Volumen 14, Número 289, julio 13 de 2014
 


Pemex ex accionista de Repsol



Fueron 27 años como accionista de la española Repsol. Ahora, Pemex notificó en España que venderá sus acciones. Pemex pondrá a la venta el 7.86% de un total de 9.49%. Desde 1987, la española fue favorecida por los gobiernos mexicanos en turno y activa participante de la privatización furtiva del gas y la electricidad. La compra accionaria en Repsol hizo crisis y hoy es irreversible. La experiencia fue un fracaso.



Pemex se retira de Repsol

Petróleos Mexicanos (Pemex) puso fin a sus más de 27 años como accionista de la petrolera española Repsol con una notificación a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), en la que se confirmó que la paraestatal mexicana se retira de la multinacional ibérica después de varios fracasos por aumentar su influencia en la gestión empresarial y sufrir dos severos golpes del presidente de Repsol, Antonio Brufau (Tejeda A., Rodríguez I., en La Jornada, p.23, 4 junio 2014).

Pemex puso a la venta 7.86 por ciento del total de sus acciones, que representa 9.49 por ciento del total del consorcio, lo que supondrá su salida del consejo de administración y su presencia testimonial en una de las empresas de hidrocarburos europeas con mejores resultados.

Los pasados 6 y 7 de mayo, la crisis ya era irreversible y, ante la incapacidad de los gestores mexicanos de llevar a buen puerto todas sus iniciativas y estrategias para aumentar su poder en el consejo de administración y en la gestión de la empresa, había decidido poner a la venta sus acciones.

Un mes después la operación se formalizó a través de un “hecho relevante” notificado por la propia Repsol a la CNMV, que coincide con un buen precio de la acción en el mercado bursátil, de 20.63 euros frente a los 19.92 euros que costaba en 2011, cuando Pemex desembolsó mil 122 millones de euros para adquirir un paquete accionario de 4.8 por ciento de la multinacional española.

La notificación difundida por Repsol antes de que cerrara el mercado bursátil informaba que “Citigroup Global Markets Limited y Deutsche Bank (las entidades colocadoras) realizan por cuenta de Petróleos Mexicanos (Pemex) y PMI Holdings B.V. una colocación privada entre inversionistas calificados de un paquete de 104 millones 57 mil 57 acciones de Repsol SA (las acciones), representativas de 7.86 por ciento de su capital social”. Esto supone que Pemex se quedará con 1.62 por ciento de las acciones, lo que en ningún caso le permitirá mantener un sillón en el consejo de administración, que a partir de ahora estará controlado por la entidad financiera La Caixa, la constructora española Sacyr y un fondo de inversiones de Singapur.

35 años de alianza

La presencia de Pemex en Repsol se remonta a 1987, es decir, en el origen de la constitución de la multinacional española tras una serie de fusiones de compañías petroleras que dieron origen a la actual multinacional. Fue una operación que llevó a cabo el gobierno del presidente Miguel de la Madrid, pero que culminó, a principios de la década de los 90, su sucesor en el cargo, Carlos Salinas de Gortari, quien justificó el desembarco de Pemex en una petrolera española con el afán de acceder a nueva tecnología que garantizara una mejor exploración y explotación de los recursos naturales mexicanos.

Durante varios lustros Pemex tubo 5 por ciento de las acciones, lo que, sin ser uno de los socios de referencia, le permitía participar de las decisiones del consejo de administración y conocer de primera mano las principales estrategias de Repsol en América Latina, que en poco tiempo expandió sus tentáculos en Chile, Argentina, Perú, Colombia y Brasil, sobre todo. De hecho, en 1999 Repsol adquirió 97.7 por ciento de los Yacimientos Argentinos (YPF), que años después le fueron expropiados, pero ello le permitió descubrir y ser partícipe del importante yacimiento de Vaca Muerta.

La relación entre Pemex y Repsol fue relativamente pacífica hasta 2011, cuando el anterior equipo directivo de Pemex, liderado por Juan José Suárez Coppel y con el beneplácito del entonces presidente de México Felipe Calderón, inició una operación para derrocar al actual equipo gestor de Repsol. Para ello se aliaron con la constructora Sacyr y su entonces presidente, Luis del Rivero, en un pacto secreto que salió a la luz pública en medio de la batalla y que establecía el compromiso de ambas empresas de comprar 5 por ciento más cada una de las acciones de Repsol para aumentar su poder en el consejo de administración y elegir un nuevo equipo directivo que, entre otras cosas, repartiera dividendos de las acciones.

La operación fue un fracaso estrepitoso. Tras la compra de las acciones e intentar cambiar el equilibrio en el consejo de administración, las maniobras de Brufau fueron más efectivos y lograron no sólo fortalecer su poder en Repsol, sino además se aprobaron nuevas normas en las que se incluían varios artículos en los que se abría la puerta a la expulsión de Pemex y Sacyr por “deslealtad accionarial”. Además, Luis del Rivero fue defenestrado de la presidencia de Sacyr y Pemex se quedó sin aliados y, lo más grave, fue exhibida su fobia a la manera de gestionar la empresa del empresario catalán Brufau.

El cambio de gobierno en México y la llegada de Enrique Peña Nieto, que nombró a Emilio Lozoya director de Pemex, no varió en gran medida los proyectos estratégicos de Pemex en España. De hecho compró por 90 millones de pesos los astilleros gallegos Hijos de J. Barreras, a los que además les encargó contratos millonarios para la construcción de dos floteles. Mientras la estrategia de Lozoya en Repsol se tornó más agresiva y comenzó por expresar abiertamente sus críticas a la forma de gestionar la empresa de Brufau, mientras el empresario catalán conseguía en cada consejo de accionistas el aplauso casi cerrado por los brillantes resultados de la empresa en una época de crisis.

Lozoya y su hombre fuerte en Repsol, Arturo F. Henríquez Autrey, intentaron maniobrar con varios empresarios para defenestrar a Brufau del cargo o, al menos, nombrar un consejero delegado de su gusto. Pero en el consejo de administración del pasado 30 de abril Brufau sorprendió a todos con el nombramiento de un nuevo consejero delegado, Josu Jon Imaz, y la aprobación de unos estatutos nuevos que garantizaban que en el futuro Repsol no disgregaría sus dos negocios principales: exploración y producción, como exigía Pemex. Fue el segundo y definitivo fracaso de Pemex en Repsol.

Favorita de Calderón

En su momento, el gobierno de Felipe Calderón calificó esta operación de ser una inversión estratégica y consideró que era el primer paso para la internacionalización de la petrolera nacional.

Esta operación, reiteradamente defendida por el entonces director general de Pemex, Juan José Suárez Coppel, fue financiada en su mayoría con deuda y sin la autorización del consejo de administración de Pemex, máximo órgano de gobierno de la paraestatal.

Al 31 de marzo de 2014 Pemex mantenía tres instrumentos financieros denominados equity swaps con instituciones bancarias sobre 67 millones 969 mil 767 acciones de Repsol, por las que Pemex tiene los derechos económicos y de voto adicionales (aproximadamente 5.13 por ciento del patrimonio de Repsol).

Al cierre del primer trimestre de este año la tenencia de Pemex sobre las acciones de Repsol, junto con los derechos económicos y de voto adquiridas a través de los equity swaps, equivalen a 9.30 por ciento del derecho económico y de voto en Repsol. Adicionalmente, Pemex mantiene una acción de Repsol mediante PMI SES.

Bajo rendimiento y choque

El director general de Petróleos Mexicanos (Pemex), Emilio Lozoya Austin, aseguró que la venta de 104 millones de títulos, equivalentes a 7.86 por ciento de la participación en la propiedad de la española Repsol, fue un éxito, al obtenerse alrededor de 2 mil millones de dólares netos (Rodríguez I., en La Jornada, p.24, 5 junio 2014).

Explicó que la decisión de desinvertir en Repsol obedece a la baja rentabilidad de las acciones obtenida por la actual administración frente a otras petroleras, a las diferencias entre Pemex y Repsol por las prácticas de gobierno corporativo y a que no se materializaron los beneficios mutuos que Pemex esperaba de la alianza industrial firmada con Repsol hace más de dos años.

Lozoya Austin señaló que de 2004 a la fecha el rendimiento fue de 30 por ciento, que se compara desfavorablemente con los rendimientos obtenidos por los competidores o por las empresas internacionales, que han tenido un rendimiento de 94 por ciento en ese mismo lapso.

Rechazó que el pobre desempeño de Repsol fuera causado por la expropiación de sus acciones en YPF en Argentina, y explicó que la baja rentabilidad de Repsol se presentó antes de la expropiación. “De octubre de 2004 a abril de 2012, el rendimiento de la acción de Repsol fue negativo en 24 por ciento, en comparación con 54 por ciento de las empresas europeas integradas o de 64 por ciento de las empresas internacionales, como Exxon Mobil, Connoco, Total”, entre otras.

Detalló que los rendimientos que la empresa Repsol pagó a sus accionistas fueron de 5 por ciento anual, que comparado con la adquisición de un bono español a 10 años hubiese sido de 4 por ciento anual. Invertir lo mismo en el índice Standard and Poor’s hubiese tenido un rendimiento de 6 por ciento, con una percepción de riesgo distinta a la de una empresa petrolera.

De esta manera, después de 35 años de tener participación inicial en Petronor y posteriormente en Repsol, Pemex reporta una plusvalía o utilidad de poco más de 900 millones de dólares.

Nefasta experiencia

La alianza de Pemex con Repsol nunca debió hacerse. Antes, Pemex representaba a la industria petrolera nacionalizada y su función no era financiar a transnacionales ni hacer negocios turbios con estas. Repsol es una gasera (sin gas) y petrolera (sin petróleo) que usufructúa reservas que no le son propias.

Repsol es una transnacional de rapiña. Su arrogancia es insultante. El trato dado a Pemex fue con la punta del pie.

A la inversa, el gobierno mexicano ha tratado a Repsol como su empresa favorita. En materia eléctrica y de gas, la española es activa participante de la privatización furtiva. Repsol recibió el primer Contrato de Servicios Múltiples para la exploración y explotación de gas seco en la cuenca de Burgos, en alianza con Gas Natural Fenosa participa de la distribución de gas natural en 8 de las 14 regiones geográficas definidas por la Comisión Reguladora de Energía (CRE), GN Fenosa es la segunda transnacional española privatizadora después de Iberdrola. Por si fuera poco, Repsol es la encargada de importar el gas que requiere la CFE para abastecer las centrales privadas. Peor aún, Repsol no respeta los acuerdos y cobra a la CFE hasta 21 dólares por millón de BTU´s, debiendo ser 3.5 dólares.

El FTE lo señaló en su momento. La relación de Pemex con Repsol era turbia y corrupta, no debía mantenerse.

Finalmente, el gobierno de Peña Nieto ha terminado por aceptar el fracaso. Dirán que no es así pero eso es: un fracaso. La experiencia ha sido nefasta para la nación. Obviamente, hay responsables pero la impunidad es la ley.

La separación accionaria de Pemex en Repsol no resuelve el problema. La política petrolera oficial sigue siendo antinacional. Hoy es, incluso, peor que antes por la desnacionalización para la privatización, auspiciada por Peña y Lozoya.

Repsol debe ser expulsada, mucho ha saqueado a la nación sin beneficio alguno.


Ref: 2014, elektron 14 (209) 1-3, 20 junio 2014, FTE de México.





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