Volumen 5, Número 64, julio 1 de 2005

Los petroprecios siguen al alza

La crisis energética avanza

Los precios del petróleo se mantendrán entre 50 y 60 dólares hasta el próximo año, cuando la desaceleración mundial debería ayudar a frenar la demanda. ¿Significa esto que SOLO la depresión económica, o incluso la guerra sean las únicas salidas a una crisis energética largamente anunciada?

Mientras la demanda mundial de hidrocarburos aumenta la oferta se estanca, tanto por motivos técnicos como geopolíticos. El repunte del dísel y otros refinados como el gasóleo para la calefacción, así como las nuevas especificaciones técnicas para las gasolinas (en Estados Unidos, a partir de crudos más pesados) y el estancamiento en la producción mundial, derivado tanto de la guerra que dicho país imperial desató en Iraq como de la insuficiente producción de Arabia Saudita, Rusia, Venezuela y Nigeria (países cuya producción representa casi el 40% de la producción mundial), plantea una nueva etapa de la crisis energética mundial.



Fuente: FTE, a partir de Informes EIA.


Según la Agencia Internacional de la Energía (EIA, por sus siglas en inglés), a nivel mundial se extraerán (y consumirán) 86,4 millones de barriles diarios, “a pesar de que las cotizaciones se han encarecido un 38% desde enero y un 56% desde doce meses atrás. Y sin olvidar que, entre 1995 y 1999, el barril promedió 19 dólares (el dólar se apreció más de un 40% en dicho periodo)” [Manuel Estapé Tous, en La Vanguardia, 27/06/2005).

No obstante, aún domina la criminal visión economicista del problema, en tanto para los analistas y estrategas neoliberales el precio del petróleo no es más que una más de las variables económicas y las reservas mundiales no son otra cosa que un “problema de inventarios”. En este mismo tono, la actual crisis petrolera ha sido manejada por las potencias imperiales de forma menos dramática que en las dos ocasiones precedentes (la guerra en medio oriente y la llamada guerra del Golfo). Empero, la presente escalada de precios corrobora lo que muchos venimos afirmando: el mundo ha entrado de lleno en una nueva era de energía escasa y cara, con una demanda en ascenso, producto del crecimiento de ciertas economías en desarrollo (China, India y AL básicamente), en medio de una cada vez menor disponibilidad de energéticos.

El debate sobre este último tema poco a poco se extingue ante las evidencias: recientemente hasta la transnacional British Petroleum ajustó a la baja sus reservas probadas. No obstante, aún existen “expertos” que intentan trivializar la situación, asegurando que la producción mundial de petróleo alcanzará apenas su máximo de producción dentro de diez años, para después comenzar una lenta declinación, dando lugar al desarrollo de nuevas fuentes de energía, que por supuesto no explican.

Así, contrario a la promesa neoliberal, sus mismos “expertos” confían --de manera casi religiosa--, en que “la próxima desaceleración económica” del mundo ayude a frenar la demanda ¿?. Por el momento, el precio del petróleo de referencia en Estados Unidos (que es el crudo ligero más fácil de refinar), alcanzó los 60 dólares en Nueva York y se prevén nuevos récords para el invierno (con el problema adicional de que el crudo disponible es más pesado y difícil de procesar en las refinerías actuales).

Por su parte, otras potencias marginadas por el sistema capitalista, están forzadas a construir una salida propia a la crisis. Es el caso de China, cuyos requerimientos energéticos son fundamentales para sostener su tasa de crecimiento, que comienza a desarrollar una estrategia “agresiva” para el orden mundial actual: recientemente el consorcio chino CNOOC (“público-pero-privado”) lanzó una oferta de compra por la transnacional petrolera UNOCAL, que a su vez había concluido en abril pasado un acuerdo similar con la Chevron-Texaco.

Indudablemente que en un mundo supuestamente dominado por el imperio del libre mercado, el asunto no tendría mayor trascendencia, puesto que la oferta de CNOOC supera en 1,550 millones de dólares la de Chevron-Texaco; sin embargo Bush instruyó rápidamente a su secretario de Comercio para revisar la venta de UNOCAL, a la luz de la seguridad nacional gringa.

La crisis energética entra así en su fase más crítica [“Guerras por los recursos”, Michael T. Klare, Ed. Urano], dónde la disputa real de los recursos esenciales rebasará las posibilidades de la política actual, basada en la reproducción del capital, para lo cual esta especie de neoimperialismo multilateral dominante requiere garantizar el desarrollo de unas cuantas naciones, a costa de la marginación (“desaceleración” dirán sus ideólogos) de los demás pueblos del planeta.

Solo la unidad y solidaridad internacional de los trabajadores podrá evitar la barbarie que se avecina.

Política petrolera en crisis

En México, la mezcla de petróleo crudo de exportación se sigue vendiendo a los precios más bajos del mercado, aún así en junio rebasó los 46 dólares por barril, muy arriba del precio presupuestado por los legisladores. Los ingresos de Pemex han sido extraordinarios, la política sigue siendo lamentable. La mayor parte de los excedentes es destinada por el gobierno al pago de la deuda externa; el resto es para la corrupción de administración y charros sindicales. ¿Inversión propia? ¡Nada! ¿Desarrollo social? ¡Nada!
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