En la 51 reunión interparlamentaria México-Estados Unidos, los legisladores gringos pidieron una alianza energética en América del Norte, por supuesto, en el marco del TLCAN y del TPP. La preocupación es la llamada seguridad energética norteamericana, la de los Estados Unidos, consistente en disponer de los energéticos mexicanos, especialmente, petróleo crudo.

La 51 Reunión interparlamentaria México-Estados Unidos concluyó con la aspiración de los legisladores de aquel país por conjuntar una alianza energética en América del Norte, con el objeto declarado de afianzar la seguridad regional (Garduño R., en La Jornada, p.7, 23 noviembre 2013).

El comunicado conjunto suscrito por las delegaciones de legisladores refiere que “la delegación de Estados Unidos felicitó a su contraparte de México por las reformas que se han llevado a cabo en el último año, y reiteró su aspiración por una mayor interdependencia y seguridad energética en Norteamérica, entre México, Estados Unidos y Canadá, y expresó su condición de que la citada interdependencia mejorará nuestras economías, generará empleos y afianzará nuestra seguridad regional”.

Así, las conclusiones de la interparlamentaria también abordaron la idea de fortalecer la relación económica y energética en el ámbito del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y coincidieron tanto mexicanos como estadunidenses, en que el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP por sus siglas en inglés), podrá representar el fortalecimiento de la región norteamericana.

En el formato plano de estas reuniones no existe debate ni nada parecido. Unos hablan y los otros oyen, nadie escucha. Los mexicanos siempre acostumbran hacer reclamos, los gringos miran hacia otro lado, finalmente lo que dicen es una orden que los de casa aceptan sumisos.

Esta vez, los panistas reclamaron por el espionaje norteamericano contra políticos mexicanos. Como si nada hubiera pasado, los gringos hicieron que no entendieron.

Eso sí, se enfatizó en la seguridad norteamericana, a la que llamaron “regional” y, bajo ese concepto, se incluye la seguridad energética. Los norteamericanos felicitaron a su contraparte por las reformas realizadas, mismas que han sido un fracaso, p.e., la laboral y la “educativa”.

Enviaron el mensaje de apoyo a la energética, por ello, el énfasis en la seguridad en la materia, saben que les conviene. El objetivo de esa reforma es producir más petróleo para enviarlo a los Estados Unidos. Para ello, Peña Nieto propone desnacionalizar a las industrias petrolera y eléctrica y entregarlas regaladas a las transnacionales, principalmente, norteamericanas.

Según la nota de prensa, en torno al tema comercial y económico, los participantes en la reunión reconocieron “la contribución efectiva del TLCAN, que ha generado una progresiva integración entre nuestras economías. Celebramos el hecho de que entre México y Estados Unidos no sólo existe un intercambio de bienes y servicios, sino que confeccionamos juntos esos bienes, cuyo elemento crucial es nuestra competitividad como región”.

Para los legisladores de ambos países, las reformas estructurales impulsadas por el gobierno de Enrique Peña y los partidos PRI, PAN y PRD contribuirán a ampliar la cooperación entre sectores estratégicos de ambas naciones.

Reconocer al TLCAN, por parte de los gringos, no extraña pues se han beneficiado ampliamente. Pero que los mexicanos acepten tal cosa y sin d3cir nada es indignante. Ese Tratado destruyó al campo mexicano y, con ello, la producción nacional de alimentos. México es un país invadido por transnacionales de todo tipo, en la industria, la banca y los servicios. El TLCAN ha producido más pobreza y, al mismo tiempo, más saqueo de las riquezas nacionales.

En el intercambio de bienes y servicios, no es que los confeccionemos juntos, esa es palabrería. Las materias primas, incluidos los minerales, especialmente, el petróleo, son recursos naturales que “confecciona” la naturaleza; México solamente abastece a Norteamérica. Pero, otros bienes y servicios, los confeccionan los gringos, aquí solo se consumen.

Las reformas regresivas de Peña y partidos no conducen a ninguna cooperación, son apenas la expresión de más agravios contra los mexicanos.

Javier Treviño, diputado priísta, explicó que el tema energético fue abordado desde el inicio de la reunión por sus contrapartes estadunidenses, quienes reconocieron “el esfuerzo que ha venido realizando el gobierno de Enrique Peña Nieto, en el ámbito geopolítico, y de ahí se podría desprender la seguridad energética para América del Norte”.

Se le preguntó si la postura estadunidense apuntó a los energéticos mexicanos, el legislador repuso que una alianza energética con aquel país y Canadá “generaría ventajas a los mexicanos porque se reducirían los costos de los hidrocarburos, y se beneficiaría la planta productiva nacional”.

Los legisladores mexicanos dan pena. ¿De dónde saca Treviño que una alianza energética con los gabachos llevaría a una reducción en los costos de los hidrocarburos? El principal hidrocarburo es el petróleo crudo. ¿Quiere decir que bajarían los “costos” de qué? ¿Bajarían los “costos” del petróleo? ¿Eso beneficiaría a México, para eso quiere Peña producir más petróleo crudo? Si bajan los “costos” del petróleo de exportación, el negocio antinacional estaría peor que ahora. Si bajan los “costos” de producción de crudo, las beneficiarias serían las corporaciones.

Respecto al beneficio a la planta productiva, ¿cuál sería y cómo? ¿Vendiendo las materias primas y comprando los productos elaborados? Además, ¿cuál planta productiva si la única parte nacionalizada, Peña y partidos políticos la quieren desnacionalizar?

Más allá del protocolo, este tipo de reuniones carece de sentido. Claro, es parte de la simulación de democracia burguesa.


Ref: 2013, elektron 13 (440) 1-2, 26 noviembre 2013, FTE de México.