Saint Louis, Missouri, 3 de marzo de 1906.
Señores Esteban B. Calderón y Manuel M.
Diéguez
Cananea, Sonora
Mis estimados
amigos:
Perdonen que no conteste detalladamente sus gratas
últimas. Esto no lleva más objeto que tratar del espinoso asunto
de la correspondencia relativa a Cananea publicada en el número 3 de
Regeneración.
[1] Cuando
recibí sus apreciables cartas, ya estaba en prensa el periódico
pues procuramos tenerlo con dos días de anticipación, para que
pueda ser despachado de aquí el día de su fecha. Ya hasta
teníamos hechos los paquetes de los primeros ejemplares salidos de la
prensa, y me fue absolutamente imposible retirar el
artículo.
Mucho he sentido la publicación, por ustedes,
nuestros bravos y leales amigos, pero no hubo manera de impedirla. Si hubiera
recibido a tiempo sus apreciables letras, crean que con gusto habría
retirado ese artículo.
No solamente ustedes pueden salir
perjudicados por esa malhadada publicación, sino que también la
causa, pues si bien es cierto que Cananea no es el único punto en que los
correligionarios se organizan para el fin de obtener la libertad y el bienestar
del pueblo, es indudable, por otra parte, que ustedes son necesarísimos
en ese punto para los trabajos del Partido Liberal. Ustedes son allí los
jefes más inteligentes y más abnegados del Partido, y pueden
calcularse los males que la organización recibiría si fueran
despedidos de sus trabajos.
Muy apenado estoy por ustedes y deseo con
toda el alma que no vayan a sufrir por nuestra culpa algún trastorno.
Siempre hemos procurado no comprometer a nuestros amigos. Nosotros solos
queremos recibir los golpes y asumir toda la responsabilidad en cada caso, pues
nos remordería la conciencia que se perjudicasen nuestros buenos
correligionarios, entre los que tenemos el honor de contar a ustedes, pero ahora
veo con claridad las consecuencias y temo, por lo que me dicen, que vayan a
sospechar los dueños de la negociación que ustedes son los
responsables del remitido.
Me ha causado tristeza el incidente. Nosotros
sufrimos con gusto las molestias que nos originan los ataques que dirigimos a
explotadores y tiranos, pero nos duele que por nuestra causa sufran nuestros
amigos que con ejemplar patriotismo nos ayudan en la organización del
Partido Liberal como ustedes.
Es bueno, así lo considero,
despistar a los dueños de esa
negociación.
[2] Al efecto, les
acompaño una carta para que cada uno de ustedes se puedan presentar en
caso de que dichos dueños los llamen para indagar quién pudo haber
enviado los datos que aparecen publicados. Les ruego que hagan a un lado el
menor escrúpulo que pudieran tener, y nieguen rotundamente ser los
autores del remitido. Por el contenido de las cartas ad-juntas se verá
que ustedes no tomaron participación en la publicación y puede
servirles para despistar. Hay que trabajar con cordura, y por eso les recomiendo
que desechen todo escrúpulo. Nada ganará la causa, y en cambio
ustedes se perjudicarían si confesasen haber enviado los datos. En
cambio, negando ser los autores, quedarán en los puestos que ocupan, y
con los cuales prestan tan grandes servicios a la causa de la
libertad.
Si hay alguna otra manera mejor para despistar a los
yankees, no dejen de comunicármela a vuelta de correo, con la
seguridad de que los atenderé. La cuestión es que ustedes no
sufran perjuicios, ni los sufra tampoco la organización que tan
eficazmente están procurando. Espero, pues, sus indicaciones. Ustedes son
inteligentes e ilustrados y es menester que no pierdan los puestos que tienen en
ese lugar, tanto más cuanto que por medio de esos puestos están en
aptitud de estar en relación con los obreros de las minas entre los
cuales puede hacerse mucha propaganda de las ideas que tanto ustedes como
nosotros acariciamos. Espero, por todo lo expuesto, mis bravos amigos, que
obrarán con toda prudencia, teniendo en cuenta que hay mucho por hacer en
beneficio de nuestros ideales. Dispensen que no conteste ahora todas sus
apreciables cartas. Recibí giro y cupones. Ya enviaré los nuevos
nombramientos, así como los recibos.
Es bueno que adopten ustedes
un nombre supuesto para que les escriba con entera confianza, sin el temor de
que las cartas que les dirijo puedan ser violadas en caso de que sospechen que
ustedes están en comunicación con nosotros.
Ustedes
escriban con esta dirección: señora Antonia Méndez, P.O.
Box 584, Saint Louis, Missouri.
Espero a vuelta de correo la
dirección de ustedes, como me permito indicarles. Nosotros nada tenemos
que temer, pero sí tememos por ustedes y por eso me permito hacerles
tanta indicación, que si los ofende, les ruego me perdonen teniendo en
cuenta mi buena intención.
Esperando que no tengamos que lamentar
nada desagradable, como la destitución de ustedes, quedo su amigo y
correligionario que los quiere
[1] Se refiere a "Nuestro falso
progreso. La esclavitud del obrero", publica-do en
Regeneración,
núm. 3, del 1° de marzo de
1906.
[2] Se refiere a William
Cornell Greene, gerente y socio principal de la Cananea Consolidated Copper
Co.