Volumen 13, Número 242, febrero 15 de 2013 |
Coldwell impulsa privatización de Pemex
El secretario de
energía dice, sin demostrarlo, que el PIB crecería 2% más,
mostrándose baratero con el capital extranjero. Eso no significa, sin
embargo, ningún crecimiento económico ni menos desarrollo social.
Se trata de la ganancia obtenida por las matrices de las transnacionales y sus
filiales. Niega que sea privatización de Pemex. Lo mismo dijo Salinas
hace 20 años en materia eléctrica, hoy el 52% está
privatizado y la industria eléctrica ha sido
(des)nacionalizada.
Afirmaciones sin demostrar
Igual que Peña Nieto y Videgaray, Pedro
Joaquín Coldwell, secretario de energía, no pierde oportunidad
para referirse a la privatización de Pemex. Por supuesto, no le llaman
así pero siempre hablan de “inversión privada” en un
sector estratégico, propiedad de la nación y a cargo exclusivo del
Estado.
Coldwell dijo en entrevista que “la eventual
aprobación de la reforma energética, que permitirá mayor
inversión privada en Petróleos Mexicanos (Pemex), podría
dar un empuje adicional al crecimiento del país de 2 puntos porcentuales
del producto interno bruto (PIB). Dos puntos del PIB equivalen a 330 mil 369
millones de pesos, monto similar al que Pemex tiene como presupuesto de
inversión total en 2013 por unos 328 mil millones de pesos (25 mil 300
millones de dólares) (Rodríguez I., en La Jornada, p.26, 15 feb
2013).
Entrevistado en la presentación de los avances de la
Estrategia Nacional de Energía 2013-2027, el funcionario mencionó
que la propuesta gubernamental de reforma energética se presentará
al Congreso para su análisis en el segundo periodo de sesiones que inicia
en septiembre.
La iniciativa aún no se conoce pero es evidente que
los despachos del salinismo dónde se formula presentarán un
atractivo pastel a los capitales extranjeros que ya se han declarado
“apetitosos”. Coldwell maneja la información a
discreción y lo que dice es
discutible.
El PIB enmascara a la ganancia
Las transnacionales no contribuyen al crecimiento
económico de ningún país en ninguna parte del mundo. Pero
Coldwell dice lo contrario, incluso hasta señala que el crecimiento del
PIB será de dos puntos adicionales. Eso equivale a 330 mil millones de
pesos.
Esos pesos (o su equivalente en dólares) serían
reales, sí, lo mismo que los datos del PIB. Pero eso no significa nada
atractivo ni conveniente para el país.
El PIB es una medida
macroeconómica de los gobiernos que utilizan para expresa el valor
monetario de la producción de bienes y servicios del país,
generalmente durante un período de un año. Eso, que para los
gobiernos monetaristas es lo máximo resulta engañoso.
La
borrosidad reside en que no basta indicar el valor total de esos productos y
bienes producidos porque, mientras mayor sea ese valor mayor es la ganancia
asociada, de la que se apropian solamente los empresarios.
Dicen los
monetaristas que el PIB es usado como una medida del bienestar material de una
sociedad. Estos individuos consideran como bienestar única y
exclusivamente al consumo, uno de los mecanismos mediante el cual el capital
obtiene ganancias, incluyendo el consumo de productos
superfluos.
Inversiones para la ganancia
En el caso de la privatización de Pemex, los 330
mil millones de pesos serán la ganancia obtenida por los inversionistas
privados. Tal vez sea más si tal cantidad se refiere solamente a la
inversión. La razón es sencilla, esa
“inversión” no es para el desarrollo económico y
social del país sino para la ganancia privada tendiente a aumentar la
acumulación de capital.
En todos los casos, las transnacionales
“invertirán” primero, para recuperar su
“inversión”; luego, para obtener un cierto margen de
ganancia. Eso lo hacen en todo el mundo, si no fuera así no sería
negocio.
¿Qué productos se obtendrían en el sector
petrolero? Petróleo crudo, en primer lugar. Eso es lo que quiere
Peña Nieto y el destino principal sería para la
exportación. Eso, cualquiera sea el nivel de las plataformas de
producción y exportación proyectadas, implica elevadas ganancias,
misma que Pemex compartiría con los “inversionistas”
privados.
Esas ganancias también ocurrirían en el
procesamiento del petróleo crudo, para la elaboración de productos
petrolíferos y petroquímicos, ambos con un elevado valor agregado.
Las actuales seis refinerías de Pemex están obsoletas, ya
concluyeron su vida útil; las nuevas, de ser privadas serían
exitosas a priori, debido a la alta demanda interna de gasolinas, turbosinas,
diesel, grasas, lubricantes y la enorme multitud de
petroquímicos.
Si los “inversionistas” van a invertir
en la refinación y la petroquímica, como proponen Peña y
socios, la venta de productos estaría ampliamente garantizada y con ello
las cuantiosas ganancias.
Entonces, tan solo en estos rubros, en la forma
en que los gobiernos calculan el PIB, unos cuantos capitales extranjeros
tendrían la mayor contribución pero, ello NO serviría a la
nación sino a las corporaciones y sus matrices, beneficiarios de la
ganancia.
Ni siquiera el Estado y gobierno en turno serían
beneficiados porque tendrían que compartir con los inversionistas parte
de la renta petrolera, es decir, las ganancias.
Entonces, ¿de
qué sirve que el PIB aumente si se trata de aumentar las ganancias
privadas?
Falsedades y mentiras
Coldwell también dice que con la
privatización bajarán los precios de los bienes y servicios
producidos. Peña Nieto ha dicho que bajaría el precio de las
gasolinas y las tarifas de la electricidad. Se trata de demagogia, son mentiras.
Cuando Salinitas empezó la privatización eléctrica
y reformó de manera grosera a la Ley del Servicio Público de
Energía Eléctrica (LSPEE), para ajustarla a lo dispuesto por el
Anexo 602.3 del TLCAN, dijo una y otra vez que con la competencia privada
disminuirían las tarifas. ¿Qué ha pasado? Lo contrario. El
FTE de México ha demostrado que la elevación de las tarifas
eléctricas y la privatización furtiva son procesos paralelos
asociados. A mayor privatización, mayor elevación de tarifas, no
al revés. La razón es simple: el costo de la privatización
siempre se carga a los consumidores domésticos.
Ahora Coldwell
dijo que “el tema de las tarifas eléctricas es muy complicado, pero
la única manera de hacer asequibles a los mexicanos tarifas
eléctricas más bajas será a través de una reforma
energética”.
El argumento también fue utilizado por
Calderón y partidos políticos en 2008 para avalar la
contra-reforma energética de ese año. Hoy Coldwell lo repite. Se
trata de falsedades.
La dinámica es muy simple y harto conocida.
“Primero hay que entrar”, es el lema de las corporaciones, lo han
dicho. Al principio “se portan bien”, hasta ofrecen descuentos y
regalos. Una vez instalados se olvidan de todo, se vuelven dueños del
negocio y se dedican a ultrajar a los clientes. Estos se
“acostumbran”, nadie les hace caso, simplemente los envían a
la Profeco que no sirve de nada, nadie quiere perder el tiempo y las
transnacionales terminan imponiendo su poderío. Pretextos les sobran, les
basta argumentar nerviosismo en la Bolsa de Valores o nerviosismo ante el cambio
climático y ya, aumentan los precios cuando quieren, la secretaría
de hacienda los complace.
Atraco constitucional
Para estos individuos del gobierno, la
Constitución vigente es un estorbo. En gran medida lo es, tal
Constitución no es tan avanzada como pregonan, es una que legitima la
propiedad privada de casi todo. Pero, en materia energética, a querer o
no, se incluyeron los artículos 27 y 28 constitucionales, especialmente,
los párrafos cuarto, sexto y séptimo del 27 y cuarto del 28, en
materia de hidrocarburos, energía eléctrica y energía
nuclear, que constituyen, tal vez, lo único bueno de la
Constitución.
Esos párrafos son los estorbosos a
Peña y socios y los quieren eliminar. ¿Qué dijo Coldwell a la
pregunta sobre si se proponen cambios constitucionales?
–No podemos
hablar. Hasta septiembre. No es conveniente anticipar ni entrar en
especulaciones sobre el contenido de la reforma. Ahora todos nuestros esfuerzos
están en la elaboración de la Estrategia Nacional de
Energía.
Obviamente, no quieren anticipar lo que harán pero
no para no entrar en especulaciones sino para ocultar los propósitos y
sorprender a la nación de último
momento.
¿Privatizar o no privatizar?
Esa dicotomía es aparente e inexistente para el
gobierno de Peña. Su objetivo es privatizar, dicen lo contrario pero sus
hechos los delatan.
El titular de la Sener dijo: “Pemex no se va a
privatizar, eso es falso y no está concebido privatizar Pemex y mucho
menos venderlo. Pemex va a estar sujeto a una reforma para hacerlo más
eficiente, más moderno y que genere la mayor renta petrolera al
Estado”.
Reiteramos que, al respecto, los conceptos del gobierno
son pedestres. Siguen creyendo que la privatización consiste “en
vender los fierros”, como decía Luis Téllez en el sexenio
zedillista y lo siguen repitiendo priístas como el diputado Bernal. No,
el FTE ha señalado que ninguna transnacional quiere comprar ninguna
planta industrial envejecida, lo que quieren es la transferencia de funciones
constitucionalmente estratégicas, para realizarlas después con
infraestructura industrial nueva de su completa propiedad privada. Saben bien
que transferidas las funciones se incluye la transferencia de la propiedad en la
infraestructura necesaria.
En su momento, Téllez dijo lo mismo que
Coldwell y, ¿qué pasó? Todas las actuales 28 centrales de
potencia privadas, de las cuales 22 están en operación, son
totalmente privadas propiedad de las transnacionales. Ninguna compró ni
una sola de las centrales de la CFE, muchas de ellas en obsolescencia que han
sido sacadas del parque de generación para favorecer el incremento de la
capacidad de generación privada, manejando márgenes de reserva
ficticios y manipulados.
¿Cómo se expresa en la
práctica la “modernización” de la CFE? Muy simple,
solamente genera el 48%, el restante (52%) corresponde a las transnacionales,
filiales y prestanombres. La industria eléctrica (antes) nacionalizada
ahora está desnacionalizada, la mayor capacidad de generación
total a nivel nacional es privada.
Todas las transnacionales
participantes han obtenido enormes ganancias. Al momento sus inversiones
ascienden a 36 mil millones de dólares, más de lo que Coldwell
cree que aumentarán las ganancias si se privatiza Pemex. Cada año,
las transnacionales reciben un pago por parte de la CFE, habiendo recuperado no
solo la inversión sino la ganancia asociada. ¿Dónde
está la contribución al crecimiento económico del
país, al crecimiento del empleo, al desarrollo social? NO existe, al
contrario, la misma CFE les proporciona el gas natural (que importa caro y les
entrega barato). ¿Se puede hablar de crecimiento en el empleo, cuando solo
utilizan a 15 trabajadores “multiusos” por turno para operar y
mantener una central de alta potencia (500 MW ó más)?
En el
caso de la eoloelectricidad, Coldwell como sus antecesores, presumen de la
incorporación de las energías renovables. ¿De qué ha
servido entregar el Istmo de Tehuantepec a las transnacionales? Solamente para
el despojo de las tierras y el viento, para dividir a las comunidades
fragmentándolas más, aumentar los conflictos sociales y obtener
ganancias cuantiosas, rápidas y fáciles.
Esa es la
“modernidad” de Peña, Coldwell y demás. Ah, pero eso
no es privatización, dicen. ¿Haber, cómo se llama lo que han
hecho en la CFE? ¡Traición a la nación! Igual sería en
el caso de Pemex. De lo que se trata es entregar al capital extranjero el
patrimonio energético de la nación que, reiteramos, no es de
Peña ni de Colwell ni de nadie en lo particular.
Fuente: 2013,
elektron 13 (45) 1-4, 15 feb 2013.
El petróleo crudo
barato, primer objetivo de las transnacionales
Petrolíferos y
petroquímicos de alto valor agregado, otro objetivo del
capital
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