El gobierno brasileño otorgó la explotación de la mayor reserva petrolera a un consorcio de transnacionales, entre otras, Petrobras, Shell, Total y dos petroleras chinas. Se trata de un proyecto de producción compartida. La presidenta minimiza las reacciones. Los trabajadores consideran que es una entrega de los recursos energéticos a las transnacionales. La licitación se hizo en un “clima de guerra”, bajo custodia militar. Sindicalistas petroleros de la FUP se enfrentan con la policía.
Agencias internacionales informaron desde
Río de Janeiro, Brasil, acerca de la licitación de un importante
campo petrolero entregado a las transnacionales y las reacciones
ocurridas.
La mayor reserva petrolera de Brasil, el campo Libra, será explotado por un consorcio integrado por Petrobras, Shell, Total y las chinas CNPC y CNOOC, anunció la estatal Agencia Nacional de Petróleo. El consorcio fue el único que se presentó en la licitación del gigantesco campo de mil 500 kilómetros cuadrados con reservas probadas de entre 8 mil y 12 mil millones de barriles de crudo, que casi duplica las reservas probadas actuales de crudo y gas de Brasil (AFP, DPA, Reuters, en La Jornada, p.25, 22 octubre 2013): Se trata de la mayor subasta petrolera en la historia de Brasil y la primera que realiza bajo un nuevo marco normativo denominado “modelo de repartición”, que define que la estatal Petrobras tenga una participación mínima de 30 por ciento en todos los consorcios. Bajo esa norma, Petrobras tendrá una participación de 40 por ciento del yacimiento, 10 por ciento más de lo exigido por la ley y será el operador. En tanto, Shell y Total participarán con 20 por ciento cada una, mientras las dos firmas chinas con 10 por ciento cada una. Las compañías entregarán al gobierno brasileño 41.65 por ciento de su petróleo de ganancia, o petróleo producido después del pago de los costos de la inversión inicial, según el nuevo acuerdo de producción compartida. Se entrega el patrimonio de la nación La presidenta Rousseff
destacó el “éxito” de la licitación petrolera
que adjudicó a un consorcio la explotación de la mayor reserva de
crudo del país y afirmó que provocará “una
pequeña revolución” en el país. “Para que
tengan una idea de lo que esto significa, basta recordar que la
producción total de Brasil en 2013 debe ser de 2.1 millones de barriles
diarios, mientras Libra alcanzará en su pico de producción 1.4
millones de barriles por día”, planteó. “De
aquí a una década Libra puede representar, sola, 67 por ciento de
toda la producción actual de petróleo de Brasil”,
subrayó.
Al concretarse la primera ronda de licitación el gobierno obtendrá una ganancia inmediata de 7 mil millones de dólares, que pagará el consorcio para comenzar a trabajar. Según analistas, el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff necesita ese dinero para terminar el año con un superávit primario favorable. Sin embargo, los sindicalistas y otros movimientos contrarios a la licitación afirman que la normativa adoptada constituye una “entrega” de una de las mayores riquezas del país a empresas extranjeras y sostienen que se trata de una forma de privatización. Los partidos de izquierda acusaron de “traición” a la presidenta Rousseff y las fuerzas nacionalistas que apoyaron su campaña a la presidencia en 2010 amenazan con retirarle su apoyo para la relección de octubre de 2014. “En su campaña presidencial Dilma dijo que sería un crimen entregar las reservas del pre-sal a transnacionales, y hoy está traicionando su promesa de campaña”, dijo Aparecido Morais, de la Central General de los Trabajadores de Brasil. Para Hugo Fagundes, del sindicato de petroleros de Río de Janeiro, conceder a empresas extranjeras el derecho a explotar el campo de Libra significa entregar a transnacionales un patrimonio que debería ser exclusivo de los brasileños. “Creemos que al ser una reserva estratégica no debe ser licitada. Petrobras tiene capacidad y está capacitada para explotar Libra”, indicó Ronaldo Leite, presidente del núcleo de Río de Janeiro de la central sindical CTB. Licitación en clima de guerra La licitación fue realizada en medio de un
“clima de guerra” en las afueras del hotel Windsor, en el barrio
Barra da Tijuca, cercado por unos mil 100 efectivos del Ejército,
apoyados por agentes de la Fuerza Nacional de Seguridad y de las policías
Federal, Civil y Militarizada, para evitar que se acercaran centenas de personas
que se concentraron en el lugar para protestar contra la subasta.
Los conflictos comenzaron cuando los activistas, entre los que se encontraban sindicalistas, estudiantes y representantes de partidos de izquierda, intentaron invadir la “zona de exclusión” levantada alrededor del hotel Windsor, en la zona Barra de Tijuca, donde se hizo la subasta. A lo largo del día, manifestantes enmascarados protagonizaron violentos enfrentamientos con los efectivos, que reprimieron con gases lacrimógenos y balas de goma. Al menos seis personas resultaron heridas, un automóvil de la prensa fue incendiado y se encendieron diversas fogatas hechas con basura y otros elementos, a modo de barricada, en varias partes del barrio, que llegaron incluso hasta la playa. Por la noche, un grupo de manifestantes continuó protestando en el centro de Río, mientras en Sao Paulo una protesta terminó con al menos tres detenidos y dos periodistas agregados. Paralelamente, decenas de acciones judiciales fueron interpuestas por diversos organismos para pedir la anulación de la subasta del gigantesco yacimiento, localizado en la cuenca de Santos, a 183 kilómetros de la costa de Río de Janeiro y a unos 7 mil metros de profundidad. La licitación de Libra es estratégica para el gobierno de Rousseff, quien aseguró que usará el dinero para mejorar la calidad de servicios públicos como educación y salud, además de insertar al país al mundo desarrollado. La subasta fue ignorada por la mayor parte de las grandes petroleras, entre ellas las estadunidenses Exxon Mobile y Chevron, la británica British Petroleum, así como la española Repsol, que declinaron participar por temor a que mayores interferencias del gobierno comprometan las decenas de miles de millones de dólares necesarios para explorar y desarrollar Libra. El FTE apoya a la FUP Son contados los sindicatos de petroleros existentes en el
mundo, en un sector estratégico de alta importancia. Menos aún son
los sindicatos que luchan. En Brasil existen varias organizaciones, una es la
Federación Unitaria de Petroleros (FUP), con la cual el FTE de
México mantiene relaciones solidarias. Por supuesto, nos congratulamos
que la FUP de Brasil proteste contra la política energética
oficial.
No nada más, el FTE de México comparte la posición política de los petroleros brasileños. La reciente licitación de un importante campo petrolero por parte del gobierno de ese país muestra los alcances de la privatización energética. Con los típicos argumentos neoliberales, la presidenta Dilma Rouseff olvidó sus promesas de campaña, cuando dijo que sería un crimen entregar las reservas de hidrocarburos a las transnacionales. Hoy, eso es exactamente lo que hizo. Dijo que con la medida aumentará la producción de petróleo crudo y tendrá recursos inmediatos. Para no dejar duda del entreguismo, la licitación se hizo bajo custodia militar y policíaca. Los trabajadores, sin embargo, no están de acuerdo con entregar la riqueza petrolera al capital transnacional. De entrada, señalan que Petrobras puede encargarse de realizar las funciones. Tienen razón. El problema es que la petrolera brasileña fue privatizada hace ya varios años y, actualmente, está sujeta al control de las transnacionales. La producción ha aumentado, y puede aumentar más, pero al costo de perder la soberanía energética nacional con odas sus consecuencias. El presente caso es un contrato de producción compartida, lo que implica que solo una parte del petróleo producido será brasileño, el resto será de las demás corporaciones participantes. Petrobras recibirá solo el 40%, el resto será de los demás integrantes del consorcio. ¿Qué le tocará a Brasil? La menor parte, independiente de la plataforma proyectada de producción y de los recursos económicos obtenidos. El problema no es solo económico sino de economía-política. Los petroleros brasileños lo saben. Por ello desafiaron a las fuerzas públicas. En Brasil la privatización está muy avanzada; en México, el gobierno en turno y sus asesores del imperialismo toman a Brasil como ejemplo. No hay tal. En ambos países, los trabajadores y el pueblo debemos rescatar para la nación el dominio sobre sus recursos naturales energéticos y funciones estratégicas. El FTE de México apoya a la FUP de Brasil y espera la solidaridad recíproca. ¡No a la privatización petrolera! Ref: 2013, elektron 13 (373) 1-3, 22 octubre 2013), FTE de México. Protesta de los petroleros brasileños de la FUP en Río de Janeiro FOTO: Reuters Esta página es construida por trabajadores del sector energía.
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