Entre las “buenas nuevas” de Videgaray anunció “eventuales” recortes al gasto público. Sus subordinaos dicen que no y así, siguen tanteando el rechazo de la población. Ahora, el secretario, dijo a diputados que no habrá recortes. En el Diario Oficial él mismo publicó que sí los habrá. ¿Qué dirá mañana? ¿En qué quedó la “coordinación” que alardea Peña Nieto? Mientras, el precio promedio del petróleo mexicano de exportación sigue abajo de 40 dólares por barril. El “ángel de la dependencia”, quien preside la OCDE, repite barbaridades obsoletas y falsas, dice que las reformas privatizadoras añadirán casi dos puntos al crecimiento. Esos individuos son borrosos, “gobiernan” con dichos, “de oídas” y con engaños. (FTE). México SA Videgaray: tijera en ristre. Aportela: “no se recortará”. Promesas para incumplir. Por Carlos Fernández-Vega. Artículo tomado de La Jornada, 9 enero 2015. El “ministro” de Malinalco ya ni la burla perdona, pues ayer el sonriente Luis Videgaray presumió que “este año inicia con buenas noticias para las familias mexicanas” para inmediatamente después pintar su raya y dejar en claro que “habrá de acomodarse” ante eventuales recortes al gasto público. Entonces, si esas son las buenas nuevas, mejor que se las reserve, porque de ellas México y sus habitantes tienen el clóset atiborrado con los resultados conocidos y padecidos. Como acostumbra, cada comienzo de año (y lleva tres) el actual secretario de Hacienda agarra el micrófono y a los habitantes de este país les regala un costal lleno de promesas, que más tarda en ofrecerlas que en incumplirlas, con el crecimiento económico y el “futuro promisorio” a la cabeza de la lista. Así, el arranque de 2015 no podía ser la excepción y el susodicho abrió menú con el entremés referido (que incluyó la “desaparición” del cobro de larga distancia –un ahorro promedio de 46 centavos diarios por habitante–, el “fin” de los gasolinazos –aunque la puerta permanece abierta y el precio interno supera en 34 por ciento al externo–, la “reducción” de 2 por ciento en las tarifas eléctricas –cuando en los dos últimos años las duplicaron– y que no aumentarán los impuestos –aunque después se los devuelvan a las grandes empresas– ni el déficit público, de por sí bastante elevado). De allí pasó al plato fuerte: “la decisión clara del Presidente de la República es que cualquier necesidad de ajuste por una disminución de los ingresos habrá de acomodarse reduciendo el gasto público”, es decir, recortes al presupuesto. Lo anterior, dijo, debido a que la “prioridad debe ser mantener la disciplina de la política macroeconómica para asegurar la estabilidad” (es decir, la que desde hace tres décadas se conserva gracias a la miseria de la mayoría). La posibilidad de realizar “ajustes” (léase recortes presupuestales) se justificaría, de acuerdo con el tlatoani de Malinalco, por “un entorno internacional, sin duda, muy adverso donde enfrentamos distintos retos, desde la caída pronunciada del precio de petróleo, la expectativa de modificación en la política monetaria de Estados Unidos y por lo tanto, movimientos importantes en los flujos de capitales y un entorno de crecimiento internacional, particularmente en Europa, pero también en Asia, en Sudamérica débil” (sic). Las “buenas noticias” de Videgaray provocaron risas entre el respetable, pero el plato fuerte por él descrito puso los pelos de punta a más de dos, al grado que de inmediato brincó a la palestra el subsecretario de Hacienda Fernando Aportela para asegurar, casi gritar, que (se los juro) “no habrá recorte en el gasto público” ni en los recursos que estados y municipios reciben de la federación por el desplome del precio petrolero (La Jornada, Roberto González Amador). Como se constata, la coordinación entre el jefe Videgaray y el subjefe Aportela (ambos del establo de Pedro Aspe) de las finanzas nacionales es no sólo perfecta sino telepática, porque lo que asegura el primero rápidamente lo desmiente el segundo, y ambos lo hacen “en nombre del gobierno federal”. El postre de tan amena y coordinada reunión de “buenas noticias” lo sirvió el chef José Angel Gurría (un experto en eso de las promesas incumplidas), secretario general de la OCDE, secretario de Hacienda con Ernesto Zedillo y conocido como “mi marciano favorito”, porque un par de años atrás aseguró que la economía mexicana “casi es de otro planeta” y “está en otra dimensión, gracias afortunadamente al trabajo de tantos años”. Pues bien, este personaje sacó su bola de cristal, en la que dijo ver que “la inseguridad en el país no afecta las inversiones” y que las “reformas añadirán” casi dos puntos porcentuales al “crecimiento”. Lo cierto es que la situación económica interna, aderezada con la externa, no es precisamente una maravilla, por lo que nada raro sería que más temprano que tarde salga a relucir la tijera y comience el recortadero presupuestal, algo en lo que, por lo demás, el régimen es experto desde tiempos de Miguel de la Madrid, siempre, claro está, con el discurso de que México “va por el camino correcto”. Ahora que si de magia y coordinación se trata, allí está lo declarado por el embajador peñanietista en Washington, Eduardo Medina Mora, y lo que asegura Pemex. El primero anunció que “va por buen camino” la aprobación del Departamento estadunidense de Comercio para que México importe 100 mil barriles de petróleo ligero por día, y el segundo que no es así, porque en realidad “se trata de un intercambio” de crudo liviano por pesado “propuesto por México a Estados Unidos”, el cual “comenzará en el primer trimestre, entre finales de febrero y marzo”. Se pretende “aprovechar la oportunidad comercial que presenta el incremento significativo de la producción de ese tipo (en el vecino del norte) y la reconfiguración de los sistemas de refinación en México”, especialmente en las plantas de Salamanca, Tula (donde ya no se construyó la Bicentenario) y Salina Cruz (La Jornada, Víctor Cardoso). En cualquiera de los casos, México importará un tipo de petróleo ligero que internamente produce (tipo Olmeca), y que de acuerdo con la estadística de Pemex también exporta. El más reciente informe de la ex paraestatal documenta la exportación de 113 mil barriles por día a lo largo de noviembre pasado, casi el doble de lo registrado en igual mes de 2013, y buena parte de ese tipo de hidrocarburo se envía a (¡sorpresa!) a Estados Unidos. Mientras se ponen de acuerdo con la versión, por fin la Comisión Permanente decidió abordar el delicado tema del desplome del precio petrolero mexicano, por lo cual citó... al par de subsecretarios... de Hacienda “para que expliquen las medidas que el gobierno federal aplicará para corregir la caída de las principales variables macroeconómicas, el derrumbe del precio del barril de exportación así como las negociaciones para importar crudo ligero de Estados Unidos”. Originalmente, en esa instancia del Legislativo se destacó la importancia de que comparecieran los secretarios de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, y de Hacienda, Luis Videgaray, y al director de Pemex, Emilio Lozoya, para que explicaran la temática. Pero “a solicitud del PRI se dejó fuera” a los tres tristes funcionarios, y les mandaron invitación a los subsecretarios. Y así “funciona” todo: unos que sí, otros que no y finalmente quién sabe. Las rebanadas del pastel No hay nada mejor que el optimismo oficial: “el peso se recupera”, gritan a coro, y ayer el dólar se vendió en ventanilla a 14.98, cuando en septiembre el tipo de cambio fue de 13 por uno. Pero “se recupera”. Twitter: @cafevega D.R.: cfvmexico_sa@hotmail.com
Ref: 2015, elektron 15 (16) 1-2, 16 enero 2016, FTE de México. Esta página es construida por trabajadores del sector energía.
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