Volumen 14, Número 296, noviembre 30 de 2014
 


La tentación de Peña Nieto



Usar la fuerza del Estado contra el pueblo y masacrarlo, sugirió Peña en conferencia de prensa. El aspirante a tirano siente la tentación de Porfirio Díaz, Victoriano Huerta y Díaz Ordaz. Lo hará. Solo así podrá garantizar “certidumbre” a las transnacionales para que invadan al país. No ha sido suficiente la reforma energética y de las telecomunicaciones. Proyecta usar la violencia para “imponer el orden”. En Estados Unidos la imagen de su gobierno está por los suelos. Las protestas se suceden lo mismo en los estadios de futbol que frente al G20. Solo Peña y asesores piensan controlar el fuego echando más leña a la hoguera.


Peñita amenaza

Inmediatamente a su regreso de sus viajes a China y Australia, Peña Nieto ofreció una conferencia de prensa en el aeropuerto. En vez de informar sobre resultados de los 43 normalistas desaparecidos, 6 asesinados y varios lesionados, se dedicó a lanzar amenazas sin ton ni son.

Lamentó los recientes hechos de violencia y dijo que, el Estado está facultado a usar la fuerza para restablecer el orden. Pareciera que se escucha a Porfirio Díaz, Victoriano Huerta o Gustavo Díaz Ordaz. Son ya 50 días de los hechos vergonzosos en Iguala y el gobierno de Peña Nieto no sabe dónde están los muchachos. ¿Por qué no ha utilizado la fuerza del Estado para rescatarlos? Si lo ha hecho, ¿cómo explica que un grupo de criminales haya rebasado a ese Estado? Porque, al momento, ni el Estado ni el gobierno tienen respuestas convincentes.

O, ¿que esperaba el chaparrito? Que los padres de familia lo felicitaran o que la sociedad lo reconociera por vender y/o regalar el país al capital extranjero. Las miles de desapariciones forzadas y miles de muertes ocurridas en lo que va de su gestión, ¿acaso merecen una fiesta?

La desaparición forzada de 43 estudiantes normalistas está terminando con la paciencia de amplios sectores sociales. No es la primera vez pero muchos quisiéramos que fuera la última. Que exista ira no debiera sorprender ni confundir al Estado, especialista en provocarla unilateralmente.

¿Que pretende Peña con sus amenazas? ¿Resolver el fondo del conflicto o echar más leña a la hoguera? Que desate la represión y verá como el México bronco, adormilado por décadas, despertará y arrasará con la tiranía, ciertamente a un costo elevado pero inevitable.

Peña Nieto no debía amenazar sino encontrar a los desaparecidos. Si no puede, entonces que renuncie. Lamentablemente, no hay manera de juzgarlo. La legislación vigente ni siquiera lo prevé. Peor aún, no tenemos la organización social necesaria para asumir las grandes tareas nacionales. Pero esta situación puede cambiar y debe cambiar.

La renuncia de Peña no es descabellada, al contrario, es necesaria. Evidentemente, la sola renuncia no sería suficiente.

Por lo pronto se derrumbó el cuento de hadas de Peña y Televisa. Peña ni siquiera sabe, porque no puede, justificar la corrupción en que ha incurrido con La Gaviota. Una casita de 95 millones de pesos no la paga Rivera a plazos ni con todo el salario completo que oficialmente recibe Peña ni con una nueva telenovela. No hay imprecisión, lo que hay es corrupción.

Represión propone Peña Nieto

A su llegada anoche a México, el presidente Enrique Peña Nieto lamentó los hechos de violencia registrados en algunas ciudades del país luego de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Advirtió que aunque hay una actitud de diálogo, acercamiento y apertura, el Estado está legítimamente facultado para usar la fuerza “cuando se ha agotado cualquier otro mecanismos para restablecer el orden (Vargas, R.E., en La Jornada, p.7, 16 noviembre 2014).

“Yo aspiro y espero que no sea el caso de lo que el gobierno deba hacer; que no lleguemos a este extremo de tener que usar la fuerza pública. Queremos convocar al orden, a la paz”, añadió.

El mandatario reiteró la convocatoria al orden y a “no hacer de este momento de duelo y de dolor por el que pasan los padres de familia (de los jóvenes secuestrados en Iguala) una bandera de otras causas, una bandera que concite a la violencia y al desorden”.

Fue interrogado también sobre la propiedad que se le adjudica de una mansión con valor superior a 90 millones de pesos en Lomas de Chapultepec, de la cual sólo se aclaró oficialmente que es propiedad de su esposa, Angélica Rivera.

Imagen desmoronada

La violencia, la impunidad y la corrupción es, una vez más, la noticia que impera sobre México en Estados Unidos, empañando, sino es que anulando, la imagen tan exitosamente elaborada por el gobierno de Enrique Peña Nieto durante los pasados dos años (Brooks D., en La Jornada, p.5, 16 noviembre 2014).

El guión oficial sobre “reformas” audaces y el amanecer del “momento mexicano” en Estados Unidos ha sido interrumpido por el explosivo caso de los 43 estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, desaparecidos desde el pasado 26 de septiembre, y el manejo de esta crisis por el gobierno.

El desmoronamiento de la imagen oficial se aceleró en los días recientes y el caso de Guerrero y sus secuelas son ahora el prisma por donde las cúpulas políticas, económicas y culturales de Estados Unidos observan al país vecino.
El Departamento de Estado ha sido obligado a responder a la crisis en México expresando condolencias y, por segunda vez en varios días, la portavoz Jen Psaki reiteró que el “delito bárbaro debe ser plena y transparentemente investigado, y los responsables presentados ante la justicia sin demora y castigados”. También agregó que “instamos a todas la partes a permanecer en calma a través de este proceso”.

Desorden e ilegalidad

Mientras tanto, varios de los principales medios estadunidenses a lo largo de estos días reportan no sólo el caso sino la crisis política que ha detonado. The New York Times publicó un editorial en el que advierte de la descomposición de “ley y orden” en México y el “fracaso” del gobierno en brindar seguridad y “respeto al imperio de la ley”, y concluye que Peña Nieto no ha logrado cumplir aún con su promesa de reducir la violencia, la corrupción oficial y las muertes.

El rotativo también publicó un par de artículos sobre cómo el caso Iguala revela un sistema judicial y de seguridad pública disfuncional, y cómo la crisis política resultante es tal vez el mayor reto hasta la fecha para el gobierno mexicano.

Algunos medios estadunidenses reportan que “México arde” y casi todos emplean la palabra “crisis” para calificar lo que está ocurriendo. El Los Angeles Times inició un reportaje así: “Su palacio en llamas, las calles de la capital repletas de manifestantes enojados, su gobierno sumergido en su crisis más seria hasta la fecha, y el presidente mexicano Enrique Peña Nieto hizo lo que muchos ejecutivos en jefe acosados quisieran hacer. Se fue del país” (en referencia al viaje a China).

En su edición de este sábado, The Wall Street Journal publicó como nota principal de su portada: “México, golpeado por disturbios y escándalo”, y como subtítulo: “El creciente desorden y el sentimiento de ilegalidad en México se están volviendo en desafíos políticos y económicos mayores para el presidente Enrique Peña Nieto”.

Peña Nieto incompetente

Prosigue el reporte de Brooks:

Por otro lado, el conductor de noticias de Univision y comentarista Jorge Ramos, tal vez la figura mediática latina de mayor influencia en Estados Unidos, ha escrito columnas “publicadas en inglés y español en ambos lados de la frontera” en donde responsabiliza a Peña Nieto del “clima de violencia e impunidad” que impera en México. Acusa que la respuesta gubernamental al caso Iguala mostró que Peña Nieto es “un líder incompetente” por su “indiferencia y negligencia”.

Ramos afirma que, en los hechos, los miles que están pidiendo su renuncia tienen la razón de su lado. En otra columna señala que ante la preocupación por su imagen, Peña Nieto “está fracasando en ese frente también, luchando una batalla perdida en los medios sociales y las universidades. Su próxima derrota podría ocurrir en las calles”.

Al continuar la crisis en México, el noticiario nacional de CBS News recientemente envió a corresponsales a Guerrero para reportar sobre el caso de los 43 normalistas desaparecidos. “La ira está hirviendo en México”, inició uno de los reportajes al informar que crece la frustración con el gobierno, lo cual se expresa con miles de personas en las calles demandando justicia. Otros, incluyendo CNN y Telemundo, ahora tienen enviados reportando desde Guerrero.

Hasta en actos no relacionados con esta crisis ha brotado el tema. En un acto de gala en reconocimiento del director de cine mexicano Alfonso Cuarón en el famoso Museo de Arte Moderno de Nueva York hace unos días, Guillermo del Toro, con Cuarón a su lado, dio lectura a una carta firmada por ellos dos y Alejandro González Iñárritu (quien no estaba presente) condenando al gobierno mexicano por su manejo de la desaparición de los 43 normalistas, reportó Variety, la principal publicación de la industria de los espectáculos en este país.

“El gobierno federal argumenta que estos actos sólo son violencia local. No es así.... Creemos que estos delitos son sistémicos e indican un mal mucho más grande: las líneas borrosas entre el crimen organizado y funcionarios de alto nivel en el gobierno mexicano. Tenemos que demandar respuestas sobre esto y lo tenemos que hacer ahora”, leyó Del Toro.

EU negocia con una máscara

En The New Yorker, una de las revistas de mayor influencia entre la intelectualidad estadunidense, Francisco Goldman reporta sobre la desaparición de los normalistas y las protestas en México, y escribe recientemente que el sacerdote Alejandro Solalinde le platicó que la presidencia de Peña Nieto ha sido un tipo de “performance” y que “Estados Unidos se ha estado relacionando con una máscara.... El gobierno es un monstruo con una máscara y detrás de la máscara está este pequeño hombre”.

Solalinde le dijo que eso fue justo lo que le comentó al embajador de Estados Unidos en México cuando el funcionario lo llamó: “ustedes han estado negociando con una máscara”.

Hasta la revista Time, que famosamente colocó a Peña Nieto en su portada en febrero de este año con el encabezado de “Salvando a México”, ha tenido que reportar ahora en una nota titulada “La pesadilla de México”, que lo ocurrido en Iguala ha “obligado al país, una vez más, a enfrentar el flagelo de la narco-violencia” y que miles de manifestantes están demandando la renuncia del presidente.

Ayotzinapa en el G-20

La Jornada publicó que, las protestas por la desaparición de los 43 normalistas llegaron hasta la cumbre del G-20, en la que participó el presidente Enrique Peña Nieto y que se realizó en la ciudad de Brisbane, Australia. Mientras la ciudad estaba sitiada por la policía, lo cual derivó en la detención de al menos tres personas (en La Jornada, p6, 16 noviembre 2014).

Algo similar ocurrió en el anterior partido de futbol entre Holanda y México. Al minuto 43 varios aficionados levantaron pancartas con ese número escrito. Justicia, gritaron en el estadio. La televisión no pudo ocultar estas manifestaciones, reiteradas por los mexicanos residentes en los Países Bajos.

Estas son solo dos muestras de la amplia solidaridad que han concitado los lamentables sucesos de Ayotzinapa. La crisis del gobierno de Peña es inocultable. Pero como no lee, ignora lo que está pasando o finge que no sabe, lo que sería más grave. Eso confirmaría lo dicho por el sacerdote Solalinde: Peña es una máscara, mejor dicho Mil Máscaras, todas sucias, y detrás se oculta un pequeño hombrecillo traumado y perverso.

La violencia puede explicarse, tiene su origen y proviene del Estado y sus provocadores, no del pueblo. En estos momentos, la tarea del movimiento es construir organización social y política, así como su programa y estrategia.


Ref: 2014, elektron 14 (276) 1-4, 16 noviembre 2014, FTE de México.



Marcha al Zócalo de la ciudad de México FOTO: R. García



Tres caravanas informativas de padres de familia y estudiantes normalistas de Ayotzinapa
recorren el norte y sur del país, y varios municipios guerrerenses FOTO: Ap





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