Banqueros, calificadoras, analistas y otros personeros coinciden en que la economía nacional atraviesa por difícil situación, hablan incluso de recesión y todos reducen las expectativas de crecimiento económico para este año. Contrariamente, Peña Nieto y Videgaray declaran que todo va bien. Este trillado discurso lleva más de tres décadas. La realidad económica nacional cada vez está peor. (FTE). México SA EPN: lugar común. ¿Por buen camino? Avería estructural. Por Carlos Fernández-Vega. Artículo tomado de La Jornada, 13 mayo 2014. Que la economía mexicana va por buen camino” es un lugar común de larga data en el discurso oficial. Fue la frase preferida de los últimos cinco inquilinos de Los Pinos (favor de contrastarla con los resultados), y el sexto de la temporada, Enrique Peña Nieto, la repite con singular alegría, no obstante que en esta materia el balance de sus primeros 17 meses de gobierno es por demás precario. Ahora bien, que la economía mexicana ni de lejos va por buen camino lo demuestra el comportamiento de los últimos 32 años: 2 por ciento de “crecimiento” anual promedio, empleo formal rotundamente insuficiente, salarios miserables, bienestar a la baja, informalidad al alza, desocupación creciente, pobreza galopante y demás gracias (en la tienda de enfrente, copiosos y exitosísimos negocios de la cúpula político-empresarial a costillas de los bienes de la nación). Entre el “cambio de rumbo” y el “camino correcto) (De la Madrid dixit), los “errores” decembrinos (Salinas-Zedillo), los “atorones” (Fox), las “gripes” y los “catarritos” (Calderón-Carstens), y con ellos las políticas públicas y la praxis empresarial, la economía mexicana ha “crecido” a un ritmo tres veces inferior al que se registraba al inicio de los años ochenta (en el sexenio de JLP el crecimiento anual promedio fue de 6.55 por ciento); ha sido incapaz de atender las necesidades y urgencias de más de la mitad de la población (61 millones de pobres contabilizados, oficialmente); ha provocado que 87 por ciento de los mexicanos registre cuando menos una carencia social y que sólo dos de cada diez sean considerados como población no pobre ni vulnerable (la información es del Coneval, al cierre de 2012). Todo ello no es precisamente sinónimo de que la economía “va por buen camino”. Miguel de la Madrid presumía que en su gobierno “iniciamos el camino de la recuperación, y podemos afirmar objetivamente que vamos en el camino correcto, pero de ninguna manera que hemos alcanzado la victoria, aunque ésta empiece a vislumbrarse; los avances demuestran que vamos en el camino adecuado”. El resultado de tan objetivo dictamen fue una crisis sobre otra, devaluación tras devaluación, depauperación acelerada, y, en fin, un “crecimiento” promedio anual de 0.34 por ciento. Llegó Salinas de Gortari, y más tardó en instalarse en Los Pinos que en asegurar que “vamos por el camino correcto”, para presumir al cierre sexenal que si bien “el camino no estuvo exento de dificultades ni de tensiones, el resultado ha sido al final favorable”. La economía creció 3.9 por ciento como promedio anual. En diciembre de 1994 la “solidez” económica se desmoronó y en 1995 la caída fue libre, pero Ernesto Zedillo nunca dejó de pregonar que su gobierno había elegido “el camino adecuado para el bienestar de los mexicanos”. Con él, el crecimiento se redujo a 3.5 por ciento como promedio anual. Arribaron los gobiernos del “cambio”, con su parejita presidencial, y de “para vivir mejor”. Con Fox el crecimiento anual promedio se redujo a 2.3, y con Calderón a 1.8 por ciento, el menor, éste, en cinco lustros. Quince millones adicionales de pobres se incorporaron al ejército de depauperados, pero ambos no dejaron de pregonar que la economía (a la que calificaron de “navío de gran calado”) “va por buen camino” (“mejor que nunca” reiteraba el hoy mariguanero de las ideas cortas y la lengua larga) y el país “por el rumbo correcto”. Se acabó la docena trágica panistas y retornó el tricolor, “que sí sabe gobernar”: en el primer año de estancia en Los Pinos el “crecimiento” económico a duras penas alcanzó 1.06 por ciento, y en el segundo, si bien van las cosas, no pasará de 3 por ciento (con ganas de que sea menor), para un promedio bianual de 2 por ciento, es decir, la misma proporción de las últimas tres décadas, periodo en el que todo se “reformó” para que los mexicanos se instalaran en el primer mundo (versión oficial). Aun así, Peña Nieto celebra aquello de que “va por buen camino”. ¿En serio? Los propios genios tecnocráticos instalados en el gobierno desde hace más tres décadas estiman que México sólo podrá salir del hoyo si registra un crecimiento sostenido (largo plazo) de 6 por ciento anual como mínimo. Sólo para salir del hoyo, insisto, y desde hace 30 años la economía “crece” 2 por ciento anual, es decir, tres veces menos de lo mínimo requerido. Que la economía “va por buen camino”, pero a estas alturas tirios y troyanos se pelean por migajas: unos dicen, los menos, que en 2014 la economía crecerá 3.9 por ciento; otros, los más, que en realidad será 3.4, o 3, o 2.7 o 2.4 por ciento, y descontando, cuando el país necesita no menos de 6 por ciento. Antes de que la economía mexicana transitara por el “buen camino”, en siete sexenios al hilo (de Lázaro Cárdenas a José López Portillo) registró una tasa anual promedio de crecimiento de 6 por ciento. En cinco administraciones neoliberales (de Miguel de la Madrid a Felipe Calderón) tal promedio se redujo a 2 por ciento. Y el sexto de la temporada va que vuela para registrar esa misma proporción, o menos, lo que confirmaría que “vamos por el rumbo correcto”. Como bien apunta el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico la cuestión a resolver no es si actualmente la economía mexicana está o no en recesión, porque en los hechos “el problema es estructural. En la coyuntura la desaceleración se conjuntó con la pobreza e improductividad existentes en el país, lo que se traduce en un llamado a reconsiderar la estrategia y el modelo económico adoptado (N. de la R.: el ya famoso “buen camino” presumido por el gobierno), el cual es el verdadero telón de fondo de la situación que el país enfrenta. La precarización del bienestar económico y social continúa, independientemente de si hay o no recesión. Se trata de una realidad lacerante, y es un hecho que los primeros 17 meses del actual gobierno no han sido exitosos en la tarea de generar crecimiento económico” y, por ende, bienestar social. Además, detalla, “la divergencia de opiniones encierra otra evaluación: las reformas que se han aprobado e implementado no están dando los resultados que la economía y sociedad mexicana requieren. Las reformas laboral, financiera y hacendaria han sido puestas a prueba y hasta el momento no la han pasado”. Ref: 2014, elektron 14 (189) 1-2, 4 junio 2014, FTE de México. Esta página es construida por trabajadores del sector energía.
La información contenida puede citarse total o parcialmente, mencionando la fuente.
|
|