Medida totalmente insuficiente
Reforma fiscal para Pemex
Paliativo a los graves problemas de Pemex: ni se detiene su privatización, ni se recapitaliza.
El legislativo anuncia “un respiro” transitorio a Pemex, sin explicar cómo habrán de sustituirse los ingresos petroleros en el presupuesto federal.
El esquema fiscal vigente NO garantiza los ingresos suficientes. Previsible contraofensiva foxista.
Nuevo régimen fiscal de Pemex impacta el presupuesto 2006
El pasado miércoles 29 de junio, la Cámara de Diputados
aprobó una reforma al régimen fiscal de Petróleos Mexicanos
(Pemex) --vía la reforma de la Ley Federal de Derechos--, que reduce el
pago de impuestos de la paraestatal hasta por 25 mil millones de pesos (mdp). La
medida impactará el presupuesto del 2006, porque significa menos recursos
para los estados y municipios, beneficiarios del “excedente
petrolero” (fondo de estabilización petrolera), cuya
asignación habían pactado con el régimen foxista, a
través de la llamada Conferencia Nacional de Gobernadores.
Las
principales entidades afectadas son el Estado de México, el Distrito
Federal, Veracruz, Jalisco, Chiapas, Tabasco, Puebla y Nuevo León, que en
conjunto dejarán de percibir unos 110 mil 600 mdp, según
estimó la Unidad de Política de Ingresos de la Secretaría
de Hacienda y Crédito Público. Ahora, los gobiernos de estas
entidades tendrán que recurrir a las medidas tradicionales: recortar su
gasto o aumentar su recaudación.
Las reacciones no se han hecho
esperar: “Va a haber una batalla al final del año en el
presupuesto, donde obviamente los gobernadores van a intentar de que no les
recorten el gasto y Hacienda de que no se amplíe el
déficit”, advirtió el experto del Centro de
Investigación y Docencia Económicas, Raúl Feliz.
(Reforma 1.07.05, P.19 Carlos Mari). Según la prensa,
“algunos” gobernadores y mandatarios municipales ya cabildean con
Fox la posibilidad de vetar dicha reforma (El Economista
12.07.05).
La medida, sólo un paliativo
La tendencia entre los legisladores y sus partidos ha sido sobrevalorar
el impacto de la reforma aprobada. El senador del PRI Manuel Bartlett
Díaz, por ejemplo, denunció que el foxismo descalifica la medida
porque afecta su interés por entregar el petróleo a las
trasnacionales. El ex-jefe de gobierno del DF y aspirante presidencial del PRD,
Andrés Manuel López Obrador, fue más lejos al considerar
que el nuevo régimen fiscal de Pemex, permitirá a la paraestatal
disponer de mayores recursos para “alejar la amenaza de la
privatización”.
Ambos exageran, puesto que ni las
transnacionales dejarán de recibir concesiones inconstitucionales en
materia de hidrocarburos, ni Pemex se recapitalizará en los 6 o 7
años que se supone tendrá vigencia la medida (2006-2013), pese a
los altos precios del petróleo. Los beneficiarios reales serán
--sin lugar a dudas-- los acreedores de Pemex, verdaderos destinatarios de la
renta petrolera, sea por vía de los ingresos propios de Pemex, o
directamente del erario.
En todo caso, la reforma es hasta peligrosa,
pues da a Fox justificación para seguir dilapidando nuestros
hidrocarburos, al aumentar más la extracción-exportación
justificada en la necesidad de compensar la disminución de la renta
petrolera.
Recursos, cuando mucho, para el pago de deuda
Y es que la deuda de Pemex ya es equiparable a los ingresos adicionales
previstos por los legisladores en su reforma (26 mil mdp y 25 mil mdp,
respectivamente). Solo al primer trimestre de 2006, Pemex adeuda, “con
vencimientos menores a 12 meses incluye 23 mil 300 millones en deuda documentada
y 3 mil millones de pesos en notas a contratistas (...) De los poco más
de 26 mil millones de pesos con plazo de vencimiento a un año, 19 mil 90
millones están documentados en diversas monedas, en tanto que 7 mil 261
millones está contratada en pesos.” (La Jornada, 1.07.07, Israel
Rodríguez).
El problema de fondo es que Pemex ha sido expropiado
en los hechos por las transnacionales, que realizan prácticamente todas
las etapas de la exploración, producción y distribución de
hidrocarburos, lo que provoca una constante sangría de los recursos que
genera, además del deterioro de su infraestructura, crudamente
ejemplificada por constantes accidentes, causados por la nula inversión
en mantenimiento (el 80% de la inversión en Pemex es para
explotación).
A resolver esto, los legisladores no le
entrarán, porque tendrían que quedar mal con las transnacionales y
demás patrocinadores políticos, lo cual sería un
auténtico suicidio en plena temporada de elecciones.
Que la medida
es inocua para el gran capital, lo demuestra el hecho de que ni los mismos
economistas neoliberales prevén un impacto significativo en el
desempeño operativo y financiero de Pemex a corto plazo por los cambios
que aprobó el Congreso Mexicano (Standard & Poor’s, citado por
Notimex, 2.07.05).
Así las cosas, el “nuevo
régimen fiscal” de Pemex no es más que un paliativo, que en
todo caso demuestra que aún en pleno desmantelamiento, esta empresa es
capaz de generar los recursos suficientes para autofinanciarse. Sin embargo se
ha creado la percepción generalizada de que solo mediante
Inversión Extranjera Directa (IED) pueden resolverse los problemas
estructurales de la economía mexicana. No es verdad, en el caso del
sector energético de México, la IED únicamente ha sido el
medio para cumplir el fin de la privatización inconstitucional de los
recursos nacionales, sin cumplir siquiera los supuestos beneficios, como
sería alcanzar la autosuficiencia en gasolinas o gas natural.
El
fenómeno, por otra parte, es generalizado. En América Latina, de
acuerdo con un informe reciente de la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (Cepal) [La Jornada, Economist Intelligence
Unit], “se requiere una inversión de 20 mil millones de
dólares para impedir que entre 2004 y 2008 ocurra escasez de
energía en los países del Cono Sur”. O sea que usando la
misma amenaza se sigue justificando el despojo: a pesar que desde la
década de los noventa se calcula haber invertido (mediante IED) unos 77
mil millones de dólares en electricidad y gas natural en América
del Sur, No se satisfizo el aumento en la demanda, por lo que sigue latente la
amenaza de desabasto.
Parche, y a medias
Otro aspecto en la mencionada reforma es su incompletud, pues es luego
de aprobada, que los legisladores buscarán “poner candados” a
esos recursos “para asegurar que el beneficio de la reforma sea efectivo
para Pemex” (¡!). Lo peor es que no se refieren a la previsible
respuesta de Fox, quien podría recurrir no solo al veto, sino a reasignar
arbitrariamente esos recursos desde su proyecto de presupuesto para el
año próximo, sino que reconocen explícitamente que los
“beneficios agregados” de su reforma, no están sustentados.
Veamos.
El diputado Francisco Carrillo del PRD (que además es
secretario de la Comisión de Energía de la Cámara),
¿piensa? ¿ingenuamente? que basta con “imponer una tasa
impositiva diferenciada al gas natural para incentivar la exploración y
explotación de este hidrocarburo”. Inclusive propone eliminar --o
reducir-- la exención sobre el gas que se quema en la atmósfera y
cree, con fe casi religiosa, que será posible convencer a los
burócratas de Hacienda “para que establezcan esquemas fiscales
más ‘benévolos’ para el desarrollo de proyectos
‘con características geológicas tales’ que hagan menos
costosa su explotación” [Margarita Palma, 7.07.05, El
Financiero].
Por su parte, el diputado Julio César
Córdoba Martínez, presidente de la Comisión de Ciencia y
Tecnología de la Cámara, estimó que con el nuevo
régimen fiscal, “Pemex podría destinar hasta 300
millones de pesos a investigación en materia energética”. El
legislador explica que con tal inversión sería posible
modernizar las plataformas tecnológicas, para incrementar su
funcionalidad y crear productos petroquímicos de mayor valor agregado.
“Con la aprobación de la Ley Federal de Derechos para el Nuevo
Régimen Fiscal de Pemex” --puntualizó--, “será
posible reducir un 0.05% del valor anual de los hidrocarburos
extraídos”.[La Jornada, 17.07.05]
O sea que todo es
hipotético. Y es que lo que estos legisladores no toman en cuenta --antes
de hacernos cuentas alegres--, es la respuesta del foxismo, que ya prepara el
revire mediante la largamente anunciada modificación de la Ley
Orgánica de Petróleos Mexicanos, mediante la que se pretende
otorgar a esa empresa “autonomía plena”, de gestión,
financiera, presupuestal --y lo que se acumule--, con tal de que el
burócrata directivo en turno pueda hacer y deshacer al gusto de las
transnacionales.
Pemex, autonomía o libertinaje neoliberal
La senadora Laura Alicia Garza Galindo define claramente la
visión con que fue preparada la nueva Ley Orgánica de Pemex
propuesta por Fox: el “director general es quien diseña los
programas financieros; los sistemas de supervisión y control; el
presupuesto para cada una de las subsidiarias, y define las actividades
estratégicas de la paraestatal sin atender al Plan Nacional de
Energía”. [La Jornada, 10.07.05], mismo que no existe
¡Y luego nos sorprendemos de la corrupción!
La senadora
describe además como en la dicha propuesta se propone legalizar las
facultades que hasta ahora se ha abrogado ilegalmente el consejo de
administración de Pemex: creando “43 empresas privadas -financieras
y comercializadoras, entre otras- en paraísos fiscales; ... para
quedar exentas de la rendición de cuentas (al) estar constituidas bajo
leyes extranjeras”. Fox quiere que con el solo poder de su firma, el
director de Pemex, como los de las subsidiarias”, tengan “facultad
para suscribir toda clase de actos, convenios o contratos; y, a través de
poderes especiales, pued(a)n transferir esa facultad a funcionarios inferiores.
Es así como pretenden evadir la responsabilidad al suscribir contratos
prohibidos por la Constitución, enviando a un empleado de cuarta a firmar
los contratos de servicios múltiples o ahora las alianzas
estratégicas.”
Solo la izquierda parlamentaria, la
partidocracia y los analistas orgánicos, siempre al servicio del poder en
turno, pueden declararse satisfechos con el “nuevo régimen
fiscal” de Pemex, que no es más que la antesala de la
autonomía por muchos de ellos añorada, con la que pretenden seguir
conviviendo con el “capitalismo de rostro humano”, tan a su
gusto.
Para los trabajadores, esta no es sino una reforma más, en
el contexto de salvaguardar los intereses del gran capital,
“sensible” a la ineficiencia foxista, promotor de la frustrada
(constitucionalmente) reforma eléctrica neoliberal. Lo que no se quiere
ver, es que el déficit fiscal no puede ser corregido sin afectar los
intereses de las grandes transnacionales.
Son las inmorales prerrogativas
al capital, exenciones, condonaciones y beneficios fiscales las que, traducidas
a una enorme deuda externa --varias veces pagada--, provocan un permanente
déficit fiscal, estimado por Hacienda en 617 mil millones de pesos para
el 2006, y que consumen el producto del trabajo de millones de
mexicanos.
Así pues, la lucha se complica para aquellos que se
contentan con pedir “un presupuesto social” para las empresas
públicas.
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El petróleo crudo mexicano
llegó a 51 dólares. Eso de nada sirve, todo queda en manos de la
corrupción del gobierno, administración de Pemex y charros
sindicales. La política de Pemex es contraria al interés de la
Nación.
¡Pemex sí,
PeUSA no!
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