FRENTE DE TRABAJADORES DE LA ENERGÍA, DE MÉXICO
Organización obrera afiliada a la FEDERACION SINDICAL MUNDIAL
2ª. Asamblea nacional en defensa del
agua
y de la tierra, y en contra de su
privatización
4 y 5 de noviembre de
2006
Xoxocotla,
Morelos
Intervención
del FTE de México
El agua, derecho
social
D. Bahen, F.J. Sainz, J.
López-Islas, H. Mejía, A.
Hernández
FRENTE DE TRABAJADORES DE LA
ENERGIA
energia@fte-energia.org
1 INTRODUCCION
La lucha de los pueblos por el agua es
histórica. El agua es fuente de vida. En México, originariamente,
el uso del agua y de la tierra fue determinado social y colectivamente. La etapa
colonial se caracterizó por la apropiación privada del agua y de
la tierra por parte de los encomenderos españoles. Luego, los liberales
se encargaron de preservar sus prerrogativas durante la transición al
México independiente. Con la Reforma vendrían nuevos pactos, como
la “desamortización” del agua, la tierra y los bosques,
declarados de propiedad social, pero legalizando el despojo y originando nuevos
conflictos.
El Ejército Libertador del Sur, con base en el Plan de
Ayala, estableció en la ley agraria del 28 de octubre de 1915 la
nacionalización de la tierra, las aguas y los bosques. En 1917, el
Constituyente retomó diversas demandas populares e incluyó el
dominio de la nación sobre la tierra, el agua, el petróleo y
demás recursos naturales. No obstante diversas regresiones, la propiedad
colectiva social en estas materias está vigente en los artículos
27 y 28 constitucionales. Las correspondientes actividades del proceso de
trabajo constituyen funciones estratégicas a cargo exclusivo del
Estado.
Hoy, no solamente las fuentes de agua sino los procesos que
involucran su distribución y abastecimiento, cobran importancia
estratégica. El manejo y almacenamiento de los excedentes, el tratamiento
de las aguas residuales, el desarrollo de nuevas políticas y estrategias
para su distribución y suministro, así como el aprovechamiento
racional del agua como fuente energética, reclaman la
participación social de los trabajadores y los pueblos.
El
derroche de los recursos y la depredación capitalista avivan la codicia
para apropiarse de todas las fuentes disponibles, inventando guerras y
conflictos. Esta disputa está determinada por la propiedad y el control
de las fuentes de energía y de agua.
La privatización de
los recursos naturales es una propuesta del capitalismo para aplicarse en todas
partes. Las privatizaciones son la fórmula del neoliberalismo para
someter al mundo económica, política y militarmente. Las
rivalidades se intensifican y, las potencias, deciden unilateralmente el reparto
de las fuentes más allá de sus fronteras, lo mismo de una cuenca
fluvial que un depósito de petróleo o gas. Para el imperialismo,
estos recursos deben ser administrados por sus corporaciones
transnacionales.
En materia de agua, el imperialismo privatiza todo el
proceso de trabajo, incluyendo aguas potables y residuales. Se trata, dicen, de
terminar con el esquema primitivo de competencia. Agua y petróleo son
recursos estratégicos. La guerra de agresión se extiende,
precisamente, donde estas fuentes son abundantes.
2 EL PROBLEMA DEL AGUA
2.1 El agua como problema mundial
Hoy día, a escala mundial, la posesión,
dominio y uso del agua exacerba la lucha de clases. El uso irracional del agua,
y demás recursos naturales, ha provocado que más de 1 mil millones
de seres humanos en el mundo vivan en condiciones de extrema pobreza, sin una
gota de agua que beber y, por tanto, sin derecho a la
vida.
Tratándose del petróleo, el mundo ha entrado en la
fase de declinación, se estima que las reservas mundiales
alcanzarán solamente 25 ó 30 años y están
disponibles solamente en pocas regiones del planeta. En México, la
relación reservas/producción al 1º. de enero de 2006
indicaban que existen reservas probadas de petróleo crudo solamente para
9.7 años. Pero, durante este año se ha dilapidado otros 1 mil
millones de barriles de petróleo crudo quedando, en este momento,
petróleo solo para 8.6 años.
En el caso del agua la
situación es compleja. El planeta Tierra se constituye de ¾ partes
de agua pero, el aprovisionamiento de agua dulce, representa menos del 3% del
total existente. Una importante cantidad está congelada en los casquetes
polares y, el resto, sigue el proceso natural para alimentar manantiales y
ríos. Sin embargo, las reservas mundiales y su disponibilidad real no
pueden cuantificarse con precisión porque muchos mantos han sido
contaminados y, el cambio climático, afecta su recarga disminuyendo en
proporciones que se ocultan deliberadamente.
Del volumen total de agua
disponible, actualmente 12 mil kilómetros cúbicos anuales, al
menos la mitad se emplea para el consumo humano e industrial, es decir, la
disponibilidad es cada vez más limitada. Este escenario es similar al del
petróleo, en fase de estancamiento, y de continuar con la
depredación, habrá inevitable declinación. En estos
momentos, existen fuentes acuíferas que son compartidas por dos o
más países habiendo más disputas que consensos. En algunos
casos, se proyectan guerras motivadas por el petróleo o por el agua. Tal
es la situación en Medio Oriente.
El interés de las
transnacionales del agua en América Latina dista de ser gratuito. En
nuestra región se ubican grandes reservas de agua dulce: cuatro de los 25
ríos más grandes del mundo --Amazonas, Paraná, Orinoco y
Magdalena-- con un flujo combinado de 5,470 millas cúbicas, casi igual al
de los otros 21 ríos juntos. También, están algunos de los
lagos más grandes del mundo incluyendo el Maracaibo en Venezuela, el
Titicaca en Perú y Bolivia, el Poopo en Bolivia y el Buenos Aires,
compartido por Chile y la Argentina. Casi un 20%, es decir la quinta parte del
agua dulce del mundo, proviene de la cuenca del Amazonas.
2.2 El problema del agua a nivel nacional
En México, los recursos naturales
energéticos son propiedad de la nación y, las actividades
relacionadas son estratégicas a cargo exclusivo del Estado. Así
está previsto por la Constitución política del país.
No obstante, en muchas partes del país, diversas empresas subsidiarias de
las grandes corporaciones transnacionales, por todos los medios y utilizando
todas las argucias legaloides en complicidad con gobiernos entreguistas, se han
venido apropiando de la explotación y suministro de aguas.
En
materia energética, el gobierno foxista propuso una reforma
constitucional regresiva, que sigue vigente, con la que intenta modificaciones a
la Ley de Aguas Nacionales para proseguir la privatización
eléctrica furtiva actualmente en marcha. Mediante reformas a la
legislación secundaria, se incluye al agua, otorgándola
inconstitucionalmente a los permisionarios privados para su utilización
comercial en la generación eléctrica. Esto ya ocurre con grandes
proyectos hidroeléctricos y lo mismo se proyecta con la eoloelectricidad
a base del viento.
México tiene un potencial de aproximadamente
13,000 pies cúbicos por persona. Hay, sin embargo, problemas serios como
la zona del Valle de México. En la capital, Ciudad de México,
experimenta diversos y muy graves problemas derivados del uso irracional del
agua: hundimiento, contaminación de sus propios mantos acuíferos,
etc., además de racionamiento y una deficiente
distribución.
2.3 Privatización furtiva del agua
Como en la época
colonial, el consorcio español Aguas de Barcelona (Agbar) controla
actualmente numerosas empresas (y empresitas) dedicadas, con grandes
anomalías, a la explotación y suministro de aguas en
América Latina. Según sus propios datos, Agbar da servicio a
más de 20 millones de personas de Andorra, Argentina, Chile, Colombia,
Cuba y México.
Los españoles aseguran que realizan la
"correcta gestión de los recursos naturales y la protección del
medio ambiente". No obstante, la transnacional anunció que a raíz
de un problema serio en Argentina, entraba en un proceso de
"des-inversión masiva en América Latina". Esto no quiere decir que
devolvería, sino que re-vendería, sus concesiones. Agbar participa
(o participó), también, en Uruguay y Brasil.
Los reales
beneficiarios de la privatización del agua no son usuarios del servicio
público (habitantes de ciudades, o rurales, mucho menos campesinos) sino
las grandes empresas del sector. Se estima que la floreciente industria mundial
del agua está controlada actualmente por 10 multinacionales, que tienen
en el Banco Mundial a su mejor aliado. Dos de ellas, Vivendi y Suez controlan
70% del mercado mundial del agua. Suez opera en 130 naciones y Vivendi en
más de 90.
Suez (toma su nombre original del famoso canal en
Egipto, del cual fue financiera y constructora), antes de 2001 era conocida como
Suez Lyonnaise des Eaux, que a su vez surge de la fusión, en 1997, entre
la Compagnie de Suez y Lyonnaise des Eaux, que al año siguiente
adquirió participación mayoritaria de la Société
Générale de Belgique. C. de Suez había comprado antes, en
1991 las empresas Nalco y Calgon en EU (productoras de químicos y
tratamiento de agua), y al año siguiente, a la United Water. En el ramo
eléctrico, la firma Lyonnaise des Eaux, en 1996 había tomado
control de Tractebel, transnacional privatizadora en materia eléctrica y
de gas natural. Ésta, en el 2000 compró la Cabot LNG en EU.
Suez, que cotiza actualmente en la bolsa de Nueva York, fundó en
2001 a Ondeo al tiempo que Tractebel se ampliaba en Europa y América
Latina dónde, por cierto, en 2003 cambió su nombre a
Suez-Tractebel. Ese mismo año se fundó Electrabel, todo esto en el
marco de varios escándalos en AL.
En México, la
Comisión Nacional del Agua (CNA, Conagua), siguiendo los dictados del
Banco Mundial (BM), caladamente promueve la “participación
privada” de la transnacional española Agbar, a través de
filiales (como Aguas de Saltillo, 2001). Estas empresas
“paramunicipales” lucran con la gestión privada de un
servicio público vital provocando severos aumentos de tarifas y
constantes fallas en el suministro. A pesar de ello, la CNA planea otorgar
nuevas concesiones a Agbar y otras transnacionales en más ciudades del
país.
En México, cerca del 20% de los sistemas municipales
de agua están privatizados a nivel de operación. Ondeo (Suez),
tiene contratos en ciudades como Monterrey, Ciudad Juárez, Puebla,
Laredo, Saltillo, Aguascalientes, Piedras Negras y Ciudad Acuña,
abasteciendo a cerca de siete millones y medio de personas. A su vez, Ondeo
adquirió Azurix (una subsidiaria de la nefasta Enron) en 2001, obteniendo
por traspaso las concesiones del servicio en Cancún, parte de la Ciudad
de México, León, Torreón y Matamoros.
El caso de la
transnacional Vivendi, también presente en México, es similar.
Existe otra empresa inglesa que junto con Suez y AgBar detentan las concesiones
otorgadas por la Comisión Nacional del Agua bajo la figura de
"Títulos y Permisos de Aguas Nacionales y sus Bienes Públicos
Inherentes". Es un procedimiento similar al que utiliza la Comisión
Reguladora de Energía (CRE) para otorgar permisos privados en materia de
generación eléctrica y gas natural. Sin embargo, la página
de la CNA no ofrece los datos generales de los permisos, solo se puede hacer
consulta por titular, pero éstos no son las transnacionales.
El
manejo es por demás turbio. La CNA faculta a un organismo, el Programa
para la Modernización de los Prestadores del Servicio de Agua y
Saneamiento (Promagua), para impulsar, mediante apoyos financieros (provenientes
casi todos del BM), los sistemas de agua y saneamiento en los municipios.
Así, estos recursos se destinan a la figura de “Prestadores del
servicio”, que se refiere lo mismo a los organismos operadores (privados)
que a los responsables directos de la prestación del servicio, es decir
los municipales, cuyos nombres son los que aparecen en el listado para consulta
de la Conagua.
3 CONCLUSIONES Y PROPUESTAS
El dominio de la nación en materia de agua no es
negociable por tratarse de un asunto de seguridad y soberanía nacional.
La tierra, las aguas, los bosques, los recursos naturales en las plataformas
marítima y terrestre son propiedad colectiva social. Este derecho es
inalienable e imprescriptible.
Tratándose del agua, al igual que
la energía, la legalidad constitucional está rota y debe
restablecerse por el pueblo de México organizado y movilizado en todo el
territorio nacional.
Esto incluye la lucha unificada contra la
privatización furtiva del petróleo, el gas, la energía
eléctrica y el agua, así como, iniciar un proceso de
planeación integral de los recursos nacionales que permita, a partir de
un inventario confiable, elaborar las prospectivas necesarias para su
aprovechamiento racional. Los mexicanos necesitamos formular nuestro propio Plan
Nacional de Agua. Para ello, requerimos construir la organización social
a todos los niveles y en todos los lugares.
En consecuencia, el FTE de
México propone las siguientes banderas de lucha:
1-
Nacionalización de todas las fuentes de agua, 2- Aprovechamiento racional
de las reservas disponibles de agua, 3- Formulación popular del Plan
Nacional de Agua, 4- Construir una organización nacional antiimperialista
y de soberanía nacional, 5- Enarbolar un programa unificado, clasista y
solidario en materia de energía, agua y derechos sociales.
¡Venceremos!
¡Salud y Revolución Social!
Frente de Trabajadores de la Energía,
de México
La delegación del FTE en la marcha de Xoxocotla