Volumen 13, Número 257, agosto 2 de 2013 |
ITAM: El despojo a la nación
Propuestas del ITAM-WWC. Se requiere un
cambio constitucional en materia petrolera, dicen los
“expertos” convocados por el ITAM-Centro Woodrow Wilson
México. Eso significa reformar regresivamente a los artículos 27 y
28 constitucionales. Un enfoque pragmático hacia la producción
compartida y las alianzas con múltiples operadores, dicen. De palabra, la
nación sería la dueña de los hidrocarburos; en la
práctica, los operadores (transnacionales) desarrollarían,
explotarían, contabilizarían y registrarían las reservas a
su nombre Dicen que no es privatización, pero ese “cambio”,
aquí y en China, se llama privatización, o si prefieren, asalto o
robo. El libelo del ITAM-WWC es el “Credo” que inspira a las
iniciativas energéticas privatizadores del gobierno, del PRI y del
PAN.
El documento se intitula “Un nuevo comienzo para
el petróleo mexicano: principios y recomendaciones para una reforma a
favor del interés nacional”. En realidad se propone una reforma
contra el interés nacional.
Fechado en noviembre de 2012, el texto
fue patrocinado por el ITAM y el Wilson Center Mexico
Institute.
El ITAM
El Instituto Tecnológico Autónomo de
México (ITAM), antes Instituto Tecnológico de México (ITM),
fue fundado el 29 de marzo de 1946 por la Asociación Mexicana de Cultura
que reunía a un grupo de banqueros, industriales y comerciantes, con el
propósito de hacer de la educación superior el motor del cambio
industrial y económico de México, se dice en el
documento.
El Centro Wilson
The Woodrow Wilson International Center for Scholars fue
establecido en 1968 con sede en Washington, DC, en memoria del ex presidente
norteamericano Wilson. Apoyado por fondos públicos y privados el
Centro es una institución dedicada al estudio de asuntos nacionales y
mundiales.
Los expertos
Durante 2012, el Mexico Institute del Woodrow Wilson
International Center for Scholars y el Instituto Tecnológico
Autónomo de México convocaron a un selecto grupo de expertos del
sector energético mexicano a tres reuniones realizadas en la Ciudad de
México. En estas reuniones se llevó a cabo un profundo debate
acerca de los requerimientos para una exitosa y significativa reforma de las
leyes que rigen el sector de hidrocarburos en México. Este reporte es
resultado de ese proceso.
Entre los “expertos” se lista
a:
David Shields, analista periodístico en temas
energéticos; Lourdes Melgar, actual subsecretaria de electricidad de la
secretaría de energía (Sener); Juan Eibenschutz, director de la
Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias; Fluvio Ruiz,
consejero profesional de Pemex y ex asesor del PRD; Eduardo Andrade, presidente
de la Asociación de Empresas Eólicas privadas; y, Duncan Wood,
Director del Mexico Institute Woodrow Wilson International Center for Scholars.
De entrada se advierte que esos “expertos” no son tales pues
jamás han trabajado ni en Pemex ni en la CFE. Se trata de “grillos
profesionales”, algunos pagados por el mismo gobierno.
Así
que no se trata de ningún “selecto grupo de expertos”. Es,
más bien, un grupito de antinacionales a sueldo encargados de informar al
gobierno norteamericano acerca de supuestas “recomendaciones” que el
pueblo de México no solo no comparte sino
repudia.
Resumen ejecutivo
En 24 páginas, se dice que, este trabajo
se enfoca en los problemas que enfrenta el sector de hidrocarburos del
país y en los principios más importantes que deben guiar una
reforma de la industria de hidrocarburos en México. Esto es relevante
pues, a pesar de que existen múltiples diagnósticos del sector, no
se ha dado a conocer ninguna revisión profunda e integral de los
principios y objetivos que deben guiar la política nacional en materia de
hidrocarburos.
Sin que nadie los nombrara representantes de nada ni
de nadie, los “expertos empiezan pecando de soberbios. Hablan, nadamenos,
de los “principios” que deben guiar una reforma petrolera, esto es,
del “Credo” para Peña Nieto. Aseguran que esta sí es
una “revisión profunda e integral de los principios y objetivos que
deben guiar la política nacional en materia de
hidrocarburos”:
No es cierto. Los “principios” de que
hablan son vulgares dogmas neoliberales y, como tales, los expresan sin
demostrarlos, es simple dogmática religiosa. El documento ni siquiera es
un diagnóstico, mucho menos “revisión profunda e
integral”. Tampoco hacen referencia a ninguna “política
nacional en materia de hidrocarburos”.
El documento es un mamotreto
lleno de expresiones, carentes de contenido jurídico, que reflejan una
posición política. No hay datos que sustenten al
“diagnóstico” de los “expertos”, ni
metodología ni pruebas de nada. Simplemente hacen afirmaciones sin
sustento. Para este grupito se agotó la Constitución y hay que
patearla. Consideran que llegó el momento de “cambiarla” y
proponen una reforma regresiva.
La política energética
nacional no les interesa, les importa cambiar el régimen de propiedad de
la industria petrolera representada por Pemex. Esto es, proponen la
privatización, palabra que no mencionan los “expertos” pero
hacia la cual están orientadas todas sus
“recomendaciones”.
En este “Credo”, los
“expertos” rinden culto al capital privado transnacional, para ello
fueron contratados. Por supuesto, el “estudio” que no es tal sirve
para agradar al gobierno norteamericano y sus corporaciones. Se trata de una
burda propuesta contra México.
En el “selecto grupo”
está Lourdes Melgar, misma que además de ajena al sector funge
como subsecretaria de electricidad y promueve la privatización de la CFE,
no es ninguna experta; Juan Eibenschutz, promotor de las transnacionales
nucleares desde hace décadas, especialmente, de la tecnología
norteamericana General Electric de reactores nucleares de uranio enriquecido;
Fluvio Ruiz, ex asesor del PRD en la Cámara de Diputados quien es
consejero profesional de Pemex por designación, ajeno a la industria
petrolera y oportunista declarado; David Shields, promotor a sueldo de los
privatizadores.
Los demás son intelectuales de la derecha,
empleados de las transnacionales y/o súbditos de coronas
extranjeras.
Las conclusiones de estos “expertos”
están, de entrada, en entredicho. Entre otras, son:
ii. Los
serios problemas que enfrenta el sector de hidrocarburos en general, y Pemex en
particular, requieren acción urgente de parte del Estado mexicano;
iv. el modelo actual de los hidrocarburos, en términos de
su estructura legal, regulatoria y organizacional, pero sobre todo en
términos de su capacidad de respuesta a las demandas de la
economía nacional, está agotado. Se necesita un nuevo modelo
mexicano
vi. Para impulsar este nuevo modelo es necesario un
cambio constitucional y regulatorio. El marco constitucional existente ha sido
llevado hasta el límite por el legislador a través de los
distintos gobiernos en su búsqueda por acoplarse al cambio de las
circunstancias con proyectos “vendibles”
políticamente.
viii. Los principios de flexibilidad
operativa y maximización del beneficio nacional deben tener una
posición central en la búsqueda del nuevo marco;
viii. Es preferible que cualquier nuevo arreglo constitucional
respecto de la política de hidrocarburo sea lo más simple y
directo posible, para que amplíe, en vez de acotar, el espectro de
alternativas del Estado mexicano, proveyendo a las autoridades de oportunidades
para fomentar el crecimiento y dándoles instrumentos regulatorios para
ejercer una rectoría eficaz, honesta y moderna del Estado;
ix. Es de vital importancia que cualquier discusión sobre
las posibles reformas al sector energético en México sea llevada a
cabo utilizando conceptos claros y precisos. Es crucial, por ejemplo, que se
haga una distinción entre el dueño de los hidrocarburos – la
Nación –y los operadores autorizados para extraer y transformar
esos recursos –que pueden ser compañías públicas o
privadas. El Estado puede maximizar el valor de la propiedad de sus recursos de
distintas maneras y debe considerar una gama más amplia de opciones para
la operación de los campos mexicanos de petróleo y gas, con la
directriz de maximizar la creación de valor para el Estado por la
explotación y transformación de dichos recursos;
x.
Es claro que Pemex, por sí mismo, ya no puede cumplir con sus
responsabilidades de asegurar el futuro energético de México; en
particular extraer, transformar y transportar todos los hidrocarburos que el
país requiere, particularmente en aguas profundas y campos no
convencionales. México requiere de más operadores. Es imperativo
que se dé a Pemex mayor libertad de acción en términos
financieros, operativos y en la elección de socios y modos de
asociación, así como generar espacios de participación de
terceros en áreas en las que Pemex no se da abasto; y
xi.
El problema de la regulación en el sector sigue siendo un reto mayor. En
años recientes, la innovación en ese respecto ha fracasado en
producir un cuerpo regulatorio que de confianza y certidumbre al manejo
eficiente de los hidrocarburos, que traiga inversión, tecnología,
conocimiento y talento, o bien que fomente el desarrollo responsable de estos
recursos.
En suma, el “diagnóstico” o
“revisión profunda” de los “expertos” se centra
en declarar “agotado” el modelo actual de Pemex, “en
términos de su estructura legal, regulatoria y organizacional” y
proponen, sin más, “un cambio constitucional y
regulatorio”.
Eso sí, piden que los cambios sean “lo
más simple y directo posible”, utilizando “conceptos claros y
precisos”. También piden que se haga un clara distinción
entre el dueño de los hidrocarburos, que en la letra sería la
nación, pero las facultades constitucionalmente estratégicas
serían de las transnacionales, llamadas eufemísticamente
“los operadores autorizados para extraer y transformar esos
recursos”.
En suma, para los “expertos” Pemex
está desahuciado y el capital extranjero es el único salvador. La
historia terminó, dijeron en 1992 los neoliberales; triunfo el
liberalismo. Hoy, parafraseando a sus congéneres repiten: Pemex
fracasó, la única salvación es el capital privado.
Evidentemente, no hay tal “diagnóstico” o
“revisión profunda”, sino una vulgar lista de mandamientos de
la política neoliberal.
En 8 apartados, incluyendo las
Consideraciones finales, se describen las ideas fundamentales del
“diagnóstico” que no es tal, o “revisión
profunda” que no lo es, de los “expertos” que tampoco son. De
hecho, el documento es un rollo ni siquiera tiene estructura, por lo menos, no
está normada. Se trata de una sucesión de ideas-ornato para
justificar la reforma energética de Pena Nieto.
Presentamos el
documento, y comentarios del FTE, para el conocimiento de los trabajadores y
mexicanos concientes. (Los subtítulos son nuestros, el texto de los
“expertos” se indica en cursivas).
Los
“expertos” del ITAM-WWC no representan a la nación pero
sí la traicionan. Este es un alegato contra tales propuestas que
consideramos antinacionales.
Perforación
petrolera. Extraer el petróleo dondequiera que esté y
apropiárselo, es el objetivo central de la
geopolítica energética imperialista
INTRODUCCION
El grupo de trabajo
Señala el documento que, entre febrero
y julio de 2012, un diverso grupo de académicos, analistas y
representantes de la industria energética se reunieron para discutir el
futuro del sector de hidrocarburos en México y examinar los
requerimientos fundamentales de la economía mexicana, así como el
rol de Pemex y otros posibles actores en estas tareas. En vez de engancharse en
una discusión exhaustiva y repetitiva sobre los problemas del sector, el
grupo decidió utilizar diagnósticos probados, y concentrarse en
proponer una serie de principios que deberían guiar a las élites
políticas mexicanas hacia un futuro exitoso y sustentable del sector de
hidrocarburos que garantice la seguridad energética y contribuya al
desarrollo de la economía nacional.
¿Diagnósticos
probados? ¿Cuáles? Los “expertos” no se mencionan
ninguno. Su “diagnóstico” es el dogma neoliberal: privatizar
a Pemex. Pero esa palabra no les gusta, sin embargo, todas sus propuestas son
privatizadoras al proponer explícitamente el cambio constitucional en el
régimen de propiedad de Pemex.
Contexto político y económico
Los “expertos” se refieren a la
insuficiencia de la reforma energética de 2008, es decir, esa
reforma anticonstitucional que legalizó la privatización furtiva
de TODAS las fuentes, renovables y no renovables de energía, les parece
poco y van por más.
Señalan las coincidencias entre la
visión del candidato del PRI y su contrincante por el Partido
Acción Nacional (PAN) pues ambos partidos hacen énfasis en
la apertura del sector a actores privados y extranjeros.
De pasada
mencionan a Andrés Manuel López Obrador, quien vigorosamente se
opuso a la noción de apertura del sector. Eso es un decir, porque tal
oposición la hubo pero distó de ser vigorosa.
Luego indican
que Enrique Peña Nieto y su equipo de transición han continuado
haciendo referencias a este asunto. Específicamente mencionan que
durante su visita a Brasil en septiembre de 2012, Enrique Peña Nieto
alabó el modelo empleado por Petrobras, mientras que en su círculo
cercano aumentaron los comentarios sobre la inminencia de una iniciativa
legislativa para reformar la política energética
mexicana.
Peña Nieto ha hecho referencias explícitas en
el extranjero, principalmente en Europa, ofreciendo la apertura privada de
Pemex. En Inglaterra, declaró a The Financial Times que habría
cambios constitucionales para darles “certeza” a los
inversionistas.
Los “expertos” dicen que el próximo
debate acerca de cómo resolver los problemas del petróleo y el gas
será complejo y controvertido pero, modestamente, con su trabajo
buscan contribuir a alcanzar dicho entendimiento.
Los retos de Pemex
Baja en la producción de crudo
Los “expertos” se
preguntan, cuáles son los problemas a corto y largo plazo y
contestan diciendo que, el más importante de ellos tiene que ver con
la rápida caída de la producción de petróleo
nacional durante los 8 años anteriores. Desde un máximo de 3.4
millones de barriles al día en 2004, la producción de crudo ha
caído hasta 2.55 millones de barriles en 2012; es decir, una
reducción de 20% de la producción nacional.
Desde
luego, los “expertos” omiten que esa declinación se debe al
agotamiento temprano del activo Cantarell, debido a la irracional
explotación a que fue sometido, siempre para extraer cuantiosos
volúmenes de petróleo crudo destinado en su mayor parte a la
exportación. Lo mismo está pasando con el activo Ku-Maloob-Zaap
que soporta actualmente los altos volúmenes que se extraen (y
exportan).
En 2004, México llegó al pico de
producción de petróleo crudo, lo mismo que muchos otros
países en el mundo. Aún cuando los gobiernos en turno declaran
restitución en las reservas, el hecho es que las reservas probadas se han
venido dilapidando impunemente sin que haya descubrimientos relevantes. Pero los
“expertos” creen que sus preocupaciones se disiparán si se
privatizan los hidrocarburos de
México.
Aportaciones de Pemex al erario
Señalan que una menor producción
representa una merma a las finanzas nacionales de manera significativa.
Sólo basta recordar que el erario recibe un 30% menos de lo que
podría recibir vía exportaciones de hidrocarburos, de haberse
mantenido estable la producción.
Esta
“preocupación” suena a hipocresía. Dicen que por la
baja en la producción (y exportación) el erario recibe menos y lo
tasan en 30%. Bajo ese argumento consideran que Pemex solo recibe ingresos por
la exportación de crudo. Su inconciente los delata, lo que quieren es
mayor producción para aumentar las exportaciones. Sin embargo, los
ingresos de Pemex, aún con menor exportación, cada año son
mayores que el anterior. Eso no se debe solo a que los precios de
exportación de crudo siempre están al alza sino a que Pemex es
altamente rentable.
En 2012, la aportación por impuestos y
derechos representó el 33.7% de los ingresos federales, SIN aumentar
más las plataformas de producción y exportación y SIN
ninguna privatización.
Pero la argumentación de los
“expertos” es hipócrita porque no les importa que Pemex
incremente sus cuantiosas aportaciones al erario, ya que, la
privatización implicaría compartir la renta petrolera con las
transnacionales, mismas que no aportarían jamás como lo hace
Pemex. Lo que a los “expertos” interesa es privatizar a Pemex para
que las transnacionales extraigan más petróleo y lo comercialicen
en el mercado
internacional.
Reservas de hidrocarburos
Al respecto, dicen los “expertos” que
a situación de las reservas presenta un panorama igualmente
preocupante. Luego dicen que, aunque es altamente probable que
México aún tenga vastas reservas de petróleo por descubrir
en el territorio nacional, durante la última década Pemex ha
fallado en aumentar las reservas probadas. ¿”Altamente
probable”? ¿“vastas reservas” por descubrir? Los
señores del ITAM no aportan un solo dato para hacer sus estimaciones. Las
reservas “por descubrir” se llaman recursos prospectivos, es decir,
recursos no descubiertos, mismos que por no estar todavía descubiertos se
ubican de dos categorías: hipotéticos o imaginarios. En estos
momentos no se puede hablar de “vastas reservas” porque,
simplemente, no se sabe.
¿Qué Pemex ha fallado? ¿Por
qué? No lo dicen. Lo único cierto es que no ha habido
descubrimientos relevantes, los yacimientos gigantes ya no
existen.
México sólo tiene petróleo probado
suficiente para los próximos 9 años, señalan los
“expertos”. Más o menos. Y agregan: Si se quiere
incrementar la producción actual y garantizar sustentablemente la de
mediano plazo, se debe asegurar el descubrimiento y certificación de
nuevas reservas. Ese es solo un deseo, muy bueno para sus objetivos
subyacentes, pero ¿cómo se aseguran los descubrimientos,
quién tiene la fórmula?
Aparentemente preocupados, indican
que, esta doble caída en reservas y producción llega cuando se
nos está acabando el “petróleo fácil”.
México se enfrenta ahora con el reto de extraer los recursos remanentes
de campos maduros o abandonados y de descubrir y
extraer.
Habría que precisar que México todavía
está en el nivel de petróleo barato pues el costo de
extracción de Pemex es notoriamente inferior al de otras petroleras.
Pemex es la más rentable de todas. Eso es lo que ofertan el ITAM y
Peña Nieto al capital extranjero.
En 2012, el costo de
extracción de Pemex era de 6.2 dólares por barril de
petróleo crudo, frente a 6.57 de Total, 7.19 de Statoil, 9.45 de Exxon,
10.08 de British, 11.0 de Shell, 12.89 de Petrobras ó 13.98 de
Chevron.
Los “expertos” hacen referencia, sin indicarlo, a
generalidades. Hemos pasado de un escenario en el que extraer un barril de
petróleo costaba unos cuantos dólares a uno en el que la
extracción se eleva hasta sesenta dólares o más.
Evidentemente, están repitiendo el discurso norteamericano, están
hablando como gringos. Pero, ese no es todavía el caso de
México.
Agregan: A la complejidad de estos retos se agregan las
dificultades que Pemex ha experimentado en mantener las reservas probadas de gas
natural.
De estas “argumentaciones” concluyen que el
modelo actual, que pone toda la operación sobre Pemex, toda la
tecnología en el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), y toda la
carga económica en el presupuesto no es adecuado para la era del
“petróleo difícil”.
Eso es pontificar
empíricamente, no les gusta Pemex como industria nacionalizada y,
entonces, cualquier “argumento” es bueno para descalificarla. Eso no
tiene fundamento.
Inversiones
Bajo
el modelo actual, México no cuenta con la capacidad para invertir con
suficiencia en la exploración y el descubrimiento de nuevas reservas, en
el desarrollo de nuevas tecnologías de exploración y
producción (E&P), y en el mantenimiento y construcción de la
infraestructura necesaria, debido a la excesiva demanda de ingresos fiscales por
parte del Gobierno Federal, señalan.
Aquí
habría que distinguir entre la capacidad productiva de Pemex, expresada
en sus resultados financieros y capacidad de inversión propiamente. En el
primer caso, Pemex obtuvo en 2012, 1 billón 646 mil 900 millones de pesos
(126 mil 600 millones de dólares) por concepto de ventas totales. Se
trata de cuantiosos recursos, de ningún modo se puede hablar de carencia
de los mismos.
Un indicador financiero son los ingresos antes de
intereses, impuestos, depreciación y amortización (EBIDTA) que, en
2012, fue de 1 billón 145 mil 600 millones de pesos (88 mil millones de
dólares). Esto significa casi el doble o más que cualquier otra
petrolera del mundo. EL EBITDA de Pemex es el mayor de todas.
En cuanto
a inversiones en bienes de capital (CAPEX), Pemex supera a América Movil,
Walmart, Grupo México, Femsa, Televisa, peñoles, Minera Frisco,
Alfa, Bimbo y Liverpool, todas juntas.
Ahora bien, la estructura fiscal a
la que está sometida la paraestatal mexicana es desastrosa. En 2012 Pemex
obtuvo un rendimiento antes de impuestos y derechos de 907 mil 900 millones de
pesos (69 mil 800 millones de dólares). Pero entregó al gobierno
como impuestos y derechos la cantidad de 902 mil 900 millones de pesos (69 mil
400 millones de dólares), esto es el 99.5% del rendimiento, mismo que
puede rebasar el 100% considerando los impuestos especiales sobre productos y
servicios. Contablemente, el rendimiento neto siempre es negativo.
En
tales condiciones, es obvio que se carece de recursos para invertir. Pero no es
que Pemex no genere los suficientes recursos, al contrario. Corregir esta
situación implica modificar el régimen fiscal pero, en
ningún caso, la privatización de Pemex y menos con una reforma
constitucional.
Luego, los “expertos” dicen que Pemex no
opera bajo la lógica de generar valor, sino de extraer renta. Así,
Pemex carece de recursos, experiencia o incentivos para sostenerse a sí
misma. La declaración es imprecisa, Pemex sí genera valor,
podría generar más, si no lo hace es porque la política
petrolera oficial se limita a extraer petróleo crudo y exportarlo,
debiendo procesarlo internamente. En el primer caso, el petróleo
también produce valor, no se comercializa gratuitamente. Este valor
podría ser mayor pero no ocurre, precisamente, porque en vez de elaborar
productos petrolíferos se importan, especialmente las gasolinas,
reciclando los petrodólares obtenidos de la exportación de crudo y
porque tampoco se elaboran los productos petroquímicos, mismos que en su
mayor parte están ya en manos privadas.
La llamada renta petrolera
son las utilidades, la ganancia que se obtiene y esta no surge sola a partir
del valor de usos y del valor de cambio. Esta renta es muy cuantiosa, mayor a
las 5 mayores empresas juntas que cotizan en el IPC de México, tales
como, America Movil, Walmart, Femsa, Cemex y Alfa. El EBIDTA de Pemex es
superior a America Movil, Grupo México, Banorte, Walmart, Femsa,
Peñoles, Cemex, Grupo Modelo, Televisa y Alfa, todas
JUNTAS.
Después, señalan que el que Pemex tenga que
pagar frecuentemente más del 100% de sus ganancias al gobierno, en forma
de impuestos y otros cargos, es una situación absolutamente insostenible
e irresponsable.
Eso es parcialmente cierto pero no es lo que les
importa a los privatizadores. Ellos mismos lo dicen cuando agregan: Sin
embargo, aun cuando esa carga se aligerara, a México “no le
alcanza”. Se requiere de un modelo que haga a Pemex responsable de
sí misma, que permita a la economía mexicana crecer, y al Estado
mexicano contar con los recursos fiscales necesarios para reducir la inequidad
social.
Esto es, lo que importa a los “expertos” es que
Pemex se privatice, como una solución para salvarla. No quieren que Pemex
haga inversiones propias, la “responsabilidad” es que sean
privadas.
Deuda
Para los “expertos” la paraestatal mexicana está
técnicamente en bancarrota debido a su inmensa deuda. Dicen que eso
se debe a las obligaciones generadas por pensiones y demás
prestaciones laborales. Y agregan que, décadas de ceder ante las
demandas del sindicato, combinadas con el fracaso de separar fondos para futuros
desembolsos, han dado lugar a que Pemex sea incapaz de cubrir sus pasivos
actuales.
El hecho es contablemente cierto. De acuerdo al Balance
general consolidado al 31 de diciembre de 2012, el total pasivo es superior al
activo. Del primero, el pasivo a largo plazo es dominante sobre el pasivo a
corto lazo. El total pasivo a largo plazo era de 2 billones 54 mil 445 millones
de pesos (158 mil 296 millones de dólares). Del pasivo a largo plazo, la
deuda a largo plazo era de 672 mil 618 millones de pesos (51 mil 700 millones de
dólares) y la reserva para beneficio a los empleados era de 1
billón 288 mil 541 millones de pesos (99 mil 42 millones de
dólares).
Evidentemente, la política petrolera oficial
antinacional ha llevado a Pemex a endeudarse excesivamente. Pero también
debe considerarse que la deuda no se paga de inmediato, los pasivos son de largo
plazo. Lo mismo ocurre en el caso de los pasivos laborales.
Cierto es que
las administraciones (y gobiernos federales) en turno han auspiciado la
corrupción sindical y ésta ha corroído al sindicato y a
Pemex.
Pero nada convence a los “expertos”. Dicen que no
tiene sentido limpiar pasivos sin antes cambiar los incentivos. Lo que
quieren es la privatización de Pemex y punto. Descartan a priori
cualquiera otra opción. Que la deuda actual la pague el Estado, lo mismo
los compromisos laborales. Las transnacionales, por supuesto, se
responsabilizarían de sus propias deudas. En cuanto a pasivos laborales
no habría porque no tendrían sindicato ni menos contrato colectivo
de trabajo, operarían en la ilegalidad total y
absoluta.
Investigación y desarrollo
Los resultados de Pemex van de la mano con su falta
de recursos técnicos y tecnológicos. México, y Pemex en
particular, no han invertido lo suficiente en investigación y desarrollo
en el sector energético a pesar de contar con presupuestos récord
desde hace más de una década. Más aún, por las
características del sector, las corrientes de pensamiento se encuentran
aisladas de la cooperación tecnológica que está ocurriendo
alrededor del mundo, critican los
“expertos”.
¿Cuáles son esos presupuestos
“record” para invertir en investigación y desarrollo? No lo
indican. El hecho es que la investigación y desarrollo ha sido
severamente castigada por dos razones, una porque se ha abandonado
deliberadamente, sustituyendo los programas de investigación por los
portafolios de negocios, la investigación se ha sustituido por la
facturación de servicios. Dos, también deliberadamente, se ha
suprimido la ingeniería de proyectos en todas sus
especialidades.
En esas condiciones, no es la falta de cooperación
tecnológica la culpable sino la política destructiva a ultranza la
que ha venido imposibilitando a Pemex para desarrollar suficientemente su propia
tecnología, se ha preferido comprar todo, en vez de desarrollar sus
potencialidades. El asunto es de política, se necesita de una verdadera
Política Energética Independiente, que incluya un Programa de
investigación y desarrollo (I&D) en energía y, para ello, no
es necesaria la privatización.
Pero los “expertos”
insisten y para ellos la sola solución es la privatización. Lo
dicen: al negársele a Pemex la posibilidad de trabajar con empresas
privadas y extranjeras que sí cuentan con tecnología de punta para
el sector, se le condena al atraso y a la dependencia tecnológica.
Actualmente, Pemex sólo cuenta con lo que los demás ponen a la
venta, que es, por definición, tecnología obsoleta.
Los
mismos “expertos” se contradicen. Si la tecnología en venta
es “obsoleta” ¿porqué insisten en comprarla?, si esa
tecnología es la de las transnacionales, ¿para qué privatizar
mas?
Agregan que, se necesita, de manera urgente, más
inversión pública y privada para desarrollar más capacidad
de investigación. Esto es, otra vez, la privatización es la
fórmula mágica. No es así. El sector privado no está
interesado, nunca lo ha estado, en invertir en I&D para el desarrollo
nacional, su interés está en su propio desarrollo, en sus
investigaciones para la ganancia privada.
La necesidad del cambio
A partir de lo anterior, los “expertos” dicen
que es urgente un cambio fundamental. Así le llaman a la
privatización de Pemex.
Señalan que, la industria global
del petróleo y el gas ha atravesado cambios radicales en las dos
décadas anteriores, trayendo consigo innovaciones que han transformado y
dado un fuerte impulso al negocio de la E&P y de la economía global
en su conjunto. En contraste, durante este periodo el sector de hidrocarburos en
México se ha estancado.
En efecto, el “cambio” son
los negocios en E&P pero no de la economía “global” en su
conjunto, como dicen. Esa es la diferencia sustancial. La industria petrolera
nacionalizada, aún sometida a una sostenida destrucción
deliberada, tiene objetivos opuestos a la industria privada. El principal
objetivo es el desarrollo social, en contraste con el negocio privado basado en
el lucro y la ganancia.
No es que Pemex se haya estancado o sea
inservible. Si sí fuera no le interesaría a ninguna transnacional.
No, Pemex junto con la CFE siguen siendo las más industrias más
importantes de México. En el primer caso, se trata de la petrolera
más rentable del mundo y, para superar sus deficiencias, no se precisa de
la privatización.
Complejo
petroquímico Cangrejera. La seguridad energética no está en
la extracción de crudo sino en la
transformación industrial del mismo
PRINCIPIOS RECTORES DEL SECTOR DE PETRÓLEO Y GAS
Seguridad energética
En el documento del ITAM-WWC los
“expertos” se preguntan lo que esperan de la nuestra industria
petrolera y gasera y ellos mismos se responden a conveniencia. Dicen que,
tradicionalmente, la respuesta ha sido que los hidrocarburos nacionales deben
ser explotados por el Estado con el fin de maximizar la renta de la
Nación y ser palanca de desarrollo. Para llevar a cabo lo anterior, se
decidió limitar la operación de esa actividad a una sola empresa
estatal, y enfocar la renta a servir de sostén de las finanzas
públicas. Esa lógica quizá tenía sentido hace
treinta años, cuando estábamos sumidos en una gran crisis y se
optó por despetrolizar la economía. Hoy, este modelo no parece
servir más al interés nacional.
La argumentación
es harto tramposa para deslizar que el desarrollo petrolero se ha limitado por
ser a través de “una sola” empresa estatal y que tal esquema
ya no funciona. El asunto es muy cuestionable. Primero, Pemex no es empresa sino
industria y lo es por encargarse de todo el proceso de trabajo petrolero no solo
de una parte. La integración industrial es una necesidad técnica
habida cuenta que el proceso de trabajo constituye una unidad orgánica.
Esa integración es necesaria para cumplir sus objetivos nacionales, el
esquema fragmentado es propio de las compañías extranjeras previas
a la expropiación de 1938, mismas que representaron una calamidad
criminal para la nación.
Hoy, fragmentar esos procesos solamente
sirve para la privatización, el lucro y la ganancias privada, y todos los
grandes monopolios privados promueven la integración, vertical y
horizontal. Pero, entre los mecanismos privatizadores, el plan consiste en
fragmentar al sector nacionalizado. Eso ya ocurre actualmente con Pemex y CFE.
Después, los privados tienden a crear nuevos monopolios una vez que se
han apoderado, primero de las funciones estratégicas y, después,
de la nueva infraestructura industrial de propiedad totalmente privada.
Así que el “mal” de Pemex no deviene de ser “una
sola” entidad, al contrario, la integración es su fortaleza por eso
la han minado desintegrándola.
Enseguida, los
“expertos” señalan que, a pesar de la riqueza de las
dotaciones naturales de México, la capacidad de nuestra industria de
hidrocarburos para garantizar la seguridad energética se ha visto
mermada en los últimos años.
A Pemex se le critica en
exceso pero se reconoce la gran riqueza de hidrocarburos que posee la
nación. No obstante los “expertos” dicen que no se garantiza
la seguridad energética. Les faltó precisar ¿de
quién?
La seguridad energética es una expresión
típica del imperialismo, repetida constantemente por los gobiernos
norteamericanos en turno. Lo dicen así porque carecen de suficiente
petróleo propio y necesitan mucho más para su economía de
derroche energético. La seguridad de qué hablan se refiere a los
abastecimientos seguros de petróleo crudo, entre los cuales, cuentan con
México.
Actualmente, Pemex está entre los 5 mayores
productores del mundo, casi en el nivel de la China National Petroleum y de la
Kuwait Petroleum, solo detrás de la National Iranian Oil y de la Saudi
Aramco.
En cuanto a exportadores de crudo a Estados Unidos, Pemex es el
tercer suministrador, después de Canadá y Arabia
Saudita.
En 2012, Pemex produjo un promedio de 2 millones 256 mil
barriles diarios, no obstante el sostenido declive de Cantarell, Ku-Maloob-Zaap
y otros activos desde 2004. Esa producción no es para garantizar la
seguridad energética de México sino la de los Estados Unidos. Ese
año, las exportaciones de petróleo crudo ascendieron a 1
millón 256 mil barriles diarios, amplia y mayoritariamente hacia los
Estados Unidos.
De manera que Pemex produce mucho más de la
demanda nacional. Si se exporta cuantiosamente desde hace ya varias
décadas es para satisfacer las necesidades norteamericanas porque ni
siquiera existe negocio, ya que Pemex exporta crudo e importa derivados,
principalmente gasolinas, diesel, gas y petroquímicos.
La idea,
entonces, de aumentar la plataforma de producción de Pemex tiene el
evidente propósito de aumentar, también, la plataforma de
exportación de petróleo crudo. Para ello, los
“expertos” proponen abatir las escasas reservas
probadas.
Dicen que, frecuentemente se cita la falta de
inversión en E&P por parte de Pemex como causal del descenso de la
producción y reservas, así como a la falta de inversión en
capacidad de refinación. La causa de fondo es la despetrolización
de la economía. Es decir, ahora que nuestra economía se
diversifica, evoluciona, crece y se adapta, el modelo petrolero basado en una
sola compañía, sin señales de mercado claras, es lento e
insuficiente para cubrir las necesidades nacionales. Es más,
frecuentemente es un freno para el desarrollo nacional.
Esto es, el
problema no es la falta de inversiones, como en otras partes dicen, sino la
existencia de Pemex como “una sola compañía”.
Además de contradictorios los “expertos” son
ridículos. Pemex no es ninguna compañía, nuca lo han sido,
esos eran y son las empresas extranjeras. Ese modelo es el que molesta a las
transnacionales y los “expertos” se dedican a repetir que tal modelo
frena el desarrollo nacional, sugiriendo el regreso de las
compañías extranjeras expropiadas.
Enseguida proponen la
“autonomía” para Pemex, como lo hacen todos los partidos
políticos. Los “expertos” teorizan a su modo a los
políticos oficiales y proponen forzar a Pemex a ser
autónomo, a sostenerse a sí misma sin depender más
del presupuesto, a una adecuación del significado de la
rectoría del Estado a los nuevos tiempos, y a aceptar a
terceros que sean lo suficientemente eficientes como para mantener los
actuales niveles de renta e incluso aumentarlos, y además proveer a la
economía de la energía que necesita. Para esto se necesita una
redefinición constitucional.
Los
“expertos” del ITAM-WWC explican lo que los políticos
ocultan. Primero, revuelven el asunto de la autonomía con la
rectoría del Estado, misma que se aplica solo al sector privado,
omitiendo que en materia de hidrocarburos (y de energía eléctrica)
la Constitución NO habla de rectoría del Estado sino del dominio
de la nación, que no es lo mismo. También omiten que las
actividades relacionadas con los hidrocarburos son constitucionalmente
“estratégicas”, a cargo exclusivo del Estado y en
ningún caso son “prioritarias”, llamadas así a las
actividades en las que participa en sector privado.
Tramposamente,
plantean la autonomía para Pemex considerándola, a la vez, como
entidad privada o privatizada. Tan es así que, bajo el concepto de
autonomía proponen “aceptara terceros”. Se refieren a las
transnacionales, las cuales ya incluso participan anticonstitucionalmente pero
quieren más. Para ser precisos, quieren todo. Para ello, dicen, “se
necesita una redefinición constitucional”.
¿En que
consistiría ese “redefinición”? Muy sencillo, eliminar
del párrafo 4º del artículo 28 las palabras
“hidrocarburos” y “electricidad”, actividades
consideradas actualmente como estratégicas. Por otra parte, suprimir del
párrafo 6º del artículo 27 constitucional las palabras
“no se otorgarán concesiones ni contratos”. Consecuente,
ahora sí los habría, especialmente los contratos de
producción compartida y las concesiones que son el objetivo principal de
las transnacionales.
Crecimiento económico
Luego los “expertos” repiten la
obviedad de que Pemex debe contribuir al crecimiento
económico. Como lo expresan pareciera que actualmente no lo hace
siendo que lo ha hecho siempre, desde la expropiación petrolera de
1938.
Pemex no es solamente la principal fuente de ingresos del Estado y
cada año aporta más que la vez anterior. La paraestatal contribuye
sensiblemente al crecimiento económico. En 2012, su contribución
al PIB fue del 7.6%. En años anteriores fue incluso mayor, en 2008 fue
del 8.7% y en 2006 del 8.3%, según los propios informes de Pemex a los
inversionistas extranjeros.
Eso, en México, no lo hace nadie
más. Las transnacionales, industriales y bancos, que operan en
México constantemente sacan sus ganancias y las trasladan a sus matrices,
jamás contribuyen al crecimiento económico, no les interesa, ni
siquiera es su objetivo.
¿Cómo, entonces, aumentaría
el crecimiento económico privatizando a Pemex? Los “expertos”
no lo dicen, no
pueden.
Sustentabilidad
Después,
para argumentar sus “principios” los “expertos” acuden a
la demagogia priísta. Dicen que, en este reporte se busca llamar al
gobierno a reconocer la importancia de una estrategia nacional de manejo de
hidrocarburos que permita a las futuras generaciones beneficiarse de este
patrimonio nacional. Esto significa optimizar el uso de las inversiones para la
exploración del gas y de aceite, aplicar las mejores prácticas de
la industria petrolera internacional de extracción que maximicen el
petróleo recuperable de las reservas probadas de hidrocarburos, y la
implementación de políticas energéticas eficientes que
resulten en el uso racional de los hidrocarburos
producidos. Ese párrafo bien podría ser el texto de un
spot de televisión, desde luego, falso y mentiroso. Hablan del futuro de
las nuevas generaciones pero son sus propuestas las condenan a priori. Las
inversiones que mencionan serían privadas con el objetivo que
señalan: aumentar la extracción del “petróleo
recuperable de las reservas probadas”. Esa es la intención central
de las transnacionales: apoderase de las reservas probadas, en primer lugar. Y,
cínicamente, se atreven a hablar de uso racional de los
hidrocarburos. Enseguida, deslizan las propuestas puestas en
práctica en otros procesos privatizares de los hidrocarburos. Afirman los
“expertos” que, en lo relativo a las utilidades generadas por el
sector y que se transfieren al Gobierno Federal, éstas no deben
destinarse a proyectos de motivación política, gasto corriente de
los estados o proyectos que busquen beneficios de corto plazo para algunos
grupos de la población actual, sino que deben invertirse en rubros como
la educación y la infraestructura. Los “expertos”
mienten. ¿Cómo invertir en educación e infraestructura en un
esquema en que Pemex aportaría menos al erario? Eso lo hace actualmente
pero no podría hacerlo con menores ingresos y menos
compartiéndolos con los privados, que probablemente ni impuestos paguen,
como ocurre ahora. Lo que pretenden los “expertos” es
inducir a Peña Nieto a adoptar un modelo privatizado, para crear
un fondo soberano, similar al noruego, al que se destine un porcentaje de las
rentas obtenidas. No se debe olvidar que si el petróleo es propiedad de
la Nación, le pertenece también a los mexicanos del futuro. La
última parte es vulgar demagogia. ¿Cuáles mexicanos del
futuro? Para ellos no habría petróleo, por dos razones: una, el
capitalismo ha despilfarrado en cien años la mitad del petróleo
existente en el mundo y proyecta eliminar el restante 50% en los siguientes 30
años. Dos, si el petróleo es propiedad de la nación,
entonces, por elemental congruencia no caben las transnacionales, la
privatización que propone los “expertos” es absurda, a menos
que se contradigan deliberadamente para engañar a la nación.
¡Vaya “expertise”!
Refinería
Lázaro Cárdenas. La producción de crudo para la
exportación no genera valor agregado, la transformación del mismo
sí, en productos petrolíferos y petroquímicos
LA NECESIDAD DE CLARIDAD CONCEPTUAL
En este apartado, los
“expertos” hacen un énfasis especial y confiesas
explícitamente sus propósitos, pretendiendo que en la
contra-reforma energética haya definiciones conceptuales a
conveniencia.
Dueño y operador
Dicen los expertos que, el actual debate nacional
acerca de la reforma energética sufre de una seria debilidad: las
élites políticas y económicas, así como la
población en general, han mostrado una marcada tendencia a confundir
términos clave, generando malentendidos y entendimientos contradictorios.
Un claro ejemplo está en el uso confuso de los conceptos dueño
y operador por comentaristas y responsables de política. Esta
distinción se hace alrededor del mundo, donde generalmente la
Nación mantiene la propiedad de los recursos, permitiendo que otros
actores estatales y no estatales operen los campos de gas y
petróleo.
No solo se han malentendido los términos sino
que estos han sido deliberadamente tergiversados. Para los políticos y
empresarios, la privatización no es privatización. Entonces,
¿qué es? Modernización, contestan sin explicar. Dicen que
jamás han mencionado la palabra privatización pero todas sus
propuestas son privatizadoras.
Ahora, los “expertos” del
ITAM-WWC abundan con nuevos términos y las definiciones a conveniencia,
tergiversando no solo el lenguaje sino el derecho mismo de la
nación.
Primero, repiten que la nación mantiene la
propiedad de los recursos pero permite a otros la operación de los campos
de producción de hidrocarburos. Dicen: en algunos países, esto
se realiza a través de una alianza entre la compañía
nacional y empresas privadas; en otros, la operación de los campos se
deja completamente al sector privado. Cualesquiera sea la modalidad,
sería bienvenida para las transnacionales, especialmente la
segunda.
Señalan los “expertos” que de acuerdo con
la Constitución mexicana, la Nación es dueña de los
hidrocarburos y, desde 1958, los gobiernos han legislado que Pemex tiene la
responsabilidad exclusiva de operar todos los niveles de la cadena de valor de
los hidrocarburos (entre 1933 y 1958 se permitía la inversión
mixta, aunque rara vez se hizo).
Si esto es así, ¿por
qué propone el ITAM-WWC la privatización de Pemex? La
Constitución indica que corresponde la nación el dominio directo
sobre sus hidrocarburos, cuyas actividades son estratégicas, a cargo
exclusivo del Estado. Esto es, la participación privada está
prohibida, si bien, la legislación secundaria la permite contraviniendo a
las disposiciones constitucionales.
Evidentemente, lo que proponen los
“expertos” es lo contrario para que Pemex se privatice
constitucionalmente. Lo explicitan cuando dicen que, “los operadores
son responsables de monetizar las reservas y surtir de energía a la
economía, mientras que es responsabilidad del Estado mexicano determinar
cómo maximizar el beneficio derivado de los recursos de la Nación.
Esta es la rectoría del Estado bien entendida.
De acuerdo a lo
anterior, Pemex cedería sus funciones estratégicas a las
transnacionales. Estos “operadores”, eufemismo para designar a las
transnacionales imperialistas de rapiña, serían los encargados de
comercializar (monetarizar) las reservas, nada menos, y la
“responsabilidad” del Estado sería la de mirar de lejos y en
silencio. A eso le llaman “Rectoría del Estado bien
entendida”.
Bien entendida, reiteramos, la rectoría del
Estado se aplica, cuando ocurre, al sector privado. En el caso de Pemex, la
Constitución no habla de ninguna “rectoría” sino del
dominio de la nación.
Con estas “definiciones”, la
nación sería dueña de los hidrocarburos tal vez en
algún papel, pero de palabra; en los hechos, los dueños
serían los operadores, es decir, las transnacionales. ¡Qué
manera tan cínica y deshonesta de formular
“definiciones”!.
Operador y contratista
Las siguientes “definiciones” de los
“expertos” revelan los propósitos del latrocinio; sus
consideraciones son sumamente graves y lesivas para la
nación.
Dicen que, además de entender bien quién
es el dueño, es importante hacer otra distinción fundamental,
aquella entre el operador y contratista.
Indican
que, el contratista es contratado por el operador para realizar algunas
funciones a cambio de una cuota. Es decir, gana independientemente del resultado
y por ello no corre ningún riesgo. Sus funciones son determinadas por el
operador, generalmente para reducir costos, contar con especialistas en
actividades muy específicas (como perforación o sísmica), y
así ejecutar con mayor velocidad.
En pocas palabras, el
operador es la transnacional y el contratista su socio menor secundario.
Explican que, en el mundo petrolero, esto significa que a los contratistas se
les paga independientemente de si encuentran petróleo o no, o si este
petróleo se obtiene de manera rentable o no. En contraste, a los
operadores sólo se les paga cuando encuentran petróleo; si no es
así, ellos absorben las pérdidas.
Refieren los
“expertos” que, bajo esta definición, desde 1958 la
participación privada en el sector energético mexicano se ha
limitado a actividades de contratismo, y en años recientes se ha buscado
que se asuman riesgos en los llamados “contratos incentivados”,
esquema diseñado de tal manera que claramente ha logrado la
participación de los contratistas, mas no de los
operadores.
Sí, el contratismo ha corroído a Pemex
desde hace décadas, miles de contratistas nacionales y extranjeros han
expoliado a la paraestatal, esa es una de las causas del desastre. En 2008, la
contra-reforma energética de Calderón
“legalizó” el otorgamiento de contratos de todo tipo,
especialmente en actividades estratégicas como la Exploración y la
Producción, varios de los cuales ya se han otorgado.
Esos
contratos se han entregado a las transnacionales. No es cierto que los
operadores los hayan desdeñado. Lo que pasa es que no son los negocios de
su principal interés pero sí intervienen. Como siempre ocurre,
generalmente las transnacionales no aparecen directamente, lo hacen a
través de sus filiales, protegiendo a la matriz. Por eso lesa llaman
“operadores”, son los que operan en nombre de la transnacional en
cuestión, en otros casos como el eléctrico les llaman
“desarrolladores”.
Argumentan los “expertos” que,
en el resto del mundo, los operadores absorben el riesgo; desde la
óptica del Estado, la Nación les transfiere el riesgo de
desarrollar estos recursos y a cambio les permite obtener un pequeño
porcentaje de ganancia.
¡Qué humilditos se ven! De
acuerdo a lo que dicen los “expertos”, los operadores se apropian de
las reservas de hidrocarburos y funciones estratégicas del proceso de
trabajo petrolero, a cambio de una pequeña “ganancia”. Si
Pemex fuera una tiendita podría creérseles a los
“expertos” pero no es así, se trata de una industria de las
más importantes del mundo. Actualmente sus ganancias con cuantiosas, en
manos privadas esa “pequeña ganancia” estaría
representada por de miles de millones de dólares.
No solamente
sería esa “pequeña ganancia” de la que se
apropiarían las transnacionales. Los “expertos” explican que,
que los operadores, al encargarse de las funciones estratégicas, eso
les da un derecho y una obligación de desarrollar reservas sobre un
número determinado de años, sin transmitirles jamás la
propiedad de los hidrocarburos.
Esa sería la
concesión otorgada a los operadores. Dicen que es el derecho y
obligación de desarrollar las reservas por varios años. En el caso
del petróleo, desarrollar implica extraer las reservas y comercializar
las a discreción. Agregan que esos se haría sin tener jamás
la `propiedad de los hidrocarburos.
¡Vaya cinismo! Es obvio que
teniendo a los hidrocarburos consigo, siendo de su propiedad ficta, no la
transmitirían a nadie, por el momento. Pero sí pueden hacerlo, y
lo hacen, en el momento en que comercializan esos hidrocarburos. Para eso
están las transnacionales, para obtener valor de cambio en este caso con
los recursos ajenos.
Lo siguiente es verdaderamente grave. Dicen los
“expertos” que, por llevar a cabo esta obligación, el
operador tiene derecho de reportar el trabajo que realizará sobre estas
reservas ante autoridades financieras, generalmente. A lo que no
tiene derecho es a las reservas en sí, pues éstas son propiedad de
la Nación y de nadie más. La obligación del Estado es
generar condiciones de crecimiento sin tener que llevar a cabo las actividades
económicas directamente.
¡Que manera tan tramposa para
apropiarse de lo ajeno! Le llaman “obligación” al reporte de
las reservas ante autoridades financieras, como la norteamericana Securities and
Exchange Commission y la Bolsa de Valores de Nueva York. Estas serían sus
“autoridades”, las mexicanas serían nada. ¿Dónde
queda, entonces, la propiedad de la nación si “el
dueño” ni siquiera sería informado de nada? Todavía
se atreven a decir que las reservas son propiedad de la nación. Entonces,
que las reporte la nación, ¿porqué las
transnacionales?
El Estado que se dedique a otras cosas pero no a las
actividades económicas directamente, dicen los expertos. En otras
palabras: que se olvide de las reservas de hidrocarburos, para
empezar.
Tomando al Estado como menor de edad y retrasado mental, los
“expertos” indican que, sí es su obligación
aumentar su patrimonio (cada reserva, aunque descubierta por el operador, es
propiedad de la Nación), y generar mayores ingresos al monetizar las
reservas vía impuestos, derechos y regalías. El incentivo para los
operadores es que, entre más reservas reporten, mayor viabilidad les
otorgan los mercados, pues demuestran que tienen mecanismos para ganar dinero
por muchos años.
De palabra, las reservas serían
propiedad de la nación pero los operadores se encargarían de su
custodia y explotación, a cambio de impuestos, derechos y
regalías, esto es, migajas sobrantes. Es decir, todo para los operadores
(transnacionales), incluyendo las reservas de hidrocarburos, y nada o casi nada
para la nación. ¡Bonita privatización!
Todo no queda
allí, los mismos “expertos” se encargan de explicitar, cuando
hacen la distinción entre contratista y operador. Dicen: un
contratista, aunque reciba honorarios por sus servicios, no puede contabilizar
las reservas de gas y petróleo, ni puede reclamar la propiedad de los
hidrocarburos que ayuda a explotar, mientras el operador sí lo puede
hacer.
Esto es sumamente grave y confirma que “la propiedad de
la nación” son solo palabras de vulgar demagogia. El operador (la
transnacional) sí puede reclamar la propiedad de los hidrocarburos,
mismos que registra a su nombre.
Sí, el concepto de los
operadores impone contabilizar y bursatilizar las reservas de gas y
petróleo y reclamar su propiedad. Ese atraco, para ser impune,
reclama modificar regresivamente a la Constitución política
mexicana vigente. Para eso, Peña Nieto, el PRI, el PAN y el ITAM-WWC
proponen la reforma energética constitucional, para
“legalizar” el robo, privatización es poco, se trata de un
latrocinio a la
nación.
Propiedad y reporte de reservas
Para los expertos la diferencia entre
propiedad y reporte de reservas es fundamental.
¿Cómo no a ser si con las definiciones tergiversadas se consuma el
robo?
Dicen esos “expertos” que, el reporte de reservas,
por otro lado, se refiere al proceso financiero a través del cual las
compañías declaran la cantidad de reservas a las que, en virtud de
un mandato, tienen acceso para explorar, explotar y vender el hidrocarburo,
así como la correlativa obligación de pagar al Estado
regalías, derechos e impuestos.
Es decir, los
“expertos” confiesan sin ambages sus propósitos aviesos, es
decir, la entrega a las transnacionales del patrimonio energético
transnacional. La “propiedad” seguiría siendo la
nación pero solamente de palabra. Mediante el “reporte” la
propiedad la tendrían las transnacionales. Esa es tan cacareada
“apertura a la inversión privada”, la transferencia furtiva
de la propiedad nacional a la privada.
Mediante este mecanismo
financiero, las transnacionales declaran la cantidad de reservas que hayan
descubierto. ¿Mediante cuál “mandato”? Las concesiones
otorgadas que no son ningún mandato sino un verdadero regalo que les
otorgaría derecho para depredar a la nación y sus recursos
naturales. No nadamás, esas concesiones les otorgarían a las
corporaciones el derecho (le llaman “acceso”) para explorar,
explotar y vender los hidrocarburos. Nada menos. Y, ¿el Estado qué?
Reiteramos, limitado a mirara de lejos y en silencio
cómplice.
Todo esto significa que las transnacionales
“declaran” las reservas que no son suyas, exploran explotan
(producen) y venden los hidrocarburos de la nación. A cambio,
tendrían la “obligación” de pagar al Estado
regalías, derechos e impuestos. ¡Migajas! ¿Dónde
quedó, entonces, la ganancia? Con las transnacionales y no es
“pequeña”. De palabra no son dueños de los
hidrocarburos pero en los hechos sí lo son. Esto es colonialismo
transnacional, por decir menos.
En inaudito cinismo los
“expertos” agregan que, es común el caso en el que el
operador, dado que le ha sido otorgada una concesión o ha firmado un
acuerdo de producción compartida, puede contabilizar reservas sin tener
la propiedad del subsuelo. Esto en nada afecta a la contabilidad nacional. La
Nación siempre es dueña de todas las reservas.
Esto es,
como ha dicho el PRI, los hidrocarburos estando en el subsuelo son de la
nación. Pero, ¿estando fuera, qué? Son de las
transnacionales. Los “expertos” del ITAM dicen que, las
transnacionales, mediante concesiones o contratos de producción
compartida pueden contabilizar, y registrar, las reservas sin tener la propiedad
del subsuelo. ¡Mienten! Esa propiedad también se la apropian
furtivamente porque al contabilizar y registrar a su nombre las reservas, estas
son las que se encuentran en el subsuelo, mismo que no es de su propiedad pero
las reservas de hidrocarburos sí lo serían.
En el colmo del
cinismo los “expertos” señalan que, la contabilidad
nacional y la de las empresas no son comparables, por lo que no existe doble
contabilidad. Esto es, que el Estado se encargue de las cuentas nacionales,
las transnacionales de las cuentas con los hidrocarburos. A esa
apropiación furtiva le llaman “no comparable”, ni menos
“doble” contabilidad. El despojo es tal que, aprobada la reforma
energética privatizadora, el Estado y la nación deben olvidarse
ipso facto de su petróleo. Robo es poco, se trata de un verdadero
asalto a la
nación.
Renta económica, beneficio y utilidad económica
Los
“expertos” disertan sobre tergiversaciones adicionales. Dicen que,
las discusiones sobre la política de hidrocarburos en México
confunden el término renta económica con beneficio y
utilidad económica.
Los confusos son ellos mismos
pero agregan: debemos remarcar que, mientras renta hace referencia al dinero
que recibe el Estado por la explotación del recurso, beneficio
económico se refiere a la capacidad que tiene el sector de satisfacer las
necesidades y demandas de la sociedad., mientras que utilidad se refiere a lo
que obtienen los operadores tras descontarse la renta
económica.
Las definiciones de los “expertos” y
transnacionales a las que sirven se prestan a la confusión. El dinero que
recibe el Estado son las regalías, derechos e impuestos que pagan los
operadores, obviamente en cantidades inferiores al valor de los hidrocarburos,
de cuya propiedad se apropian las corporaciones. El beneficio económico
es algo más general que no depende solo de los ingresos petroleros y, la
utilidad, es la ganancia (adicional) después de descontar la renta
económica. Así vista, la utilidad siempre es positiva y no es
“pequeña” pero, la verdadera ganancia está en la
propiedad furtiva.
Bajo su tergiversación, los
“expertos” consideran que, sin utilidad, la renta y el beneficio
económico no son sustentables. Esto es, ponen por delante, como
condición sine qua non, a la ganancia, su ganancia. Eso es opuesto a lo
que hoy existe. Pemex obtiene ganancia, produce renta y contribuye al beneficio
económico, sin privatizarse. No es cierto que sin ganancia no haya
sustentabilidad. Lo que pasa es que, para los privados, la ganancia es sagrada,
sin ganancia no hay negocio. Pero reiteramos, esa ganancia, correspondiente al
plusvalor es importante pero en este caso no es la principal, lo relevante es la
propiedad furtivamente adquirida de las reservas de hidrocarburos.
Para
finalizar, los “expertos” vuelven a introducir las reiteradas
patrañas. La causa de que los operadores no se hayan apropiado del
petróleo mexicano es por culpa de Pemex. No deben pues sorprender los
problemas que enfrentamos en México si el único operador, al no
obtener utilidades, no tiene incentivos para maximizar la renta y el beneficio
económico, dicen. Eso es, por ser una sola entidad, el único
operador le llaman a Pemex, no se han obtenido utilidades. Esto es falso.
Aún ser estar totalmente integrada y sin privatización, Pemex
obtiene cuantiosas utilidades cada año y siempre va al alza. Reiteramos,
es la petrolera más rentable del mundo. No lo decimos solo nosotros,
así se reconoce por el propio gobierno y agencias internacionales. He
allí el interés de las estas: Pemex es un suculento y grandioso
pastel, obtenerlo gratuitamente, a través del pago de regalías,
derechos e impuestos, a cambio de la propiedad de las reservas, es
verdaderamente atractivo. Y, ¿la nación? ¡Bah!, las
transnacionales y sus “expertos” no piensan en eso, el capital no
tiene patria.
Los hidrocarburos, tanto
en la plataforma terrestre como en la marina, son de la nación, no son
del Estado y menos del gobierno. Reformar a la Constitución conduce a entregar las reservas
a las transnacionales
EL CAMBIO EN LA INDUSTRIA DEL GAS Y PETRÓLEO
Dos
acciones de política que reiteran los “expertos” son la
pretensión de ir a las aguas profundas del Golfo de México y
explotar el gas de lutitas
(shale).
Aguas profundas
Empiezan refiriéndose a lo que llaman las
formas en que ha cambiado el sector de hidrocarburos alrededor del mundo en
años recientes. Hablan de las dificultades para acceder al
petróleo “fácil” y dicen que, durante los
últimos veinte años ha habido un cambio fundamental en la
disponibilidad de petróleo. Las llamadas “reservas
fáciles de petróleo” del pasado se están acabando
gradualmente y los nuevos descubrimientos suceden en lugares de acceso cada vez
más difícil: ya sean aguas profundas o en campos que requieren
inversiones masivas en tecnología e infraestructura para poder ser
extraídas.
Ese es el verdadero problema para la
geopolítica energética del imperialismo. El petróleo
accesible cada vez es menos. El acelerado consumo, especialmente en el sector
transporte, caracteriza al capitalismo y las transnacionales automotrices
tienden a inundar más al mundo con un desmedido parque vehicular. Por
ello, el centro de la geopolítica energética imperialista consiste
en extraer e petróleo donde quiera que esté sea en el Medio
Oriente, las aguas profundas o el polo Artico, y apropiarse de todas las
reservas.
Saben que el petróleo se ha vuelto cada vez
más difícil y costoso de extraer. Mencionan que, como
respuesta a esto, hemos visto una consolidación de la industria
global de petróleo, con las grandes compañías petroleras
privadas fusionándose entre ellas para mantener
liderazgos.
Entonces, introducen la referencia de sus modelos
privatizantes. Compañías petroleras nacionales, como Saudi
Aramco, Petrobras y Statoil, se han hecho más grandes y más
fuertes que nunca, pues sus Estados han fomentado mecanismos mixtos que les ha
permitido acceder a tecnología a cambio de compartir la operación
con las compañías privadas.
He allí de nueva
cuenta su fórmula dogmática: privatizar, dejar la
“operación” a compañías privadas, dicen.
Argumentan que, es crucial reconocer que estas
compañías han prosperado en gran medida gracias a las alianzas que
han formado con firmas privadas, quienes les han ayudado a obtener acceso a las
tecnologías que necesitan, así como también han compartido
el riesgo involucrado en la localización y extracción del
petróleo en los complejos y desafiantes campos de ahora.
El
discurso que se maneja es borroso. ¿Cuál acceso a las
tecnologías y para qué? Las transnacionales se encargan de
realizar directamente las operaciones estratégicas utilizando su propia
tecnología, misma que no transfieren. Además, ¿para
qué la quieren las empresas privatizadas si ya no realizan las funciones
estratégicas?
Por lo demás, Pemex no necesita de momento ir
a las aguas profundas. Hay tiempo para desarrollar la tecnología propia,
sobre la base de una Política Energética Independiente. En
estos momentos ni siquiera se sabe de qué recursos se habla. El gobierno
y sus voceros oficiosos siguen hablando de recursos “prospectivos”,
con los mismos datos del sexenio pasado. Esos datos son cuestionables y se
refieren a recursos “no descubiertos”. Los 26 mil 600 millones de
barriles de petróleo crudo equivalente, de que hablan, están en la
categoría de recursos hipotéticos e, incluso,
imaginarios.
Los recursos con mayor probabilidad de accesibilidad
técnico-económica están en las aguas someras. Allí
es donde debe explorarse y explotarse. Para ello, NO se requiere privatizar a
Pemex, a menos que se quiera entregar a los “operadores”
transnacionales los recursos ya descubiertos en las aguas
someras.
Gas y aceite de lutitas
Luego, abordan lo que llaman gran cambio en la
industria global de hidrocarburos en años recientes ha sido el poder
acceder a las grandes reservas de gas y aceite de lutita (shale) y otros
hidrocarburos no convencionales.
Es la repetición del discurso
de las agencias del imperialismo que han tomado de moda y dicen: como es bien
sabido, México tiene el cuarto lugar mundial en reservas de gas de
lutitas, reservas gigantescas en Chicontepec, que también cuenta con
reservas no convencionales, y con potencial de petróleo de
lutitas.
Eso que dicen no es bien sabido, los “expertos”
solamente repten el rollo. Sí, desde hace muchas décadas se sabe
que el gas de lutitas existe pero también se sabe que es muy
difícil extraerlo por ser costoso e inconveniente ambientalmente. Decir
que México es la cuarta potencia mundial está por verse, en
realidad no se sabe bien, se trata de estimaciones de las agencias que
están en el nivel especulativo. Pemex mismo solamente ha estimado
recursos “prospectivos” en el norte y noreste del país. Una
verdadera política energética no puede basarse en especulaciones
tipo “burbuja”.
No obstante, los “expertos”
señalan que, México podría beneficiarse de la
explotación eficiente de estos recursos, aumentando la disponibilidad de
gas para la industria y de petróleo para las finanzas públicas,
además de crear un gran desarrollo regional, estimulando su
competitividad.
Esas “propuestas” no tienen las bondades
que dicen, al contrario. Tan solo en el ámbito regional, no habría
desarrollo sino desgracias.
Para los “expertos” todo se
resuelve con medidas administrativas. Se requiere de una regulación
apropiada para no convencionales. Es por eso que, a pesar de la gran oportunidad
y, en el caso de Chicontepec, a los grandes presupuestos invertidos, Pemex se ha
mostrado incapaz de explotar los recursos no convencionales de manera eficiente.
Un pozo de lutitas cuesta tres veces más en México que en EEUU o
en Canadá, y aunque Chicontepec recibe inyecciones de miles de millones
de dólares, ha fallado en lograr sus metas de producción (hoy
produce sólo 70 mil de los 700 mil barriles que se esperaban para esta
fecha) del recurso convencional. Mientras no se genere una regulación
apropiada para recursos no convencionales, con menores tasas impositivas y que
fomente el desarrollo tecnológico, y la Constitución
prohíba la entrada del sector privado en su E&P para aumentar la
capacidad de ejecución, será difícil aprovechar esta nueva
oportunidad.
Eso es lo que interesa a los “expertos”: la
reforma constitucional regresiva para privatizar los energéticos de
México. Lo demás les vale. Por ejemplo, un pozo de lutitas en
México no es solamente costoso sino altamente inconveniente. Para
perforar ese pozo se debe fracturar la roca y el agente fracturante es nadamenos
que el agua, con arena y otros compuestos químicos. El fracking
hidráulico genera muchísimos problemas que son motivo de protestas
en los propios Estados Unidos. En México, se proyecta perforar pozos de
lutitas en una región donde la disponibilidad de agua está en el
nivel de “muy baja” y “extremadamente baja”. Para un
solo pozo se necesitan decenas de millones de litros de agua. Pero no
sería solo un pozo sino miles de pozos. Esos volúmenes de agua se
necesitan para el consumo de los seres vivos. ¿Qué dicen al respecto
los “expertos”? Ni una palabra. Esos problemas, para ellos, no
existen y si existieran se resuelven con lo mismos: la privatización,
así sea a priori.
LA NECESIDAD DE UN CAMBIO PROFUNDO
Con base en incongruencias los
“expertos” pontifican y sentencian. La evidencia presentada
anteriormente muestra de manera clara la necesidad de un cambio profundo
en la administración y organización del sector de
hidrocarburos en México. El sistema actual ha llegado a su
límite.
En ningún momento se refieren los
“expertos” a la política energética antinacional
seguida por los sucesivos gobiernos en turno. El problema es Pemex, en tanto
industria nacionalizada. Para ellos, Pemex ya no sirve. No es que así
sea, simplemente, lo que quieren es privatizar a la paraestatal y ya.
Lo
dicen claramente: a la economía mexicana no le basta con Pemex como
único proveedor de petróleo y gas, como ejemplifican las alertas
críticas y el déficit de gasolina y petrolíferos. Es
evidente que el modelo actual se agotó. Claro, quieren las funciones
constitucionales, y las reservas de hidrocarburos, para las
transnacionales.
En consecuencia, hacen deliberadamente borrosas sus
propuestas y dicen: los cambios en la industria global del petróleo y
gas descritos con anterioridad señalan la necesidad de que el modelo
energético mexicano sea responsivo y
flexible.
¿Qué quieren decir con
“responsivo” y “flexible”? No lo precisan. Responsivo es
una palabreja inventada a conveniencia y flexible implica renunciar al manejo
del proceso de trabajo petrolero a cargo exclusivo de Pemex.
Para loes
“expertos” Pemex no sirve, debe privatizarse y, para ello, revuelven
varias cuestiones. Dicen que, el modelo actual fue creado para una industria
petrolera concentrada en la producción de reservas de fácil acceso
en tierra y aguas someras y una economía de autoconsumo, y las
restricciones impuestas por la Constitución, así como la
insistencia del Gobierno Federal en maximizar la renta, se han traducido en la
incapacidad de Pemex para responder a los retos de una industria moderna de
petróleo y gas. Cualquiera que sea el nuevo modelo, éste debe ser
lo bastante abierto como para permitir adaptaciones de cara a cambios
futuros.
Esas “restricciones constitucionales” son las
que molestan al ITAM-WWC y sus “expertos”. Quieren, por tanto, la
reforma constitucional que modifique el régimen de propiedad nacional de
Pemex para volverlo privado. Es decir, que las actividades relacionadas con los
hidrocarburos dejen de ser “estratégicas” para volverlas
“prioritarias” y, entonces, pueda participar el sector privado
extranjero, no solo para realizar las funciones sino para apropiarse de las
reservas de hidrocarburos que constituyen un patrimonio energético
colectivo de la nación.
En seguida le recomiendan a Peña
Nieto lo que debe de hacer. En lugar de proscribir opciones, el marco legal
del sector debe dotar a los futuros gobernantes con la capacidad para buscar
estrategias que sirvan al interés nacional. ¿Cuál
interés nacional? Lo que proponen es la traición a la
nación.
También hacen recomendaciones a los diputados y
senadores. Otro de los principios que deben guiar a los legisladores
nacionales cuando evalúen nuevos modelos legales debe ser la
flexibilidad, anteponiendo los intereses de la Nación sobre los
estrictamente financieros del gobierno. Los tomadores de decisiones en
México deben adoptar un modelo que se base en la satisfacción de
las necesidades nacionales, en lugar de en consideraciones ideológicas o
filosóficas.
EL ITAM-WWC recomienda justamente lo que no
hace. Sus “recomendaciones” están basadas, precisamente, en
la ideología burguesa, la que sostiene que el capital es la
salvación de todo, la fórmula fetiche que con invocar la
privatización resuelve todos los males. Eso no necesitan decírselo
al PRI ni al PAN, entregar la nación al capital es parte de su
ideología ni siquiera filosofía. Los políticos del PRI
dicen que se quitarán de esos tabúes y privatizarán,
culpando a los opositores de basarse en consideraciones ideológicas,
siendo ellos los ideologizados.
Agregan los “expertos” que,
la experiencia en otros países demuestra cómo, si se basa la
estrategia nacional de hidrocarburos en la flexibilidad, se puede proteger mejor
el interés nacional y, al mismo tiempo, incrementar la riqueza y el poder
del Estado, sin que con ello se socave o soslaye la soberanía
nacional.
Eso no es cierto, la experiencia es al revés. La
soberanía no solo se soslaya se suprime. No se protege al interés
nacional, se entrega y subordina al capital transnacional. La
“flexibilidad” es un eufemismo utilizado por los
“expertos” y transnacionales como sinónimo de
“entreguismo” del patrimonio energético colectivo, mismo que
no es de los gobiernos, ni siquiera es del Estado, es de la
nación.
Para concluir este apartado, los “expertos”
señalan: Primero, se requiere un cambio
constitucional y regulatorio que abra la opción para reducir el
riesgo operativo por parte del gobierno federal, trasladándolo a un
amplio abanico de operadores de distintos tamaños y especialidades;
además de ampliar las posibilidades de inversión privada sin
renunciar al control y a la rectoría económica que
constitucionalmente se le exige al Estado mexicano.
Ese es el cambio
“profundo” de los “expertos”, el cambio constitucional y
regulatorio. Es decir, la ruptura total y definitiva del llamado Pacto
político de la Nación, surgido de la Revolución Mexicana y
expresado en materia energética en los artículos 27 y 28
constitucionales.
Sería la Expropiación petrolera
extranjera, a través de un nuevo “pacto” que
entregaría el territorio, la tierra y los recursos naturales del
subsuelo, a las transnacionales. Todo se haría, simplemente, mediante un
manotazo legislativo para cambiar a la única parte decente que queda de
la Constitución política mexicana. El atraco solo tendría
parangón con la invasión de conquista española de hace 500
años.
Tipos de estructuras
petroleras y gaseras costa afuera
Plataforma de Pemex en el
Golfo de México. La exploración en aguas profundas no es urgente,
conviene hacerlo en aguas someras. En las aguas profundas los recursos estimados
son “prospectivos”, es decir, no descubiertos. Antes, debemos
desarrollar la tecnología propia
ALGUNOS MODELOS PARA EL MANEJO DE HIDROCARBUROS
Modelos de “Tercera vía”
A continuación, los
“expertos” del ITAM-WWC presentan sus propuestas con los modelos de
Noruega. Colombia y Brasil. Afirman, sin escrúpulos, la forma en que las
transnacionales se apropian de los recursos energéticos de la
nación. En los tres casos, los “expertos” se entusiasman
porque se trata de casos privatizados. La experiencia, sin embargo, es lesiva
alas naciones.
Empiezan diciendo: En estos países, la
propiedad de los hidrocarburos en el subsuelo permanece en manos de la
Nación, pero se permite su operación por parte de múltiples
actores: públicos y privados, nacionales y extranjeros. En efecto,
estando en el subsuelo los recursos son de la nación pero, una vez
extraídos, dejan de serlo, son de las transnacionales que los extraen. Lo
peor es que tales recursos dejan de ser de la nación aún estando
en el subsuelo porque las reservas de hidrocarburos (que se encuentran
todavía en el subsuelo) son cuantificadas, reportadas y registradas por
las transnacionales a su nombre.
¿Cómo ha ocurrido este
atraco? Lo dicen los “expertos”: En cada uno de estos
países, la compañía nacional petrolera ha sido reformada
para poder maximizar su capacidad de extraer las reservas existentes y asegurar
nuevas reservas para el futuro.
Los cambios regresivos los explicitan
con sus nuevos modelos de supuesta “tercera vía”. Esto
incluye permitir a la firma quedarse con una proporción más alta
de sus ganancias para reinvertirla en proyectos productivos y en el desarrollo
de nuevas tecnologías; firmar acuerdos de producción compartida
con empresas privadas (nacionales y extranjeras) y operar fuera del territorio
nacional para incentivar la experiencia internacional, la obtención de
nuevas reservas y la formación de alianzas a largo plazo con socios
extranjeros. Son modelos “de tercera vía”, entre el estatismo
y el mercado puro.
No hay ninguna “tercera vía”.
Se trata de modelos llanamente
privatizadores.
Noruega
Este
es un modelo que muchos celebran y quisieran para México pero Pemex, sin
privatización, es superior a Statoil.
Según los
“expertos” el modelo consistió en la creación de
una compañía nacional petrolera (Statoil) altamente rentable,
así como de un fondo de riqueza soberano (el Fondo Gubernamental de
Pensiones).
Sí Statoil es rentable pero no
“altamente”, Pemex es más rentable y sin
privatización.
En Noruega, Statoil, pertenece mayoritariamente
al Estado noruego, dueño del 67% de las acciones. ES decir,
está privatizada, Statoil es una empresa estatizada parcialmente a
través de acciones. En México, el Estado no es dueño de
Pemex, la propiedad es de la nación. Estado y nación no son lo
mismo. Para México, el modelo noruego sería
regresivo.
Presumen los “expertos” que el objetivo de Statoil
es asegurar contratos para desarrollar reservas. Es decir, entregar las
funciones estratégicas a las transnacionales y sus
“operadores”, así como, el desarrollo de una industria
proveedora nacional especializada. Eso es lo que proponen para Pemex,
convertirla en “proveedora”, en vez de
“realizadora”.
Agregan los “expertos” que
así se busca la administración de la riqueza a largo plazo.
Ni a eso llega, una empresa concesionaria ni siquiera administra, menos planea,
todo queda a la discreción de los “operadores”.
Lo
que les gusta a los “expertos” es la poca interferencia
no-comercial en la política operativa de Statoil. Claro, lo que
plantean es la “libertad” absoluta para las
transnacionales.
Argumentan que la competencia es una fuerza de valor
añadido. Esa “competencia” es solo entre transnacionales
y es la competencia por la ganancia. ¿Dónde queda el desarrollo
social? Un Fondo de pensiones es importante pero eso ocurre a cambio de entregar
la soberanía nacional y el patrimonio colectivo de la nación
viviente que es de todos, no solo pertenece a los
pensionados.
Colombia
Este
caso es verdaderamente patético. ¿Cómo ocurrió?
Según los “expertos”, mediante la flexibilidad como
base de su modelo nacional de gas y petróleo. ¿En qué
consistió esa “flexibilidad”? En la entrega de los recursos
energéticos nacionales a las transnacionales.
Eso se hizo, a
través de la revisión integral de la regulación
del sector de hidrocarburos. Primero, con la creación de la Agencia
Nacional de Hidrocarburos (ANH). Para los neoliberales, la
“regulación” es sinónimo de privatización
porque lo que regulan es, precisamente, a ésta. La ANH es el
órgano regulador, encargado de darle forma jurídica alas
decisiones políticas (privatizadoras), esto es, las decisiones nacionales
sobre el patrimonio energético colectivo, queda al criterio y
discreción de un grupito de burócratas a sueldo de las propias
transnacionales.
Dicen los “expertos” que, las
condiciones para la E&P mejoraron con la baja en las regalías,
ofreciendo uno de los regímenes impositivos más atractivos de
América Latina, en particular para recursos no convencionales. Esto
es, las transnacionales no solamente se apropiaron de los hidrocarburos
colombianos sino que, además, les bajaron las
“regalías” que deben otorgar al Estado. Evidentemente, ese
régimen impositivo es muy atractivo para el capital
extranjero.
Peor aún, señalan los “expertos”
que el gobierno ha ofrecido nuevas concesiones. Esto revela la entrega
desmedida del gobierno colombiano a las transnacionales. Esto tiene como
agravante que los hidrocarburos de Colombia no son del gobierno sino de la
nación, el gobierno entrega lo que no es suyo.
La situación
es verdaderamente indignante. Indican los “expertos” que, bajo
los nuevos términos, las compañías petroleras
internacionales ya no necesitan estar asociadas con Ecopetrol, lo que les
permite tener control absoluto sobre sus operaciones; sin embargo, como se
ve ronda tras ronda, los actores privados prefieren asociarse con
Ecopetrol.
El entreguismo es total y absoluto, al grado que las
transnacionales “no necesitan” asociarse con Ecopetrol, tienen el
“control absoluto” sobre sus operaciones.
A eso los
“expertos” le llaman “éxito colombiano” y lo
explican por:
• La adopción de un enfoque
pragmático en el manejo de las reservas de gas y petróleo;
• Un ambiente abierto y competitivo que ha incentivado mayor
eficiencia de parte de las compañías que operan en el sector;
• Un ambiente contractual competitivo para las empresas privadas y
extranjeras que ha alentado grandes inversiones;
• La creación de un marco regulatorio para recursos no
convencionales.
• La reestructuración de la
compañía nacional petrolera, Ecopetrol, que mantiene
participación mayoritaria en manos del Estado colombiano, pero le permite
operar de acuerdo a principios de negocios.
A los
“expertos” les faltó mencionar que ese
“éxito” fue logrado a punta de balazos, por parte de las
tropas norteamericanas que operan en Colombia, asesinando a multitud de
trabajadores sindicalistas. En los campos petroleros, especialmente en la selva,
el control absoluto es de los soldados invasores que protegen armados a las
transnacionales.
Este modelo no es solamente lesivo a la nación
sino
repugnante.
Brasil
El modelo brasileño es de los favoritos del gobierno de Peña Nieto y
de los “expertos” pero con “asegunes”.
El modelo
está basado en el pragmatismo, la flexibilidad y el desarrollo de
la capacidad nacional, dicen los “expertos” y, agregan que,
Brasil también ha sido muestra de los errores de intervención
estatal excesiva.
Afirman que, todo empezó en 1997, cuando
el Congreso aprobó la Ley de Inversión en Petróleo, creando
un nuevo marco legal y agencias reguladoras autónomas, al tiempo que
liberalizaba el sector para crear fuerzas competitivas. Mientras el monopolio
estatal de la producción de petróleo y gas llegaba a su fin,
Petrobras fue reformada para permitirle operar de la misma manera que una
compañía privada, pero con propiedad estatal
mayoritaria.
Esa vez también había sido desahuciada
Petrobras pero, con la privatización todo cambió, dicen.
¿Cómo fue? Mediante la llamada “autonomía”, para
eso sirve ésta y lo dicen.
La autonomía operativa de
la compañía, a través de la cual se le autoriza e incluso
incentiva a asociarse con firmas privadas y extranjeras, combinada
con la capacidad de reinvertir sus ganancias en proyectos de E&P y el
desarrollo de capacidades técnicas y tecnológicas, ha permitido a
Petrobras convertirse en un líder mundial en proyectos de aguas
profundas.
Esto es, para los “expertos” la
colaboración con el sector privado ha sido clave, es decir, sin
privatización no hay nada. Es el dogmatismo a ultranza.
La
apología a Petrobras privatizada es excesiva. Dice que, mientras que
la compañía se ha beneficiado enormemente de la inyección
de capital privado, tanto en Brasil como en el extranjero, el Estado mantiene el
control mayoritario de los votos en la compañía. Esto le permite
al gobierno seguir beneficiándose de la renta derivada del éxito
de la compañía y utilizarla como herramienta de desarrollo. Sin
embargo, aun cuando mantiene el control mayoritario, el Estado ha concedido gran
autonomía operativa a Petrobras y rara vez interviene en sus decisiones
de negocio. Esta autonomía operativa y financiera es uno de los factores
principales que explican el éxito de la
compañía.
Esa “autonomía” les
encanta a los “expertos” y transnacionales. “rara vez”
interviene el Estado brasileño en las “decisiones de
negocios”. Claro, esas decisiones las toman las transnacionales que
siempre se imponen a sus socios “estatales” de Petrobras, modelo de
sociedad anónima.
Pero no todo les gusta a los
“expertos”. Petrobras ha fallado en lograr sus metas los
últimos tres años, señalan. ¿Por qué?
Porque no les gustaron las reformas de Lula. ¿Cuáles y por
qué?
Esta reforma del Presidente Lula da Silva, al fomentar un
modelo de operador único, ha desarticulado el éxito de los
últimos años, indican los “expertos” y se
lamentan.
Casi se podría decir que mientras nosotros hemos
considerado adoptar elementos del modelo brasileño anterior a Lula, en
Brasil se ha adoptado el modelo Pemex de operador único.
Los
“expertos” omiten que, luego de la Expropiación petrolera de
1938, los brasileños tomaron ejemplo de México y nacionalizaron su
petróleo en 1952. En la década de los 90’s empezó la
privatización de Petrobras y ahora, el PRI y los “expertos”
del ITAM-WWC quieren que México tome ejemplo de Brasil. Hasta las
tímidas acciones de Lula les molestan.
Los “expertos”
atribuyen el éxito brasileño a lo siguiente:
• La
voluntad de cambiar la Constitución;
• Un enfoque
pragmático hacia la producción compartida y las alianzas
estratégicas, a través de múltiples operadores;
• Gran inversión en la compañía
nacional petrolera.
• La inyección de capital
privado en la compañía, sin perder el control Estatal sobre la
misma, así como el fomento de la participación de capital privado
internacional y del desarrollo de empresas privadas nacionales.
Esto
es, la misma receta, empezando por la reforma constitucional regresiva. Lo mismo
que proponen para México, es decir, la privatización
constitucional de los hidrocarburos, la reversión de la
nacionalización para entregar el patrimonio energético a las
transnacionales.
UN NUEVO COMIENZO PARA EL PETRÓLEO MEXICANO
Para
concluir, los “expertos” listan los mandamientos con que informan a
los gobiernos mexicano y norteamericano.
El grupo de trabajo del
WWICS/ITAM hace las siguientes recomendaciones a los legisladores y responsables
de la política energética nacional:
1. Urge una
reforma al sector de hidrocarburos mexicano. El modelo actual ha llegado a
sus límites y ya no puede garantizar la seguridad energética
nacional. Además, hace mucho que este modelo dejó de maximizar la
utilidad económica que aportan los hidrocarburos a la Nación y
está llegando al punto en el que ni siquiera será capaz de proveer
las rentas económicas que el Gobierno Federal requiere.
2. El
debate sobre la reforma debe estar basado en definiciones claras y comunes de
conceptos clave para evitar confusiones y asegurar que se alcance un
verdadero consenso político y social acerca de cómo organizar la
industria nacional de hidrocarburos.
3. El debate sobre la reforma
debe basarse en consideraciones de seguridad energética y
maximización de la utilidad del sector petrolero en el interés
nacional, en lugar de concentrarse
4. únicamente en
maximizar las rentas para el gobierno. Las experiencias noruega, colombiana y
brasileña sugieren maneras en las que esto puede ser logrado.
5. Se requiere un cambio constitucional y regulatorio para poder
llegar a estas metas. Las prohibiciones actuales a los contratos de riesgo,
producción compartida y concesiones, así como el monopolio
otorgado a Pemex, impiden que el sector de gas y petróleo pueda superar
los profundos retos a los que se enfrenta.
5. Este cambio
constitucional y regulatorio debe ser certero e integral. El ambiente
económico y político actual es favorable a un cambio significativo
en el sector, pues entre la mayoría de los principales actores
políticos existe un consenso acerca de la necesidad de la reforma.
6. Los nuevos arreglos constitucionales deben quedar escritos de tal
manera que maximicen la flexibilidad que requiere la empresa pública
y el Estado para tomar decisiones estratégicas de negocio, sin renunciar
a la rectoría económica.
7. Se necesita otorgar
a Pemex mayor libertad financiera y operativa. El nuevo arreglo
constitucional y las leyes secundarias que se deriven deben permitirle operar de
acuerdo a una lógica económica y de negocios, en lugar de servir a
las necesidades fiscales del Gobierno Federal. Es decir, debemos hacer a Pemex
responsable de sí mismo. Como está ahora, Pemex carece de la
tecnología, experiencia y capital necesarios para explotar las enormes
reservas de hidrocarburos que existen en las aguas profundas del Golfo de
México y los yacimientos no convencionales, en particular las lutitas
gasíferas y petrolíferas. Se necesita una reforma que le otorgue a
Pemex estas facultades y le permita continuar contribuyendo a la seguridad
energética nacional. Debe permitírsele formar sociedades e
invertir en tecnología y capital humano para E&P, además de
obtener ganancias para ser autosustentable; es decir, sacar a Pemex del
Presupuesto de Egresos de la Federación y destinar esos recursos a
necesidades más urgentes de la sociedad.
8. Es urgente
fortalecer a los reguladores de petróleo y gas. A menos que se provea
un campo de acción nivelado en el sector de hidrocarburos que garantice
reglas competitivas para todos los participantes, el interés privado en
el sector será limitado. La experiencia colombiana nos demuestra
cómo una regulación efectiva y eficiente puede aumentar la
competitividad del sector de manera dramática. Más aún, es
en la regulación que se ejerce la rectoría del Estado, por lo que
se requiere de entes autónomos, fuertes, profesionales y con
visión de largo
plazo.
CONSIDERACIONES FINALES
Estas son realmente breves, todo está dicho
anteriormente. Tan es así que el documento no tiene conclusiones. De
hecho, es un documento deficientemente estructurado. Lo que importa a los
“expertos” es dejar claro lo que quieren: reformar regresivamente
a la Constitución mexicana para privatizar a Pemex.
Terminan
diciendo que, México se encuentra en un momento crucial para el
desarrollo futuro de su sector de hidrocarburos, es decir, consideran que es
el momento político oportuno para el atraco.
Insisten en que,
se necesita un cambio profundo en el manejo de la industria. En
realidad, con ese “manejo” están proponiendo algo mayor: la
transferencia de la propiedad de los hidrocarburos de México a las
transnacionales.
Dicen que, los legisladores nacionales deben
comprometerse a realizar un intenso debate. Eso es un “decir”,
los legisladores no harán ningún debate solo simularán
reuniéndose con quienes quieren oír, entre ellos los
“expertos” del ITAM-WWC y otros voceros
oficiosos.
Finalmente, expresan su confianza en Peña Nieto, el
cual ya tiene en la agenda los dictados de los organismos financieros del
imperialismo.
Hay signos alentadores de que el gobierno entrante del
presidente electo, Enrique Peña Nieto, está dispuesto a considerar
una reforma profunda del sector. Lo que se necesita ahora es una
conversación racional, informada y comprehensiva sobre cuál es la
mejor manera de equipar al sector de hidrocarburos mexicano para el
futuro.
Lo saben bien, Peña Nieto es el mejor representante en
México del capital extranjero en estos momentos y está más
que dispuesto para una reforma energética regresiva y
antinacional. Respecto a la “conversación”, no
habrá tal y menos racional, informada y comprensiva sino al revés,
irracional, desinformada y tergiversada. El operativo está en marcha con
el apoyo mediático privado.
El ITAM-WWC propone el
despojo de la nación para entregar sus recursos naturales
energéticos a las transnacionales, mediante cambios constitucionales
regresivos
Comentarios adicionales
Las propuestas de los “expertos” del
ITAM-WWC son lesivas para México. Expresan la receta para el despojo a la
nación. Las recomendaciones están basadas en consideraciones
ideológicas, las de la burguesía, y giran alrededor de la
propiedad. Lo que quieren los “expertos” es modificar el actual
régimen de propiedad nacional por el privado.
Se trata de que las
transnacionales se apropien de los recursos mexicanos de hidrocarburos, a
través de las concesiones y contratos de producción compartida. La
apropiación sería de los recursos a boca de pozo y los del
subsuelo. El Estado se limitaría a mirar de lejos y en silencio, ni
siquiera llevar las cuentas de los recursos y menos de las actividades
realizadas. A través del reporte de reservas, éstas
dejarían de ser de la nación para ser registradas a nombre de las
transnacionales.
La apropiación furtiva es explícita,
sería al Expropiación petrolera extranjera. Para eso es que
quieren reformar regresivamente a la Constitución. Son dos
modificaciones centrales, 1. Eliminar del párrafo 6º del
artículo 27 constitucional la prohibición para otorgar concesiones
y contratos (en materia petrolera y eléctrica) y 2. Eliminar a los
hidrocarburos y a la electricidad como actividades
“estratégicas” del párrafo 4º del artículo
28 constitucional.
Mediante estos “simples” cambios, se
otorgarían concesiones a las transnacionales y, con ello, el patrimonio
energético colectivo de la nación viviente. Al dejar de ser
“estratégicas” las actividades relacionadas con el proceso de
trabajo de los hidrocarburos, y el eléctrico, esas actividades se
considerarían “prioritarias”, en las cuales, de acuerdo al
párrafo 5º del artículo 25 constitucional, puede participar
el sector privado.
Lo demás es rollo, en múltiples aspectos
muy cuestionable pero que a los “expertos” y políticos sirve
para adornar el atraco.
Lo grave es que el documento del ITAM-WWC
constituye una de las grandes inspiraciones de Peña Nieto y demás
priístas, mismo que está en sintonía con la
geopolítica norteamericana y los dictados al gobierno mexicano de los
organismos financieros del imperialismo.
Ante semejante despojo a la
nación, los mexicanos conscientes debemos levantar la voz, ponernos de
pie, movilizarnos y estructurar orgánicamente a la insurgencia obrera y
popular. Sin ésta, se podría consumar el mayor despojo a la
nación desde la invasión de conquista
española.
Lamentablemente, la ofensiva del Estado mexicano y su
gobierno es muy intensa y cruel, avalada por los partidos políticos y
gente vendepatrias. La resistencia de abajo está muy fragmentada, confusa
y desestructurada, deliberadamente desviada de los grandes objetivos nacionales.
Estamos solo a unos días de que se conozca públicamente la
iniciativa de reforma energética de Peña Nieto que será,
eminentemente, privatizadora en materia petrolera y eléctrica. No debemos
esperar más, lo que tengamos que hacer, lo que debamos hacer, lo que
podamos hacer, hay que hacerlo ahora.
¡PeMex sí, PeUSA
no!
¡Pemex no se vende
ni se privatiza! El FTE de México está en contra de la
privatización energética. Luchamos por una Política
Energética Independiente que incluye: 1- propiedad colectiva de la
nación viviente sobre sus recursos naturales y medios básicos de
producción, 2. Uso racional de los recursos naturales, 3. Política
energética independiente, en materia de hidrocarburos, energía
eléctrica y agua, 4. Integración de los procesos de trabajo
energéticos, 5. Control obrero y popular de la producción e
investigación
Ref: 2013, elektron 13 (210) 1-28, 30 julio 2013, FTE de
México.
Esta página es construida por trabajadores del sector energía.
La información contenida puede citarse total o parcialmente, mencionando la fuente.
|
|