2006, 125 aniversario del nacimiento de Pablo Picasso
Las señoritas de Avignon
Inicio de la estética picassiana
“Burla del arte moderno”
dijo Matisse, “cuarta dimensión, horrible revoltijo”
expresó Stein, “mejor que se dedique a la caricatura”
indicó Fenéon. Sus amigos fueron severos cuando el maestro les
mostró la tela al óleo de “Las señoritas de
Avignon”. Pero allí estaba la primera fuente del cubismo,
según reconocería la crítica más tarde.
Para
algunos, como Malraux y Richardson, la tela es la mayor innovación desde
el Giotto; para otros, como García Trevijano, “Las
señoritas...” no puede considerarse ni antecedente del cubismo ni
obra maestra.
El caso es que, "Las señoritas de Avignon" fue el
primer cuadro cubista pintado por Picasso en 1907. Las figuras femeninas
representadas en este lienzo están singularmente tratadas. Son formas
planas, cuyas siluetas aparecen como fracturadas, y los trazos que las delimitan
son siempre rectilíneos y angulares. Asimismo, se acomete el intento de
representar, al mismo tiempo, un rostro humano de frente y de perfil.
Análisis pictórico
Se ha escrito que, la figura de la izquierda fue
inspirada en una escultura egipcia, para las cabezas de las figuras centrales el
maestro consideró modelos de escultura ibérica y, para las cabezas
de las figuras de la derecha tomó influencia de la escultura negra. Se
considera que esta pintura une ciertas huellas el arte primitivo africano con la
presencia de formas greco-ibéricas.
En el análisis
pictórico de “Las señoritas...”, Trevijano describe
una obra sin diagonales ni verticales que ordenen el movimiento y señala
que esto muestra el fracaso de la composición, su inarmonía.
También dice que los negros, blancos y azules del fondo no dan
perspectiva unificada a las rosadas figuras planas. Dice que el equilibrio de la
mujer a la izquierda no tiene correspondencia en el rostro de la máscara
africana ni en la gesticulación de la que está de pie a la
derecha.
Luego señala que, la mujer que está des espaldas con
los muslos abiertos y el rostro de frente rompe la verticalidad dominante en las
demás y en la naturaleza muerta indicada abajo del cuadro e indica que el
sombreado de su nariz no supera la impresión de un cepillo saliendo de su
entrecejo. La mujer de tristeza resignada, a la derecha de la figura central, se
cae de modo impasible. La mirada de dureza y voluntad de dominio en la quinta
mujer, dice Trevijano, rechaza la indiferencia con que la obra expresa la
“prostitución”.
Un estilo de ruptura
Desde luego, esta obra de Picasso carece de
reglas objetivas tradicionales, no es la expresión realista de la
“prostitución”, se trata de un estilo que deforma las formas,
que rompe los cánones.
El cubismo resultó esencialmente en la
fragmentación de formas tridimensionales en áreas planas
sobreponiéndose e intersecándose, de manera que, las partes de la
anatomía humana se pueden ver de frente y vuelta al mismo tiempo. En
“Las señoritas...”, la superficie del cuadro semeja un
cristal fracturado.
A diferencia de la pintura tradicional, Picasso rompe
con la profundidad espacial y la forma de representación ideal del
desnudo femenino, reestructurándolo por medio de líneas y planos
cortantes y angulosos. En el cuadro, Picasso se apoya exclusivamente en el
dibujo y el conjunto aparece completamente desprovisto el efecto del
claro-oscuro.
En “Las señoritas...” se elimina la
profundidad y la representación es dimensional. Como sería
después característico del cubismo, hay austeridad en el color y
una renuncia explícita a la perspectiva tradicional y a los colores
reales. Esta obra es solo una parte de la extraordinaria obra pictórica
del maestro Pablo Picasso.
Referencias
García Trevijano A., Las señoritas de Avignon de Picasso, en Avizora
Publicaciones.
“Las señoritas de Avignon”, de Pablo Picasso.
Óleo sobre lienzo, 244 x 234 cm. Colección del Museo de Arte
Contemporáneo de Nueva York