Ni el PRI ni Peña tienen dudas, ninguno decide, solamente repiten y acatan a los organismos financieros del imperialismo. David Shields, articulista y experto en temas energéticos, considera que Peña Nieto está dudoso y le hace recomendaciones para eliminar la “paraestatalidad” de Pemex, es decir, privatizar el patrimonio energético de la nación. El FTE está en desacuerdo con la superficialidad y el dogma.
En un artículo (en Reforma, 26 feb 2013), el amigo
David Shields se pregunta “Qué hacer con Pemex?”
Empieza por señalar que “desde hace tiempo, se tiene la aspiración de que Pemex sea algo más que la caja chica del Gobierno y que sea una compañía petrolera líder en eficiencia y en tecnología y con alcances globales”. “Pero la tendencia ha sido otra. Pemex se ha convertido cada vez más en una enorme burocracia administradora de contratos” en los últimos 20 años. Dice Shields que Pemex ha caído en el ranking de Petroleum Intellenge Weekly, del nivel 4 al 11, debido a que la petrolera mexicana ha retrocedido en producción y reservas de crudo, a partir de la caída de Cantarell y los malos resultados en Chicontepec. Pero, también, “por la incapacidad para establecer alianzas para proyectos de gas shale y aguas profundas”. De esa manera se revuelven varios aspectos. Lo señalado sobre Cantarell y Chicontepec es cierto pero, “establecer” alianzas (¿con quién?) para proyectos de gas shale y aguas profundas, es una apreciación desafortunada. ¿Para qué alianzas, para entregar más contratos a las corporaciones transnacionales incluyendo compartir la producción y reservas? Actualmente, 75 mil km2 del Golfo de México están concesionados a Schlumberger para realizar trabajos de exploración en sísmica 3D. Pemex hace años que abandonó la exploración. ¿Quién la hace actualmente, quién perfora a grandes profundidades? Las transnacionales mediante el otorgamiento de contratos ilegales por anti constitucionales. ¿Eso quiere Shields que siga o, más aún, se eliminen todas las restricciones? Respecto al gas de lutitas (shale), ¡para qué serían esas alianzas? ¿Dónde está ese gas, cuál es el nivel de reservas probadas en México? Por otra parte, ¿quién domina la metodología correspondiente, cuánta agua se necesita y como evitar el fracturamienbto hidráulico que ha motivado una creciente oposición en los propios Estados Unidos? Aunque, otra vez, se dieran contratos a las compañías extranjeras, las perspectivas están perforadas por la incertidumbre. Además, ¿todo para que Petroleum Intelligence Weekly mejore el ranking de Pemex? ¿Y, la Constitución qué, y la soberanía energética nacional qué, y la utilización racional de los recursos naturales qué? ¿Acaso nada de eso importa? Petrobras no es ningún buen ejemplo Dvid Shields señala que
“Cuando se habla de reformar la industria petrolera, los propios
presidentes –Fox, Calderón y ahora Peña Nieto- han colocado
el tema de la inversión extranjera en el centro del debate. Esto es un
error”. ¡Claro que lo es!
Shields se refiere a la reforma petrolera brasileña de los años noventa y dice que el tema central fue cómo impulsar a Petrobras, elevar la productividad y la competitividad para convertirla en una “compañía” líder. Teniendo razón, en general, en lo primero, carece de la misma en lo segundo. No se puede invocar a la inversión extranjera como la panacea del crecimiento económico ni del desarrollo social. Pero tampoco la productividad y la competitividad. Esos argumentos típicos de las corporaciones atañen al nivel superficial de los fenómenos para ocultar lo esencial, esto es, el interés de las compañías en la obtención de cuantiosas, fáciles y rápidas ganancias. Petrobras no es ningún ejemplo para México. Esa “compañía” fue privatizada, los recursos energéticos brasileños fueron expropiados, la acumulación de capital es de las transnacionales, la renta petrolera brasileña está compartida y, ¿dónde quedaron las bondades sociales de la productividad y al competitividad? En las matrices de las transnacionales. ¿Reforma “audaz”? Es lo que quiere Peña David Shields
considera que “México necesita una reforma audaz”. El amigo
parece candidato, lo mismo ha repetido Peña Nieto: reforma
(privatización) “audaz”. Peña y Videgaray están
instrumentando, en efecto, una reforma que llaman “audaz” porque
pretenden terminar con la propiedad nacional de Pemex sin detenerse en nada, lo
indicado por los párrafos cuarto y sexto del artículo 27
constitucional les parece·tabúes” y quieren suprimirlos. Esa
es su “audacia”, privatizar lo que no es de su
propiedad.
Shields indica que las señales van en el sentido opuesto y se refiere a la propuesta de reestructuración de las subsidiarias de Pemex, que no implican una transformación a fondo. Lo más importante, Shields dice que “se maneja” en círculos oficiales que no habrá reforma constitucional por el temor al rechazo popular y, de ser así, las compañías privadas no tendrían opciones reales para asociarse. Por lo que se ve, el amigo Shields quiere que haya reforma (privatización) “constitucional”. Peña también la promoverá sin importarle ningún rechazo popular que, siendo legítimo, no está suficientemente organizado. David también omite que, para seguir entregando el patrimonio nacional al capital transnacional, no se requiere reformar a la Constitución. Desde 1994, la Constitución mexicana fue sustituida por el TLCAN, el artículo 27 ahora es el capítulo VI de ese tratado, los párrafos cuarto y sexto son ahora el Anexo 602.3 del mismo TLC. La legislación energética secundaria es abiertamente privatizadora. Tan solo en materia eléctrica, cuatro burócratas grises de la Comisión Reguladora de Energía ya desnacionalizaron a la industria eléctrica en un 52% de la capacidad de generación. Lo mismo pueden hacer en materia de hidrocarburos. Clave eliminar la paraestalidad Shields dice que “el gobierno de
Peña Nieto asegura que quiere convertir a Pemex en una empresa de
carácter productivo” y, aceptando que así sea, le
recomienda que a Pemex se le excluya del presupuesto federal y de los
“regímenes de paraestatalidad” (sic) y de contrataciones
públicas, y que pueda celebrar alianzas estratégicas y compartir
riesgos.
Esto es, Shield repite “el Credo” de las corporaciones. Eso es, precisamente, lo que pretende Peña sin necesidad de más recomendaciones o consejos. No es que quiera hacer de Pemex una entidad “productiva”. Lo que quiere en convertirla, primero, en “empresa” (Compañía dice Shields) siendo industria. Empresa e industria NO son lo mismo. La industria implica a todo el proceso de trabajo, en este caso, con los hidrocarburos; la empresa, solamente a una parte. Por ello, se busca la privatización, para fragmentar el proceso de trabajo, desbaratar a la industria “nacionalizada” y hacerla privada por partes, para asumir cada vez mayores fases del proceso pero siempre de propiedad privada. De allí la propuesta de eliminar la “paraestatalidad”. Esa es la condición y característica de la privatización furtiva. Si Pemex deja de ser paraestatal, entonces será de carácter privado. Eliminar la paraestatalidad implica privatizar a Pemex. ¿Qué bonita recomendación? Que Pemex sea de carácter productivo (privado, se dice) y no paraestatal sería algo “con rumbo claro y promisorio” para Shields. “Pero lo que vemos es un gobierno federal indeciso”, afirma. ¿Porqué lo dice, sabe algo o solamente quiere confundir más? Peña está decidido “para realizar cambios profundos” y no le importa lo que diga (nada) o haga (menos) el sindicato petrolero o AMLO (que dice pero a la mera hora no hace). Privatizar no es destino inevitable El FTE está en desacuerdo con las apreciaciones
del amigo David Shields. La visión sobre Pemex no puede ser solamente
productivista para seguir produciendo lo que NO SE NECESITA. O, ¿acaso se
necesita, la demanda interna lo exige, que se produzca una plataforma diaria de
3 millones de barriles diarios de petróleo crudo? Además,
¿dónde está ese petróleo por extraer?
Si se elimina la paraestatalidad de Pemex, es decir, si se privatiza y desnacionaliza para cambiar el régimen de propiedad, ¿como financiará el Estado sus obligaciones habiéndose cortado sus propias fuentes de financiamiento? ¿Las compañías extranjeras financiaran a los gobiernos en turno? No, México como país no puede avanzar con base en dogmas ni en rankings. Ni siquiera el Papa, especialista en teoría de la dogmática, pudo enfrentar a las mafias con sotana. Menos puede hacerse con las mafias de corbata, portafolio y billetera. Creer en fetiches significa apoyar a la barbarie capitalista neoliberal limitando la crítica a la superficie, borrosa por engañosa, de los fenómenos. Fuente: 2013, elektron 13 (58) 1-3, 28 febrero 2013, FTE de México. Saquear el petróleo inexistente (prospectivo, no descubierto), seguir exportando crudo e importando petrolíferos y petroquímicos, literalmente quemando a los hidrocarburos, es una política. Pero no es la única ni la mejor. Esa política productivista, privatizadora y fetichista es nociva para la nación Esta página es construida por trabajadores del sector energía.
La información contenida puede citarse total o parcialmente, mencionando la fuente.
|
|