2006, Cien años de la huelga minera de Cananea (México)
Cien años de lucha de clases en México /V
Las huelgas de Cananea y Río Blanco fueron reprimidas pero marcaron una ruptura política.
Durante la Revolución Mexicana se organizaron los primeros sindicatos de empresa o gremio.
En 1915, Obregón pactó con la Casa del Obrero Mundial para combatir a Villa y Zapata.
Carranza asesinó a Zapata, después a Villa; a los obreros los reprimió violentamente.
En 1918 se fundó la CROM con patrocinio oficial, se inició el corporativismo sindical.
Esta no es la historia real y verdadera de la lucha de
clases en México. Se trata solamente de una de las historias contadas por
los trabajadores desde el interior del movimiento. Conocer nuestras
raíces, entender nuestra propia historia, saber de dónde venimos,
es una necesidad para proyectar mejor nuestras acciones en el presente. En esta
ocasión, revisamos las relaciones del movimiento obrero mexicano con el
Estado. Hoy, nuestro movimiento está totalmente desnaturalizado,
infiltrado y destruido, corporativizado al Estado y sometido al gobierno en
turno. Esto no es casual, hay razones políticas e ideológicas y,
sobre todo, fuertes intereses históricos y coyunturales.
El
llamado charrismo sindical que padecemos los trabajadores mexicanos desde
hace ya varias décadas no es algo casual ni anecdótico. Es un
fenómeno que, salvo efímeros períodos, se reproduce en
todas partes del mundo. Se trata del corporativismo sindical con el Estado.
Desde el surgimiento de los sindicatos hasta el día de hoy el capitalismo
siempre ha tratado de anular a su contrario histórico
introyectándole una ideología ajena, sometiéndolo a la
represión, incorporándolo al Estado, penetrando a las
organizaciones obreras y desviándolas por la vía de la
corrupción, la desideologización, la persecución y
represión violentas.
Cananea y Río Blanco, ruptura política
En México, los
antecedentes obreros se remontan a 150 años atrás. El
levantamiento obrero de Chalco, el Gran Círculo de Obreros, el
periódico El Socialista y otras acciones surgieron bajo la influencia de
los grandes acontecimientos en Europa, como la I Internacional y la Comuna de
Paris, y en Estados Unidos en los acontecimientos de Chicago de 1886. El ciclo
que culmina con la Revolución Rusa de 1905, significó para
México el inicio de otro ciclo. Precedida por una huelga ferrocarrilera
en Empalme, en 1906 estalló la huelga minera de Cananea y, al siguiente
año, estallaron 97 huelgas textiles en Puebla, Tlaxcala y Veracruz, todas
violentamente reprimidas por la dictadura de Porfirio Díaz.
A
pocos días de la huelga de Cananea, desde San Luis Missouri, Ricardo
Flores Magón dio a conocer el programa del Partido Liberal Mexicano
(PLM). A este momento, los magonistas se habían alejado del liberalismo
y, en el programa, hicieron un análisis crítico de la sociedad
mexicana proponiendo diversas reivindicaciones obreras y campesinas,
políticas, económicas y sociales.
Las huelgas de Cananea
(1906) y de Río Blanco (1907) significaron una ruptura con el pasado
inmediato caracterizado por el mutualismo sindical. En ambos casos, aún
por reivindicaciones económicas, los mineros y textileros utilizaron la
acción directa y, sin existir el derecho de huelga, las estallaron. La
represión fue severa y no por casualidad, se trataba de la cruda
expresión de la lucha de clases y, la burguesía y su gobierno
enfrentaron violentamente a los obreros.
El estallido de la Revolución
Después de Cananea y Río Blanco,
se inició un proceso para someter a los trabajadores por la vía de
controlar y desviar a las organizaciones obreras. En 1909, el gobernador del
Distrito Federal patrocinó a la Sociedad Mutualista y Moralizadora con la
intención de evitar las huelgas y alentar el mutualismo. El gobernador
porfirista “prometió ayuda económica, educación y
diversiones honestas a los miembros de la Sociedad, siempre y cuando no
frecuentaran las tabernas y obedecieran a sus patrones”.
Bernardo
Reyes, gobernador porfirista en Nuevo León, favoreció –bajo
su control- la formación de un sindicato de ferrocarrileros en Monterrey
en 1907-08. El mismo Reyes revisó y corrigió los Estatutos
sindicales eliminando una proposición del sindicato para guiarse por el
camino del socialismo. En 1909, Reyes lanzó su candidatura contra
Díaz y hasta formó un partido obrero y un periódico,
México Obrero, que pronto desaparecieron.
En 1910 estalló
la Revolución Mexicana y se formaron los primeros sindicatos.
Previamente, la política del gobierno de la dictadura había sido
la intervención directa en la vida interna de los sindicatos para
manipularlos particularmente en las elecciones sindicales. Parece que fue ayer,
100 años después, se sigue viendo la misma
película.
Por su propia condición social y
económica, Madero no mostró ningún interés por los
problemas obreros ni campesinos. Sin embargo, durante 1911 y 1912
proliferó la formación de sindicatos principalmente entre los
artesanos y las manufacturas. En 1911 se fundó en Coahuila la
Unión Minera Mexicana (UMM). Los centros obreros principales estaban en
la ciudad de México, en Veracruz y en el norte del país. La
ideología iba del mutualismo al anarquismo. En 1912 se fundó la
Casa del Obrero Mundial “sin estatutos, ni estructura ni
declaración de principios”. Madero fue hostil a la Casa en la que
participaron Luis N. Morones y otros. La Casa funcionó como centro de
coordinación y otros sindicatos del país se afiliaron
habiéndose producido varias huelgas.
El Departamento del Trabajo,
creado por Madero, pronto intervino en aquellas organizaciones
“responsables y moderadas” con el gobierno especialmente las
mutualistas y una confederación llamada Gran Liga Obrera. Durante el
maderismo, dos hechos políticamente erróneos tuvieron lugar.
Primero, en Cuatro Ciénegas, un grupo de ferrocarrileros luchó
junto a Pablo González; segundo, unos batallones irregulares de mineros
de la UMM participó al lado de Venustiano Carranza, gobernador de
Coahuila.
El primer Primero de Mayo
En 1913, el golpe militar de Victoriano Huerta contra Madero
se produjo sin oposición obrera, había mucha confusión
política dominada por el anarcosindicalismo. Pero, esto no está
bien estudiado, algunos autores habla de severa represión; otros,
señalan relaciones tensa pero nada más.
Ese año, se
realizó una gran marcha obrera el 1º. de mayo. Fue la primera
ocasión en plena dictadura huertista. Algunos dicen que hubo
represión; otros que no la hubo. Hay quien habla de un acto, otros de
tres. Sin embargo, después de haber intervenido en un mitin realizado
frente a la Cámara de Diputados a Serapio Rendón, la dictadura lo
apresó y luego le mandó cortar la lengua. Más tarde, hubo
detenidos y varios extranjeros fueron expulsados. Si eso no es represión,
quién sabe de que historia hablen esos historiadores. Respecto a la
fecha, algunos indican que la primera vez de la marcha no fue en 1913 sino un
año antes, el 1o. de mayo de 1912, organizada por el Partido Obrero
Socialista de la época.
En abril de 1914, la marina de Estados
Unidos se apoderó del puerto de Veracruz. El movimiento obrero se
colocó en un falso dilema: defender la soberanía de la
nación o solidarizarse con la dictadura de Huerta en resistencia contra
la agresión. Eso dividió al movimiento. En la capital se
realizó una manifestación contra la agresión extranjera y
de apoyo al gobierno. Inmediatamente después, al siguiente mes, Huerta
clausuró a la Casa y detuvo a sus dirigentes. Luego, las fuerzas de Villa
y Zapata destruyeron a la dictadura y quebraron al ejército federal.
La alianza carrancista vía Obregón
Entre 1914 y 1915 se iniciaron las
nefastas relaciones entre el Estado y el movimiento obrero, situación que
se ha prolongado hasta el presente. Con la entrada de Obregón a la
capital, la Casa del Obrero Mundial volvió a abrir sus puertas. En la
inauguración estuvo Antonio Villarreal, gobernador de Nuevo León
y, el gobierno carrancista a través de Obregón, le regaló
la Casa de los Azulejos para instalar las oficinas así como una imprenta.
En algunos estados se promulgaron códigos laborales reconociendo algunas
demandas como la jornada de 8 ó 9 horas.
En la Casa había
alguna reticencia a la intervención política del gobierno pero no
se articuló ninguna respuesta. Algunos dirigentes como Antonio
Díaz Soto y Gama, se fueron a Morelos con Zapata; otros, como Eloy
Benavides, prefirió el nombramiento de inspector del Departamento del
Trabajo carrancista.
En 1914 se había realizado la
Convención de Aguascalientes que había aprobado un programa de
reformas políticas y sociales. Al siguiente año, se discutieron
las propuestas laborales que reconocían el derecho de
sindicalización y de huelga. Sin embargo, en 1915, la Casa decidió
unirse a Carranza. Esta fue una decisión trágica cuyas
consecuencias llegan hasta hoy.
En febrero de 1915, el recién
formado Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) estalló la huelga en la
Compañía de Teléfonos Ericsson. Con la participación
del pintor Gerardo Murillo (doctor Atl), el gobierno carrancista intervino la
empresa y la puso en manos de los trabajadores. Luis N. Morones, fue nombrado
gerente general de la telefónica. La experiencia fue
desafortunada.
Debido a la situación económica imperante,
el gobierno de Carranza ofreció una suma de dinero a la Casa para
distribuirla entre sus afiliados. La ayuda era condicionada a cambio del apoyo
al carrancismo. Luego de airadas discusiones internas, por acuerdo de un
cónclave secreto, una comisión de la Casa viajó hasta
Veracruz para pactar la alianza con Carranza. Se inició una
corrupción entre el gobierno en turno y los sindicatos que no ha
terminado aún.
Los batallones rojos
El 17 de febrero de 1915 se firmó un triste pacto de
colaboración con el gobierno de Carranza obligando a los trabajadores a
tomar las armas contra los ejércitos campesinos de Villa y Zapata. El
único sindicato que se opuso fue el SME. Se dice que se formaron cuatro o
seis batallones llamados rojos, mismos que intervinieron en la batalla de Celaya
donde Obregón derrotó a Villa obligándolo a replegarse
hacia el norte.
La Casa se dedicó a hacer violenta e insultante
propaganda a favor de Carranza y en contra de Villa. Luego, con el apoyo militar
del gobierno se organizaron filiales de la Casa en varias partes del
país. La intervención del gobierno en los sindicatos sigue hasta
el día de hoy. “El constitucionalismo es el futuro” se
tituló un manifiesto de la Casa publicada en la prensa de la
época, entre los firmantes estaba Luis N. Morones. Se inició una
política traidora de las burocracias sindicales que no ha terminado. El
1º. de mayo en Veracruz, la Casa aclamó a Carranza, práctica
que siguió con los gobiernos en turno hasta hoy día.
A
principios de 1916 vino otra vez la represión luego que los Batallones
Rojos fueron disueltos. La Casa fue ocupada por las tropas de Pablo
González. En varias partes del país, hubo detenciones y clausuras
de oficinas sindicales. En mayo, con motivo de a huelga ferrocarrilera,
Obregón había dado órdenes militares para detener a todos
los huelguistas. En marzo, la Federación de Sindicatos Obreros del
Distrito Federal (FSODF) convocó a un congreso que se realizó en
Veracruz.
En agosto de 1916, en medio de serias dificultades en la
economía nacional, la Casa convocó a una huelga general exigiendo
el pago de salarios en oro. Uno de los tres comités de huelga estuvo
encabezado por Atl quien llevó al comité de huelga ante Carranza
aparentemente para iniciar negociaciones. Carranza calificó a los
huelguistas de traidores a la patria y ordenó su detención
acusados de rebelión social. De acuerdo a un decreto de Carranza, basado
en una ley de 1862, a los organizadores de la huelga se les imponía la
pena de muerte.
Desde que se inició la Revolución
ésta era la huelga más importante. La acción más
significativa fue realizada por los electricistas del SME. Los líderes
fueron detenidos y llevados ante un tribunal militar. Ernesto Velasco,
secretario general del SME, fue sentenciado a muerte; luego, debido a la
solidaridad de los demás trabajadores, se le condenó a 25
años de prisión.
Obregón le propuso a la FSODF y a
la Casa que suspendieran sus actividades. Así se aceptó y la Casa
desapareció para siempre.
El mismo año 1916, Zapata
criticó fuertemente a Carranza por la pobreza de contenido de su programa
político y social. En 1918, reiteró la crítica a la
política de oponer a los obreros contra los campesinos y viceversa.
Habiendo ajustado cuantas con los obreros en lucha, Carranza asesinó a
Zapata utilizando a las tropas asesinas de Pablo González.
La CROM
Un Congreso Nacional Obrero había acordado en 1916
formar una nueva organización, la Confederación del Trabajo de la
Regional Mexicana (CROM). Se dijo que el arma de lucha sería la
acción directa, que no habría adhesión a ningún
gobierno ni partido político y que ningún representante sindical
podría ser funcionario de gobierno. Nada de esto se cumplió. Lo
que prevaleció de inmediato fue el oportunismo de la burocracia sindical
que pronto se alió con Obregón perdiendo toda independencia de
clase.
Cuando se realizó el Congreso Constituyente en 1917 que
aprobó una nueva Constitución, la presencia obrera fue
prácticamente nula. Sin embargo, en el artículo 123 se
reconocieron algunas demandas a favor de los trabajadores. Tales fueron la
jornada de 8 horas y el derecho de huelga, enarboladas por Flores Magón.
Sin embargo, se impusieron un conjunto de limitaciones que anularon de inmediato
a los derechos. Se crearon las Juntas de Conciliación y Arbitraje que han
sido perniciosas a los trabajadores hasta el día de hoy. El Estado fue
colocado por encima de las clases y se erigió en árbitro del
colaboracionismo. La Constitución de 1917 negó, en esencia, la
lucha de clases.
La CROM se fundó finalmente en 1918 y
dominó el escenario obrero hasta 1930. En 1917 se había realizado
un segundo congreso en Tampico y, en 1918, se realizó el tercero en
Saltillo. Este fue convocado mediante un decreto expedido por el gobernador del
estado de Coahuila quien ofreció pagar los gastos de los delegados del
país. Este congreso eligió por mayoría a Luis N. Morones
como secretario general. Morones impulsó la idea de abandonar la
acción directa y conseguir patrocinadores oficiales para tener una
representación política. Era el inicio del corporativismo y fue
Zapata quien hizo las críticas más severas.
A la CROM se
unió la Unión Minera Mexicana, después la FSODF y varios
sindicatos del interior del país sin lograr atraer a la mayoría de
los trabajadores. La CROM surgió como una organización reformista.
Dado que Carranza prefería la fuerza contra los obreros y Obregón
era más proclive a la conciliación, la CROM se alió a
Obregón. Con motivo de las elecciones presidenciales de 1920, Morones y
Obregón firmaron un pacto político secreto. Así, la CROM
quedó uncida al gobierno en turno. En ese pacto se planteó que la
Secretaría del Trabajo trataría solamente con la CROM
reconociéndole el derecho exclusivo de representación. Esta
perniciosa acción ha seguido hasta la fecha, el gobierno en alianza con
el charrismo sindical, decide a discreción a quienes reconoce. Fue
Morones quien lanzó, precisamente, la candidatura de
Obregón.
Cuando se produjo el levantamiento armado de Agua Prieta,
que derrocó a Carranza, la CROM se sumó con el grupo del norte.
Luego, durante el gobierno interino de Adolfo de la Huerta, la CROM fue
recompensada con puestos menores en el gobierno. En las elecciones, varios
cromistas fueron candidatos a senadores y diputados. Morones, candidato a
diputado, perdió. Electo Obregón se olvidó de las promesas
a Morones quien, sin embargo, recibió puestos menores en el
gobierno.
Uno de los apoyos del gobierno a la CROM fue el descuento por
nómina de las cuotas sindicales, así como el control de los
conflictos de trabajo al habérsele entregado la sección de
Conciliación. La CROM también obtuvo empleo para los
líderes e importantes sumas de dinero del gobierno para gastos de los
sindicatos y federaciones. Se iniciaba un amplio proceso de corrupción
que ha llegado a nuestros días. Con la ayuda del gobierno, la CROM
sometió al movimiento obrero con el doble papel de un discurso
aparentemente radical y, al mismo tiempo, de apoyo al gobierno.
Las milicias de la CROM y Calles
En 1923, con motivo de las siguientes elecciones
presidenciales, se produjo la sublevación de Adolfo de la Huerta. El
candidato propuesto para suceder a Obregón era Plutarco Elías
Calles. La CROM estaba completamente identificada con éste. Para
apoyarlo, la CROM propuso crear una milicia de trabajadores armados. A pesar de
la reticencia inicial de Calles se formaron milicias en varios estados del
país.
La CROM se había convertido en un brazo represor del
gobierno, se apropió de las posesiones enemigas e, incluso, entró
de lleno en el asesinato político. Eran los inicios de las
características sindicales que se han prolongado ya 9
décadas.
Las relaciones entre Calles y la CROM se volvieron
más estrechas. Al poco tiempo, en recompensa, Vicente Lombardo Toledano,
prominente cromista, sería gobernador de Puebla. En la campaña,
Calles se hacía llamar “el candidato de la clase obrera” y la
CROM se deshacía en zalamerías. Calles ganó y la
integración del movimiento obrero con el gobierno en turno se
afianzó. Morones y camarilla se enriquecieron como quisieron y la
corrupción sindical tomó carta de naturalidad, el gobierno se
encargó de financiar al sindicalismo. La confabulación con los
patrones fue una característica distintiva. Respecto al gangsterismo, la
CROM no vacilaba en enfrentar a sus rivales. Así ocurrió con la
Confederación General del Trabajo (CGT), lo mismo que ferrocarrileros o
petroleros. Estos métodos están generalizados hoy en
día.
En esa época era común que la CROM recurriera
al uso de soldados de línea. Es el caso de la represión a los
textiles de la fábrica La Carolina cuando quisieron separarse de la CROM.
Lo mismo ocurrió durante la huelga de los tranviarios de 1925. En esa
ocasión, la CROM los obligó a incorporarse a la central no
obstante la oposición de ferrocarriles y electricistas del
SME.
Cuando en 1926-27 se produjeron las huelgas ferrocarrileras, la CROM
llamó a las fuerzas del Ejército federal para romper las huelgas.
También se acudió a los esquiroles e, incluso, a la
provocación de enfrentamientos entre obreros. Otra acción era la
creación de sindicatos fantasmas afiliados a la CROM. Esa práctica
es, actualmente, una de las peores perversiones sindicales toleradas y
auspiciadas por el propio Estado a través de las Juntas de
Conciliación y Arbitraje. Los métodos divisionistas se intentaron
contra los petroleros. No obstante enfrentamientos con soldados y esquiroles,
los petroleros se negaron a ser afiliados contra su voluntad a la
CROM.
Los electricistas del SME se mantuvieron fuera de la CROM y la
combatieron, especialmente cuando Morones pasó a ocupar la
Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo. El poder político de
Morones había llegado a un alto nivel, contando con gobernadores,
diputados y funcionarios de la CROM. Emilio Portes Gil quien sucedería a
Calles en la presidencia era enemigo declarado de la CROM. Al momento, durante
el régimen de Calles, la integración de la CROM con el Estado era
plena, se había formalizado el corporativismo que aún hoy en
día padecemos, el colaboracionismo de clases era una realidad. “No
somos enemigos del capital, sino sus colaboradores” publicó la CROM
como mensaje navideño en 1927.
Ese año se modificó
la Constitución para permitir la reelección de Obregón
apoyada por el Partido Laboral de Morones. La CROM se dividió en torno al
apoyo, Morones no era partidario de Obregón. Este fue electo en 1928.
Unas semanas después fue asesinado, Morones fue inculpado y
renunció al gobierno callista. Varios sindicatos se separaron de la CROM
y ésta se desintegró en 1929 con el auspicio estatal que le
retiró las canonjías y patrocinio económico.
La
dependencia del movimiento obrero respecto del Estado no se alteró en los
siguientes años. Incluso, durante el cardenismo (1934-1940) el
corporativismo se consolidó e hizo oficial. Hoy en día, el
sindicalismo mexicano visto en su conjunto tiene una imagen
deplorable.
Huelga minera de Cananea de 1906, Manifestación obrera
Huelga petrolera de 1937, Manifestación en el Zócalo de la Ciudad de
México