Volumen 5, Número 68, noviembre 12 de 2005



El Quixote de la Mancha
Miguel de Cervantes


CAPÍTULO XLIII
Donde se cuenta la agradable historia del mozo de mulas, con otros estraños acaecimientos en la venta sucedidos


-Marinero soy de amor,
y en su piélago profundo
navego sin esperanza
de llegar a puerto alguno.

Siguiendo voy a una estrella
que desde lejos descubro,
más bella y resplandeciente
que cuantas vio Palinuro.

Yo no sé adónde me guía,
y así, navego confuso,
el alma a mirarla atenta,
cuidadosa y con descuido.

Recatos impertinentes,
honestidad contra el uso,
son nubes que me la encubren
cuando más verla procuro.

¡Oh clara y luciente estrella,
en cuya lumbre me apuro!;
al punto que te me encubras,
será de mi muerte el punto.


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Dulcinea y Don Quijote, Antonio Winkelhofer, pintor austriaco
Óleo/tela, 127 x 52 cms.
Fuente: Museo Iconográfico del Quijote,
Guanajuato, México.
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