Los petroprecios siguen al alza
La crisis energética avanza
Los precios del
petróleo se mantendrán entre 50 y 60 dólares hasta el
próximo año, cuando la desaceleración mundial
debería ayudar a frenar la demanda. ¿Significa esto que SOLO la
depresión económica, o incluso la guerra sean las únicas
salidas a una crisis energética largamente
anunciada?
Mientras la demanda mundial de hidrocarburos
aumenta la oferta se estanca, tanto por motivos técnicos como
geopolíticos. El repunte del dísel y otros refinados como el
gasóleo para la calefacción, así como las nuevas
especificaciones técnicas para las gasolinas (en Estados Unidos, a partir
de crudos más pesados) y el estancamiento en la producción
mundial, derivado tanto de la guerra que dicho país imperial
desató en Iraq como de la insuficiente producción de Arabia
Saudita, Rusia, Venezuela y Nigeria (países cuya producción
representa casi el 40% de la producción mundial), plantea una nueva etapa
de la crisis energética mundial.
Fuente: FTE, a partir de Informes EIA.
Según la Agencia Internacional de la Energía (EIA, por
sus siglas en inglés), a nivel mundial se extraerán (y
consumirán) 86,4 millones de barriles diarios, “a pesar de que las
cotizaciones se han encarecido un 38% desde enero y un 56% desde doce meses
atrás. Y sin olvidar que, entre 1995 y 1999, el barril promedió 19
dólares (el dólar se apreció más de un 40% en dicho
periodo)” [Manuel Estapé Tous, en La Vanguardia,
27/06/2005).
No obstante, aún domina la criminal visión
economicista del problema, en tanto para los analistas y estrategas neoliberales
el precio del petróleo no es más que una más de las
variables económicas y las reservas mundiales no son otra cosa que un
“problema de inventarios”. En este mismo tono, la actual crisis
petrolera ha sido manejada por las potencias imperiales de forma menos
dramática que en las dos ocasiones precedentes (la guerra en medio
oriente y la llamada guerra del Golfo). Empero, la presente escalada de precios
corrobora lo que muchos venimos afirmando: el mundo ha entrado de lleno en una
nueva era de energía escasa y cara, con una demanda en ascenso, producto
del crecimiento de ciertas economías en desarrollo (China, India y AL
básicamente), en medio de una cada vez menor disponibilidad de
energéticos.
El debate sobre este último tema poco a poco
se extingue ante las evidencias: recientemente hasta la transnacional British
Petroleum ajustó a la baja sus reservas probadas. No obstante, aún
existen “expertos” que intentan trivializar la situación,
asegurando que la producción mundial de petróleo alcanzará
apenas su máximo de producción dentro de diez años,
para después comenzar una lenta declinación, dando lugar al
desarrollo de nuevas fuentes de energía, que por supuesto no
explican.
Así, contrario a la promesa neoliberal, sus mismos
“expertos” confían --de manera casi religiosa--, en que
“la próxima desaceleración económica” del mundo
ayude a frenar la demanda ¿?. Por el momento, el precio del petróleo
de referencia en Estados Unidos (que es el crudo ligero más fácil
de refinar), alcanzó los 60 dólares en Nueva York y se
prevén nuevos récords para el invierno (con el problema adicional
de que el crudo disponible es más pesado y difícil de procesar en
las refinerías actuales).
Por su parte, otras potencias
marginadas por el sistema capitalista, están forzadas a construir una
salida propia a la crisis. Es el caso de China, cuyos requerimientos
energéticos son fundamentales para sostener su tasa de crecimiento, que
comienza a desarrollar una estrategia “agresiva” para el orden
mundial actual: recientemente el consorcio chino CNOOC
(“público-pero-privado”) lanzó una oferta de compra
por la transnacional petrolera UNOCAL, que a su vez había concluido en
abril pasado un acuerdo similar con la Chevron-Texaco.
Indudablemente que
en un mundo supuestamente dominado por el imperio del libre mercado, el asunto
no tendría mayor trascendencia, puesto que la oferta de CNOOC supera en
1,550 millones de dólares la de Chevron-Texaco; sin embargo Bush
instruyó rápidamente a su secretario de Comercio para revisar la
venta de UNOCAL, a la luz de la seguridad nacional gringa.
La crisis
energética entra así en su fase más crítica
[“Guerras por los recursos”, Michael T. Klare, Ed. Urano],
dónde la disputa real de los recursos esenciales rebasará las
posibilidades de la política actual, basada en la reproducción del
capital, para lo cual esta especie de neoimperialismo multilateral
dominante requiere garantizar el desarrollo de unas cuantas naciones, a costa de
la marginación (“desaceleración” dirán sus
ideólogos) de los demás pueblos del planeta.
Solo la unidad y
solidaridad internacional de los trabajadores podrá evitar la barbarie
que se avecina.
Política petrolera en crisis
En México, la mezcla de petróleo
crudo de exportación se sigue vendiendo a los precios más bajos
del mercado, aún así en junio rebasó los 46 dólares
por barril, muy arriba del precio presupuestado por los legisladores. Los
ingresos de Pemex han sido extraordinarios, la política sigue siendo
lamentable. La mayor parte de los excedentes es destinada por el gobierno al
pago de la deuda externa; el resto es para la corrupción de
administración y charros sindicales. ¿Inversión propia?
¡Nada! ¿Desarrollo social? ¡Nada!