeros de la APPO acordaron convertirse en escudos de seguridad en la marcha anunciada para el 25 de noviembre. Desde un día antes, la PFP comenzó a instalar retenes para impedir el ingreso de contingentes provenientes del interior del Estado. Por la llamada "radio ciudadana", Alexis y Marco Tulio, dos sicarios de Ulises, convocaron a agredir la marcha y "a tirar agua caliente y ácido muriático" a los manifestantes.

La marcha se realizó y fue atacada por la PFP produciéndose un violento enfrentamiento en las cercanías del centro histórico y en el exConvento de Santo Domingo. La marcha comenzó sin incidentes pero derivó en un enfrentamiento que duró casi todo el día. Miles de personas participaron en la marcha que se extendió varios kilómetros. El objetivo de la marcha era cercar a la PFP en el Zócalo para exigir la salida de Ulises Ruiz. Sin embargo, la PFP se adelantó a los hechos. "Más de 140 heridos tres de ellos periodistas, 100 detenidos y numerosos inmuebles públicos y privados, así como autos incendiados es el saldo parcial de varias horas de enfrentamientos" (Vélez O., en La Jornada 26 nov 2006).

Cientos de maestros y miembros de la APPO fueron intoxicados y lesionados, se reportaron 20 heridos de bala así como fallecidos por impactos de armas de fuego. Al intentar romper el cerco, la PFP lanzó canicas con resorteras, piedras y gases lacrimógenos; la APPO respondió lanzando cohetes disparados con bazukas artesanales y petardos conocidos como coyotas. Los enfrentamientos se extendieron por 14 cuadras y cubrieron a la ciudad con densas nubes de gas. Individuos vestidos de civil se dedicaron a perseguir a los manifestantes. En un momento, Flavio Sosa llamó al repliegue. No le hicieron caso. "El pueblo es el que manda" (sic), le contesto un bazukero. Otros dirigentes también convocaron a "evitar más derramamiento de sangre y detenidos”; tampoco fueron escuchados.

Más tarde se reportaron varios edificios incendiados, entre otros, el Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca, la sede de los juzgados federales, así como edificios y vehículos particulares y varias unidades de transporte público. Televisa, monopolio privado de la televisión mostró imágenes del momento en que un grupo de encapuchados, que se había desprendido del contingente de la APPO, atacaba e incendiaba edificios.

La PFP avanzó hasta la Plaza de Santo Domingo y procedió a destruir y prender fuego a las tiendas de campaña del plantón. Las fuerzas policíacas seguían persiguiendo a los miembros de la APPO. Presuntos miembros de la policía ministerial disparaban contra la multitud. Algunos se refugiaron en el cine El Pochote y fueron rodeados por la PFP impidiéndoles salir.

La ofensiva de la PFP iba en serio y utilizó a sus tanquetas para perseguir a los manifestantes hasta el Cerro del Fortín. Otros destacamentos se dirigieron a la Facultad de Medicina de la Universidad de Oaxaca para detener a quienes allí se habían refugiado. En ese lugar se supo que dos personas habían fallecido. A las 8 y media de la noche se seguían escuchando detonaciones de cohetes y armas de fuego.

El movimiento de la APPO "va de salida, ya se vino abajo; es un coletazo", declaró a la prensa Ulises Ruiz. Las fuerzas policíaco-militares siguieron las acciones con patrullajes en toda la ciudad para cumplir la orden: detener a todos los integrantes de la APPO que pretenden instalar o hayan instalado barricadas. Tomando como pretexto el incendio de edificios públicos y privados, se supo que las instrucciones a la PFP eran pasar de las acciones de contención a maniobras ofensivas. Eso significaba que, a los 3 mil 500 elementos se les otorgaban facultades amplias para usar la fuerza. Así ocurrió.

La tercera fase de la intervención de la PFP se iniciaría a partir del momento en que ocurrieran hechos violentos. ¿Quién empezó la violencia? La PFP. ¿Quién acordó el incendio de edificios? ¿Quien ejecutó las acciones? Los provocadores del gobierno, posiblemente policías o soldados infiltrados. Sin embargo, el Estado responsabilizó a la APPO y, eso fue suficiente, para desatar la ofensiva represora tendiente a descabezar al movimiento vía el encarcelamiento. ¿La APPO perdió el control de las masas en plena batalla? Eso jamás se reconocerá, el "horizontalismo" diluye las responsabilidades, la expresión "el pueblo manda" no significa más que rendir culto al espontaneísmo. Sabemos que esto suena fuerte pero la experiencia no se improvisa.

La provocación impune

En al ciudad de México, la APPO responsabilizó a Ulises Ruiz y se deslindó de la violencia. "La APPO ha demostrado ser un movimiento pacífico", dijeron con razón los representantes de la Asamblea. "La APPO se deslinda de cualquier agresión, somos pacíficos y se demuestra porque los 400 heridos que ha habido desde que comenzó el conflicto, sin contar los de hoy (ayer) son nuestros, los más de 300 detenidos también, de los cuales 57 aún permanecen en prisión; son parte del movimiento los 63 desaparecidos y los 17 muertos", agregaron (Olivares E., en La Jornada 26 nov 2006). Los compañeros tienen toda la razón, lo dicho es absolutamente cierto. Sin embargo, al momento, la lógica del enfrentamiento con el Estado hacía palidecer a la razón. En las condiciones creadas, al Estado no le interesa la razón sino el uso discrecional de la fuerza armada, en un escenario de evidente desproporción de fuerzas de todo tipo.

En Oaxaca, los helicópteros de la PFP estuvieron sobrevolando la ciudad todo el día y los rondines de las patrullas en la ciudad eran reforzados. "Esto se está normalizando" (sic), dijo a la prensa Ulises Ruiz. Por la noche, una oficina de Flavio Sosa fue baleada e incendiada. ¿Quiénes fueron? ¿A poco fue la propia APPO? No, fue la "radio ciudadana" la que llamó a prender fuego a la casa de los dirigentes de la APPO: Pero, ni el gobierno ni la PFP dijeron nada, atribuyeron el hecho a "desconocidos" y ello no motivó ninguna acción.

"La lucha del pueblo oaxaqueño por la caída de Ulises Ruiz no ha terminado, pese a la sangrienta represión", declaró Florentino López, vocero de la APPO, quien habló de "165 presos políticos, decenas de desaparecidos, centenares de heridos y lesionados, así como varios muertos" (Vélez O., en La Jornada 27 nov 2006). Florentino también deslindó a la APPO de la quema de edificios públicos y establecimientos comerciales. "No hubo ninguna orientación ni decisión (en ese sentido) porque la lucha del pueblo y la APPO es civil y pacífica", dijo.

La secretaría de gobernación de Fox, y éste mismo, declararon que los hechos ocurridos en Oaxaca "ameritan la aplicación estricta de la ley, con todas sus consecuencias" y que no puede "haber consideraciones de ningún tipo” (Muñoz A., en La Jornada 27 nov 2006). La PFP, nuevamente, se dijo agredida y que solamente dio respuesta a las "agresiones directas" de la APPO. El secretario de seguridad pública foxista responsabilizó a la APPO del daño a varios inmuebles. Nada era casual, todo formaba parte del mismo guión.

La cacería de la PFP

Los cateos indiscriminados en varios domicilios, por parte de la PFP, se iniciaron. En la ciudad de México se realizó una manifestación de apoyo a la APPO, el Eje Central fue bloqueado. La Autopista del Sol, que une a México con Acapulco, fue bloqueada a la altura de Chilpancingo por los maestros democráticos guerrerenses. En Guadalajara también hubo protestas. En Barcelona hubo acciones de repudio al gobierno mexicano y en solidaridad con los pueblos de Oaxaca. En este lugar, uno de los agrupamientos guerrilleros anunció que utilizaría las armas. Pero, en Oaxaca, la búsqueda de líderes de la APPO se había convertido en una cacería.

La PFP instaló retenes móviles por toda la ciudad, con listas de supuestos delincuentes en la mano, y procedió a revisar a todos los pasajeros de transporte público. Un verdadero estado de excepción no declarado pero sí practicado. Una abierta violación a los derechos y garantías constitucionales. Los patrullajes armados y la instalación de retenes por todo el Estado se generalizaron.

Entretanto, los detenidos fueron trasladados a las prisiones de Jalisco, Tamaulipas y Nayarit. Por la "radio ciudadana" se intensificaban los llamados a la población para denunciar la ubicación de los líderes de la APPO. Alexis, un sicario con funciones de locutor (pirata) repetía: "Si Usted llega a ver por allí a Flavio Sosa, comuníquese con nosotros de inmediato y nosotros (sic) estaremos actuando (sic). Comuníquese con nosotros, por favor, díganos donde se encuentra Flavio Sosa" (Castillo G., Urrutia A., en La Jornada 29 nov 2006).

¿Estado policíaco o fascistoide? En los hechos, la práctica política del Estado mexicano en Oaxaca es, por decir menos, criminal. Todo esto ocurría un día antes de la usurpación del gobierno federal por parte de la ultraderecha. En la capital del país, para asegurar la imposición, el gobierno foxista anunció que estaba preparada una "detención masiva" contra quien intentara impedir la usurpación de Calderón.


La PFP entró a la ofensiva en Oaxaca reprimiendo al pueblo


La resistencia indígena en Oaxaca no es coyuntural, hay raíces profundas

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