Como efecto de la emisión de bonos
respaldados en su cartera de “clientes”, la Comisión Federal
de Electricidad (CFE) comenzó a cotizar en la Bolsa Mexicana de Valores
(BMV). Ésta anunció ahora que a pesar de la administración
neoliberal, la empresa pública generó “por primera vez desde
el 2001” una utilidad neta, para el 2005, por 4 mil 70 millones de pesos
[
Reforma, 1º de marzo de 2006]. El director de Finanzas de CFE,
Francisco Santoyo, atribuye el hecho principalmente al tipo de cambio del peso,
que fue de 10.77 pesos por dólar, comparado con los 11.26 pesos del 2004,
aunque también dijo que la Secretaría de Hacienda “fue
más benévola” con CFE en el 2005, al no aplicarle impuestos
extraordinarios, como lo hizo en el 2004.
No obstante, el día 3
de marzo el periodista Noé Cruz Serrano [
El Universal,
3.03.2006], apoyado en un informe de uno de los auditores externos de CFE
(la transnacional Deloitte Touche Tohmatsu), manipuló tendenciosamente el
informe de Santoyo para inducir la idea de que, durante 2005, el gobierno
entregó a CFE 6 mil 423 millones de pesos como subsidio directo a su
operación, a pesar que los propios auditores reportaron que dichos
recursos son “transferencias virtuales”, que “corresponden a
los recursos que el gobierno federal otorga a los usuarios del servicio
eléctrico a través de CFE mediante diversas tarifas subsidiadas en
venta de energía” mismos que se bonifican contra “el
aprovechamiento” a cargo del organismo. En pocas palabras, la CFE cubre
con sus ingresos el subsidio a las tarifas por lo que debe recurrir al
endeudamiento para desarrollarse.
En realidad, durante todo su sexenio,
el foxismo manejó a su antojo el impuesto “por
aprovechamiento” que aplica a las empresas públicas para obtener
recursos adicionales, como lo muestran los estados financieros en el caso de la
Comisión Federal de Electricidad.