Represión foxista, signo de incapacidad política total
La ocupación de Oaxaca
Foxismo y charrismo sindical pretendieron doblegar a los maestros.
El gobierno no deseaba diálogo sino la imposición mediante la represión.
El Estado mexicano, solapando y patrocinando sicarios, armó la provocación.
El asesinato del periodista Brad Will debía investigarse, fue acción de mercenarios.
Fox decidió la ocupación policíaco-militar de Oaxaca; el pueblo resiste y lucha.
División e intriga del foxismo y charros
Con regreso o sin regreso a clases el
gobierno foxista había tomado previamente la decisión. En el
operativo" no intervendrá la PFP”, habían dicho, agregando
que se haría “después del regreso a clases”. El 19 de
octubre, la APPO hizo una contrapropuesta: “que fuera el gobierno federal
el que tomara el control de los cuerpos policíacos de la entidad,
así como del agrupamiento municipal, como alternativa para evitar que
dichos elementos cometieran más abusos contra quienes exigen la salida de
Ulises Ruiz”. Gobernación aceptó esa contrapropuesta y,
después de que regresen a laborar los 70 mil profesores de Oaxaca,
Abascal estuvo de acuerdo en "restablecer el orden" con ese mecanismo.
Ese día, Enrique Rueda había planteado en conferencia de
prensa que el retorno a clases sería antes de terminar octubre. Eso, que
fue reiterado ante la televisión privada, no fue bien recibido por las
bases. Los medios procedieron a exagerar las diferencias e insistieron en la
división del movimiento, táctica prevista por la secretaría
de gobernación. Durante los funerales del profesor Pánfilo
Hernández hubo muestras de indignación contra Rueda.
Luego
del acuerdo del Senado de la República, apoyado por el PAN-PRI, Ulises
Ruiz sintió que respiraba y, de inmediato, anunció el desalojo de
la APPO incluyendo a todas las policías, aún la PFP. Los charros
sindicales del SNTE, por su parte, arreciaron la campaña contra la
sección 22 insistiendo en la creación de una nueva sección.
Pero aún, dijeron que investigaban a Enrique Rueda y Alma Delia Santiago,
para instrumentarles un proceso interno.
El 20 de octubre, la CNTE y la
APPO desmintieron que hubiera ruptura e, incluso, descartaron que Rueda sea
traidor. Por la tarde, en la ciudad de México se realizó una
marcha magisterial de apoyo a Oaxaca.
Al siguiente día, en
acalorada asamblea realizada en Oaxaca, los maestros de la sección 22
impugnaron la legalidad de la votación referida a la consulta para el
regreso a clases. 26 mil a favor de regresar a clases y 15 mil en contra, fue el
dato que ofreció Ulises a los medios antes de conocerse los resultados.
Eso molestó mucho a los maestros quienes hicieron severas acusaciones a
Rueda. Se acordó realizar a nueva consulta.
Como ha sucedido a lo
largo del movimiento, en la madrugada, un grupo de desconocidos hizo disparos de
arma de fuego contra los campamentos de la APPO. El 22 de octubre, el arzobispo
de Antequera-Oaxaca, propuso que se entregara la ciudad "para que opere una
fuerza de orden, pero de ninguna manera una fuerza de represión".
Regreso a clases pero con garantías
Desde hacía días se
sabía que habían llegado a Oaxaca policías y soldados
vestidos de civil e, incluso, tanquetas para “rescatar” a Oaxaca. El
23 de octubre, la APPO emplazó al (des)gobernador Ulises Ruiz a que
renunciara e las siguientes 72 oras. También, demandó a la
sección 22 a que no regresara a clases hasta la caída de URO.
Asimismo, llamó a una “insurrección pacífica
popular” para el 1º. de diciembre. La consigna “Si Ulises no se
va, Calderón no pasará” se transmitió por Radio
Universidad.
La fuerza pública es la única salida al
conflicto en Oaxaca, declaró el PRI, porque “en las grandes
democracias” (sic) se utiliza para restablecer el orden. Debido al
conflicto, el SNTE suspendió el Congreso Nacional de Educación que
había anunciado días antes.
En el municipio de Cosolapa, en
la rivera del Papaloapan, se apareció Ulises “para inaugurar una
biblioteca”. Los habitantes de la comunidad le cerraron el paso, se
armó una gresca, se lanzaron cohetones y la policía civil hizo
disparos al aire. Hubo varios lesionados. Ulises tuvo que salir en
helicóptero. La televisión trasmitió los hechos.
Entrevistado Ulises dijo que no había habido balazos y, agregó
que, sus giras son a petición de las comunidades
(sic).
“Vuelta a clases o se aplica el operativo”,
anunció la secretaría de gobernación previendo un nuevo
rechazo magisterial. El 24 de octubre la sección 22 canceló la
asamblea para conocer los resultados de la nueva consulta por no existir
condiciones de seguridad ya que, la noche anterior, se había producido un
tiroteo cerca del Hotel Magisterio donde se hospedan los delegados.
Un
sector de pequeños y medianos empresarios oaxaqueños se
pronunció por la salida de Ulises. Esto ocurrió durante el
encuentro denominado Economía Social y Solidaria de la Iniciativa de
Diálogo realizado en el Convento de Santo Domingo.
El 25 de
octubre, la secretaría de gobernación y el Centro de Inteligencia
Nacional (Cisen) afinaban el operativo para “restablecer la paz y el
orden” en Oaxaca. Las acciones incluirían el llamado a la APPO a
negociar una vez que los maestros hubieran regresado a clases.
La
asamblea de la sección 22 aprobó el 26 de octubre el regreso a
clases por 31 mil contra 20 mil votos. Sin embargo, se dio que eso sería
siempre y cuando hubiera garantías de seguridad física, laboral y
administrativa. Los profesores también acordaron emplazar a que Ulises
renuncie antes del 30 de noviembre o “reventarán la toma de
protesta de Calderón”.
La radio se convirtió en un
extraordinario instrumento de lucha que la APPOO ha utilizado correctamente.
Como parte de las medidas de distensión política, varias
estaciones de radio fueron entregadas. El 27 de octubre la APPO entregó
La Ley del Pueblo. Al miso tiempo, entró al aire una radio pirata del
gobierno. Las barricadas continuaban resguardadas, en un 90 por ciento, por
maestras.
Represión policial y paramilitar
En acciones coordinadas simultáneas, las
policías ministerial y preventiva, apoyadas por grupos de golpeadores del
PRI, atacaron a las barricadas de la APPO. Tres muertos y 23 heridos fue el
saldo. Las víctimas: un profesor, un comunero y Brad Will,
camarógrafo estadounidense de la cadena independiente Indymedia. La APPO,
nuevamente, declaró la “alerta máxima” en
previsión de un ataque “de gran calado”.
La jornada de
violencia fue intensa, las escenas parecían de guerra. El plantón
de la APPO frente a la casa de gobierno fue roto, profesores y simpatizantes
fueron desalojados, luego perseguidos, 50 profesores desaparecidos. Los
pistoleros dispararon sobre reuniones de brigadistas. A los disparos, la APPO
respondió con resorteras y tubos confeccionados para disparar cohetones,
simulando bazukas. En la ciudad universitaria, encapuchados vestidos de negro
intentaron tomar, sin éxito, Radio Universidad.
Brad Will
registraba los hechos cuando recibió dos impactos de bala. Los
brigadistas de la APPO y otros periodistas allí presentes trataron de
auxiliarlo. En el trayecto a la Cruz Roja, Brad falleció. El hecho tiene
seria significación política. ¿Quién y porqué
dispararon al camarógrafo extranjero? Al parecer fuero sicarios
conocedores de lo que hacían. El hecho es evidentemente político
para agravar el conflicto. Son conocidas esas tácticas de
contrainsurgencia, esas acciones son típicas de la CIA norteamericana.
Con el equipo de Calderón operan “asesores” de la CIA, ellos
fueron los autores de la campaña electoral sucia. No sería
extraño que esos “mercenarios” estuvieran entre los
provocadores contra el movimiento oaxaqueño.
El gabinete de seguridad foxista en “alerta máxima”
Como si
fuera un chiste macabro, el secretario de gobernación pidió a
Ulises esclarecer los hechos y “castigar a los responsables con todo el
rigor de la ley". Bien sabe el gobierno que, las provocaciones son
deliberadamente auspiciadas contra el movimiento por el propio Estado. Abascal
aprovechó para declarar que aceptaba todas las condiciones de los
maestros para el regreso a clases, “nosotros hacemos lo que ustedes
quieran”, dijo. A la APPO la invitó a continuar las negociaciones
para el sábado 28 de octubre.
Hechas las provocaciones, el foxismo
siguió con el guión trazado. En reunión con su gabinete de
seguridad (secretarías de la defensa, marina, gobernación, Cisen y
PGR) acordaron que “deberían” tomar la decisión para
que en las “próximas horas” se restableciera el estado de
derecho y se castigara a los responsables de la violencia. El gobierno
reiteró que el escenario a seguir dependería de la decisión
de los maestros. Era demagogia. A ese momento, en Oaxaca y la nación
entera estaba suficientemente claro que no había NINGUNA garantía
de seguridad para los maestros que habían acordado volver a clases para
el 30 de octubre.
Sin embargo, en la óptica gubernamental, los
violentos son de la APPO, el gobernador sería “incapaz”. Para
los medios, los sicarios no son nada ni nadie, todo es culpa del movimiento. En
esa lógica, el foxismo planteaba “restablecer el orden” (roto
por la APPO) y, para ello, nada mejor que la PFP para evitar que “se sigan
matando entre ellos”. Es decir, las “negociaciones” con la
APPO implicaban la entrega cándida del movimiento en manos de la
policía más represiva que existe en México.
¡Qué fácil! No obstante, la APPO mantenía la
disposición al diálogo. Los propios maestros señalaron que,
con el regreso a clases, no claudicaban ni se desmarcan de la APPO ni
aceptarían operativos policíacos ni militares.
Ese viernes,
el foxismo estaba listo para sofocar el conflicto de Oaxaca. Se planteó
la aplicación del plan militar DN-II para casos de insurrección
(sic) y el envío del subsecretario de política criminal, de la
secretaría de seguridad pública, para hacerse cargo del control de
la plaza y de las policías locales. Los detalles del plan estarían
a cargo del Cisen.
Contradicciones de una represión anunciada
La noche del sábado 28
secretaría de gobernación dio un ultimátum a la APPO para
que entregara, inmediatamente (sic), calles, plazas, edificios públicos y
bienes de propiedad privada tomados. Al mismo tiempo justificó el
envío de más de 4 mil efectivos.
Arturo Chávez,
subsecretario de gobernación, aclaró que “no está
contemplada ninguna acción para las fuerzas federales en la noche de hoy
y la madrugada de mañana, salvo que las circunstancias así lo
impusieran”. Abascal dijo que la fuerza pública estará en
Oaxaca “solo el tiempo que sea necesario”.
Las
contradicciones eran muy claras y deliberadamente perversas. Para constatarlo
mejor, el foxismo mantenía la invitación a la APPO para seguir
“dialogando” pero la decisión sobre el operativo federal era
una decisión tomada. La justificación para el despliegue de
fuerzas era, precisamente, por los hechos violentos provocados el día
anterior.
Soldados disfrazados toman Oaxaca por tierra y aire
En la madrugada del domingo 29 llegaron
al aeropuerto de Oaxaca varios aviones transportando a miles de efectivos de la
PFP, en su mayoría integrantes de la Policía Militar (PM), para
“instaurar el estado de derecho”. Es decir, llegaron soldados del
Ejército federal disfrazados de policías. Pronto se supo que
llevaban dos uniformes, uno verde olivo y otro gris. La misma presidencia
foxista se encargó de dar la noticia.
El operativo diseñado
constaba de dos partes: 1- más de 3,500 elementos de la PFP, apoyados por
300 policías militares, entrarían a los campamentos de la APPO y
los desalojarían; 2- más de 5 mil soldados ejecutarían el
plan DN-II (contrainsurgente) en cinco zonas de la entidad.
La presencia
militar no era novedad, desde hace meses están en varias partes del
estado. El Ejército y la Fuerza Aérea tienen desplegadas
batallones de infantería, regimientos de caballería motorizada en
Pinotepa Nacional, Nopala, Tuxtepec, Tlaxiaco, Cocoxon, Huajuapan de
León, Juxtlahuaca y otros lugares. A esto se suma la disponibilidad de
aviones y helicópteros en la base militar de Oaxaca, así como
miles de soldados dispuestos en varios batallones.
Al operativo se
sumarían 120 elementos de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI).
Los hechos serían supervisados por notarios públicos e, incluso,
observadores de derechos humanos. “No es un estado de guerra
interna”, dijeron los militares al servicio del foxismo. Sin embargo, en
la patología enfermiza de Fox parecía una película macabra.
Los atacantes no llevarían armas letales pero sí agentes
químicos (gas lacrimógeno), contarían con el apoyo de 10
vehículos antimotines (tanquetas). Los policías militares se
harían cargo de las capturas pendientes, la PGR estaría en alerta
para intervenir enseguida.
El centro de control de operaciones y lugar de
concentración elegido fue la base militar localizada en el aeropuerto de
Oaxaca. Tomada la decisión la noche del viernes 27, el desembarco se
inició desde la mañana del sábado. El último
contingente partió por la noche, una hora antes de que la
secretaría de gobernación diera el ultimátum a la APPO.
Mayor alevosía y ventaja no podía haber, las invitaciones a
“negociar” eran parte de la perversidad.
“No vamos a
entregar la ciudad a la PFP, ni al Ejército y Fuerza Aérea”
contestó la APPO la noche del sábado 28, luego de conocer el
arribo de las fuerzas federales. Sin embargo, la APPO mantuvo la prudencia
dispuesta a acudir a los llamados al diálogo. La APPO declaró que
la resistencia sería pacífica, exhortó al pueblo a salir a
las calles, fortalecer las barricadas y lanzar consignas contra los
policías y soldados que “no son bienvenidos a estas tierras”,
dijeron. De inmediato, la APPO anunció que el mismo domingo 29
realizaría una marcha contra la incursión de las fuerzas armadas.
Los maestros de la sección 22 dijeron que habría acciones de
“autodefensa”. El movimiento se había preparado para la
incursión armada de ese domingo.
Con tanquetas y disparos, policías y soldados, toman Oaxaca
Los
soldados-policías salieron del aeropuerto rumbo a la ciudad. Iban
acompañados con vehículos antimotines, todos en formación
de ataque y fuertemente armados con rifles de asalto, lanzagranadas y toletes.
En más de 80 autobuses fueron transportados utilizando trascabos que
barrían las barricadas para hacerles paso. Desde su arribo se
habían suspendido los vuelos comerciales.
Desde el principio
comenzó el repudio del pueblo, en cada esquina eran recibidos con lluvias
de piedras. Al entrar a la ciudad se produjeron los primeros enfrentamientos en
las barricadas. Las fuerzas federales siguieron avanzando no sin encontrar
resistencia popular, de entrada, dos tanquetas fueron destruidas. El avance de
las tropas fue apoyado por grupos especiales de inteligencia y táctica,
así como por helicópteros de la policía y el
Ejército.
A su paso, las tropas iban destruyendo las barricadas
pero el pueblo ponía nuevas atravesando trailers en las vías del
ferrocarril, arrojando piedras con hondas, bombas molotov y cohetones, e
incendiando autobuses. En dos ocasiones fueron replegadas las fuerzas invasoras.
En las barricadas, los brigadistas resistieron varias horas con piedras y
cohetones.
Flavio Sosa, en el mitin de la APPO realizado en pleno
zócalo de Oaxaca mientras avanzaban las tropas de ocupación,
había dicho que no habría enfrentamiento directo por encontrase en
desigualdad de fuerzas. Sin embargo, conforme se aproximaban los policías
y soldados al centro histórico, la resistencia era mayor. Luego, vino el
repliegue hacia la ciudad universitaria, desde donde transmitía Radio
Universidad.
Pasadas las 2 de la tarde, las fuerzas invasoras
habían ocupado parte del centro histórico, rompiendo las
barricadas con las tanquetas que lanzaban agua a presión, también
lanzaron gas lacrimógeno, enfrentaron a brigadas de estudiantes y
colonos. En los enfrentamientos hubo disparos, de inmediato se supo de un
muerto, luego de 3 y varios heridos. Fue hasta las 11 de la noche que las
fuerzas policíacas y militares entraron al zócalo de Oaxaca. Las
tanquetas se posesionaron de la plaza cuando ya no había nadie, luego
dijeron que la toma había sido
“pacífica”.
Después de la ocupación, las
fuerzas policíaco-militares se dedicaron a catear domicilios procediendo
a detener las primeras 50 personas. Los detenidos fueron trasladados en
helicópteros a la 27 zona militar. Las fuerzas ocupantes, también,
irrumpieron en las oficinas públicas, alcaldía capitalina y se
dispusieron a hacer lo mismo con otras alcaldías en el estado.
Temple y prudencia de la APPO
Durante la ocupación, la APPO mantuvo la serenidad
política decidiendo no enfrentar formalmente a la PFP e intentando
negociar. Sin embargo, la secretaría de gobernación cortó
toda posible comunicación, ni siquiera contestaron el teléfono. En
declaraciones a la prensa, la APPO consideró que Felipe Calderón
estaba involucrado en la acción represiva. En la marcha que se hizo por
la tarde del domingo, la APPO llamó la población a “resistir
pacíficamente” la ocupación de las fuerzas federales y
señaló que “no fuimos nosotros quienes rompimos el
diálogo”.
El mismo gobierno evitó el regreso a clases
que había pactado previamente con los maestros. Las condiciones creadas
por el propio gobierno impedían tal acción. Enrique Rueda,
secretario general de la sección 22 dijo de inmediato que “peligra
el regreso a clases” programado para el día
siguiente.
Durante la primera noche de ocupación, aviones y
helicópteros hicieron al menos 10 vuelos de reconocimiento sobre la
ciudad universitaria. El movimiento procedió a reforzar la defensa de la
radio, el mismo rector de la UABJO envío un mensaje oponiéndose a
un eventual ingreso de la policía.
Ola de protestas en México y el mundo
Mientras las fuerzas de ocupación
entraban a Oaxaca, en la ciudad de México se realizaban acciones de
protesta. En Oaxaca, Ulises Ruiz seguía paso a paso la entrada de la
policía-soldados. Al siguiente día, declaró a la radio que
él no era culpable de la violencia e informó que todas las
policías del estado estuvieron acuarteladas desde el viernes de la
balacera. También dijo que hay colonias que aplauden a la policía.
Abascal dijo que no había habido “ningún deceso”
agregando que “se ha usado un método muy cuidadoso para no herir ni
lastimar”.
La CNTE anunció para el 30 de octubre un paro
laboral en los estados de Zacatecas, Distrito Federal, Morelos, Durango,
Guerrero y Chiapas. En Morelia, San Cristóbal las Casas y Chilpancingo se
realizaron actos de apoyo a Oaxaca. Al siguiente día, las protestas
ocurrieron en Tlaxcala, Guadalajara, Cancún y
Chihuahua.
“Decisión muy atinada” que Fox enviara a la
PFP a Oaxaca, declaró a los medios el cardenal Norberto Rivera, individuo
involucrado en actos de pederastia según denuncias en México y
Estados Unidos.
En Milán, Italia, Madrid y España se
realizaron las primeras acciones solidarias con los pueblos de Oaxaca. Luego
siguieron las protestas en Barcelona, Roma, Paris, Marsella, Hamburgo y Munich.
Las manifestaciones se extendieron ante varios consulados mexicanos en Estados
Unidos: Chicago, Filadelfia, San Francisco, Los Angeles, Tucson, Seattle y
Houston, entre otros.
La APPO se reagrupó en la plaza de Santo
Domingo, en Oaxaca, y acordó no asistir a la secretaría de
gobernación porque “se ha establecido un estado de excepción
y se han suspendido las garantías constitucionales”. Para tener un
diálogo verdadero, la APPO exigió cuatro condiciones: el retiro
inmediato “del ejército de ocupación”, la salida de
Ulises, la libertad de los presos políticos y garantías para la
comisión negociadora.
Las protestas continuaban en el centro
histórico y la policía las reprimía con gases
lacrimógenos y agua a presión, al tiempo que seguían los
cateos domiciliarios. Por la tarde se realizaron tres marchas del magisterio y
de la APPO en repudio a la presencia de las fuerzas de ocupación. En la
ciudad de México, por la noche, fueron liberados 3 de los 4 presos
políticos del magisterio y la APPO.
Fox y Calderón, derrotados
El foxismo, en vez de desarmar y detener a los
homicidas se ensañó con las víctimas. Con el argumento
pueril de que “ambas partes se estaban matando mutuamente”, el
gobierno del PAN decidió la incursión armada, misma que festinaron
con “saldo blanco” pero en la cual hubo 3 muertos y decenas de
heridos y detenidos arbitrariamente.
En Oaxaca, los derrotado son Fox y
Calderón porque la entrada de las fuerzas policíaco-militares no
desactivó el conflicto político y social, al contrario, lo
agravaron. Oaxaca se convirtió en el conflicto social y político
más importante de los últimos tiempos. Con sangre, Fox trata de
imponer a Calderón. He allí los resultados de la alianza PRI-PAN
para sostener a Ulises. Fox dijo que, con el operativo, Oaxaca “ya
recuperó la paz social”. Por su parte, Calderón avaló
el operativo de fuerza.
El movimiento de la APPO tiene hondas
raíces populares que proceden de una larga tradición de lucha.
Eso, por supuesto, no lo entienden los gobernantes de la derecha, el PAN procede
a la manera de Carranza: utiliza la fuerza pública para reprimir el
descontento. Sin embargo, las causas del conflicto allí siguen.
Fox está a punto de irse derrotado y, Calderón pretende
llegar también derrotado; si llegara, difícilmente podría
poner un pie en Oaxaca. Un conflicto de orden laboral ha rebasado los
propósitos iniciales, los gobiernos estatal y federal fueron incapaces de
resolverlo y lo agravaron. La APPO ha sabido desarrollar el movimiento y, no
obstante, las dificultades se abren posibilidades para el movimiento social de
avanzar no solamente en Oaxaca sino en todo el país.
El pueblo repudió la
ocupación por parte de las fuerzas policíacas militares. El
conflicto no está resuelto, el gobierno foxista fue incapaz de entender
las razones y las causas, prefirió la represión.
Maestros y pueblo de Oaxaca
enfrentaron políticamente a los soldados disfrazados de policías.
La APPO ha conducido al movimiento adecuadamente evitando una
masacre.