Inseguridad neoliberal en el abasto eléctrico...
El déficit energético
Ante los graves apagones causados por la
desregulación de la Industria Eléctrica mundial por, los
organismos promotores del proceso proponen cínicamente paliativos, como
el ahorro de energía, que en realidad significan el racionamiento y la
implantación de servicios diferenciados.
Márgenes mínimos de reserva = déficit de energía
La desregulación de la industria eléctrica, para su
privatización y conversión en un mercado eléctrico
"liberalizado" tiene, entre otros impactos, la reducción en el margen de
reserva real de energía eléctrica, lo cual vuelve al sistema
eléctrico muy vulnerable ante cualquier tipo de falla.
Hace unas
semanas, la Agencia Internacional de Energía (AIE) con el copatrocinio de
la OCDE, publicó el libro titulado “
Ahorro de electricidad en
caso de crisis. Manejo del déficit temporal en el suministro de
energía”
[1], donde se
presenta el análisis detallado de 9 casos de falla asociados a lo que
denomina "déficit temporal" de energía y que, según el
estudio, puede ocurrir "en cualquier momento" en cualquier sistema
eléctrico, "sea liberalizado o fuertemente regulado", tanto en empresas
pequeñas o en grandes sistema integrados y sin importar el tipo de
combustible primario y tecnología que se utilice.
Mercado = falta de planeación de largo plazo
El propio estudio de la AIE revela que estos "déficit" ni son
tan temporales ni mucho menos tan impredecibles, sino que se agravan
principalmente en condiciones extremas y/o de demanda máxima o
pico (por ejemplo, durante un verano cálido o un crudo invierno y
se presenta una reducción de capacidad); riesgos que una adecuada
planeación energética integral, orientada a mantener un
margen adecuado de capacidad de reserva, debe aminorar.
Una
revisión de los casos reportados por AIE, permite encontrar que tuvieron
una duración muy variable: Arizona, EU (julio de 2004, 6 semanas); Europa
(agosto de 2003, 3 semanas); Ontario, Canadá (agosto de 2003, 2 semanas);
Tokio, Japón (verano 2002, 3 meses); Noruega (finales de 2002, 4 meses);
California, EU (2001, 9 meses); Brasil (2001, 10 meses); Suecia (2 de febrero de
2001, un día); y Nueva Zelanda con dos casos (2001, 3 meses y 2003 6
semanas).
Riesgos previamente anunciados
Por otra parte, aunque el origen de cada condición
“deficitaria” fue diverso, ésta pudo anticiparse con cierto
margen, como la falla técnica en el caso de la ciudad de Phoenix, Arizona
(el incendio de varios transformadores que pudo advertirse con dos días
de anticipación solamente, pero cuya falta de mantenimiento y equipo de
protección estaba documentada mucho antes); una grave sequía en
Brasil (pronosticada 5 meses antes) y Europa (agravada por una onda
cálida advertida con un solo día de anticipación), o un
deficiente diseño en el abasto de combustibles en California, EU
(dónde la desregulación provocó además otras
condiciones graves, que fueron advertidas por los especialistas con un
año de anticipación como mínimo).
La AIE reconoce
que ha habido otros casos que debieron analizarse, pero que no se incluyeron por
carecer de información suficiente (Australia, Italia, Chile, China, India
y más zonas de EU). Sin embargo, en todos los casos es evidente que el
impacto inicial resultó amplificado porque los sistemas en
cuestión operaban con un margen de reserva (de capacidad o
transmisión --o ambos) insuficiente, producto de operar en condiciones
de mercado, en las que todo excedente de generación (no vendido),
representa “capital ocioso” y cualquier condición
climática extrema no es más que un desequilibrio que la
oferta y demanda deben compensar por sí mismas.
Ahorro de energía forzoso
Esta cuestión central en el proceso de desregulación
eléctrica es ignorada por la AIE, que de manera cínica prefiere
recomendar para estos casos... ¡medidas para ahorrar energía!.
Según este organismo, no es posible evitar dichas crisis, por lo que
propone como paliativo el “ahorro de energía” y recomienda
una serie de medidas que pueden aplicarse en momentos
críticos.
Cambiar los hábitos de consumo energético
será fundamental en los tiempos de escasez de combustibles primarios que
se avecinan. Sin embargo ello no justifica disminuir los márgenes de
reserva de los sistemas eléctricos, como el modelo de mercado
eléctrico demanda.
Lo que pide la AIE es acostumbrarse a padecer
más frío en invierno o más calor en verano y a renunciar a
las comodidades básicas que caracterizan la vida moderna. Peor
aún, el organismo propone elevar las tarifas eléctricas como
“primera y más obvia” estrategia para equilibrar la demanda y
la oferta (rebaja de precio a quien reduzca voluntariamente su consumo en caso
de crisis y una penalización a quien lo incremente).
Hacia un servicio diferenciado
El problema de esta estrategia es que propicia un servicio
diferenciado, en el que consume más quien pueda pagarlo. El estudio de la
AIE ofrece datos que demuestran que los “precios de crisis” son
exagerados: 7 veces más en el caso de Noruega y hasta 10 en el de
California, EU, durante sus respectivas crisis.
Precios de la electricidad “spot” en Noruega. Entre diciembre de 2002 y enero de 2003
los precios por kilowatt-hora se dispararon abruptamente.
Precios de la electricidad en la crisis de California.
La EIA recopila los esquemas utilizados en diversos países para
racionar la energía en momentos de crisis, que se aplican según la
condición económica (la tarifa) de los consumidores, pero es
evidente que la tendencia que promueve es imponer un servicio diferenciado, que
en los países en desarrollo propiciará el aumento de otro tipo de
fenómenos, como el aumento en el robo de energía.
Los
ahorros reportados por EIA son además muy variables: Arizona, EU (6%);
Europa (0.5%,); Ontario, Canadá (17%); Tokio, Japón (4.5%);
Noruega (8%); California, EU (14%); Brasil (20%); Suecia (4%); y Nueva Zelanda
(10% en ambos casos). Los métodos para propiciar el “ahorro”
son hasta pintorescos, pero en la mayoría de los casos incluyen los
apagones programados y el racionamiento forzoso.
Desregulación = mayor escasez
EIA miente cuando menciona que cualquier sistema eléctrico
está sujeto a enfrentar escasez de energía. Esto ocurre con menos
probabilidad cuando el sistema eléctrico se mantiene integrado. En
México por ejemplo existen grandes zonas deficitarias de
generación (como la propia capital de la República), que padecen
además fuertes cambios de temperaturas (no solo temporales, sino a veces
en una misma semana o en el día), sin embargo los “cortes
programados” y apagones no son cosa recurrente porque los márgenes
de generación siempre han sido suficientes para cubrir el crecimiento de
la demanda y mantener una reserva suficiente para enfrentar esas variaciones,
aún en caso de pérdida de capacidad por mantenimiento, falla o
programadas.
Así fue concebido el sistema eléctrico
mexicano luego de su nacionalización, para ello se unificó la
frecuencia, se construyó la red troncal que une casi todo el país
y se diseñó un esquema de despacho de carga basado en grandes
centrales generadoras que emplean combustibles diversos, todo para poder brindar
el servicio público de energía eléctrica en las mejores
condiciones posibles y para todos.
Estos principios sin embargo estorban
al modelo de mercado eléctrico que hoy imponen los organismos financieros
internacionales a nivel global. Bajo el mercado, para satisfacer el crecimiento
de la demanda tiene que garantizarse el rendimiento inmediato de la
inversión, lo cual empuja necesariamente los precios y las tarifas a la
alza y obliga a centralizar el tipo de combustibles.
A los inversionistas
solo les interesa vender “Energía Base” (aquella que se
consume todos los días, hora a hora); generar “Energía
Pico” (solo para las horas de máxima demanda) o mantener
“Energía de Reserva” (la que puede conectarse a la red
rápidamente en caso de necesidad), solo les interesa bajo condiciones de
precio realmente ventajosas para ellos, de ahí el interés de EIA
en desarrollar esquemas de precios diferenciados.
Y ese es el verdadero
objetivo del texto publicado por EIA, preparar la siguiente etapa de la
desregulación, “ideologizando” a los usuarios en el sentido
de que los apagones “son cosa natural” ante la escasez de recursos
energéticos, lo que justifica elevar los precios de la
energía. Sin embargo esto no es así.
La electricidad es un Servicio Público
La electricidad es un servicio público, un derecho básico
universal. El acaparamiento, la depredación y el desperdicio de recursos
energéticos que hace años realizan los países altamente
industrializados (encabezados por EU Europa y Japón), debe efectivamente
terminar, pero las medidas que ellos adopten no pueden imponerse a escala global
para coartar el desarrollo de los pueblos históricamente marginados o en
vía de desarrollo.
Países como China o la India elevan
año con año su consumo de energía a tasas impresionantes,
pero no cuentan con los recursos propios suficientes. ¿Con qué
alumbraremos nuestro futuro?, ¿con velas? La crisis del modelo
“liberalizador”, misma que los expertos se empeñan en
profundizar, es hoy más evidente que nunca.
Los electricistas mexicanos en lucha contra la privatización eléctrica defendemos
los derechos de la Nación, los derechos de nuestra clase y los
intereses sociales del pueblo mexicano.
[1] Escrito por Alan Meir, en
base a las experiencias recopiladas en un grupo de trabajo reunido en junio de
2003, alrededor del mismo tema.