2005, 100 años de la Teoría de la Relatividad Especial
Einstein y la bomba atómica
Trágico inicio de la era nuclear. Los usos militares
de la ciencia destruyeron a Hiroshima y Nagasaki. Los Estados Unidos
desarrollaron el proyecto Manhattan con base en desarrollos científicos y
tecnológicos previos. Una de las bases teóricas fue el
descubrimiento de Einstein sobre la transformación de materia en
energía pero Einstein no participó en el proyecto. El conocimiento
y los científicos fueron manipulados por el militarismo y la
política imperialista. La responsabilidad social de los
científicos, sin embargo, sigue en conflicto.
Avances científicos mal utilizados
Las contribuciones de Einstein al conocimiento
científico ocurrieron en un contexto de intensa creatividad humana.
Einstein fue de los primeros en formular desarrollos para el entendimiento del
átomo. M. Planck estaba dedicado a la formulación de la
mecánica cuántica. Otros, como E. Rutherford y N. Bohr
habían avanzado al descubrir la estructura del átomo y,
después, la estructura del núcleo atómico. W. Roentgen, H.
Becquerel y M. Curie, descubrieron la radiatividad proveniente del núcleo
atómico. Más tarde, E. Fermi logró producir la primera
reacción nuclear en cadena. En 1932, J. Chadwick descubrió el
neutrón. Luego siguieron muchos desarrollos más.
La
formulación einsteniana, de transformación de materia en
energía, expresada en su famosa fórmula
E=mc2, donde E representa a la
energía, m a la masa y c a la velocidad de la luz elevada
al cuadrado, representa una importante base teórica para diversos
propósitos y útiles aplicaciones.
Sin embargo, ese
conocimiento en manos de políticos criminales y científicos
acríticos y serviles, sirvió con fines militares. Durante la
Segunda Guerra Mundial, el conocimiento científico avanzado fue utilizado
para manufacturar la primera bomba atómica. La fuerza aérea del
ejército norteamericano la hizo explotar en Japón destruyendo a
Hiroshima y Nagasaki el 6 de agosto de 1945.
Uso político del conocimiento
La detonación de la primera bomba
atómica siguió la peor tradición histórica de la
violencia política. Fue el momento más cruel de la época
moderna y el caso revela que el conocimiento científico NO es neutral. La
visión idílica de muchos científicos solo existe en su
fantasía. El desarrollo científico y tecnológico en manos
de gobiernos y empresarios imperialistas sirve para la destrucción
humana.
El fascismo no fue vencido por el poder militar norteamericano.
Esa es otra historia, cuyo mérito es del pueblo soviético en
lucha. Peor aún, el fascismo no se ha ido. Hoy en día, se expresa
con violencia en muchos aspectos, incluyendo la guerra. Es el caso de la
invasión anglo-norteamericana a Irak para apoderarse de los recursos
energéticos y someter a ese pueblo milenario. La base de los recientes
bombardeos es la utilización militar del conocimiento científico
en materia de armamento convencional y nuclear.
La crueldad no tiene
límites para los políticos imperialistas. La utilización de
materiales radiativos como el uranio, así sea “empobrecido”,
para bombardear a Kosovo e Irak, son crímenes contra la humanidad que
afectan no solo a las actuales sino a las futuras generaciones debido a los
efectos biológicos (somáticos y genéticos) producidos por
las radiaciones ionizantes.
Científicos nucleares
La literatura científica está llena de
grandes nombres, cuyas aportaciones son celebradas. La física es una rama
del saber humano conmovedora y atractiva, permite la explicación e
interpretación coherente de la naturaleza y sus fenómenos. Sin
embargo, ese saber está dominado por sucias y poderosas mafias en TODAS
partes. La mayoría de los “sesudos” científicos son
individuos unidimensionales, envidiosos, oportunistas y carentes de conciencia
social.
Leo Szilard, físico húngaro, una vez dijo que un
científico debe ser responsable de las implicaciones de su trabajo. Sin
embargo, casi todos ignoran la epistemología de su trabajo. Szilard
realizó con Fermi varios experimentos sobre la fisión
nuclear. Al enterarse que H. Truman, presidente norteamericano, pretendía
utilizar la bomba atómica trató de disuadirlo sin éxito.
Famosa es la carta que Einstein escribió a F. D. Roosevelt basado en los
informes de Szilard.
Eugene P. Wigner, químico húngaro,
trabajó con Fermi y participó en el Proyecto Manhattan. Edward
Teller, físico húngaro, fue llamado padre de la bomba H.
Contrariamente a Szilard decía que un científico NO debía
considerar las implicaciones morales de su trabajo.
Enrico Fermi,
físico italiano y Premio Nobel 1938, dirigió al equipo de
científicos que logró en Chicago la primera reacción
nuclear en cadena. Otro físico italiano, Emilio Segré,
dirigió al grupo radiativo en Los Alamos.
Hans Bethe, gloria
alemana de la ciencia, fue director de la división de Teoría del
Proyecto Manhattan encargado de calcular la cantidad necesaria de combustible
nuclear para fabricar la bomba. Bethe es de amplio reconocimiento en materia de
reacciones termonucleares.
Robert Oppenheimer, físico
norteamericano, es considerado oficialmente como el padre de la bomba. Fue el
director del proyecto Manhattan nombrado por el General Leslie Groves, oficial
del ejército norteamericano encargado del proyecto. En el Laboratorio de
Los Álamos, Nuevo México, se integró a un equipo de 5 mil
científicos con un solo objetito: construir una bomba atómica y lo
lograron. Después, el ejército y los políticos se
encargaron de utilizarla sin detenerse a pensar en el crimen contra la
humanidad.
El trágico resultado sigue siendo motivo de
vergüenza para la humanidad que, al tiempo que ha alcanzado enormes
desarrollos científicos y tecnológicos, sigue viviendo socialmente
en la barbarie gobernado por políticos peores que bestias.
La
tragedia no terminó en Hiroshima y Nagasaki. Hoy, la Organización
del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN) invierte enormes recursos
junto con un ejército de científicos de todo el mundo dedicados a
un solo objetivo: destruir al género humano. La mayoría de
científicos, sin ninguna conciencia social, se dedican en cuerpo y alma
atraídos por las becas, los grants, publicaciones y congresos.
Muchos temas, como la búsqueda de vida extraterrestre o los
efectos biológicos del campo electromagnético, son realmente
atractivos pero los investigadores NO están interesados en saber para
quien trabajan ni en los fines de su trabajo, viven en la superficialidad de los
fenómenos y en el mundo de la seudoconcreción.
Políticos criminales como G. Bush y A. Blair, por ejemplo, se encargan de
mal utilizar los logros alcanzados.
Pobres científicos
Muchos de los científicos nucleares han
sido celebrados y premiados, son citados como glorias y sus teorías se
enseñan en universidades e institutos. Muchos de sus conocimientos son
verdaderamente atractivos pero detrás están algunas mentes
enloquecidas.
Richard Feymann (Premio Nobel de Física 1965) ha
escrito libros maravillosos para enseñar la física, es el mismo
que inventó los Diagramas de Feymann para explicar las
interacciones de las partículas elementales. Su teoría de la
Suma de Historias es, sencillamente, genial. Feymann, recién
doctorado se unió al grupo de Oppenheimer en Los Alamos. En 1981, al
recordar las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, dijo en una entrevista
que:
"La única reacción que recuerdo -quizá yo
estaba cegado por mi propia reacción- fue una euforia y una
excitación muy grandes. Había fiestas y gente que bebía
para celebrarlo. Era un contraste tremendamente interesante; lo que estaba
pasando en Los Álamos y lo que al mismo tiempo pasaba en Hiroshima. Yo
estaba envuelto en esta juerga, bebiendo también y tocando borracho un
tambor sentado en el capó de un jeep; tocando el tambor con
excitación mientras recorríamos Los Álamos al mismo tiempo
que había gente muriendo y luchando en Hiroshima" (Feymann 2000).
Comentarios adicionales salen sobrando, algunos de los
científicos nucleares dan pena, son contadas las excepciones.
Responsabilidad de Einstein
Einstein NO participó en las actividades del
proyecto Manhattan. Muchos le atribuyen, sin embargo, la autoría
intelectual y lo han condenado sin piedad. Casualmente, muchos de los
principales participantes en el proyecto Manhattan eran judíos. A
Einstein, siendo pacifista, judío y perseguido por el fascismo, se le
considera impulsor de la tragedia y se le hace responsable: contra el holocausto
judío, el holocausto nuclear. Terrible contradicción.
La
atribuida autoría se refiere a que el principio de la bomba
atómica está basado en la transformación de materia en
energía, cuyo descubrimiento se debe a Einstein (1905). La energía
liberada como resultado de la fisión nuclear puede ser calculada usando
la relación masa-energía. Pero, ese principio no se reduce a la
producción de una reacción en cadena NO controlada tiene
implicaciones más importantes. La bomba se basó en el desarrollo
científico y tecnológico previo, y el conocimiento acumulado, de
muchos científicos durante siglos. Algunos, sin medirse, hacen
responsables también a Newton e, incluso, a Galileo. Esa visión es
exagerada.
Sin embargo, sí hay responsabilidad política de
Einstein. En una de las cartas que envió a Roossevelt, presidente
norteamericano, lo insta para que aprobara las investigaciones atómicas
antes que los alemanes lograran construir una bomba nuclear. Eso hizo Roosevelt
y, luego, Truman se encargó de concretar el plan al ordenar el bombardeo
atómico. La carta a Roosevelt, no fue planeada solamente por Einstein,
también intervino E. Teller y A. Sachs consejero de Lehman Corporation
(López Arnal 2005). Esa carta fue precipitada e insuficientemente
pensada. Después, Einstein se arrepentiría y vivió
sintiendo enormes culpas.
En algunos aspectos, la preocupación de
Einstein tenía ciertas bases. En Alemania, se trabajaba fuerte en materia
nuclear. Otto Hahn y Lise Meitner, científicos miembros del partido nazi,
habían descubierto la desintegración del uranio. P. Lenard (Premio
Nobel 1905) y J. Stark (Premio Nobel 1919) realizaban estudios teóricos
en materia de energía y exaltaban una ciencia “aria”.
(sic).
En el artículo “Para la abolición de la
guerra”, publicado el 20 de septiembre de 1952 en la revista japonesa
Kaizo, Einstein (1981) señaló:
“"Mi
participación en la construcción de la bomba atómica se
limitó a un único hecho: firmé la carta dirigida al
presidente Roosevelt. En ella el énfasis se ponía en la necesidad
de preparar experimentos para estudiar la posibilidad de realizar una bomba
atómica.
"Era consciente del horrendo peligro que la
realización de ese intento representaría para la humanidad. Pero
la probabilidad de que los alemanes estuvieran trabajando en lo mismo me
empujó a dar ese paso.
"No me quedó otra salida, aunque
siempre he sido un pacifista convencido. Matar en la guerra no es en mi
opinión mejor que un asesinato vulgar [...]
"Hoy no tiene sentido
protestar contra los armamentos. Solo puede ayudarnos la abolición
radical de las guerras y del peligro de guerra. Para esto debemos trabajar,
ésta debe ser nuestra inquebrantable inquietud: luchar contra el origen
del mal y no contra sus
efectos...".
Los trabajadores de la ciencia
El fascismo fue derrotado hace 60 años pero no se
ha ido, ha vuelto a reaparecer en múltiples formas, entre otras, el
militarismo imperialista. A su lado, un ejército de miles de
científicos de todo el mundo están excitados trabajando para el
mal. Los conflictos sobre la responsabilidad social de los científicos
tampoco terminaron hace 60 años.
La creciente
militarización de la ciencia está atrofiando cada vez más
la mente humana reduciendo el trabajo científico a mera
hipocresía. No hay ninguna socialización del conocimiento ni de
sus aplicaciones. Los científicos, en su mayoría, no son
salvadores de nada como dicen, su único interés es el dinero. La
mayoría está sometida a la política definida por las
transnacionales, el trabajo se basa en criterios empresariales, el utilitarismo
es el único criterio de verdad, el programa de investigación ha
sido sustituido por el plan de negocios. En suma, el trabajo científico
ha caído en la degradación y los investigadores son utilizados
para afirmar al poder político reaccionario.
Hay una evidente
desorganización social del proceso de trabajo científico. Es
preciso recuperar, en el espacio del saber, la personalidad e
iniciativa que el capitalismo usurpa a los trabajadores. Los
científicos somos trabajadores de la ciencia, simples asalariados que
debemos ejercer un papel dual, el de asalariados y el de productores, para
intervenir en la planeación, control, desarrollo y evaluación de
nuestros propios procesos de trabajo, concientes de las implicaciones
epistemológicas y políticas de los mismos. Eso supone la necesidad
de construir una estructura organizada ligada a la lucha social de los
trabajadores y pueblos del mundo.
Referencias
Bahen D. 1987, El Proceso de Trabajo Nuclear, UISTE, Varsovia.
Bahen D.
1988, Efectos Biológicos de las Radiaciones Ionizantes, UISTE,
Lisboa.
Einstein A. 1981, Mi visión del mundo, Edición
de Carl Seelig, Barcelona, p.62.
Feynman R.P. 2000 El placer de
descubrir, Crítica 2000, Barcelona, p.20-21.
López Arnal S.
2005, Ciencia y Conciencia, La Insignia, España.
Más de 140
mil víctimas produjo de inmediato la explosión atómica en
Hiroshima y Nagasaki. La
aviación norteamericana afectó a las generaciones de ayer y las
que siguieron. Los crueles efectos biológicos se conocen, en parte, por
los estudios realizados con la población dañada.
Primero era un ídolo, después de la explosión, Oppenheimer lloraba.
¡Tengo las manos llenas de sangre!, decía. Cuentan que Truman no
toleraba “a ese cretino” y se justificaba asumiendo la
decisión del bombardeo. ¡Que esto no repita jamás!, dicen los
slogans. Pero el fascismo ha reaparecido, el militarismo sigue “como si
nada”, el mundo está amenazado por políticos locos y muchos
científicos han sido comprados para trabajar en
la destrucción de sus congéneres. ¿Otro mundo es posible? ¡Sí!,
el mundo de la clase obrera, mundo que debemos construir.