Aun cuando no era materia de la reforma constitucional, de última hora, el PRI cedió ante el PAN y ambos acordaron que el sindicato petrolero salga del consejo de administración de Pemex. Eso será precisado en la nueva ley de la empresa petrolera. Muchos consideran que fue un triunfo y festinan. La cúpula del sindicato aceptó sin chistar. Más aún, votó a favor de la desnacionalización energética. Salir del consejo es correcto, el sindicato nunca debió estar allí, la co-administración no es una propuesta obrera. La administración obrera, menos, como ocurrió al principio de la expropiación, siendo un error catastrófico.
En su agresividad, el PAN le impuso al PRI
todo lo que pudo. El PRI cedió, con tal de que el PAN le apoyara con sus
votos para desnacionalizar a Pemex y a CFE. El PAN pidió que hubiera
concesiones petroleras y las habrá, por lo pronto disfrazadas de
“licencias”. También pidió que el sindicato petrolero
(STPRM) saliera del consejo de administración de Pemex y se le
concedió.
Muchos aspectos NO eran materia de la reforma constitucional. Pero privatizar era crucial para el PRI, después vendrá la repartición del botín. Entonces, los ladrones se arreglaron. Las promesas quedaron en 21 artículos transitorios. En la nueva ley de Pemex se definirá, entre otras cuestiones, la integración del consejo de administración de empresa. El STPRM dejará cinco lugares que ocupaba. Ahora, ese consejo se integrará por 5 funcionarios del gobierno más 5 de los llamados consejeros profesionales, según quedó indicado en el párrafo IV del transitorio vigésimo. Chón Orihuela (PRI) dijo que, dado que la empresa Pemex ha dejado de ser organismo público descentralizado, no tiene porqué estar el sindicato en el consejo. Así se estila en las demás empresas, a menos que sean cooperativas. David Penchyna (PRI) señaló que los obreros podrán tener representación en el consejo “a través de los consejeros profesionales”. La argumentación priísta es ridícula. La negociación con el PAN se hizo “en lo oscurito” y, sin informar a nadie, pasó en el dictamen que fue aprobada por el PRI-AN y partidos satélites. Carlos Romero Deschamps (PRI), secretario general del STPRM, no dijo nada, no podía, siempre ha estado inclinado. Al momento de votar, lo hizo en favor de la desnacionalización petrolera. Lo mismo hizo en diputados, Ricardo Aldana (PRI), tesorero del sindicato, ambos miembros de la comisión de energía en las cámaras. Errores catastróficos Que el STPRM salga del consejo de
administración de Pemex no es malo, sino que Pemex haya sido
desnacionalizada y, de ser industria ahora sea empresa, con funciones reducidas
habiendo cedido la mayor parte a las transnacionales.
El sindicato no tenía nada que hacer en el consejo. Más aún, nunca debió estar allí. Su función fue única y exclusivamente avalar las decisiones de la patronal y gobiernos en turno. De entrada, jamás opinaban sobre nada. Luego, votaban en favor de todo, convirtiéndose en cómplices de la política petrolera antinacional que terminó por desnacionalizar a la industria. Ser parte del consejo de administración de la empresas, co administrar a la misma, NO es política proletaria. Ni siquiera la “administración obrera”, como ocurrió en 1938 luego de la expropiación cuando Lázaro Cárdenas puso a la industria en manos del sindicato, como lo había hecho antes en el caso ferrocarrilero. La propuesta de Cárdenas estuvo completamente fuera de lugar, por serias incomprensiones teóricas y políticas, salvo la de arrastrar a los trabajadores a una aventura. Pero la decisión sindical constituyó un catastrófico error que pronto fracasó, como debía de ser. El STPRM entró en una seria contradicción. Primero, tomó a la empresa en estado de quiebra financiera. Segundo, ante los trabajadores se convirtió en representante de la empresa y del gobierno. Tercero, ante estos era el representante de los trabajadores. En tales condiciones, pronto reventó. Ante las demandas obreras vino la represión sindical, aunadas a la corrupción. El mismo gobierno contestó presto. Al año siguiente de la expropiación, se inconformaron los petroleros de Azcapotzalco y de Madero. La respuesta de Cárdenas fue inmediata enviando las tropas contra los obreros. Acto seguido, terminó esa “administración obrera”. El hecho es muy a propósito porque el STPRM NUNCA ha tenido política petrolera independiente. Con la charrificación del mismo abandonó sus deberes de clase. El sindicato se volvió un aparato de corrupción y violencia, dedicado a la extorsión de los petroleros que lo permitieron hasta la fecha. Vergüenza petrolera Durante la discusión de la reforma
energética desnacionalizadora, el STPRM permaneció en silencio,
las cúpulas apoyaron a su partido (PRI) y las bases se mantuvieron
calladas. Eso descalificó a Romero Deschamps, a Ricardo Aldana y a sus
incondicionales de las 36 secciones sindicales.
¿Y la oposición? ¿Cuál? En el STPRM la oposición fue eliminada, la represión ha sido devastadora, entre Pemex y el sindicato más de 30 mil trabajadores están despedidos y todos los demás amenazados. Eso ha llevado a una situación de miedo en la que todos prefieren la sumisión. Los medios le dan voz a algunos grupos, de despedidos o jubilados, sin militancia ni trayectoria política, solo porque dicen oponerse a Deschamps. Algunos, empiezan diciendo que apoyan la privatización, al que no quieren es a Romero. ¿Para qué quieren al sindicato? Para hacer lo mismo que Romero, su concepto de sindicalismo es primitivo, solo piensan en apoderarse de la organización para seguir siendo charros. Otros “opositores” ni siquiera tienen posición sobre la industria. Eso sí, quieren al sindicato para sí, sin importarles aliarse con lo más nefasto de los bajos fondos. Dicen que al PRI no le conviene seguir apoyando a Romero. Pero al PRI no le interesa la imagen, no es un partido, ni siquiera claque, más bien cloaca. Aldana es el delfín, por eso votó lo que el PRI decidió. Bien sabe el gobierno que, pase lo que pase, su estrategia está basada en el apoyo del charrismo sindical corporativizado al Estado. Lo que hace falta es construir, otra vez, al movimiento petrolero democrático. Ya no caben charros ni tendencias ingenuas u oportunistas que pronto caen en brazos del gobierno en turno, creyendo que son los elegidos por el aparato para repetir lo mismo. ¡NO! Hoy como ayer la alternativa está en los grandes ejemplos otrora gloriosos. La insurgencia petrolera necesita de una organización independiente y de clase. En este momento, no existe. Allí está el primer reto: construirla desde las bases. De otra manera, ¿cómo se va a enfrentar la privatización-desnacionalización? El STPRM seguirá siendo un sindicato numeroso pero ahora será de empresa, en vez de industria. Para ser industrial deberá contrata también con las transnacionales. ¿Lo hará, puede? En el caso de Pemex habrá una inevitable restructuración y va a haber despidos. ¿Con qué cara van a pedir solidaridad si hasta ahora han permanecido calladitos, cobrando, arrullados por los charros y dejando perder al patrimonio energético de la nación? EL FTE nació petrolero, es petrolero y sigue siendo la opción, desde luego voluntaria y con el debido compromiso de clase. Ref: 2013, elektron 13 (9) 1-2, 5 enero 2013, FTE de México. Esta página es construida por trabajadores del sector energía.
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