2005, 400 años de El Quijote de la Mancha
La identidad de Sansón Carrasco
El ingenioso hidalgo don Quixote
de la Mancha,
Miguel de
Cervantes
CAPÍTULO
XV
Donde se cuenta y da noticia
de quién era el
Caballero
de los Espejos y su
escudero
En estremo contento, ufano y
vanaglorioso iba don Quijote por haber alcanzado vitoria de tan valiente
caballero como él se imaginaba que era el de los Espejos, de cuya
caballeresca palabra esperaba saber si el encantamento de su señora
pasaba adelante, pues era forzoso que el tal vencido caballero volviese, so pena
de no serlo, a darle razón de lo que con ella le hubiese sucedido. Pero
uno pensaba don Quijote y otro el de los Espejos, puesto que por entonces no era
otro su pensamiento sino buscar donde bizmarse, como se ha dicho.
Dice, pues, la historia que cuando el
bachiller Sansón Carrasco aconsejó a don Quijote que volviese a
proseguir sus dejadas caballerías, fue por haber entrado primero en bureo
con el cura y el barbero sobre qué medio se podría tomar para
reducir a don Quijote a que se estuviese en su casa quieto y sosegado, sin que
le alborotasen sus mal buscadas aventuras; de cuyo consejo salió, por
voto común de todos y parecer particular de Carrasco, que dejasen salir a
don Quijote, pues el detenerle parecía imposible, y que Sansón le
saliese al camino como caballero andante, y trabase batalla con él, pues
no faltaría sobre qué, y le venciese, teniéndolo por cosa
fácil, y que fuese pacto y concierto que el vencido quedase a merced del
vencedor; y así vencido don Quijote, le había de mandar el
bachiller caballero se volviese a su pueblo y casa, y no saliese della en dos
años, o hasta tanto que por él le fuese mandado otra cosa; lo cual
era claro que don Quijote vencido cumpliría indubitablemente, por no
contravenir y faltar a las leyes de la caballería, y podría ser
que en el tiempo de su reclusión se le olvidasen sus vanidades, o se
diese lugar de buscar a su locura algún conveniente remedio.
Aceptólo Carrasco, y
ofreciósele por escudero Tomé Cecial, compadre y vecino de Sancho
Panza, hombre alegre y de lucios cascos. Armóse Sansón como queda
referido y Tomé Cecial acomodó sobre sus naturales narices las
falsas y de máscara ya dichas, porque no fuese conocido de su compadre
cuando se viesen; y así, siguieron el mismo viaje que llevaba don
Quijote, y llegaron casi a hallarse en la aventura del carro de la Muerte. Y,
finalmente, dieron con ellos en el bosque, donde les sucedió todo lo que
el prudente ha leído; y si no fuera por los pensamientos extraordinarios
de don Quijote, que se dio a entender que el bachiller no era el bachiller, el
señor bachiller quedara imposibilitado para siempre de graduarse de
licenciado, por no haber hallado nidos donde pensó hallar pájaros.
Tomé Cecial, que vio cuán mal
había logrado sus deseos y el mal paradero que había tenido su
camino, dijo al bachiller:
-Por cierto,
señor Sansón Carrasco, que tenemos nuestro merecido: con facilidad
se piensa y se acomete una empresa, pero con dificultad las más veces se
sale della. Don Quijote loco, nosotros cuerdos: él se va sano y riendo,
vuesa merced queda molido y triste. Sepamos, pues, ahora, cuál es
más loco: ¿el que lo es por no poder menos, o el que lo es por su
voluntad?
A lo que respondió
Sansón:
-La diferencia que hay entre
esos dos locos es que el que lo es por fuerza lo será siempre, y el que
lo es de grado lo dejará de ser cuando quisiere.
-Pues así es -dijo Tomé
Cecial-, yo fui por mi voluntad loco cuando quise hacerme escudero de vuestra
merced, y por la misma quiero dejar de serlo y volverme a mi casa.
-Eso os cumple -respondió
Sansón-, porque pensar que yo he de volver a la mía, hasta haber
molido a palos a don Quijote, es pensar en lo escusado; y no me llevará
ahora a buscarle el deseo de que cobre su juicio, sino el de la venganza; que el
dolor grande de mis costillas no me deja hacer más piadosos discursos.
En esto fueron razonando los dos, hasta que
llegaron a un pueblo donde fue ventura hallar un algebrista, con quien se
curó el Sansón desgraciado. Tomé Cecial se volvió y
le dejó, y él quedó imaginando su venganza; y la historia
vuelve a hablar dél a su tiempo, por no dejar de regocijarse ahora con
don Quijote.
Don Quijote
contra los molinos de viento, José Chávez Morado,
pintor mexicano,
acrílico y óleo sobrepuesto, 150X120 cm.
Fuente: Museo
Iconográfico del Quijote, Guanajuato, México.