46 días de huelga en Las Truchas
Triunfa la huelga metalúrgica
Metalúrgicos de la sección 271 en lucha combativa.
A petición de la empresa el gobierno declaró inexistente la huelga.
Los huelguistas desafiaron al gobierno y a la ley.
Las instalaciones no fueron regresadas; nadie acató la resolución de la Junta.
Tras 46 días de huelga los compañeros triunfaron.
Combatividad obrera en el Pacífico mexicano
El 1 de agosto de 2005, los
compañeros de la sección 271 del Sindicato Nacional de
Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares y Conexos de la
República Mexicana (SNTMMSCRM) estallaron la huelga en la
Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas (Sicartsa) y en
Asesoría Técnica Industrial del Balsas (ATIBSA), ambas empresas
privatizadas propiedad del Grupo Villacero. La huelga estalló al no
llegar a un acuerdo respecto de la revisión ordinaria del Contrato
Colectivo de Trabajo (CCT) y al negarse la empresa a resolver sobre reiteradas
violaciones contractuales previas.
A los 10 días de huelga, la
Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (Junta), instancia integrada
por el gobierno, los empresarios y los trabajadores, éstos últimos
“representados” por el charrismo sindical, dictaminó que, la
huelga era INEXISTENTE.
Esta resolución, desde el punto de vista
legal, significa que los trabajadores deben regresar al trabajo en el
término de 24 horas sin que sean satisfechas ninguna de sus demandas. De
no hacerlo, la ley otorga a los patrones el derecho a dar por terminadas las
relaciones laborales con los trabajadores a su servicio, es decir, se autoriza
el despido de TODOS los trabajadores que no regresen a laborar en el
término señalado.
Ese tipo de laudos de la Junta es
común para anular el derecho de huelga en las escasísimas veces
que se ejerce. Lo dispuesto por la Ley Federal del Trabajo tiene el objetivo de
dividir a los trabajadores, intimidarlos y someterlos. En estos casos, todas las
ventajas se otorgan a los patrones. En varias ocasiones, los sindicatos se han
visto obligados a regresar al trabajo so pena de enfrentar severa
represión.
Pero ésta vez la situación ocurrió
de otra manera. Los argumentos de la Junta fueron muy infantiles al
señalar que la huelga no estalló en el momento anunciado sino
minutos después. La Junta ni siquiera se ajustó a los requisitos
supuestos por la Ley para la declaratoria de inexistencia.
La
acción de la autoridad laboral fue, evidentemente, política y los
2 mil 400 huelguistas del puerto Lázaro-Cárdenas-Las Truchas
respondieron, también, políticamente.
Desafío obrero
La respuesta de los metalúrgicos de Las Truchas fue
contundente y se negaron a entregar las instalaciones de las
siderúrgicas, mismas que todo el tiempo de la huelga son custodiadas por
numerosos piquetes de huelguistas que rodean a las fábricas por mar y
tierra. Es decir, en muestra de sólida unidad proletaria, los
trabajadores en huelga se negaron a regresar al trabajo y suspender la huelga
como lo había determinado la Junta.
Los huelguistas desafiaron,
también, a las torpes amenazas de Lazarito Cárdenas, gobernador de
Michoacán, quien sin que nadie se lo pidiera ofreció desalojar a
los huelguistas con la policía a su mando. Después se
retractó. Era lo menos porque, para romper la huelga, la policía
michoacana no hubiera sido suficiente. Esa barbaridad no la hubiera hecho ni el
ejército federal, a menos que se hubiera decretado el estado de sitio o
realizado una matanza multitudinaria porque los huelguistas, en esos momentos,
siempre han sido apoyados por el pueblo de ese puerto industrial.
Este
hecho NO tiene precedente en México en los últimos 50 años.
En ocasiones previas, mediante la figura de “inexistencia”
jurídica de la huelga, el gobierno quebraba literalmente a la resistencia
obrera. Esta vez, todos los huelguistas se sostuvieron en una firme
decisión y nadie acató el dictamen de la Junta. Con esa
decisión obrera, la huelga triunfó políticamente,
independientemente de los aspectos laborales.
Se trata de un
desafío político a la patronal y al gobierno. Los huelguistas se
“jugaron” el riesgo de ser todos despedidos. La empresa y el
gobierno, sin embargo, no pudieron ejercer el derecho que les otorga la ley, no
se atrevieron a semejante barbaridad.
¿Por qué lo hicieron
los compañeros? Porque hay conciencia de la fuerza obrera organizada en
un sector industrial de respetable tradición que, en el presente caso, se
ha expresado en múltiples huelgas especialmente las de 1979 y 1985. En
ambos casos, el contenido político fue relevante. Ahora, la respuesta
política de los huelguistas quedará como un ejemplo de dignidad y
coraje proletario.
Por lo demás, los compañeros de Las
Truchas se han forjado, antes y después de la privatización
siderúrgica, concientes de los riesgos de la represión. Por
años, la costumbre patronal ha sido el despido de trabajadores
especialmente después de las huelgas. En esos centros fabriles se produce
una constante rotación y flujo de trabajadores a todos los niveles. No
obstante, el movimiento resurge una y otra vez. La próxima ocasión
será con más fuerza.
Siderúrgica Lázaro-Cárdenas-Las Truchas
Solidaridad minera
Cuando se conoció la resolución de la Junta,
los charros del sindicato declararon que, en los siguientes días
habría un paro de 1 hora y, de prolongarse el conflicto, serían 2
y luego más horas, hasta llegar al paro “total de la industria
minera”.
Napoleón Gómez Urrutia, charro heredero del
sindicato minero-metalúrgico, dijo en Pachuca que se irían al
“paro nacional”. Al mismo tiempo informó que el sindicato
retiraba la propuesta de sindicalización de los trabajadores de ATIBSA
que laboran en Apodaca, Nuevo León. En ese lugar se manufactura el
planchón de acero proveniente de Sicartsa. Los trabajadores son solo 15
pero la empresa se niega a que se sindicalicen. Ese es un derecho obrero que
debía ejercerse SIN permiso de la patronal ni del gobierno, ni de nadie,
pero los charros proceden al revés.
El 15 de agosto, las
secciones mineras de los estados de Sonora y Coahuila pararon durante 2 horas en
Cananea, Nacozari, Agua Prieta y Monclova. El paro de solidaridad se
extendió a la Minera Carbonífera Río Escondido, Minera del
Norte, Minerales Monclova, además de Altos Hornos de México
(AHMSA) y las empresas del Grupo Acerero del Norte.
La solidaridad minera
quedó manifiesta si bien fue reducida a unas cuantas secciones. El hecho
estuvo lejos del “paro nacional” que los charros anunciaron pero
jamás organizaron. La intención charra nunca fue, ni ha sido, la
de promover una lucha de alcance nacional. La propia huelga de Las Truchas
ocurrió, como siempre ha ocurrido, en contra de su voluntad. Claro que
los charros la aprovechan para posicionarse.
Soberbia patronal y del foxismo
Las peticiones de los huelguistas fueron realmente
sencillas pero los patrones reaccionaron políticamente sin importarles
las cuantiosas y millonarias pérdidas diarias. Los privatizadores saben
bien que la ganancia la volverán a obtener pronto con el nivel de
explotación que mantienen. Lo importante para ellos es quebrar la
resistencia obrera porque eso les asegurará mayores ganancias.
El
23 de agosto, las empresas propusieron una fórmula de arreglo consistente
en que "los trabajadores que sufran accidentes laborales no acudan al Instituto
Mexicano del Seguro Social a pedir atención médica; que se derribe
el Monumento al Minero, ubicado en Ciudad Lázaro Cárdenas, y que
nunca más soliciten recategorización" (Muñoz P., en La
Jornada 24 ago 2005). La patronal propuso derribar el monumento al Minero
porque éste "es sede de constantes eventos y movilizaciones".
Por
supuesto, los compañeros rechazaron tan ridículas propuestas. Los
charros sindicales, completamente perdidos, declararon ingenuamente que
“solicitarían la intervención” de Fox para decirle que
el sindicato no está en contra de la productividad ni de la
competitividad (sic). ¡Eso es más que
ridículo!
Reunidos en asamblea general, el 1 de septiembre, los
huelguistas rechazaron en votación dividida una nueva propuesta de la
empresa. El punto en discusión fue el pago del bono de productividad. La
empresa propuso incrementar del 1 al 2% del salario tabulado por cada mil
toneladas de palanquilla embarcada cada semana y de acuerdo a una tabla de
bonificación. Los trabajadores proponían el pago íntegro de
la prestación.
El mismo día, Francisco Javier Salazar,
secretario del trabajo foxista, anunció que se había llegado a un
acuerdo con los charros nacionales a quienes la empresa les ofreció el 6%
de aumento al salario tabulado, 4% en prestaciones y aumento en los bonos de
productividad. Luego, la propia secretaría se encargó de exhortar
a los mineros a levantar la huelga. Se dijo, incluso, que Napoleón ya
había aceptado desde días antes el acuerdo propuesto por la
empresa.
La versión de la secretaría foxista tenía
la intención de confundir a los huelguistas. Ese método es
típico del gobierno y no de ahora. La misma empresa se encarga de
difundir diversas especies. Pero, tampoco sería extraño que los
charros hubieran aceptado un acuerdo al margen de la base. Eso, también
es típico en los charros del sindicato minero, desde los tiempos de
Napoleón Gómez Sada antes de heredarle el sindicato al hijo, quien
NUNCA ha sido minero ni metalúrgico ni trabajador de NADA en este sector.
Napoleón Gómez Urrutia usurpa al sindicato contraviniendo la ley,
NUNCA fue electo por los trabajadores.
La resistencia obrera triunfó
El 11 de septiembre, el juez segundo de distrito en
materia laboral, concedió un amparo al sindicato interpuesto contra la
resolución de la Junta que había declarado inexistente al
movimiento de huelga en ATIBSA. Previamente, la juez tercera de distrito en
materia de trabajo había otorgado la suspensión definitiva en otro
amparo respecto de la huelga en Sicartsa.
Días después, a
los 46 días de estallada la huelga, el 15 de septiembre, los
metalúrgicos de Las Truchas aceptaron un nuevo acuerdo dando por
concluido el movimiento. Dicho acuerdo consistió en un incremento
salarial de 8%, 34% en prestaciones y el pago de un bono único por 7 mil
250 pesos. Posteriormente, el pago de bonificación será en los
términos previamente propuestos por la empresa. Además, se
acordó el pago del 50% de los salarios caídos por el tiempo que
duró la huelga. Entre las prestaciones se consideran incrementos al
seguro de vida, fondo de ahorro, prima vacacional, aguinaldo, compensaciones por
accidentes de trabajo (sic) y becas. También se resolvieron varias
violaciones de la empresa al CCT. Respecto de la sindicalización de los
compañeros de Apodaca la situación quedó
pendiente.
El FTE de México saluda el triunfo de la huelga de la
sección 271 del sindicato minero-metalúrgico. Como ha sido desde
hace décadas, seguimos firmes al lado de los huelguistas y en contra de
los charros sindicales.
¡Viva la huelga minero-metalúrgica
de la Sección 271!