2 de julio de 2006, elecciones presidenciales
Elecciones en México
VII. Movilización y organización
Proceso electoral fraudulento
Una vez que cumplieron su papel, en el guión
del fraude, las encuestas callaron momentánea y deliberadamente. El
día de la elección no se aparecieron, dejaron que el Instituto del
Fraude Electoral (IFE) jugara el papel que las mafias le asignaron. El IFE,
mediante la manipulación del programa de cómputo y otras
marrullerías se encargo de hacer coincidir los resultados electorales con
los “pronósticos” de las falsas encuestas, especialmente las
publicadas por el Grupo de Economistas Asociados (GEA) de Jesús Reyes
Heroles (el chico), expriísta, ahora afiliado al PAN.
Voceros de
la televisión privada han dicho que existe la percepción entre
algunos mexicanos de que hubo fraude. Otros, han acotado de inmediato,
señalando que esa percepción es de los perredistas que postularon
a López Obrador. La realidad es que la percepción del fraude la
tienen no únicamente los militantes y simpatizantes del Partido de la
Revolución Democrática (PRD), la percepción es mayor e
incluye a más de los 15 millones de mexicanos que emitieron su
voto a favor de la coalición “por el Bien de
Todos”.
La muestra del descontento han sido las 2 grandes
concentraciones masivas del 8 y 16 de julio en la capital del país. En
esas demostraciones se ha manifestado el coraje e indignación. En el
Zócalo, muchos asistentes lloraron, otros gritaron y todos mostramos una
clara disposición para la lucha. En México, se ha producido la
movilización social más importante de la historia reciente.
Aún cuando se trata, hasta el momento, de acciones ciudadanas,
individuales, la dinámica podría evolucionar rápidamente.
La “democracia” la hemos venido conquistando a un alto
precio en multitud de luchas previas. En la proximidad del centenario del inicio
de la Revolución Mexicana (1910) no se ha escrito la última palabra.
Neoliberalismo y charrismo a ultranza
La pretendida imposición de Felipe
Calderón, candidato del PAN, es inaceptable por tratarse de un proceso
fraudulento y sucio pero, ante todo, por razones políticas. La
mayoría del pueblo mexicano no queremos que siga el neoliberalismo.
Calderón representa a los intereses antinacionales. Desde la
campaña electoral, este individuo se declaró explícitamente
neoliberal.
El 23 de junio, en Baja California, Calderón ofreció a
empresarios, o "a quien sea", generar energía eléctrica más barata
que la que produce la Comisión Federal de Electricidad, de tal manera que
"los que quieran meter su lana en el sector lo hagan con
libertad".
Cuando Calderón fungió como diputado federal y,
luego, como secretario de energía de Fox, sus acciones estuvieron
dirigidas a favorecer a discreción no únicamente negocios
familiares sino la entrega explícita a las corporaciones transnacionales
de la riqueza y patrimonio colectivo social en materia de hidrocarburos
(petróleo y gas) y de energía eléctrica. Ahora, anuncia ya
la siguiente ofensiva privatizadora.
Al momento, el IFE lo ha declarado
“ilegalmente” ganador de la elección presidencial pero el
proceso no ha terminado. En México NO hay todavía NINGUN
presidente electo. Hay una impugnación al proceso. El PRD sostiene que
López Obrador ganó la elección y, luego de presentar un
recurso de inconformidad ante el Tribunal Federal Electoral (Trife), éste
deberá analizar las pruebas y decidir.
Pero, entretanto,
aún evidenciándose políticamente muy débil,
Calderón ha insistido en imponerse compulsivamente y ya promueve acciones
de gobierno. Entre sus colaboradores ha incluido a Luis Téllez, promotor
de la privatización energética en el gobierno de Zedillo,
actualmente miembro del consejo consultivo de Sempra Energy, una de las
transnacionales que ilegalmente genera electricidad en México. Ha
trascendido, incluso, que Téllez se perfila como director general de
Petróleos Mexicanos (Pemex). Sería una verdadera aberración
para convertir finalmente a PeMEX en PeUSA.
No nada más,
Calderón al promover su neoliberalismo a ultranza trata de apoyarse en
los sectores más desprestigiados pero, al mismo tiempo, más
proclives a la sumisión y entrega de México al imperialismo. Es el
caso del charrismo sindical. En sendas reuniones, Calderón se ha hecho
reconocer como “presidente electo” por la cúpula del
charrismo presidida por Víctor Flores, individuo que destruyó al
sindicato ferrocarrilero, y por Elba Esther Gordillo, quien usurpa al Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Gordillo mantiene un
fuerte cacicazgo en el magisterio y, ahora, dirige a una simulación de
partido político, el PANAL, que fue favorecido por el IFE con un 5% de la
votación lo que le permite tener a su servicio a algunos diputados y
senadores.
La relación, y pacto, de Calderón con los
sectores más degradados del charrismo sindical implica su
pretensión de “gobernar” con las mafias coincidentes con su
proyecto privatizador.
¿Moviliza para desmovilizar?
En rápida respuesta, millones de
mexicanos participamos de una amplia movilización social en repudio al
fraude electoral intentando revertir el complot oficial. Una gran parte de los
participantes no pertenecemos al PRD, sin embargo, hay un sentimiento
generalizado que obliga a tomar acciones más allá de una
candidatura.
La movilización inicial parece haber rebasado a la
frágil estructura del PRD y a su dirigencia política más
frágil aún. La movilización, que debió convocarse
antes del fraude anunciado, apenas empieza y ya hay voces que reiteradamente
preparan la desmovilización. La derecha y sus voceros de la
televisión privada apuesta a que el movimiento se
“desfondará” en poco tiempo, más aún si el
Trife insiste en validar un proceso viciado. Lo grave es que la izquierda
(socialdemócrata) se está preparando, prematuramente, para
suspender las movilizaciones. López Obrador y colaboradores cercanos
asumen que son ellos los que pueden convocar y des-convocar a discreción.
El pueblo, en general, les ha depositado su confianza pero da la
impresión que confunden la nobleza con la sumisión.
Política, organización y programa
La política basada en la
desmovilización es errónea, en la presente coyuntura y
después. Por supuesto, la movilización NO significa marchas
diarias ni acciones improvisadas y voluntaristas. Toda movilización
requiere realizarse con sentido y objetivos definidos. La movilización se
debe realizar a nivel nacional, no solo en la capital sino en las diversas
regiones del país, incluyendo las principales ciudades y centros de
trabajo.
La movilización se basa en la política y
ésta no puede reducirse al conteo de votos ni siquiera al reconocimiento
de López Obrador como ganador de la elección. En este caso,
sería más pertinente la movilización organizada para llevar
adelante un gobierno socialmente decoroso y políticamente digno. Muchas y
amargas experiencias en Latinoamérica muestran que sin una sólida
organización social es sumamente difícil que algún
presidente pueda gobernar y menos aún profundizar un proceso social
democrático.
De manera que, la movilización implica
construir organización, misma que mucha falta nos hace a los mexicanos
por ser prácticamente inexistente. Es necesario estructurar al partido
(PRD), incluso crear un nuevo partido de la izquierda socialista. También
hace falta construir la organización obrera destruida por el charrismo
sindical desde hace varias décadas. Desde luego, hace mucha falta la
construcción de organización social para integrar a los millones
de mexicanos en todo el territorio nacional, con sus diversos sectores y en
todos los lugares.
La política de ciudadanos, de individuos
valiosos pero desorganizados, es insuficiente. La multitud que se congrega al
llamado de los políticos es muy importante pero solo tiene valor
numérico, mismo que palidece al no estar organizado y guiado solamente
por el inmediatismo promovido por las cúpulas
tradicionales.
Séptima estrella y última:
Movilización y construcción de organización
Construir
organización es una tarea muy difícil pero es algo necesario para
extender el movimiento, consolidarlo, darle continuidad y mayores perspectivas.
Por el momento, estamos ante un conflicto post-electoral que debe tener una
culminación exitosa. Pero sería conveniente analizar los
múltiples escenarios. Una de las primeras tareas, entonces, es promover
intensamente la discusión colectiva en las calles, colonias, centros de
trabajo, sindicatos, escuelas, mercados, oficinas y plazas
públicas.
En esas discusiones políticas convendría
enfatizar en la necesaria organización, a nivel local, municipal,
estatal, regional y nacional. Nuestra aspiración y propuesta es construir
una solo organización en todo el territorio. Tal organización
asumiría un programa que sería enarbolado cuanto antes, con o sin
el gobierno en nuestras manos.
La construcción de
organización es una tarea urgente sobre todo para los trabajadores. Es
preciso salir del estrecho marco estatutario que, por la contracultura
auspiciada por el charrismo e imperialismo, ha llevado al conjunto de
trabajadores mexicanos a apartarse de la política y de la lucha social.
En el curso de la discusión, deberemos abordar el rescate de los
sindicatos actualmente en manos de los charros sindicales, desafiar al
corporativismo, si es necesario crear nuevas organizaciones y, lo más
importantes, dinamizarlas para ser capaces de reorganizar
democráticamente al movimiento obrero de México.
¡Salud y Revolución Social!
¡Venceremos!
1.5 millones de mexicanos en
protesta contra el fraude electoral presidencial en el Zócalo de la
Ciudad de México, el 16 de julio de 2006.