Tras 13 años de invasión y guerra, los Estados Unidos y su brazo militarista OTAN anunciaron en Kabul su retiro parcial de Afganistán, después de una larga, sangrienta y costosa aventura. Aquel 11 de septiembre de 2001, los talibanes fueron acusados por el gobierno norteamericano de haber derribado las Torres Gemelas en Nueva York. En el país devastado ni siquiera se enteraron por carecer de electricidad y televisión. Los gringos nunca probaron sus acusaciones. Entre tanto, sigue la resistencia guerrillera y de la población. Casi 13 mil soldados de la OTAN permanecerán en suelo afgano para apoyar al gobierno títere. “Sacamos a Afganistán de la oscuridad”, dice un general de los aliados. El hecho es que fracasaron y no lograron una nueva colonia.
Después de más de 13 años
de controlar el territorio y la seguridad de Afganistán, la
Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN)
oficializó el fin de la “misión de combate” que
comenzó en diciembre de 2001, apenas dos meses después de la
invasión estadounidense a ese país asiático. Sin embargo,
tanto la alianza militar como EEUU mantendrán miles de soldados en el
país (en Cubadebate, 28 diciembre 2104).
En un pequeño acto realizado en el cuartel general de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) en Kabul, el comandante del contingente de la OTAN, el estadounidense John F. Campbell, enrolló la bandera de la fuerza internacional, la guardó y prometió: “Hoy es el fin de una era y el comienzo de una nueva”. “Juntos sacamos a los afganos de la oscuridad y la desesperación y les dimos una nueva esperanza para el futuro. Espero que sientan orgullo por el impacto positivo que han tenido y continuarán teniendo sobre los afganos”, aseguró frente a representantes militares de algunos de los 48 países que contribuyeron al contingente de la OTAN en Afganistán hasta el final. Por su parte, el consejero de seguridad nacional del Gobierno afgano, Hanif Atmar, también hizo una promesa en nombre de su país. “Nunca olvidaremos a sus hijos e hijas que murieron por nuestra tierra. Ellos también son nuestros hijos e hijas”, sostuvo el funcionario, citado por la agencia de noticias EFE. Desde diciembre de 2001, 3,485 soldados de la misión de la OTAN fallecieron en combate, 2,356 de ellos eran militares estadounidenses. La despedida fue apenas simbólica por dos razones. En primer lugar, la ISAF comenzó su retirada hace tres años. En las últimas semanas apenas un puñado de los 350,000 soldados internacionales quedaban en el aún convulsionado país. En segundo lugar, la presencia militar de la OTAN y especialmente de EEUU no desaparecerá, sino que mutará de tamaño y función. En septiembre pasado y después de una campaña pública de presión por parte de la Casa Blanca, el nuevo gobierno afgano, liderado por el presidente Ashraf Ghani, firmó un nuevo “acuerdo de seguridad” con Washington y un anexo con los países miembros de la OTAN. El primero, bautizado Acuerdo Bilateral de Seguridad, prevé que 9,800 militares estadounidenses permanezcan en suelo afgano en 2015. Oficialmente, su misión será prestar asesoramiento y equipamiento a las fuerzas de seguridad afganas hasta finales de 2024. Sin embargo, el diario The New York Times reveló hace unos meses que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, firmó una “orden secreta” para que las tropas que se quedarán en el país asiático tengan “un papel directo en el combate”. Además, el convenio tiene un anexo bautizado Acuerdo sobre el Estatus de las Fuerzas de Seguridad, que establece que entre 3,000 y 4,000 militares de otros países de la OTAN podrán seguir en Afganistán a partir de 2015. Este acuerdo también establece que oficialmente estas fuerzas no actuarán en operaciones de combate contra la insurgencia. Desde que comenzó la retirada gradual del masivo contingente de la OTAN, compuesto mayoritariamente por soldados estadounidenses, la insurgencia, liderada por el movimiento talibán que fue derrocado en septiembre de 2001 con la invasión norteamericana, vive un momento de auge. “Afganistán sigue siendo un país que vive una guerra”, reconoció hoy el vicecomandante de la ISAF, el teniente general del Ejército alemán, Carsten Jacobson, a la agencia de noticias DPA. La violencia es especialmente cruenta con la población civil. En los primeros 11 meses del año la ONU registró el mayor número de víctimas civiles desde la invasión estadounidense: un total de 3,188 muertos y 6,429 heridos. El 75 por ciento de las muertes fueron provocadas por ataques cometidos por los talibanes, en tanto que la ISAF se atribuye menos de un uno por ciento de las víctimas fatales civiles del conflicto. (Tomado de Página 12). Retirada parcial Estados Unidos y la OTAN terminaron formalmente la guerra
en Afganistán, luego de 13 años de la invasión encabezada
por Washington. (AP, AFP, DPA, Notimex, en La Jornada, p.24, 29 diciembre
2014).
El final de la misión militar estuvo marcado por una ceremonia de arriamiento de la bandera verde y blanco en la base de la ISAF en Kabul, y de izamiento del lábaro de la nueva fuerza extranjera que la remplazará, denominada Apoyo Decidido. Con la conclusión de la primera misión se van definitivamente los 11 mil uniformados extranjeros que permanecían en este país centroasiático, de un total de efectivos que llegó a sumar 140 mil en 2010 y que hasta hace dos años entraron directamente en combate con el talibán, la organización político-militar que fue derrocada con la ocupación de noviembre de 2001, acusada de apoyar los ataques en Nueva York y Washington de septiembre de aquel año. Al iniciar la segunda misión, oficialmente a partir del 1º de enero, los ejércitos extranjeros dejarán en Afganistán 13 mil 500 elementos de 40 países –11 mil estadunidenses– que se dedicarán al entrenamiento y el apoyo técnico a las fuerzas armadas afganas. A pesar de los 13 años de ocupación militar, afganos y extranjeros deben enfrentar aún a la resistencia guerrillera del talibán, el cual se refugió tras la invasión en la zona montañosa fronteriza con Pakistán y posteriormente hostigó a la ISAF con ataques sorpresivos y, sobre todo, con explosivos que detonaron al paso de convoyes en carreteras. El general John Campbell, comandante de la ISAF, rindió homenaje a los soldados extranjeros caídos en esta tierra y elogió al ejército afgano, al asegurar que tiene la confianza de que será capaz de asumir la lucha por sí solo. El presidente Barack Obama no dejó pasar este hecho sin recordar que la finalización de las actividades militares estadunidenses fue un compromiso de su primera campaña electoral en 2008. “La guerra más extensa en la historia de Estados Unidos está llegando a una conclusión responsable”, señaló el mandatario en una declaración que saludó el sacrificio de más de dos mil 224 estadunidenses que murieron en servicio. Los desafíos por delante estarán a cargo del pueblo afgano y sus fuerzas de seguridad, quienes “continúan haciendo” sacrificios para defender a su país, subrayó Obama. “Afganistán continúa siendo un lugar peligroso”, sostuvo. El presidente afgano, Ashraf Ghani, que asumió el poder en septiembre, firmó acuerdos bilaterales de seguridad con Washington y la OTAN que permiten la presencia militar permanente en un país donde, según cálculos de la Organización de Naciones Unidas, las bajas civiles en 2014 ascienden a unas 10 mil personas. Un portavoz del talibán, Zabihullah Mudshahed, consultado por la agencia de noticias alemana Dpa, afirmó que “los mujaidines seguirán luchando contra los intrusos, aun cuando quede uno solo en nuestro país”. La ISAF no cumplió con su meta de “convertir a Afganistán en otra colonia estadunidense y amenazar desde aquí el centro de Asia”, sostuvo el portavoz. “Se van sin resultados luego de 13 años”. Costosas guerras En Washington, mientras tanto, el Congreso estadunidense
difundió un estudio en el cual señaló que el costo total de
las guerras llevadas a cabo por Estados Unidos tras los ataques de 2001
asciende, hasta 2014, a 1.6 billones de dólares.
La cifra incluye el costo de las operaciones militares, el apoyo a las bases, el mantenimiento del armamento, el entrenamiento de fuerzas de seguridad iraquíes y afganas, la reconstrucción, ayuda exterior y costos de las embajadas. La información también abarca el costo de los cuidados de salud para los veteranos que regresan de las operaciones militares en Estados Unidos tras los ataques de 2001. Washington gastó 686 mil millones de dólares en Afganistán y en acciones relacionadas contra lo que denomina “terrorismo”, equivalente a 43 por ciento del gasto. La operación de Irak costó 815 mil millones de dólares, 51 por ciento del total. Otros gastos bélicos elevan la suma 1.6 billones de dólares. El presupuesto solicitado por el gobierno federal para cubrir los gastos de las guerras en 2015 fue de 73 mil 500 millones de dólares, 58 mil 100 millones destinados a Afganistán. El cálculo difundido por el CRS resulta muy conservador respecto de otros estudios difundidos por académicos sobre el costo financiero de las guerras emprendidas por Estados Unidos en el siglo XXI. Un estudio de la Universidad de Boston estimó que el costo de las guerras en Irak y Afganistán, así como la asistencia para Pakistán, asciende a 4.4 billones de dólares, incluidos costos de salud para veteranos discapacitados e intereses de la deuda relacionada con las intervenciones. La OTAN seguirá “asesorando” Las fuerzas de seguridad
de Afganistán asumieron la plena responsabilidad de la protección
del país y de la población una vez finalizada la misión de
Estados Unidos y de la OTAN, jornada que se vio ensombrecida por la muerte de al
menos 26 civiles por el impacto de un misil disparado por soldados afganos (DPA,
AFP, Reuters, AP, en La Jornada, p.18, 2 enero 2015).
La coalición internacional liderada por la OTAN sólo proporcionará formación, asesoramiento y ayuda al ejército afgano. La nueva misión cuenta con 13 mil uniformados extranjeros y se prolongará durante dos años. El presidente afgano, Ashraf Ghani, pidió al ejército y la policía que defiendan el país. “Doy la enhorabuena a los afganos por este día histórico”, dijo al asegurar que “no permitiremos que nuestra tierra sea utilizada contra nuestros vecinos, y esperamos lo mismo de ellos”. Los gobiernos regionales tienen que escoger, “o logran la paz y la estabilidad regional o se hunden con nosotros”, apuntó Ghani durante su discurso en el que advirtió que “nos enfrentamos a una amenaza común, y nosotros estamos en la primera línea de defensa. Si no desactivamos esas amenazas se convertirán en una amenaza para las vidas de estadunidenses, europeos y japoneses”. La noche del 31 de diciembre, un misil impactó en una fiesta de casamiento en la provincia de Helmand, mató a 26 personas y dejó heridas a 50 más, en el contexto de enfrentamientos entre las fuerzas del orden y los talibanes. El general Mahmoud, vicecomandante de los cuerpos afganos en la provincia, dijo que se disparó artillería desde tres direcciones contra un poblado en el distrito de Sangin donde se celebraba la boda. “Lo que sabemos es que nuestros soldados dispararon rondas de mortero desde tres puestos, pero no sabemos si fue intencional”, dijo Mahmoud a Reuters, e indicó que ya “se inició una investigación y castigaremos a los culpables”. El distrito de Sangin está considerado una de las zonas menos seguras de Helmand, pero los talibanes negaron cualquier responsabilidad y acusaron al ejército afgano. Ref: 2015, elektron 15 (2) 1-4, 2 enero 2015, FTE de México. Resistencia guerrillera en las montañas de Afganistán, 2010 Manifestación en Kabul contra los invasores de la OTAN, 2011 Esta página es construida por trabajadores del sector energía.
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