2006, 125 aniversario del nacimiento de Pablo Picasso
El Guernica, de
Ataque nazi a Guernica
El 26 de abril de 1937, la aviación alemana bombardeó,
incendió y destruyó la ciudad vasca de Guernica cuyos habitantes
aterrorizados, perseguidos por la metralla, huyeron de la ciudad. Casi 1,700
personas murieron ese día y unas 900 quedaron heridas. Franco negó
que el ataque hubiera tenido lugar y culpó de su destrucción a
quienes defendían a Guernica.
El bombardeo duró tres horas y media terminando por eliminar
literalmente a la ciudad. El ataque no tenía ninguna relevancia militar
ni política, y su único objetivo fue el del cruel acto de terror
sobre la población vasca, que tenía por "santa" y lugar de
peregrinaje dicha ciudad. Gracias a la prensa internacional, Guernica se
convirtió rápidamente en la imagen del exterminio fascista en
España, y una amenaza próxima del nazismo.
Las democracias europeas hacían que no veían la tragedia
española. En París, se había preparado una
exposición internacional de arte dedicada al trabajo, el progreso y la
paz. En enero de 1937, el Frente Popular le encargó a Picasso una pintura
mural para el pabellón español de la Exposición Mundial de
París, que comenzaba en julio de ese año. Luego de los
acontecimientos de Guernica, Picasso decidió que su obra sería una
respuesta al genocidio.
J. Campás Montaner, en Avizora Publicaciones, señala que
“el cuadro de Guernica es un acto político, un ataque
explícito al militarismo y una denuncia a la indiferencia de la
democracia burguesa”. Las fotografía realizadas por Dora Maar
fueron transformadas drásticamente por Picasso, “desde la primera,
dramática y epopéyica, grandilocuente y retórica, hasta la
supresión del brazo cuyo puño apretaba un haz de espigas o el
cambio en la cabeza del caballo dispuesta primero hacia abajo”.
El
Guernica de Picasso no describe ni representa un hecho, no hay alusión
directa a los bombardeos o hechos específicos, no pretende denunciar un
asesinato y suscitar indignación y piedad: quiere mostrar la tragedia en
la conciencia del mundo civilizado y obligarle a juzgar y decidir. Para ello,
Picasso utiliza la estructura del cuadro histórico-clásico:
“la composición está distribuida a la manera de un
tríptico, que preside el ojo de la noche con su pupila convertida en
bombilla eléctrica, situado sobre el vértice de los 4
triángulos compositivos del cuadro”.
Estructura de el Guernica
El cuadro de Picasso tiene dimensiones monumentales, de
349 x776 cm., recoge nueve figuras y la representación simbólica
de Dios como un gran ojo divino con un borde de picos irregulares, y con una
bombilla como pupila; el resto de figuras son: Un caballo, un toro, un
niño muerto en brazos de su madre, un guerrero, dos mujeres, un hombre
envuelto en llamas y una paloma.
El cuadro tiene simetría
determinada por el eje medio de la pared blanca, así como los pilares
verticales del toro de la izquierda y la figura con los brazos levantados de la
derecha. La perspectiva se observa en las figuras de los caídos en
primer término, en los planos del fondo o las biseladas de la ventana. La
gradación de valores se manifiesta en la alternancia de los planos
blancos, negros y grises. El ritmo creciente va del acento oratorio del
caído hasta el grito del caballo.
Pero, señala
Campás, al orden clásico Picasso le superpone una
descomposición cubista. “La desintegración del lenguaje
tradicional de la pintura refuerza su visión fragmentada, violenta y
destructora. En la versión definitiva vemos, sobre el empedrado de una
calle desolada, y a la luz de una bombilla que las bombas han respetado, una
escena terrible. Un ser humano troceado, con los ojos abiertos, el gesto de
gritar y la mano crispada de indignación, que coge con el puño del
otro brazo seccionado una espada rota, de donde nace una flor. Un caballo con el
vientre atravesado por una lanza, víctima inocente o verdugo del pueblo.
Un toro impasible que nos observa, removiendo la cola, encima de una mujer que
llora la muerte de su hijo. Todos gritan de odio, incluso los animales.
Está la mujer desesperada que sale por la ventana iluminándose con
un quinqué; la mujer que casi se arrastra, huyendo, mirando el cielo de
los aviones asesinos; o la mujer que clama al cielo con los brazos levantados
ante la casa en llamas”.
El Guernica,
pintura al óleo en blanco y negro, 349 x776 cm, de Pablo Picasso
(1937)
Interpretación simbólica
“Picasso convierte a cada figura en un
símbolo. No hay un solo personaje que en sentido estricto pueda
considerarse representación del hombre real, ya que lo que yace en el
suelo es una estatua de varón: el símbolo del ideal agredido y
destruido.
“Pero, si falta la realidad del hombre, se multiplica,
en cambio, por cuatro la mujer, en cuatro símbolos distintos: el de la
agresión psíquica (la madre traspasada de dolor por el niño
asesinado), el de la agresión física (la mujer que levita en
llamas), la del eros y la fecundidad agredidos (la grávida mujer que,
rodilla en tierra, su sexo a la vista y los pechos desnudos, mira a lo alto), el
de la feminidad liberadora (la mujer que empuña el símbolo de la
luz doméstica que contrapone a la luz tecnológica y al
caballo).
“Las casas en llamas arden en un interior que hasta tiene
una mesa, símbolo de la agresión a la intimidad.
“La
lámpara eléctrica, símbolo de la tecnología moderna,
hija de la misma ciencia que ha construido los aviones y las
bombas.
“El toro de la izquierda de la composición es una
doble realidad, simbólica y metafórica: el toro ibérico,
gran tótem de España, y el propio artista que así gustaba
autorretratarse. Tiene su vista puesta en el espectador.
“El
caballo puede ser la imagen de la España fascista, que pisa al guerrero,
o un símbolo de dolor y agonía, víctima pasiva de las
corridas de toros”.
Interpretaciones posibles
Existen varias interpretaciones del Guernica de Picasso.
Todas las interpretaciones pueden ser factibles, dice Campás, ya que
Picasso quiere expresar la disgregación del mundo víctima de los
horrores de la guerra, y por ello se sirve de ambivalencias. Así, al lado
de la cabeza del caído, hay una herradura signo de suerte, y por encima
de la espada crece una flor.
“Las caras obedecen al estilo cubista,
que solapa las distinciones entre perfiles y frontales y permite al artista
reagrupar los rasgos a su antojo. La angustia reflejada en el rostro de la mujer
que sostiene al niño muerto resulta especialmente conmovedora
quizá por el contraste de estilo entre la cara de la madre y la
representación más convencional de la criatura. Esta figura, que
compone una suerte de piedad, y las mujeres que contemplan el caballo herido con
miedo y lástima apuntan ciertas similitudes con la iconografía
tradicional de la crucifixión y el descendimiento.
“La
figura de la derecha alza los brazos como si quisiera impedir la caída de
las bombas. Su postura recuerda a la del personaje central de Los fusilamientos
del 3 de mayo de Goya. Toda la obra es un gran grito suspendido: desde el
relincho del caballo, al alarido de la mujer que mira al cielo, pasando por el
bramido feroz del toro, el terrible gemido de la madre... En medio de este atroz
estruendo, el silencio de la flor que brota junto a la espada del guerrero
invita a la esperanza.
“En el suelo, en primer término,
aparece la cabeza cortada de un soldado; se trata de la única figura
masculina del cuadro que podría representar a un miliciano de la
República. La austeridad cromática conviene al tema del cuadro. La
primera imagen que Picasso recibió del bombardeo de Guernica le
llegó por los periódicos franceses, lo cual propicia la
teoría de que fue la interiorización del horror lo que hizo que
Picasso reflejara la tragedia en negros entintados y un blanco
sepulcral.
“La pintura está dispuesta a modo de friso de
templo griego y su estructura compositiva sigue el típico encuadramiento
triangular. Una poderosa diagonal, que empuja la mirada del espectador de
derecha a izquierda, organiza la tensión del grupo de
figuras”.
Vigencia y presencia del Guernica
Dice Campás que, “del bombardeo de la
villa de Guernica no le ha quedado a este cuadro más que el
título. El hecho bélico del genocidio fue sólo el punto de
partida para pintar algo intelectualmente trascendental. No hay indicaciones de
tiempo ni de lugar; por ello está fuera de la historia. Lo que en el
cuadro acontece le sucede a toda la humanidad, y prefigura lo que
sucederá en Berlín, Londres, Hiroshima y Nagasaki... La historia
ya no es catarsis, es terror”.
Hoy, la protesta que expresa el
cuadro podría aplicarse a Falluja o a Qaná en Medio Oriente. Como
antes Franco, para “ocultar” sus atrocidades, el imperialismo sigue
culpando a los “insurgentes” que se defienden de las tropas
militares y de las corporaciones transnacionales que los invaden. En 2003,
cuando el secretario de Estado norteamericano intervino ante la asamblea general
de la ONU para defender la invasión a Irak, sus asistentes tuvieron que
cubrir un tapiz que reproducía al Guernica de Picasso.
No es para
menos. El Guernica “sobrepasa con mucho los límites de la sencilla
contemplación estética, es un cuadro que no tiene y nunca
podrá tener marco pues, el "Guernica", desde su creación y hasta
nuestros días fue parte de la historia inspirada en esta misma”.
Referencias
- Argan, G.C. (1976), El arte moderno. 1770-1970. Valencia. Fernando Torres
ed. 2ª ed.
- Campás J. 2006, Guernica de Pablo Picasso, en
Avizora Publicaciones_ Pintura y Escultura, www.avisora.com.
- Cirici
Pellicer, A. (1981), Picasso. Su vida y su obra. Madrid. N.
Editorial.
- De la Puente, J. (1991), La pintura: de Goya a las
últimas tendencias. Barcelona.
- Landau S., 2006, Tapen el
Guernica, ¡Viva la muerte!, en Atajo, periodismo para pensar.