Los huracanes Ingrid y Manuel, que han dejado cuantiosos daños a cientos de miles de damnificados en varias partes del país, son culpables de la baja en el Producto Interno Bruto, afirma Luis Videgaray, secretario de hacienda. El ridículo es patético. La caída viene de muy atrás, con o sin huracanes. Lo que hace falta es el huracán Pueblo que barra con esos gobernantes cínicos y traidores.
Los días finales de septiembre han sido
desastrosos en 26 de los 31 estados del país debido a las fuertes lluvias
provocadas por los huracanes Ingrid y Manuel que azotaron en
Guerrero, Sinaloa y otras partes. Las imágenes fueron impresionantes:
ríos desbordados, agua fluyendo a gran velocidad arrasando con todo,
casas derribadas, vehículos cubiertos totalmente, cerros desgajados,
puentes caídos, carreteras bloqueadas. Las pérdidas fueron
enormes, no solo materiales sino, incluso, de vidas humanas.
Como siempre ocurre en estos casos, los más afectados son los pobres. El mayor devastamiento ocurrió en el puerto de Acapulco. Colonias enteras fueron inundadas, miles tuvieron que ser evacuados hacia albergues. En el mismo estado, muchas comunidades quedaron incomunicadas, especialmente, las de la Montaña. El caso más triste fue el de La Pintada, comunidad que fue sepultada por el alud de tierra y lodo de un cerro que se deslavó. No fue este el único caso, en Sinaloa la situación está muy grave. ¿Por qué ocurren estas desgracias? Por los fenómenos naturales, dicen los políticos y los medios. Esto es, por pura mala suerte. Sin embargo, las escenas son dramáticas y se caracterizan por los mismos actores cualesquiera sea el lugar: los pobres y, mientras mayores son los daños, más pobres son quienes los sufren. Esa desgracia parece chiste pero, ¿eso es casual? Sí, contestan algunos. Entonces, podría hablarse de una naturaleza mala porque los afectados se quedaron sin nada, si bien, son muy útiles para las fotos del gobierno. Formados en fila para recibir una despensa, todos se conmueven por la ayuda recibida. No es para menos, se quedaron sin nada. Tampoco hay condiciones para reflexionar sobre las causas, lo que importa es sobrevivir. En lo inmediato es importante la solidaridad en términos amplios. El pueblo de México ha respondido ejemplarmente, si bien, la ayuda la capitalizan los medios, banqueros y grandes tiendas, junto con el gobierno. Como parte de esta solidaridad, cuenta también el análisis y la crítica. Para el FTE de México no se trata solo de un desastre natural sino de uno social. La multitud de viviendas dañadas, muchas desaparecidas, fueron construidas en los cauces de los ríos. Contratistas, como las (casitas) GEO, fueron obsequiados con permisos corruptos por parte de gobiernos estatales y municipales. Eso no es de ahora, van décadas con lo mismo. En tales condiciones, ni siquiera con alertas oportunos se pueden tomar medidas preventivas. La corrupción y la impunidad, ambas toleradas por el Estado, son las causantes de las desgracias, con o sin fenómenos naturales. A lo anterior, habría que agregar el cinismo de funcionarios. Baja en el PIB debido a meteoros En 2007, cuando se inundó Villahermosa,
Tabasco, debido al desbordamiento de los ríos que la circundan y al mal
manejo del desfogue de las presas del sistema Grijalva, Felipe Calderón
dijo que se debió a las mareas ocasionadas por la Luna. Ese individuo
estaba, literalmente, en La Luna.
Esta vez, Luis Videgaray, secretario de hacienda de Peña Nieto dijo que la baja en el crecimiento económico nacional se debe a los recientes meteoros. Luego de que las principales corredurías y grupos financieros redujeron sus expectativas de crecimiento para la economía mexicana, incluso antes del temporal, las autoridades financieras del país ajustaron por tercera ocasión en el año sus pronósticos. Ahora, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso, afirmó que la economía mexicana probablemente crecerá 1.7 por ciento, menos que el previsto 1.8, debido al efecto de los fenómenos meteorológicos Manuel e Ingrid, que azotaron varias regiones del país en días recientes. Además anticipó un aumento de 0.15 por ciento en la inflación (Rodríguez I., en La Jornada, p.20, 28 septiembre 2013). Los Criterios Generales de Política Económica para 2013 ubicaban originalmente el crecimiento del país en 3.5 por ciento, pero en junio pasado la Secretaría de Hacienda disminuyó su pronóstico a 3.1 por ciento. Posteriormente, el 20 de agosto pasado el subsecretario de Hacienda, Fernando Aportela, redujo drásticamente sus perspectivas de crecimiento económico para este 2013 de 3.1 a 1.8 por ciento luego de que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) anunciara que el producto interno bruto (PIB) creciera sólo uno por ciento en la primera mitad del año. Ahora, el titular de Hacienda, Luis Videgaray, nuevamente redujo el pronóstico de crecimiento para México en este año a sólo 1.7 por ciento. Ridiculeces de Videgaray Es público y notorio que el deterioro
económico nacional no es de ahora ni tampoco debido a los huracanes. Las
consecuencias de estos podrán agravar la situación pero esta no
fue originada por los meteoros. Mucho antes, décadas, la economía
mexicana está a pique en las sucesivas y recurrentes
crisis.
Culpar a los huracanes es ridículo. Este es el nivel de individuos como Videgaray. Poco falta para que salga declarando que la reforma energética para privatizar a Pemex y CFE debe aprobarse ya para poder atender a los damnificados, o bien, que los huracanes hacen urgente la aprobación de tal reforma. Estas expresiones ridículas son bien tomadas en cuenta por los especuladores. Videgaray hasta podría decir que por no aprobarse la reforma es que los huracanes han desatado toda su furia. Nerviosos, “los mercados”, aceptarán gustosos la reforma antes que pase otro huracán. Los políticos, empresarios y banqueros han hecho de México una zona de desgracia. En las zonas devastadas debiera promoverse un amplio programa de empleo para la reconstrucción. La ayuda asistencial, sobre todo la inmediata, es importante pero la situación permanecerá si se continúa con la misma política. A Videgaray le preocupa la Bolsa y la especulación, no el crecimiento económico y menos el desarrollo social. Ref: 2013, elektron 13 (333) 1-2, 1 octubre 2013, FTE de México. Esta página es construida por trabajadores del sector energía.
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