2005, 60 Aniversario de la Federación Sindical Mundial
El acontecimiento obrero de 1945
Fundada en 1945 como organización obrera internacional unitaria.
La FSM se convirtió en la más importante organización sindical del mundo.
Sobrevivió la caída del socialismo, hoy está en reconstrucción.
La FSM está vigente y es necesaria para los trabajadores.
La segunda Guerra Mundial
Fascismo, rostro del imperialismo
La Primera y la Segunda Guerra Mundial han sido dos de las más
crueles experiencias de la humanidad en la época moderna. Los horrores de
la Segunda significaron la pérdida de muchas vidas de seres humanos,
algunos estiman 50 millones de víctimas inmediatas y 90 millones de
heridos. La guerra destruyó, también, gran parte de la
infraestructura agrícola e industrial.
La historia de la Segunda
Guerra está por estudiarse y escribirse. Muchos aspectos son poco
conocidos y otros son parte de una historiografía oficial. Muchas
cuestiones se desconocen o están torcidas. De hecho, existen varias
versiones. También existe un deliberado interés porque no se
conozca la triste verdad a plenitud. Las interpretaciones son relativamente
limitadas. No se puede ocultar, sin embargo, el nivel de atrocidades cometidas
por el fascismo.
Pero no solamente fueron Hitler, Mussolini y Franco,
también el imperialismo norteamericano tuvo un despiadado papel. Baste
tan solo recordar el holocausto del bombardeo atómico de los Estados
Unidos sobre Hiroshima y Nagasaki, en 1945 que asesinó y daño a
cientos de miles.
El fascismo es una de las expresiones más
inhumanas que se puedan imaginar. Pero, el fascismo no es un hecho aislado que
surge espontáneamente de las mentes individuales enloquecidas. El
fascismo es el rostro del imperialismo. El fascismo es una ideología
llevada a la exacerbación en la fase imperialista del capitalismo. Por
eso es que, el fascismo derrotado en la Segunda Guerra, sigue reapareciendo el
día de hoy. El fascismo es una respuesta contra-revolucionaria a las
crisis del capitalismo y es la expresión burguesa de la lucha de
clases.
Cuando ocurrió la Segunda Guerra, el imperialismo en su
conjunto no toleraba la construcción del socialismo en la exURSS. Fue,
precisamente, el campo socialista de la época el objetivo militarista del
imperialismo. Pero no nadamás, los monstruosos crímenes alcanzaron
a otros pueblos donde se desarrollaban procesos revolucionarios o había
luchas de liberación.
La guerra produce horrores espantosos y
deleznables. Los campos de concentración, el genocidio, el terror
generalizado, la pérdida de libertades, etc. representan una cruel
criminalidad que fue practicada principalmente en Europa y Asia por los asesinos
nazis.
Cuando estalló la Segunda Guerra, el movimiento sindical
estaba completamente dividido. Esa era una de las condiciones para desatar la
agresión. Sin embargo, la agresión militarista del imperialismo
rebasaba con mucho los niveles sindicalistas y sindicaleros de la época.
Ninguna “unidad sindical” hubiera podido detener la Guerra. El
objetivo del imperialismo era mayor y, consistía, en destruir al
socialismo. El sindicalismo que se ha practicado en la época moderna
representa un movimiento atrasado por cuanto se reduce a las simples y
egoístas reivindicaciones gremiales. En la Guerra estaban en juego
cuestiones mayores.
Socialismo, vencedor del fascismo
La propaganda soviética de antaño lo resaltaba, hablaba
de 20 millones de víctimas, y sus críticos lo silenciaban y ahora,
deliberadamente, lo ignoran. Pero, es evidente que los trabajadores y pueblo de
la exURSS, encabezados por J. Stalin, tuvieron en ese momento un papel
determinante. El Ejército Rojo, respondió al nivel requerido
cuando los alemanes atacaron a la URSS en 1941 cambiando radicalmente el curso
de la historia. De hecho, el pueblo soviético en su conjunto fue
movilizado y, el pueblo, atendió el llamado defendiendo a la
Revolución con su propia vida. Por más que muchos historiadores
tratan de minimizar los hechos, la mayor aportación de vidas fue de
hombres y mujeres soviéticos.
Las acciones de la URSS sirvieron
para liberar a otros países, donde ocurrieron insurrecciones populares
que, luego, fueron tergiversadas. Al imperialismo le gusta mucho hablar de la
repartición del mundo y la imposición de fronteras, cortinas y
muros. Ese discurso repetitivo típico de los nazis fue, en la
época reciente, uno de los manejos propagandísticos más
exitosos del imperialismo, apoyado en la ignorancia actual de pueblos enteros
acerca de su propia historia, resultado del abandono de principios del
socialismo europeo.
El fascismo fue vencido con la lucha del pueblo
soviético y otros pueblos que, en todo el mundo, desarrollaron una
intensa movilización. Esa victoria abriría el camino para una
nueva situación que incluyó al sindicalismo. Debía de ser
así, porque a los trabajadores tocó poner una elevada cuota de
sangre.
En este terrible contexto se dieron las acciones para la
reorganización sindical a nivel internacional.
Reorganización sindical
En el preludio de la Segunda Guerra Mundial
existían 3 organizaciones sindicales internacionales, la
Federación Internacional de Sindicatos (IFTU) (mejor conocida como la
Internacional Amarilla de Ámsterdam), la Internacional Sindical Roja
(RILU) y la Federación Internacional de Sindicatos Cristianos
(IFCTU).
El pluralismo sindical de ese tiempo fue influenciado por
políticas de Estado bien definidas y no por los intereses de la clase
obrera. Pero, la situación internacional era tan adversa a los
trabajadores que demandaba la unidad en una sola organización. En 1936,
la Internacional Sindical Roja se disolvió. Algunos han escrito que fue
para facilitar el proceso de unidad. La IFTU, en 1936, también reclamaba
la unidad. La Confederación General del Trabajo (CGT) de Francia hablaba
de la importancia de superar los obstáculos que impedían la unidad
internacional. El caso es que la Internacional Roja no pudo dar respuestas
adecuadas y la IFTU tampoco, la primera por el abandono de los objetivos de
clase y, la segunda, sin principios y sometida a su propia inactividad. De
hecho, el sindicalismo de las primeras décadas del siglo XX era muy
limitado. Lo grave, es que salvo excepciones sigue igual o peor, al menos en los
países llamados desarrollados.
La característica del
sindicalismo de la época, básicamente europeo, era la tradicional
práctica de un sindicalismo burocrático que lleva décadas.
Durante mucho tiempo se atribuyó, con razón, una excesiva
burocratización de la URSS en múltiples aspectos. Sin embargo, en
materia sindical, el sindicalismo europeo siempre ha sido sinónimo de
burocracia. Eso ha influenciado negativamente a otros países hasta el
día de hoy. El caso más degenerado es la burocracia sindical
mexicana conocida como charrismo sindical pero, no es el único caso.
Durante 1941-44 hubo acciones bilaterales y multilaterales para promover
la Unidad Sindical. Entre otras acciones destacan las consultas
Anglo-Soviéticas, Franco-Británicas, Anglo-Estadounidenses
(Congreso de Organizaciones Industriales, CIO) y Franco-Soviéticas,
realizadas en Londres, Paris y Moscú. Se establecieron comités de
coordinación sindical bilateral entre el Congreso Sindical (TUC) de
Inglaterra y el Consejo Central de Sindicatos (AUCCTU) de la URSS, y entre la
CGT de Francia y el AUCCTU.
Hubo, sin embargo, algunos obstáculos
importantes que no prosperaron de momento pero, pronto, harían estragos.
La American Federation Labor (AFL) de los Estados Unidos, mantenía una
necia posición anticomunista y su intención era revivir a la IFTU.
Esta organización trató de convencer a otras de ser la mejor
alternativa y hasta declaró estar dispuesta a abrir las puertas a los
sindicatos soviéticos pero, una nueva organización internacional,
la consideraban inútil. Esa es la actual propuesta de la CIOSL, se
declara dispuesta aceptar a algunos, o absorberlos, pero unificarse
no.
En América, la Central de Trabajadores de América
Latina, fundada en 1938, llamó a la unidad sindical, reafirmando esta
política en su primer Consejo General de 1941 y la reunión en La
Habana de 1943. Ese mismo año, el Congreso de Southport del TUC de
Inglaterra acordó la realización de una Conferencia Sindical
Mundial para 1944 en Londres. Esto no fue posible por la entrada de las tropas
anglo-americanas en Normandía. La AFL norteamericana proponía que
la Conferencia se hiciera en Filadelfia pero, el Congreso de Blackpool del TUC
de Inglaterra propuso que fuera en Londres a principios de 1945. Se
acordó, también, formar un Comité Preparatorio integrado
por el TUC británico, el CIO norteamericano, y el Consejo Central de
Sindicatos de la URSS.
La Conferencia de Londres
El preludio de la FSM unitaria
La Conferencia Sindical Mundial se realizó en Londres del 6 al
17 de febrero de 1945. A esta Conferencia asistieron 204 delegados de 53
organizaciones nacionales en representación de 60 millones de
trabajadores.
La Conferencia fue presidida por los representantes del
Congreso Sindical de Inglaterra (TUC), el Congreso de Organizaciones
Industriales (CIO) de los Estados Unidos de Norteamérica y el Consejo
Central de Sindicatos de la URSS (AUCCTU). Los Vice-presidentes fueron los
representantes de la Confederación General de Trabajadores (CGT) de
Francia, La Federación de Sindicatos de China (AChFTU) y la
Confederación de Trabajadores de Latinoamérica (CLAT). El
secretario de la Conferencia fue Walter Citrine, del TUC
británico.
Cuentan que las discusiones se dieron alrededor de los
temas sobre la guerra, los prospectos de desarrollo de la posguerra y el
movimiento sindical. Respecto a éste último tópico, los
debates se centraron en mantener la IFTU o crear una nueva central sindical
mundial. La idea de sostener a la IFTU fue hecha por sus propios representantes
que se negaban a desaparecer pero la mayoría de los delegados
decidió que había que fundar a una nueva organización. Para
expresar una unidad amplia, se acordó que la IFTU y el Secretariado
Internacional de Sindicatos (ITS) se integraran al Comité de la
Conferencia Sindical Mundial que habría de realizarse en Paris. Un
representante de la IFCTU cristiana asistió a la Conferencia de Londres
como observador.
Se integró un Comité Administrativo
incluyente formado por el TUC de Inglaterra, la CGT de Francia, el AUCCTU de la
URSS, el CIO de los Estados Unidos, la CTAL de América Latina, la IFTU y
un representante del ITS. También se formó un subcomité
integrado por Walter Citrine (Gran Bretaña), M.P. Tarasov (URSS), Sydney
Hillman (Estados Unidos), Louis Saillant (Francia), Vicente Lombardo Toledano
(México), W. Schevenels (Secretario general de la IFTU) y H.T. Liou
(China).
Manifiesto a los pueblos del mundo
La Conferencia adoptó un “Manifiesto a los trabajadores y
pueblos del mundo” que delineó los objetivos de la nueva central
mundial “sin exclusión y en plan de igualdad”. En ese
manifiesto se decía:
“Hemos venido a la Conferencia Mundial
desde varios países. Representamos a todas las razas y pensamientos.
Hablamos diferentes lenguas. Pero todos tenemos el acuerdo de luchar juntos por
los objetivos que, como trabajadores, compartimos con todos los pueblos amantes
de la libertad. Después de las discusiones en esta Conferencia Mundial
podemos expresar sin reservas que el movimiento sindical mundial está
resuelto a trabajar al lado de todos los pueblos dispuestos a la total e
incondicional victoria sobre el poder fascista que trata de destruir la libertad
y la democracia, a establecer una sólida y duradera paz para pavimentar
el camino de la cooperación económica internacional para que los
recursos de la Tierra sean utilizados en beneficio de todos los pueblos,
cooperación que elimine el desempleo, eleve los niveles de vida y ofrezca
plena seguridad social a todos los hombres y mujeres en todos los
países”.
La Conferencia de Londres fue seguida por la
Conferencia de San Francisco que, el 26 de junio de 1945, adoptó la Carta
de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El Comité surgido
de la Conferencia de Londres se reunió en Washington y envió una
delegación a San Francisco. Después de la Guerra, la
creación de la ONU fue vista con mucho entusiasmo e, incluso hoy en
día es motivo de nostalgia. Desde entonces, las declaraciones de este
organismo suenan bien pero hasta allí. La ONU hace mucho que incumple su
papel sometida a los caprichos de Washington.
Programa de demandas económicas y sociales
La Conferencia de Londres acordó una resolución sobre un Programa de demandas económicas y sociales que incluía:
- La responsabilidad gubernamental para la aplicación de una política de pleno empleo.
- El desarrollo de la producción por una política de inversiones guiada por el interés público.
- Una política financiera y de impuestos orientada a elevar el poder adquisitivo.
- Esquemas ambiciosos de vivienda.
- La rápida introducción de la jornada máxima de 40 horas a la semana para todos los trabajadores sin pérdida de salario.
- Al menos dos semanas anuales de vacaciones pagadas.
- El establecimiento en cada país de un sistema Estatal de seguridad social, financiado principalmente por las contribuciones del gobierno y los empleadores.
- El control, regulación o eliminación de actividades monopólicas.
- La cooperación internacional efectiva en los niveles económico y político.
- La participación sindical en la organización, manejo y control de la vida económica, para asegurar la efectiva realización de las anteriores propuestas.
La Conferencia afirmó que “Un movimiento sindical fuerte en cada país, con
una estrecha cooperación fraternal entre sí, es indispensable para
el progreso económico y social del mundo”.
Carta de los derechos sindicales
La Conferencia adoptó la siguiente Carta como la base de los
derechos sindicales de los trabajadores:
- Los trabajadores desean ser libres para organizarse a sí mismos en
sindicatos y comprometerse libremente en todas las actividades sindicales
incluyendo la contratación colectiva.
- Los trabajadores desean ser libres para establecer cooperativas y otras
organizaciones de ayuda mutua.
- Debe haber libertad de expresión, prensa, asamblea,
religión y asociación política.
- Toda forma de discriminación económica, política o
social basada en la raza, credo, color o sexo, debe ser eliminada y, a este fin,
debe establecerse el pago igual por trabajo igual. Los jóvenes deben
recibir el pago como adultos.
- Debe haber igual oportunidad de educación e instrucción
vocacional para todo el pueblo.
- Debe haber empleos disponibles con niveles adecuados de pago para todo el
que requiera trabajo.
- Debe haber una protección adecuada en todas las circunstancias de
la vida donde se requiera para garantizar la seguridad económica y social
de todo ciudadano.
Después de la Conferencia de Londres hubo
intensas negociaciones con la IFTU que se resistía a incorporarse a la
FSM. La AFL norteamericana seguía presionando tratando de revivir a la
IFTU. Sin embargo, el acuerdo de Londres siguió
adelante.
El Congreso de Paris
La más importante organización obrera internacional de la época moderna
El 25 de septiembre de 1945, en el Palacio Chailot de Paris, 67
millones de trabajadores de 55 países fueron representados por 56
organizaciones nacionales y 20 internacionales, incluyendo la IFTU, la IFCTU, la
CTAL y 17 secretariados internacionales (ITS). El Congreso fue presidido por
León Jouhaux (CGT de Francia).
Louis Saillant (CGT de Francia)
informó a nombre del Comité Administrativo que la propuesta para
la Constitución de la FSM estuvo basada en una “fórmula
conciliatoria” para expresar las “tendencias generales”.
En la sesión de la tarde del 3 de octubre de 1945, el texto de la
Constitución fue puesto a consideración del Congreso. En las
Minutas del Congreso se registró que aunque el procedimiento de
votación era a mano alzada, los delegados se pusieron de pie en medio de
una ovación. Fue un momento emocionante, sin duda, un verdadero
acontecimiento.
La primera resolución adoptada por el Congreso de
Paris declaró que “una de las tares primarias de la FSM y, el
movimiento sindical internacional de todos los países, es luchar por la
pronta y completa erradicación del fascismo”.
La segunda
resolución estableció los principios para una Carta fundamental de
derechos de los sindicatos y sus demandas inmediatas. Entre las demandas
básicas se acordaron:
- El derecho de los trabajadores a organizarse por sí mismos.
- La abolición de toda forma de discriminación basada en la
raza, credo, color o sexo.
- El derecho al trabajo y las vacaciones pagadas.
- Niveles adecuados de pago y un alto nivel de vida (vivienda,
alimentación, etc.).
- Seguridad social para tener garantías contra el desempleo,
enfermedad, accidentes y vejez.
También hubo una resolución
sobre “el derecho de los pueblos a su autodeterminación”
incluido en la siguiente declaración: “La victoria sobre el poder
del fascismo estuvo basado en la unidad militar de las Naciones Unidas y la
lucha activa de los pueblos para asegurar el disfrute total de las libertades
básicas y el derecho a la autodeterminación e independencia
nacional”.
Se dijo que, “La victoria sería incompleta si
las personas comunes en las colonias y territorios de todas las naciones fueran
excluidas del pleno disfrute de sus derechos de autodeterminación e
independencia nacional”.
Debate interno y conciliación
Pero, en las discusiones del Primer Congreso afloraron otra vez las
distintas posiciones. Eso era previsible porque en la pretensión se ser
unitarios a ultranza se había incluido, otorgándoles privilegios,
a tendencias antagónicas a la mayoría. Por ejemplo, se dice que
Walter Citrine (TUC de Inglaterra) advirtió de los daños de una
“excesiva politización” y se oponía a que Paris fuera
la sede de la FSM por razones financieras. De hecho, Citrine estaba proponiendo
una organización apolítica. Después, ese argumento
sería motivo de pretextos antiunitarios. J. Brodier de la central
cristiana (IFCTU) dijo que se afiliaría a la FSM solamente si se les
permitía mantener su propia estructura e independencia organizativa. Era
el inicio de un boicot anunciado.
Por otra parte, Giusseppe De Vittorio
en nombre de la Confederación General del Trabajo Italiana (CGIL)
enfatizó la importancia de la organización internacional para la
destrucción completa del fascismo. La lucha por la independencia de las
colonias fue motivo de entusiastas intervenciones de S.A. Dange (India) y
Lázaro Peña (Cuba).
El Primer Congreso de la FSM
sesionó hasta el 8 de octubre de 1945, eligiendo a Walter Citrine (TUC de
Inglaterra) como presidente y a Louis Saillant (CGT de Francia) como secretario
general, con sede en Paris. Los Vice-presidentes y Buró Ejecutivo fueron
V.V. Kuznetsov (URSS), S. Hillman (USA), L. Jouhaux (Francia), V. Lombardo
Toledano (México), M.F. Chu (China), G. Di Vittorio (Italia) y E. Kupers
(Países Bajos). Como secretarios general adjuntos se eligieron a J.
Brophy (EU), M. Falin (URSS) y W. Schevenels /Bélgica). Esta
representación incorporó a representantes de las distintas
tendencias políticas.
TRANSICION
Fuerza social y debilidad política
Al tiempo de su fundación, la FSM incluyó a todas las
centrales sindicales nacionales existentes en el mundo, con la excepción
de la Federación Americana del Trabajo (AFL) de los Estados Unidos y
algunos Sindicatos Católicos. La FSM se creo como una organización
abierta a todos independientemente de la raza, religión, filosofía
o política, sistema social o nivel de desarrollo de los respectivos
países. Hasta en la integración de la representación
prevaleció la conciliación para hacer posible la
unidad.
Indudablemente, la fundación de la FSM fue un notable
acontecimiento, el más importante desde la fundación de la Primera
Asociación Internacional de los Trabajadores presidida por Marx y Engels.
Las tendencias verdaderamente unitarias hicieron un gran esfuerzo y cedieron
políticamente. El momento era muy grave, habían tenido que ocurrir
los horrores de la Segunda Guerra para que se planteara y concretara la unidad
sindical. Se había vencido al fascismo para hacerse escuchar
sindicalmente hablando. Se soportó todo, a cambio de constituir una gran
organización internacional unitaria.
Sin embargo, el acontecimiento tenía una debilidad intrínseca
expresada en la política de conciliación a ultranza y la
integración de una representación disímbola incapaz de
dirigir al movimiento en torno a los intereses inmediatos e, históricos
de la clase obrera. Estos últimos, los objetivos históricos,
fueron totalmente diluidos y casi excluidos.
Desde el principio la
organización se propuso tareas economicistas y sindicaleras bajo la
influencia del sindicalismo europeo y norteamericano, salvo las cuestiones de la
lucha social planteadas por los países llamados atrasados. Lejos se
estaba de luchar por un sindicalismo revolucionario. La lucha económica,
la lucha por el salario, es muy importante pero los sindicatos tienen tareas
adicionales más importantes que cumplir, Marx dixit. A ese
momento, sin embargo, la Primera Internacional había “quedado
atrás” no obstante que su pertinencia era, y sigue siendo,
vigente.
No todos abrieron los ojos
“Quiero pensar que la experiencia de las dos terribles guerras y
la crisis económica y política entre ambas, nos ha abierto los
ojos y que no deseamos que las fuerzas reaccionarias exploten nuestras
diferencias y desunión”, se recuerda que dijo León Jouhaux,
presidente del Primer Congreso de la FSM al dar la bienvenida a los delegados a
la Conferencia Sindical Mundial de Paris, el 25 de septiembre de
1945.
Desafortunadamente, muchos no habían querido, deliberadamente,
abrir los ojos y así hasta la fecha. El caso es que se fundó a
nuestra organización obrera internacional. Eso fue posible porque la
victoria sobre el fascismo estaba reciente. Pero, el gusto duró poco, con
el imperialismo no se puede ser caballero. Los vencedores del fascismo creyeron
que, complaciendo a los apoyadores del mismo, sería suficiente. No fue
así. La IFTU tuvo que disolverse finalmente en diciembre de 1945 para
reaparecer después. La cristiana IFCTU, no obstante haber participado en
Paris y ser parte integrante de la FSM, siguió actuando por su lado como
si no hubiera habido reunificación. Los secretariados internacionales
(ITS) seguían cuestionando su incorporación a la nueva
organización. La AFL norteamericana se oponía con más
fuerza por razones ideológicas.
En esas condiciones, pronto
surgiría la división auspiciada “y pagada” por el
imperialismo. Fue una división mercenaria. No obstante la FSM ha
sobrevivido 60 años. Al paso del tiempo, las tendencias segregacionistas
proclaman hoy en día: “¡Debemos unirnos en una sola
organización internacional!” y preguntan “¿Porqué
está dividido el movimiento sindical?”. La respuesta es muy
sencilla y se contesta con otra pregunta: ¿Quiénes lo
dividieron?”. Obviamente, los divisionistas no contestan, fingen que no se
acuerdan.
REFERENCIAS
La
historia de la FSM está por escribirse. Existen versiones parciales,
unilaterales y tergiversadas escritas desde fuera. Son testimonios invaluables
los escritos de sus integrantes. Muchos archivos se han perdido, otros
están extraviados o no se han estudiado. Dos contribuciones son las de
Evzen Erban (Checoeslovaquia), fundador de la FSM, Mahendra Sen (India),
secretario de la FSM, Luis C. Turianky (Uruguay), asesor político del
secretariado, Emilio Pereira (España), jefe del Centro de
Documentación; y, de Debkumar Ganguli (India), presidente de la UIS del
transporte y secretario general adjunto de la FSM.
Erban E., Sen M., Turiansky L.C., Pereira E. 1988,
World Federation of Trade Unions 1945-1985,
L.C. Turiansky (ed.), Manisha, Calcuta.
Ganguli D. 2000,
History of the World Federation of
Trade Unions, WFTU Publication, India.
Conferencia Sindical Mundial, Londres, 6-17 de febrero de 1945
Primer Congreso Sindical Mundial, Paris, septiembre 25-octubre 8 de 1945