García Márquez fue glorificado por el poder. Peña Nieto leyó el discurso que le escribieron para aprovechar el momento y regodearse. Todo gira alrededor del poder y el dinero. Salinas de Gortari, capo en jefe, reapareció. Al realismo fantástico se impuso un realismo grotesco de pesadilla. El sistema político premia a su gente.
Se supone que ganar un Premio Nobel no es
fácil. Y para muchos es muy preciado. En el medio científico es
tal la impaciencia que si alguien logra algo se apresura a darlo a conocer, para
evitar que otros se adelanten. En la precipitación se cae
fácilmente en el ridículo. No se pueden hacer afirmaciones sin
probar y comprobar los resultados, su reproducibilidad y consistencia. Pero hay
quienes se atropellan y se creen merecedores a priori del Nobel.
Para recibir el premio hay una larga fila. Pero no todos lo reciben, algunos incluso han declinado. Hay premiados distinguidos y, también, los hay insultantes, especialmente, en el caso del Nobel de la Paz. No somos académicos de Suecia ni expertos en todo, tampoco jueces. No tenemos poder ni dinero. Observamos, sin embargo, que muchos intelectuales, casi todos, son partícipes del poder y del dinero. Los premios incluyen dinero y, generalmente, se premia a los mismos. Con ello, el poder asegura que los premiados estén cerca. La santificación de Gabriel García Márquez en su funeral, por parte del poder político y mediático, ha sido motivo para enterarnos de hechos olvidados. ¿Por qué Aracataca, el pueblito natal de García Márquez, mostró abulia cuando se le quiso cambiar el nombre por el de Macondo? Porque el escritor se alejó de su empobrecido pueblo, ni siquiera fue solidario en alguna forma. ¿Por qué Obama o Clinton se conmovieron tanto? ¿Acaso son muy ilustrados o cultos? ¿Por qué Peña Nieto evoca el ambiente literario del Gabo? ¿Acaso lo ha leído? Nada. Se trata de simples políticos oportunistas, ignorantes y manipuleros. ¿Por qué tanta admiración mediática? Por negocio, a los medios no interesa la literatura ni el arte. Televisa me utilizó, dijo una vez Octavio Paz, y yo la utilice, agregó. Cierto. ¿Por qué? Por conveniencia mutua. Estar cerca del poder garantiza premios, becas, puestos. En esa simbiosis, los intelectuales se vuelven también factor de poder. Son ellos los que deciden la suerte de los demás, constituyendo mafias rígidas y siempre, al servicio, por lo menos agrado, del poder. ¿Críticos? ¿Cuándo, de qué? Nada, no se puede ser crítico y rico al mismo tiempo. ¿De lado del pueblo o del poder? Por la tarde, la marcha de protesta; por la noche, el
coctel en Palacio, escribió una vez la propia Poniatowska. Se
publicó en La Jornada. Ah, pero a su literatura el Rey de España
la calificó de “rebelde”. Obviamente, lo que diga ese Rey de
pacotilla es irrelevante. Pero importa el dinero y el impacto mediático
para glorificar un mundo de “pobreza y sortilegio”. Las frases son
la especialidad de estos intelectuales.
Todos saben que soy amigo de Fidel Castro y que apoyo a la Revolución Cubana. ¡Magnífico! La frase fue importante sobre todo por el momento en que García Márquez la dijo y se diferenció de otras opiniones contrarias. Pero fue Salinitas quien ilustró a la masa. García Márquez no se acercó al poder, fue el poder el que se acercó a él, dijo al acudir a la casa de la familia a presentar sus condolencias. Ni más ni menos. Es la simbiosis de conveniencia. ¿Se puede quedar bien con unos y con otros, con Dios y con el diablo, al mismo tiempo? Para los intelectuales sí. ¿Y dónde queda la ética, las convicciones, los principios? Ah, eso se guarda y se saca según y en el momento en que convenga. Así quedan satisfechas la izquierda y la derecha. ¡Que manera de disfrutar la dulce vida! Por supuesto, hablar del pueblo, su pobreza, su magia, es obligado, al fin que es solamente hablar. Error es vivir fuera del presupuesto. Esas sabias palabras de los politiqueros mexicanos son un dogma para los intelectuales y, entre más disciplinados sean cual priístas, más cerca están del poder y de los premios. A García Márquez el poder y los medios lo premiaron. Hasta el final le ofrecieron un espectáculo sin filo. ¿Por qué? Por la complacencia mostrada con el poder. Lo saben bien. Quién no se inclina termina en el olvido. Independencia de clase Esta es la condición fundamental de los hombres y
mujeres libres. La independencia es respecto del poder político, el
capital e imperialismo. Tal independencia se ejerce, declararla es muy
poco.
Con Salinas presente, el realismo mágico de García Márquez devino en grotesca realidad de pesadilla. Es el resultado del exceso. Pero, Gabriel no tiene la culpa de ser tan querido, dirán. No, no es cuestión de culpas ni querencias sino de hechos. Sin independencia de clase, los poderes fácticos ejercen su dominio, imparten justicia, sacralizan a unos y demonizan a otros, y jamás explican sus excesos. Sin independencia de clase no hay transformación del mundo. Podrá haber interpretación y, consecuentemente poder y dinero, pero nada más. Ref: 2014, elektron 14 (149) 1-2, 24 abril 2014, FTE de México.
Raúl Salinas, Benjamín Wong, Elena Poniatowska, Margo Su, Héctor Aguilar
Camín, Carlos Monsiváis, M.A. Granados Chapa, Carlos Salinas, Gabriel García Márquez
FOTO: Cazaimagen.
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