Pasajes de la lucha obrera mexicana
Cien años de lucha de clases en México/I
Los mineros de Cananea y textileros de Río Blanco iniciaron este ciclo centenario.
Los electricistas del SME desafiaron a Carranza en plena Revolución.
Electricistas y petroleros al frente en el auge de masas de los 30s.
Ya han pasado 5 generaciones de mexicanos, se han ido cien
años más como un suspiro. Un largo batallar con victorias
parciales y derrotas momentáneas, escenas heroicas y otras
trágicas, un proletariado socialmente fuerte y políticamente
débil, ausencia de movimiento obrero, miles de sindicatos y sindicatitos
convertidos en organizaciones-cárceles, secuestro obrero por el charrismo
sindical, corrupción, violencia y crimen, son algunas de las
características de esta historia obrera aún por escribirse.
Los siguientes son solo algunos pasajes de la lucha proletaria mexicana.
No están incluidas todas las luchas sino algunos ejemplos descritos
brevemente; el análisis no es detallado, son apenas unos apuntes al
vuelo. Pero esta historia está contada desde el interior del movimiento
por algunos de los que la hemos hecho. En este centenario proletario,
¡Gloria a los obreros mexicanos que dieron su vida luchando! ¡Gloria a
los hombres y mujeres que siguen en la batalla! El futuro es de los que luchan.¡Venceremos!
Despertar obrero en México
La madrugada del 1 de junio de 1906
anunció el estallido de la huelga minera en Cananea, Sonora, y con ella
el inicio de la lucha de clases en México. Los proletarios mexicanos nos
sumamos al torrente mundial luego de la Comuna de Paris (1871) y los
acontecimientos de Chicago (1886). Cuando irrumpieron las huelgas minera de
Cananea (1906) y textil de Río Blanco (1907) nuestro movimiento no
tenía conciencia histórica organizada pero sí la influencia
de algunos pensadores como Ricardo Flores Magón.
En la huelga de
Cananea se expresó, por vez primera, la bandera de las 8 horas como
jornada de trabajo. Con ello, el incipiente proletariado mexicano apenas salido
de la esclavitud, se sumó objetivamente a la lucha obrera internacional.
Los mineros estallaron una huelga, no siguieron tendencias lúdicas,
hicieron mítines y marchas, nombraron democráticamente a una
representación y defendieron sus derechos con la acción directa.
En esa época no había aún sindicatos, el derecho de huelga
era inexistente, se carecía de derechos obreros y se vivía en un
estado de excepción marcado por una dictadura violenta que llevaba ya 25
años ejerciendo el poder político.
Cuando estalló la
huelga de Cananea, estaban relativamente recientes hechos importantes de nuestra
historia. En 1847 habíamos perdido más de la mitad del territorio
que nos fue arrebatado por el gobierno norteamericano luego de una
invasión armada y la traición de Antonio López de Santana,
presidente mexicano en turno. También estaba presente la enorme lucha de
Benito Juárez para restaurar la República, así como la
gloriosa Batalla de Puebla cuando los mexicanos vencimos a la
intervención francesa.
El proletariado mexicano empezaba a surgir
en los talleres y fábricas de manufacturas. Muchos años antes
existía una fuerte tradición minera. Con el impulso al capitalismo
por la dictadura de Porfirio Díaz, los ferrocarriles unieron a la capital
con las costas y fronteras. La política económica era de
sumisión colonialista y dominio de la burguesía agraria,
industrial y bancaria. Empezaba con fuerza la época del
imperialismo.
La huelga de Cananea estalló como una respuesta
obrera ante el límite de la opresión impulsada por el contexto
económico y político de la época. En la forma en que
ocurrió representó un abierto y frontal desafío al capital
y su gobierno. La huelga fue violentamente reprimida sin que se hubiera logrado
obtener la solución inmediata a ninguna de las demandas. Sin embargo, con
la huelga de Cananea seguida por la de Río Blanco, se abrió un
largo ciclo de lucha obrera aún inconcluso.
Estas huelgas fueron
dos importantes antecedentes de la más grande irrupción de masas
mexicanas en la historia reciente. La Revolución Mexicana, en su
vertiente auténtica, encabezada por los ejércitos campesinos de
Villa y Zapata, fue precedida por la acción obrera. Pero, al ser
incipiente el desarrollo proletario, la influencia obrera en la
Revolución fue muy limitada terminando por imponerse la tendencia
burguesa representada por Venustiano Carranza y Alvaro Obregón.
No obstante, el legado de los huelguistas de Cananea y Río
Blanco, que habían enarbolado la propuesta de Flores Magón sobre
la jornada de 8 horas, fue retomada por el Ejército Libertador del Sur al
incorporar esa demanda a su programa. Más tarde, el propio gobierno que
traicionó a la Revolución asesinando a Villa y Zapata,
incorporó en la Constitución de 1917 importantes cuestiones en
materia del derecho a la tierra y al trabajo.
Los primeros huelguistas
fueron reprimidos, la Revolución fue traicionada pero el ciclo que
iniciaron no se ha cerrado.
El primer Primero de Mayo
Después de Cananea y Río Blanco, en
plena Revolución Mexicana, surgieron las primeras organizaciones
sindicales mexicanas a partir de organizaciones mutualistas y gremiales. Ricardo
Flores Magón y el Partido Liberal Mexicano impulsaron la formación
de la Confederación de Trabajadores Mexicanos (la primera CTM). De enorme
importancia fue la constitución, en 1911, de la Liga Mexicana de
Electricistas misma que en 1914 se transformó en Sindicato Mexicano de
Electricistas (SME).
Un año antes, ahora en la dictadura militar
de Victoriano Huerta, el asesino de Madero y Pino Suárez, se
realizó en México por primera vez un acto el 1º de mayo de
1913. Fueron 3 eventos, el primero de ellos fue un mitin en el Hemiciclo a
Juárez, en el centro de la capital mexicana. Trabajadores e intelectuales
de la época se dieron cita muy de mañana. La represión no
se hizo esperar. La dictadura procedió violentamente para dispersar a los
manifestantes, luego detuvo y encarceló a los organizadores. A Serapio
Rendón, uno de los oradores, la dictadura le cortó la
lengua.
La marcha del 1º de mayo en México fue conquistada al
precio de sangre obrera. Desde entonces, sin embargo, el proletariado mexicano
hemos estado presentes en esa histórica jornada de lucha proletaria, a
veces en desiguales condiciones, otras veces en peores circunstancias y,
algunas, en momentos culminantes.
Huelga electricista de 1916
Mientras el mundo estaba ocupado en la I guerra Mundial, los
mexicanos participábamos de una Revolución, justamente cien
años después de la revolución de Independencia. Cuando se
fundó el SME, en 1914, la Revolución Mexicana estaba en su
clímax. Ese año se había alcanzado un momento máximo
desde el punto de vista militar en la batalla de Zacatecas con el triunfo de la
División del Norte, encabezada por Pancho Villa, contra el
ejército de la dictadura a la postre destrozado por los revolucionarios.
Unos días antes, se había producido en la capital mexicana una
impresionante marcha “con las armas en la mano” de los
ejércitos villista y zapatista.
Otras organizaciones obreras
también surgieron así como los primeros liderazgos no
revolucionarios. La Casa del Obrero Mundial (COM) pronto optó por el
colaboracionismo de clase. El gobierno de Carranza asumió una
compatibilidad de clase y, a través, de Obregón propusieron la
inmediata subordinación política explícita y
contrarrevolucionaria. A la Casa le propusieron formar los tristemente
célebres “Batallones Rojos” con obreros armados por el
gobierno para combatir a los ejércitos campesinos de Villa y Zapata.
Todos los sindicatos de la época aceptaron excepto el SME, hecho que lo
honró y proyectó a la gloria. Los “Batallones” en
cambio se sumaron a la traición y, en la batalla de Celaya, se
enfrentaron a Villa infringiéndole una seria derrota. Fue allí
donde Obregón perdió físicamente un brazo pero,
políticamente, se hizo de otro iniciándose un largo ciclo de
traiciones obreras que aún no termina.
El SME surgió como
un sindicato de lucha. En 1916, en el contexto de una huelga general organizada
por la Federación Obrera del Distrito Federal, estalló en la
capital del país la primera huelga electricista de la historia de
México. La Revolución había entrado en declive pero el SME
estalló la huelga en abierto desafío a Carranza. Este, de
inmediato, procedió a detener a la dirigencia encabezada por Ernesto
Velasco y amenazó con realizarles un juicio de guerra sumario. Pero los
electricistas no se amedrentaron y en una intensa movilización
caracterizada por la solidaridad del pueblo lograron la libertad de sus
dirigentes y el primer triunfo político del proletariado mexicano.
Colaboracionismo sindical
El ala derecha de la Revolución también
impulsó burocráticamente a su vertiente obrera. Luis N. Morones,
salido de las filas del SME, representó después de la COM a una
tendencia sindical colaboracionista con los gobiernos en turno. Ese fue el
principio del corporativismo sindical en México. Con esa base social
“prestada”, Obregón siendo presidente de la república
procedió a la desnaturalización del movimiento obrero. Los
Primeros de Mayo de la época se empezaron a caracterizar por el culto al
presidencialismo y la sumisión obrera. A Obregón le gustaba ser
aclamado por los trabajadores y se hacía llamar “el Lenin
mexicano”.
Muy reciente estaba, precisamente, el triunfo de la
primera revolución socialista de la historia. Para desviar
políticamente al movimiento Obregón manipulaba el discurso y las
acciones. Los gobernantes sabían que actuaban para impedir que el
movimiento obrero se desarrollara y, la estrategia seguida fue impedir la
independencia de clase.
Aún cuando empezó el control
estatal de varias organizaciones sindicales, las contradicciones inherentes al
trabajo y el capital seguían presentes. Los gobiernos en turno, desde
Díaz, estaban dispuestos a fortalecer el desarrollo del capitalismo en
México. A ese momento, el país estaba convertido en un país
exportador de materias primas, básicamente minerales, a través de
la red ferroviaria nacional. En este sector se había iniciado la
tradición de lucha desde los tiempos de la huelga de Cananea y, en 1924,
se volvió a organizar un movimiento de huelga que el gobierno de
Obregón no pudo impedir.
Huelga electricista de 1936
En el mundo había un ascenso con el
impulso a varios procesos revolucionarios. En México, la formación
de nuevas organizaciones sindicales había llevado al escenario a
más protagonistas. Mineros, maestros, electricistas, ferrocarrileros
revitalizaban la lucha. En 1931 se había aprobado la primera Ley Federal
del Trabajo reglamentaria del artículo 123 constitucional en materia
laboral.
Por primera vez en nuestra historia, surgió la
preocupación por impulsar la organización obrera al más
alto nivel. En 1919, a propuesta del propio Lenin, se había fundado el
Partido Comunista Mexicano (PCM) que había logrado importante presencia
al interior del movimiento.
En 1936, los electricistas del SME volvieron
a estallar la huelga. Al poco tiempo de estallada, los compañeros
realizaron una marcha hacia la secretaría del trabajo e iban armados.
Esta fue, tal vez, la última de las huelgas obreras pos-revolución
realizadas con las armas en la mano. Encabezados por Francisco Breña
Alvírez, secretario general del SME, la huelga triunfó.
El
SME se destacó en ese tiempo por los enormes esfuerzos para potenciar la
unidad y solidaridad. Junto con otros destacamentos industriales
participó ese mismo año en la formación del Comité
Nacional de Defensa Proletaria, antecesor de la Confederación de
Trabajadores de México (la segunda CTM) presidida por Vicente Lombardo
Toledano, primer secretario general. Los objetivos iniciales de esta CTM
incluían la lucha por el socialismo, su lema era “Por una sociedad
sin clases”.
Después, en el primer congreso de la CTM, el
PCM incurrió en varias maniobras y errores políticos que derivaron
en el ascenso de Fidel Velásquez, convertido más tarde en el jefe
máximo del charrismo sindical. Al poco tiempo, el SME abandonó a
la CTM. Luego, Velásquez impulsó una política abiertamente
anticomunista. Los comunistas, por su parte, se salieron de los sindicatos
“autoexpulsándose” del movimiento obrero en el más
grande error histórico. Sin enemigos al frente, se iniciaría la
fase más larga y oscura del sindicalismo mexicano dominado, secuestrado,
por el charrismo sindical.
Huelga y expropiación petrolera en 1938
Durante los años 30s,
se produjo en México una nueva irrupción de masas, la más
importante de la pos-revolución. El arribo al gobierno de Lázaro
Cárdenas, en un contexto internacional favorable, permitió al
movimiento obrero llevar adelante varias iniciativas. Una de estas fue la
formación del sindicato petrolero surgido como una organización
nacional de industria, combativa y de lucha.
Con motivo de una huelga
petrolera cuyas peticiones eran negadas por las empresas extranjeras, el
gobierno en turno tomó la decisión de expropiar a la industria
petrolera. Los trabajadores y el pueblo mexicano se desbordaron en apoyo a la
medida. Se expresó la decisión de primero incendiar los pozos
antes de permitir una intervención militar extranjera. Pero no nada
más. En filas enormes, el pueblo acudió a para ofrecer su
cooperación para que el gobierno hiciera frente a los compromisos
derivados de la expropiación. Dinero en efectivo, joyas, gallinas y otros
animales domésticos se entregaron desinteresadamente.
Lo
más importante, en epopéyicas jornadas, los técnicos y
trabajadores petroleros se dedicaron a hacer funcionar a la industria de
vanguardia de la época. Cargando, literalmente, los tubos se
inició la construcción de la industria petrolera mexicana. Con
esos esfuerzos se logró producir el tetraetilo de plomo y otros
productos. Las empresas extranjeras habían declarado que pronto
serían llamadas porque los mexicanos no seríamos capaces de nada.
Muy pronto les de mostramos que cuando una nación se decide a ser
independiente es capaz de alcanzar grandes logros.
El sindicato
petrolero, STPRM, encabezado por Ernesto Soto Innes, fue pilar obrero para la
construcción de la industria petrolera mexicana. Después, con el
ascenso del charrismo se convertiría en una de las organizaciones
más corruptas y criminales.
|
|
¡Vivan las
luchas obreras de México!
|