Este 1º. de Mayo en México ocurre
luego de 71 años de dictadura política príista, misma
que basó su dominio en el sostenimiento de una
estructura corporativa conocida como "charrismo
sindical" que ha significado para los trabajadores
mexicanos la pérdida persistente de derechos
laborales, sindicales y políticos.
En la actualidad, la minoría de
trabajadores estamos sindicalizados y,
consecuentemente, carecemos de los derechos básicos,
en primera instancia, de empleo y estabilidad en el
mismo. En la mayoría de los 15 mil sindicatos
existentes no existe vida sindical, se carece de
contratación colectiva y, cuando ésta existe, jamás
se revisan las condiciones de trabajo. Muchos de esos
contratos son inexistentes, se trata de convenios "de
protección" a las empresas auspiciados por los
charros sindicales y tolerados por las autoridades
laborales. Con estas bases espúrias la jornada de
trabajo, de 8 horas diarias y 40 horas semanales, no
se cumple cabalmente.
Los salarios de los trabajadores
mexicanos son de los más bajos del mundo. Hace
décadas que se ha impuesto una política basada en la
descalificación del trabajo y la pauperización de los
trabajadores asalariados. Las disposiciones
constitucionales al respecto tampoco se cumplen. De
1976 a la fecha, persiste una drástica caída en el
salario real de los trabajadores mexicanos. Los
incrementos nominales están lejos de recuperar la
pérdida del poder adquisitivo de los salarios.
En México existe una política de
contención salarial que ha servido para que los
grupos empresariales mantengan altas tasas de
ganancia en detrimento de las condiciones de vida de
la mayoría de la población. Hoy en día, están en
peligro las conquistas obreras previas. El gobierno
federal neoliberal insiste en la continuación de una
política económica desastrosa para el país.
El sector estatal de la economía
ha sido prácticamente desmantelado y, con ello, el
Estado ha perdido importantes fuentes de ingresos
para financiar el desarrollo nacional. Las
privatizaciones únicamente han servido para el
enriquecimiento desmedido de grupos empresariales y
de funcionarios en turno.
En este contexto, el gobierno
federal insiste en la privatización de la industria
eléctrica nacionalizada favoreciendo la apertura
total al capital privado en la generación,
distribución y comercialización de energía eléctrica.
Con esa propuesta, el gobierno neoliberal pretende
cambiar las disposiciones constitucionales vigentes
respecto al servicio público de energía eléctrica.
Tales medidas serían regresivas al interés nacional.
Otro tanto se propone con relación a la industria
petrolera. En este caso, se trata de operar la
industria con criterios empresariales privados
prosiguiendo una política petrolera a favor de los
intereses norteamericanos. En ambos casos, se busca
crear las condiciones para la integración energética
con Norteamérica vulnerando la soberanía nacional y
entregando el patrimonio y recursos energéticos del
país al imperialismo. Los trabajadores y pueblo de
México reiteramos nuestro total rechazo a éstas
políticas.
De la misma manera, expresamos
nuestro desacuerdo con la propuesta de reforma fiscal
del gobierno orientada a captar ingresos adicionales
expropiando el salario de los trabajadores. De
acuerdo con la propuesta oficial, tal reforma
implicaría sustraer cuantiosos recursos a la mayoría
de la población para otorgárselos a las cúpulas
empresariales. Estos grupos serían los únicos
beneficiados, no es Estado ni la Nación, con el nuevo
impuesto al valor agregado (IVA) sobre alimentos,
medicinas y libros. Si la reforma fiscal foxista
prosperara, la consecuencia inmediata sería la
pulverización de los salarios, situación agravada con
las previsibles repercusiones próximas de la
desaceleración de la economía norteamericana y la
contracción en el crecimiento económico que amenaza
con ser menor a las estimaciones oficiales, primero
del 7%, luego 4.5% y ahora, tal vez, del 3%. La
reforma fiscal foxista sería criminal para la
economía y la cultura de los mexicanos.
Persiste como una lacra, el apoyo
del gobierno al charrismo sindical. No obstante el
cúmulo de irregularidades y la consecuente
impugnación de los trabajadores a los procesos
electorales viciados, las autoridades laborales
insisten en reconocer a representantes sindicales
carentes de representatividad y consenso. Es el caso
de Leonardo Rodríguez Alcaine y Carlos Romero
Deschamps en los sindicatos de electricistas y
petroleros respectivamente. Pero, también ocurre algo
similar en los sindicatos de ferrocarrileros, de
minero-metalúrgicos y de maestros.
Recientemente, la Suprema Corte
de Justicia de la Nación ha declarado
"inconstitucional" a la cláusula de exclusión. Este
hecho tiene importantes consecuencias. Durante
décadas, la cláusula de exclusión ha servido para que
el charrismo sindical, en contubernio con las
empresas, reprima a los trabajadores excluyéndolos de
los centros de trabajo al margen de las disposiciones
laborales. Esa cláusula ha sido un efectivo mecanismo
de control de los charros sindicales sobre los
trabajadores pues, con la amenaza del despido, han
inhibido todo tipo de protesta y acción sindical.
Ahora, al declararse la inconstitucionalidad de esa
cláusula, los trabajadores podrían hasta dejar de
pertenecer al sindicato sin que esto implique dejar
de laboral en la empresa contratante. Tal medida,
debe ser aprovechada para activar la acción sindical,
expulsar al charrismo y recuperar a las
organizaciones sindicales en la perspectiva de
reorganización democrática del movimiento obrero
basada en grandes sindicatos nacionales de industria.
La relativa libertad no debe servir para salirse de
los sindicatos ni para crear estructuras que tiendan
a pulverizar más al sindicalismo mexicano. Los
sindicatos pertenecen a los trabajadores, son
conquistas de éstos que han sido usurpados por mafias
antiobreras y debemos rescatarlos como medio para la
defensa individual y colectiva de los derechos
obreros.
Pero, la injusticia laboral
continúa. Las instancias oficiales siguen haciendo
caso omiso de los reclamos obreros. No solamente
existen condiciones de trabajo deplorables en la
mayoría de los sectores productivos. A la fecha se
mantiene un fuerte rezago en las controversias
laborales. En el sector petrolero hay más de 14 mil
demandas laborales de los trabajadores afectados por
la empresa y el charrismo sindical sin que se hayan
atendido debidamente por las autoridades laborales y
políticas responsables.
En contraparte, el gobierno
auspicia, apoyado por el charrismo sindical, una
supuesta "Nueva cultura laboral" basada en propuestas
de incremento en la productividad que significarían
la flexibilización de las relaciones de trabajo para
favorecer una mayor acumulación de capital en
detrimento de las condiciones laborales. A tal
propósito, esas medidas tenderían a una reforma
laboral regresiva e inaceptable que pondría en riesgo
la contratación colectiva de trabajo, la jornada
laboral y a las propias organizaciones sindicales.
Esa cultura no tiene nada de nuevo y corresponde más
bien a la visión del oscurantismo para imponer nuevas
formas de esclavismo tecnologizado con apariencia de
una supuesta calidad que no es tal.
Los trabajadores de la energía de
México (FTE) estamos en lucha por un México con
soberanía e independencia. Hemos hecho varias
propuestas alternativas y tenemos en desarrollo una
Política Energética Independiente y un Programa por
la Democracia Sindical con hondas raíces históricas
en la lucha de electricistas, petroleros y nucleares.
Llamamos a los trabajadores mexicanos a hacer de este
1º. de Mayo una Jornada de lucha en defensa de
nuestros intereses inmediatos e históricos. En todo
el país nos manifestamos por el pleno ejercicio de
nuestros derechos, a saber:
- El derecho al empleo digno y decoroso para todos
los mexicanos.
- El aumento de salarios, en términos
constitucionales, tendiente a la recuperación del
salario real.
- El rechazo a la política económica oficial
basada en las privatizaciones. En particular,
rechazamos los intentos de privatización de las
industrias eléctrica y petrolera, así como la
política del gobierno federal sobre la
integración energética con Norteamérica.
- Rechazamos la reforma fiscal foxista por
atentatoria al interés mayoritario de los
mexicanos.
- Exigimos la democracia sindical como medio
para imprimir un rumbo democrático al país.
- Exigimos el respeto a la contratación
colectiva de trabajo y la solución a las demandas
laborales pendientes de los trabajadores
reclamantes.
- Exigimos el reconocimiento a los derechos
indígenas expresados en las propuestas zapatistas
del EZLN.