En el 76 aniversario de la expropiación petrolera, Peña Nieto se dedicó a justificar su reforma energética que desnacionalizó constitucionalmente a las industrias petrolera y eléctrica. A la traición le llamó “revolución energética”. Carente de argumentos convincentes volvió a repetir mentiras. Dijo que el Estado “seguirá siendo el dueño” del petróleo. ESE es el problema, El petróleo ES (era) de la nación NO del Estado. Por primera vez no se entonó el Himno Nacional Mexicano. El charrismo sindical sumiso al gobierno en turno.
Ahora se realizó la
“conmemoración” oficial en el complejo petroquímico de
Cosoleacaque, Veracruz, en vías de privatización. El formato sigue
siendo el mismo, con una escenografía falsa de un auditorio de petroleros
acarreados (obligados) por el sindicato, cuya cúpula repitió lo
mismo de siempre en un acto servil y de sumisión corporativa al gobierno
en turno.
Pero hubo dos aspectos importantes. Una, por primera vez en 76 años, NO se entonó el Himno Nacional Mexicano, como debe hacerse en todo acto oficial. La cuestión no es solamente anecdótica, los traicionó el subconsciente porque son traidores a la nación. Dos, Peña Nieto, se dedicó a repetir un discurso desgastado para justificar la desnacionalización petrolera, sin mencionarla por su nombre, pero siempre refiriéndose a la reciente contra reforma constitucional. Discurso desgastado y falso En el evento de Cosoleacaque, como de costumbre, hablaron el
presidente en turno, el director de Pemex y el líder del sindicato
petrolero. Peña Nieto dijo que, con la reforma desnacionalizadora, el
país tendrá “más gas, petróleo y
electricidad”. El planteamiento es muy general, a nivel de frases, para
eso no se necesita privatizar nada. Se crearán miles de empleos,
agregó, sin sustentar en absoluto sus dichos. “El Estado
seguirá siendo único dueño de las reservas, renta petrolera
y Pemex”. Esta es una tergiversación deliberada. El Estado NO es
(ni era) el dueño, sino la nación. Con la reforma constitucional
lo que hay es un vil robo.
En la conmemoración del 76 aniversario de la expropiación petrolera, el presidente Enrique Peña Nieto aplaudió la “determinación audaz de los mexicanos” para transformar el sector energético nacional y por la cual, aseguró, el país tendrá ahora “más petróleo, más gas y más electricidad” (vargas R.E., Rodríguez I., en La Jornada, p.2, 19 marzo 2014). Dijo Peña Nieto: “Que no haya duda, con la reforma energética el Estado mexicano es y seguirá siendo el único dueño de las reservas petroleras, de la renta petrolera y de Petróleos Mexicanos (Pemex)”. El país está en condiciones, aseguró, de emprender una “revolución energética” para elevar de manera contundente sus niveles de desarrollo y convertirse en una potencia. No es revolución sino traición a la nación Si por revolución se entiende un cambio radical y profundo, Peña
Nieto no es revolucionario sino la antitesis, es decir, contra revolucionario.
Eso es lo que ha hecho, una contra revolución burguesa. Es lo primero
porque hay un radical cambio en la propiedad de la industria energética
y, es lo segundo, porque el régimen de propiedad es privado. Peña
es el elemento que sirve al capitalismo para la acumulación de capital.
Por eso, entrega gratuitamente el patrimonio de la
nación.
Así que, con la desnacionalización energética no hay ninguna “revolución” sino “contra revolución”. Ni siquiera hay una novedad, ninguna “modernización”. La privatización petrolera y eléctrica es algo antiguo, obsoleto, históricamente superado. Ese pasado ominoso ya se vivió y fue nefasto; ahora será peor. El país no elevará sus niveles de desarrollo, no habrá crecimiento económico, ni desarrollo social, ni creación de empleos, como dice Peña en el discurso. Lo que habrá es mayor penuria, más pobreza, desempleo, enfermedad e ignorancia. Solo unos cuantos empresarios y burócratas se beneficiarán, principalmente, extranjeros. En su intervención, Emilio Lozoya, itamita que funge como director de Pemex, volvió a decir que con la reforma, Pemex será una “empresa más competitiva”. Ni rollo tiene, es la repetición de las mismas vacuidades. Charrismo repite a Peña Carlos Romero Deschamps, charro petrolero, es
tan ignorante y perverso como Peña. En medio de gritos y porras de los
acarreados, dijo que, “así como ocurrió hace 76 años,
en México se han vuelto a tomar decisiones importantes en materia
energética”. Sí, en ambos casos, las decisiones son
importantes pero diametralmente opuestas; en 1938 fue la expropiación, en
2013 la desnacionalización petrolera. No hay punto de
comparación.
Luego, repitió uno a uno los “argumentos” de Peña para justificar la reforma a los artículos 27 y 28 constitucionales. Como de costumbre, Peña y charros intercambiaron elogios mutuos. La relación corporativa entre el Estado, gobierno en turno y charrismo no ha cambiado en nada, unos se apoyan en el otro y viceversa. Para la desnacionalización energética, el propio sindicato petrolero es partícipe de la traición a México. Ref: 2014, elektron 14 (105) 1-2, 19 marzo 2014, FTE de México. Plataforma de exploración “Centenario” de Pemex en el Golfo de México Esta página es construida por trabajadores del sector energía.
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