energia

Volumen4, Número 48, Marzo 31 de 2004

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Alebrije

Tú eres un Alebrije, ¿por qué me dices así? Fue lo que le contesté en una fiesta celebrada allá por los rumbos de la colonia Roma. Porque eres un monstruo, un burlón, un duende maloso, un diablillo que sólo anda haciendo maldades en las grillas, fue la respuesta. Los alebrijes se hacen fundamentalmente en Oaxaca: flaco, negro, pelos lacios, brazos largos y con venas más que sobresalientes, sin duda; Humberto Plata sabe, tiene la chispa de calificar, de poner apodos en el momento oportuno y al personaje adecuado, fue lo que pensé y más tarde, en donde vivo, me miré al espejo para corroborar el bautizo. La sonrisa llegó espontáneamente y exclamé: ¡indígena, diablillo y burlón!, bonita combinación supo encontrar el que hoy nos deja.

Quiero decir que varios días, no, varias semanas, estuve pensando, ideando un apodo que devolviera el cumplido y confieso que no lo logré, pues no todos tenemos la gracia de ciertos compañeros. En este sentido Plata era singular, irónico y creativo para acuñar frases, calificativos, apodos y contar chistes en su larga trayectoria de luchador proletario.

Esta singular forma de ser - además de sus intervenciones, análisis, escritos sobre la situación de los trabajadores, de los sindicatos y diversos problemas de este mundo tan vituperado por los que no tienen el humor espontáneo por las cosas simples y comunes de la vida de los que somos la mayoría- fue creando escuela entre muchos compañeros del sindicato de electricistas del centro del país.

Los que "caminan por los pasillos del poder", "como chivos en cristalería", "como pingüinos en el desierto", "los que parecen conejos lampareados", " los que se pasan el chicle", " los que tienen plan con maña", " les pasan la pluma mount blanc" son unos " patas planas" y " les echan los polvos mágicos", eran algunas de las frases que Humberto solía utilizar en los mítines, intervenciones en asambleas, foros o en cualquier espacio de discusión y debate, ironizando y riéndose de los personeros del poder, de los burócratas sindicales, de los miembros de la clase política o de cualquier otro que se quería pasar de vivo. Recordemos a Plata o imaginémoslo junto con otros compañeros haciendo campaña en los centros de trabajo de la Compañía de Luz y Fuerza o en las asambleas en el auditorio del SME en Antonio Caso, con discursos frescos y novedosos que concitaba los aplausos de los trabajadores y una que otra sonrisa nerviosa de los que se sentían aludidos.

" Vamos niños al sagrario”

Los que formamos el círculo de los sindicalistas y del que Tú eres parte, solemos reunirnos en cafés y después continuar en lugares apropiados donde se ronronea o tequilea según el gusto de cada quien; también hay que anotar que de vez en cuando organizamos reuniones de convivencia en donde asisten otros amigos y compañeros y se agrega comida y baile. En las primeras es escasa la participación del elemento femenino, no porque seamos "machines", sino porque nuestro poder de convocatoria ha menguado un poco. Pero en las fiestas, nuestro círculo se amplia con la presencia del sexo opuesto, no en exceso pero sí lo suficiente para echarnos un "rantan-tan", que a buen entendedor es el baile; dos que tres compañeras son suficientes para más de veinte consumados bailarines, no lo pongo entre comillas porque es cierto aunque no se crea.

En la extensión de nuestras reuniones, el "no falla cachetes" se hace presente, no sólo por la observancia de ciertas parejas donde uno desentona y siempre es el acompañante, sino también por uno que otro "patas planas" que se asoma por allí, o una metamorfoseada de alguno de nosotros. Estos encuentros son acompañados de expresiones alegres y de gran contenido filosófico: "va mamá, arriba de papá", "va que va", "sí que sí", "hilito, hilito", "que pasó cachetes", y en los instantes más álgidos de estos momentos de convivencia aparece el "chíngale, chíngale" de un gringo atolondrado que quiere hacer bailar a un pollo que le compró a un campesino ladino y que es contado con gran placer por Plata, en las mejores tradiciones mexicanas de los cuentos en donde los paisanos siempre les ganan a personajes extranjeros. Cuando se alargan las reuniones de convivencia y se escucha la tonada de vamos "niños al sagrario ", es que ya se llegó al extremo etílico de cierto camarada y para bien de todos hay que iniciar la retirada.

Volantes, periódicos, discursos, intervenciones, marchas, acciones de solidaridad, huelgas, asambleas, viajes, encuentros, búsqueda de proyectos para combatir a los dueños de lo robado; momentos tristes y alegres, ironías y unas que otras groserías y maldiciones; convivencias, tertulias, encuentros y desencuentros. Esta es y seguirá siendo la vida que hemos escogido un gran número de trabajadores, en donde Humberto es parte consustancial.

"Va que va"

Sigo buscando y pensando como devolverte el cumplido y creo que ya lo encontré. Resulta que he llegado a la sabia conclusión de que no soy el único Alebrije que anda por estos lugares; y pensándolo bien, Tú también eres un burlón y no está mal y todos los que nos frecuentamos tenemos esa personalidad. Todo es cuestión de que se miren en el espejo ¿Qué te parece que al que usa tres lentes para mirar y leer, le crecieran las manos, se le alargara el pescuezo, los pelos blancos se convirtieran en púas y otras transformaciones "ad hoc"; que al que suele decir "qué cosa" y se le pierde el caballo de vez en cuando, le creciera aún más la panza, las barbas ralas y canosas le llegaran a la mitad de su cuerpo, sin que le creciera la nariz pero sí la cara en forma circular y sufriera las demás transformaciones adecuadas a los burlones hechos de madera; que al que mueve la cabeza cuando hace uso de la palabra también se le alargara el pescuezo quedando intacta la panza y que al que se considera "sexi" para bailar y hasta paga a ciertas damas para hacer uso de sus movimientos al ritmo de una cumbia o salsa, sufriera las mismas transformaciones ; que al que le dicen conejo y que termina en tlacuache cada fin de semana, los chinos que le empiezan a la mitad del cráneo, se convirtieran en antenas, las patas se le acortaran y la nariz le creciera un poquito; que a los chaparros, los altos, los flacos, los gordos, los negros, prietos, güeros y semigüeros, hombres y mujeres, un día, cualquier día de estos, nos transformáramos en Alebrijes? Nuestra contribución sería fantástica: una banda de burlones y de múltiples coloridos recorrería el país y el mundo, realizando todas las maldades que requieren los de abajo.

Los dueños del dinero, la clase política, los burócratas sindicales y los que se quieren pasar de vivos, se verían como "pingüinos en el desierto", "como chivos en cristalería", como verdaderos "patas planas", cuando los Alebrijes al grito de "va que va" se lancen a perseguirlos hasta echarlos al precipicio.

Ha surgido una nueva raza que poblará el mundo y otras galaxias. Tú ya te nos adelantaste y desde otros mundos estarás haciendo tus maldades, tus ironías; nosotros lo propio y en el recuerdo estarás presente, pues nadie desaparece por completo mientras se esté en la memoria de los familiares y compañeros...¡Va por ti Plata!.

Antonio Martínez Torres

México, 11 de sep de 2003.

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