El Senado designó al 2013 como “Año de Belisario Domínguez, de la Libertad y de la República”. Este año se cumplen 100 del asesinato del político chiapaneco por el dictador Victoriano Huerta a quien pidió su renuncia. Hoy, que Peña Nieto asesina a la Constitución y propone entregar al extranjero el patrimonio energético de la nación, ¿algún senador se atreverá a pedirle la renuncia? Belisario Domínguez
Belisario Domínguez nació en Comitán,
Chiapas, en 1863. En 1889, se graduó de médico en la Universidad
de la Sorbona de Paris e instaló su consultorio en
Comitán.
Fue miembro del Partido Liberal en Chiapas y combatió a la dictadura porfirista. Publicó artículos en el periódico El Vate. En 1909 fue electo presidente municipal de su ciudad. En 1912 fue electo senador suplente. A principios de 1913 se trasladó a la ciudad de México y fue testigo de la Decena trágica, cuando Victoriano Huerta dio el cuartelazo asesinando a Francisco I. Madero y a José María Pino Suárez, presidente y vicepresidente de la República, respectivamente. Al pasar a ser titular del Senado se convirtió en serio crítico de Huerta, incluso, llegó a llamar al uso de las armas en contra del dictador. Son recordados especialmente dos discursos que pronunció en la Cámara de Senadores los días 23 y 29 de septiembre de 1913. Al primer discurso se atribuye la pérdida de su vida. Discurso del 23 de septiembre de 1913 “La verdad es ésta: durante el gobierno de
don Victoriano Huerta, no solamente no se hizo nada en bien de la
pacificación del país, sino que la situación actual de la
República, es infinitamente peor que antes: la Revolución se ha
extendido en casi todos los estados; muchas naciones, antes buenas amigas de
México, rehúsanse a reconocer su gobierno, por ilegal; nuestra
moneda encuéntrase depreciada en el extranjero; nuestro crédito en
agonía; la prensa de la República amordazada, o cobardemente
vendida al gobierno y ocultando sistemáticamente la verdad; nuestros
campos abandonados; muchos pueblos arrasados y, por último, el hambre y
la miseria en todas sus formas, amenazan extenderse rápidamente en toda
la superficie de nuestra infortunada patria.
“¿A qué se debe tan triste situación? Primero, y antes de todo, a que el pueblo mexicano no puede resignarse a tener por Presidente de la República a don Victoriano Huerta, al soldado que se apoderó del poder por medio de la traición y cuyo primer acto al subir a la presidencia fue asesinar cobardemente al presidente y vicepresidente legalmente ungidos por el voto popular; habiendo sido el primero de éstos, quien colmó de ascensos, honores y distinciones a don Victoriano Huerta y habiendo sido él, igualmente, a quien don Victoriano Huerta juró públicamente lealtad y fidelidad inquebrantables. Y segundo, se debe esta triste situación a los medios que Victoriano Huerta se ha propuesto emplear, para conseguir la pacificación. Estos medios ya sabéis cuáles han sido: únicamente muerte y exterminio para todos los hombres, familias y pueblos que no simpaticen con su gobierno. "La paz se hará cueste lo que cueste", ha dicho don Victoriano Huerta. ¿Habéis profundizado, señores senadores, lo que significan esas palabras en el criterio egoísta y feroz de don Victoriano Huerta? Estas palabras significan que don Victoriano Huerta está dispuesto a derramar toda la sangre mexicana, a cubrir de cadáveres todo el territorio nacional, a convertir en una inmensa ruina toda la extensión de nuestra patria, con tal de que él no abandone la presidencia, ni derrame una sola gota de su propia sangre”. Deponer al dictador “Señores, un supremo esfuerzo puede salvarlo
todo. Cumpla con su deber la representación nacional y la patria
está salvada y volverá a florecer más grande, más
unida y más hermosa que nunca. La representación nacional debe
deponer de la presidencia de la República a don Victoriano Huerta por ser
él contra quien protestan con mucha razón todos nuestros hermanos
alzados en armas y de consiguiente, por ser él quien menos puede llevar a
efecto la pacificación, supremo anhelo de todos los mexicanos. Me
diréis, señores, que la tentativa es peligrosa porque don
Victoriano Huerta es un soldado sanguinario y feroz, que asesina sin
vacilación ni escrúpulo a todo aquél que le sirve de
obstáculo. ¡No importa, señores! La patria os exige que
cumpláis con vuestro deber, aun con el peligro y aun con la seguridad de
perder la existencia. Si en vuestra ansiedad de volver a ver reinar la paz en la
República os habéis equivocado, habéis creído en las
palabras falaces de un hombre que os ofreció pacificar a la nación
en dos meses y le habéis nombrado presidente de la República, hoy
que veis claramente que éste hombre es un impostor inepto y malvado, que
lleva a la patria con toda velocidad hacia la ruina, ¿dejaréis por
temor a la muerte que continúe en el poder?”.
La noche del 7 de octubre de 1913, Belisario Domínguez fue asesinado por los esbirros de Huerta, quienes le cortaron la lengua y se la enviaron como trofeo al tirano. Pronto se descubrieron los hechos. Antes, Victoriano disolvió al Congreso y encarceló a 90 diputados. ¡Abajo el dictador! Las grandes batallas de la poderosa División del
Norte y del Ejército Libertador del Sur terminaron por hacer huir al
dictador. La Revolución Mexicana alcanzó su punto culminante en
1914, primero en Zacatecas cuando Villa literalmente destrozó al
ejército de la dictadura y, luego, cuando Villa y Zapata ocuparon la
ciudad de México.
El discurso de Belisario Domínguez quedó como ejemplo de dignidad. Hoy, ¿hay algún senador que desee homenajearlo pero no solo de palabra sino de hecho? Peña Nieto también es un mal mexicano y lo que propone para México es indignante. La reforma energética se hará “cueste lo que cueste”, ha dicho. ¿Alguien le pedirá la renuncia? Ref: 2013, elektron 13 (350) 1-2, 9 octubre 2013, FTE de México. Esta página es construida por trabajadores del sector energía.
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