Los trabajadores de México y del mundo
libramos intensas batallas en una resistencia difícil contra el
neoliberalismo; también somos partícipes de la búsqueda de
caminos alternativos para preservar y mejorar las conquistas sociales.
El contexto general mundial es por demás adverso. Más de mil millones de seres humanos sobreviven en condiciones de miseria extrema, el desempleo se ha agravado en casi todas partes, la seguridad social tiende a desaparecer, lo mismo que el derecho de propiedad social y la soberanía de las naciones. Los trabajadores organizados concientemente somos minoría. En contraposición, las corporaciones transnacionales dominan a pueblos enteros, se apropian ilegítimamente de los recursos naturales e imponen su poder político en las diversas relaciones sociales por la vía de la intervención militar, las reformas legaloides, las privatizaciones y el uso fascistoide de los medios de comunicación. La ofensiva capitalista ha contado con el apoyo de algunos pensadores que han creído la falsedad del fin de la lucha de clases y han decidido cancelar el pensamiento obrero para privilegiar como moda al NO pensamiento, la acriticidad y la sumisión. Para ciertos sectores de la intelectualidad contemporánea el proletariado no tiene ya ningún papel, ni siquiera reconocen su existencia como clase social, hecho no solo extraño sino erróneo pues la presencia de la fuerza natural (el trabajo) y la fuerza social (el capital) están presentes en todas partes, librándose entrambas una lucha cotidiana. La ofensiva neoliberal crea enormes dificultades y problemas para el accionar de los trabajadores pero, aún cuando ha logrado la colaboración explícita en varias partes, no ha cancelado la lucha de clases. Peor aún, el neoliberalismo no es capaz de resolver ninguno de los acuciantes problemas sociales de la humanidad. En tales circunstancias, las luchas de enormes contingentes de trabajadores y pueblos del mundo son incesantes en contra de las políticas antiobreras de las transnacionales, de la explotación, la pobreza y el hambre. Acción proletaria Los sindicatos siguen siendo importantes instancias
para la acción de los trabajadores. Pero, salvo raras excepciones, los
sindicatos han sido usurpados por representaciones burocráticas espurias
dedicadas a impedir la acción obrera bajo la consigna estratégica
del imperialismo. En México, la desnaturalización de la
organización obrera tiene la expresión más deleznable con
el charrismo sindical, superestructura violenta y corrupta. Por otra parte, el
reformismo socialdemócrata tiende a limitar deliberadamente las luchas de
los trabajadores para orientarlos a la colaboración de clase. En todo el
mundo la clase obrera es socialmente fuerte pero políticamente
débil. Urge, rescatar a los sindicatos como instrumentos de lucha
obrera.
Pero los sindicatos tienen tareas más importantes que cumplir, adicionales a la simple defensa laboral. Hay objetivos políticos orientados a la transformación social. Ningún problema del mundo es ajeno a los trabajadores. La solidaridad identifica a la lucha clasista pero, los trabajadores no debemos limitar las miras ni hacer caso omiso de los objetivos históricos. La lucha de clases exige de los trabajadores no solamente una sólida resistencia sino de la lucha organizada y conciente. Esto implica la necesidad de desarrollar alternativas concretas en torno a los procesos de trabajo, cuya desnaturalización es un punto crucial auspiciado por el neoliberalismo. Se requiere, también, de la organización apropiada para imprimir dinámica al movimiento obrero al interior de los centros de trabajo, en el espacio del saber, y en el conjunto de la sociedad. En consecuencia, es esencial desarrollar una política propia, basada en un proyecto clasista y en un pensamiento propio, el pensamiento del movimiento obrero. Construir al movimiento obrero Nuestro primer objetivo, entonces, es construir a tal
movimiento obrero, hoy limitado únicamente a simple
sindicalerismo, en su enorme mayoría corporativizado. La forma
moderna de organización del proletariado es en grandes sindicatos
nacionales de rama industrial, y su integración en instancias
internacionales por sector y a nivel general. Esta forma de organización
plantea el ejercicio de la solidaridad, la identidad de clase y la lucha
unificada por los grandes objetivos del proletariado del mundo.
Resistir organizadamente al imperialismo y sus gobiernos, avanzar hacia un mundo mejor, supone la presencia activa, e ineludible, de los trabajadores organizados. No hay ningún proyecto de Nación sin programa obrero mismo que representa las banderas de lucha, los objetivos concretos, las alternativas de acción, para el conjunto de los trabajadores y los pueblos. Por ello, el Frente de Trabajadores de la Energía (FTE) de México, cuyos integrantes hemos sido activos partícipes de las luchas obreras más importantes de las cinco décadas recientes, luego de múltiples asambleas, reuniones, mítines y marchas, formulamos una propuesta de Programa Obrero y llamamos a los trabajadores mexicanos a enarbolar con entusiasmo estas banderas. La experiencia no se improvisa ni se puede dirigir al movimiento sin conocimiento. La fuente del conocimiento obrero es el pensamiento revolucionario clásico con sus mejores desarrollos. Los trabajadores tenemos derecho a saber de ese conocimiento y socializarlo para desarrollar la conciencia de clase. Para los trabajadores no es suficiente la capacitación laboral y/o sindical, es indispensable la formación y educación política, el acceso a la cultura obrera. Muchas e importantes tareas tienen el movimiento obrero de México y del mundo, mismas que se resumen en el Programa, la Organización, la Dirección, y la Acción. El presente Programa tiene hondas raíces en las luchas más importantes de los trabajadores de la energía de México. Proponemos como parte crucial, la reorganización del movimiento obrero de México, en 20 sindicatos nacionales de industria, base de la Central Única de Trabajadores. Esto implica la necesaria derrota del charrismo y el rescate de los sindicatos por los propios trabajadores. No es tarea sencilla pero es necesaria e, incluso, indispensable. Nuestro movimiento requiere forjar una dirección política de clase, actualmente inexistente. Esto requiere de la experiencia previa y el conocimiento acumulado pero, también, de la consecuente organización política. El accionar obrero precisa de la movilización en todo el país y su integración a nivel nacional e internacional. Llamamos a los trabajadores mexicanos a discutir estas propuestas y a hacerlas suyas. ¡Manos a la obra todos, las causas profundas de la clase obrera tienen que vencer y vencerán! (db). México, 1 de mayo de 2005. ¡Proletarios del mundo, Uníos!
Fuentes: 2005, energía 5 (62) 1-20, 1 de mayo de 2005;
2010, energía 10 (160) 1-60, 1 de mayo de 2010.
Esta página es construida por trabajadores del sector energía.
La información contenida puede citarse total o parcialmente, mencionando la fuente.
|
|