La lucha obrera revolucionaria en tres planos superpuestos:
la reivindicación de la relación colectiva de trabajo mediante
demandas de corte económico y laboral: 5 pesos de salario y jornada de 8
horas; fin a la discriminación, a las cargas de trabajo excesivas y a las
condiciones insalubres de trabajo; en el aspecto político, terminar con
30 años de dictadura de Porfirio Díaz Mori; y en lo social, la
lucha por la transformación profunda de una sociedad cuya prosperidad
solo alcanzaba a las clases poderosas y al capital extranjero. 100 años
después, la profundidad de crisis mexicana y mundial obliga a los
trabajadores a que rescatemos nuestra propia historia de
lucha.
Pasado el medio día del primero de junio de
1906, descubierto por el gobierno y la patronal el movimiento de Huelga en el
mineral de Cananea, en el estado mexicano de Sonora, 275 Rangers
norteamericanos respaldados por el gobernador Rafael Izábal y 100
Rurales porfiristas iniciaron una cruenta represión con saldo de
al menos 24 muertos y decenas de heridos así como múltiples
arrestos. Se sofocaba así, sangrientamente, uno de los movimientos
obreros más importantes de México precursor de la
Revolución de 1910.
Para el magonismo, corriente política
que organizó al lado de los trabajadores las condiciones para la Huelga,
Cananea representó una etapa crucial en su programa para lanzar la
revolución social en México. Para el Partido Liberal Mexicano
(PLM), organización política del magonismo que entre otras cosas
demandaba reinstaurar el orden constitucional, Cananea resultaba vital en su
intento por vincularse e incidir en la orientación política del
incipiente proletariado industrial de México.
20 años antes
de la Huelga, Cananea era una población con apenas más de 100
habitantes. Sin embargo, a principios de la primera década del siglo
veinte contaba ya con casi 15 mil pobladores, en su mayoría trabajadores
atraídos por la oferta de empleo en la floreciente industria de la
extracción del cobre. México era entonces el 2º productor
mundial de ese metal y más de 5 mil obreros mexicanos --y unos 2,200
extranjeros-- trabajaban para la Cananea Consolidated Copper Co.
Pero el
desarrollo explosivo de la Copper no fue obra personal de un solo
ambicioso, William Cornell Greene, sino que ejemplificaba las condiciones
desfavorables de la apertura económica al capitalismo mundial impuesta en
el porfiriato. Greene, como muchos otros inversionistas extranjeros, fue
favorecido por el gobierno mexicano con la entrega de las ricas minas cananeas
en 1898 y, luego, permitiéndole enriquecerse mediante la
explotación de los trabajadores, en complicidad con los gobiernos de
ambos lados de la frontera del norte.
En estas condiciones, en los
primeros meses de 1905 llegaron a Cananea José López, Enrique
Bermúdez y Antonio de P. Araujo, quienes fueron enviados por el PLM a
reforzar el trabajo de agitación y propaganda. Pero no eran los
únicos. En la Copper operaban ya, desde dentro, como
corresponsales del periódico Regeneración, órgano
del PLM, Esteban Baca Calderón y Manuel M. Diéguez. Así
Regeneración se dio a conocer entre los mineros, discutiendo no de
la teoría revolucionaria sino sus problemas concretos y cotidianos,
denunciando la corrupción y los abusos de los yanquis y de la llamada
alta sociedad.
Luego de la represión, el 1º de julio de 1906
el PLM, no un partido electoral sino revolucionario, publicó su Programa
y Manifiesto a la Nación, un programa popular llamando a la lucha armada
en contra del dictador Díaz y del poder económico y
político de patrones y hacendados. El Programa caracterizaba un
movimiento claramente anticapitalista y por una revolución social,
mediante reformas de toda índole totalmente irrealizables bajo el
régimen porfirista. El impacto de esta proclama en la izquierda
reformista provocaría diversas confrontaciones en las propias filas del
magonismo.
La Huelga de Cananea, martirologio ampliamente referido pero
pocas veces analizado como experiencia de organización de los
trabajadores, ha sido categorizada como un movimiento autoemancitatorio de las
masas obreras; para otros fue el preludio del pensamiento
nacional-revolucionario y para algunos más, el antecedente de la
conciencia socialista. Independientemente de cualquier caracterización,
esta "derrota" es y será símbolo de insurrección para el
sector obrero partidario de la acción directa, que alimentaría en
los años por venir la lucha organizada de los trabajadores
mexicanos.
Cananea fue además la primera huelga organizada y
difundida a ambos lados de la frontera México-EU. Se ha escrito que
anarquistas internacionales --como Emma Goldman y Peter Kropotkin--
influenciaron (directa o indirectamente) el movimiento magonista.
Cuadros
formados en la lucha obrera, y en particular en Cananea, continuaron su lucha en
la Revolución del Sur formando la Brigada Roja del Ejército
Libertador del Sur; otros sostuvieron directamente la lucha armada en el Norte.
Es el caso de José Leyva, quien comandó una pequeña fuerza
en Baja California o el de Jesús E. Hernández,
Trigueño, vinculado siempre con la organización de
múltiples actividades clandestinas en la Revolución del Sur, al
mando de Zapata.
Con la experiencia de Cananea a cuestas, los "rebeldes
liberales" pasaron a militar --en la acción y las ideas-- en las
más diversas tendencias políticas. Otros participarían
incluso en los tristemente célebres Batallones Rojos organizados por
Carranza y Obregón para que los obreros combatieran a Villa y Zapata.
No obstante la temprana y violenta interrupción de la
Revolución, la Constitución Política de 1917 recogió
varias de las propuestas del PLM, particularmente las planteadas en los
apartados Tierras y Capital y Trabajo de su Programa. Destacan al
menos dos, reflejadas en los Artículos 27 y 123, el primero que reclama
la propiedad social de la tierra --y anticipa la de los recursos naturales-- y
el segundo, que determina la relación Capital-Trabajo que en adelante
serviría para establecer las condiciones jurídicas del derecho de
huelga, y la jornada de 8 horas, legalmente inexistentes por decreto del
dictador Díaz. Otras propuestas sobre educación básica y el
reforzamiento del municipio tendrían también gran respaldo popular
porque, finalmente, el Programa del PLM era eso: un programa de lucha
popular.
El capitalismo y la crisis neoliberal en México y el
mundo, recicla hoy las experiencias y los procesos de los últimos 25
años para seguir engañando al movimiento. Sin pretensión de
regresar el tiempo, el FTE de México propone honrar los 100 años
de Cananea, desarrollando el Programa Obrero y enarbolando las banderas
históricas de los trabajadores desde el interior del movimiento
obrero.
Generaciones de trabajadores, desde hace 100 años,
discuten y elaboran propuestas. Es tiempo de enarbolarlas en un solo Programa.
El FTE convoca a la organización de los trabajadores para liberarse del
charrismo sindical y construir un nuevo sindicalismo de clase y para iniciar,
cuanto antes mejor, la necesaria revolución social en México y el
mundo. ¡Venceremos!