Los accidentes nucleares severos ocurridos en Fukushima Daiichi en 2011 produjeron liberaciones radiativas que ocasionaron irradiación externa e interna. En este caso se producen los efectos más dramáticos. Si bien se trata de efectos estocásticos, ocurren inducidos por radiaciones ionizantes.
Un despacho de la agencia mexicana Notimex dio cuenta de
las consecuencias que siguen surgiendo al desastre ocurrido en la central
nuclear de Fukushima en marzo de 2011, debido a los accidentes severos en varios
reactores de potencia.
Un total de 12 menores de edad tienen cáncer de tiroides y otros 15 son sospechosos de padecer la enfermedad, confirmó un estudio sobre los efectos de la radicación en los residentes de la localidad de Fukushima (Notimex, en en La Jornada, p.26, 6 junio 2013). La comisión sanitaria local presentó los resultados del estudio realizado a cerca de 174 mil personas, menores de 18 años, que viven en Fukushima, donde se localiza la planta nuclear que resultó dañada por el terremoto y el maremoto de marzo de 2011. Los resultados de la evaluación a la salud de los residentes, apoyada por investigadores de la Universidad Médica de Fukushima, confirmó 12 casos de cáncer de tiroides, de acuerdo con despachos de la agencia japonesa de noticias Kyodo. En comparación con el informe anterior, publicado en febrero pasado, el estudio reveló que la confirmación de los diagnósticos de esa enfermedad aumentaron en tres casos y los sospechosos en siete. Los exámenes están dirigidos a vigilar la salud de aproximadamente 360 mil menores de 18 años que residen en la región, desde la crisis nuclear. En conferencia de prensa, Hokuto Hoshi, quien encabeza el panel de salud de la localidad, aclaró, sin embargo, que no hay evidencia de que los casos de cáncer de tiroides confirmados sean efecto de la radiación. Hoshi, miembro de la Asociación Médica de Fukushima, explicó que en la fase inicial del estudio se comprueba el tamaño de los tumores y otros síntomas, lo cual permite clasificar los posibles casos en cuatro grupos, según el grado de gravedad. Los menores clasificados en los dos grupos más importantes son sometidos a análisis secundarios, añadió. En el primer estudio que se efectuó tras la crisis nuclear en 2011, se practicaron análisis a unos 40 mil menores de edad y las autoridades locales remitieron a 205 a pruebas secundarias, de los cuales sólo siete fueron diagnosticados con la enfermedad. Otros cuatro fueron considerados sospechosos y una persona más fue sometida a una cirugía para extirpar el tumor, pero éste resultó benigno. Conclusiones no definitivas Es muy difícil asegurar, de manera absoluta,
que los cánceres detectados se deban al desastre de Fukushima. Pero es
evidente, que la liberación de material radiativo contribuyó a que
aumentara la incidencia de cánceres de tiroides en la población
joven, la más radiosensible.
Por supuesto que no se puede hablar de absolutos. El riesgo es un concepto de naturaleza probabilística y, los efectos biológicos, especialmente los estocásticos, también. Estos efectos que presentan en los individuos irradiados o en sus descendientes, muchas veces quedan oscurecidos, dependen no solo de la dosis de radiación recibida sino también de otros factores, si bien, una dosis baja o muy baja puede producir a esos tipos de efectos. De manera que los resultados, con ser graves, no son definitivos podrían ser peores. En el presente caso, el número no es determinante. Para algunos, es un número tan bajo que carece de sentido preocuparse. Para otros, ese no es problema principal porque no debiera presentarse ninguno. Para algunos, el caso no debía atribuirse a las radiaciones. Para otros, no se descarta porque está probado, precisamente por estudios epidemiológicos realizados con los sobrevivientes de Hiroshima y Nagasaki, que las radiaciones ionizantes pueden inducir cánceres. Hoy, lo grave sería que las consecuencias del desastre nuclear de Fukushima Daichi se traten de ocultar deliberadamente. De hecho, existen trabajadores, ingenieros y hasta disque académicos que niegan la gravedad del caso. Sin embargo, la situación sigue siendo seria. Pasarán más de 200 años para que vuelva la tranquilidad a Fukushima, eso si los reactores dañados son desmantelados sin contratiempos, lo cual está por verse. Fuente: FTE 2013, elektron 13 (162) 1-2, 12 junio 2013, FTE de México.
Monitoreo radiológico (externo)
de mujer y niño en Japón. El Iodo 131 es uno de los materiales del
inventario radiativo que fue liberado por los reactores accidentados en
Fukushima. La lluvia radiativa depositó al núclido en los suelos y
pastos, allí fue ingerido por las vacas y después, a través
de la leche, fue incorporado a los organismos humanos. El órgano
específico es la tiroides. Allí, el núclido irradió
a la glándula y al tejido vecino y, en algunos casos, lo
dañó gravemente. Podrían presentarse más casos, los
individuos jóvenes son más radiosensibles
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