Volumen 13, Número 242, febrero 15 de 2013 |
“Explosión” en oficinas nacionales de Pemex
Una fuerte sacudida destructiva del
sótano y tres pisos más en una de las torres del complejo
administrativo de Pemex dejó una cifra inicial de 25 muertos y 101
heridos. Los hechos ocurrieron minutos antes de la salida de los trabajadores.
Se produjo de inmediato intensa movilización en acciones de rescate. El
gobierno pidió no entrar en especulaciones. Por el momento no se descarta
ninguna hipótesis, dijeron. ¿Qué ocurrió? Nadie
sabe.
Fuerte “explosión” y derrumbe
15 minutos antes de las
16 horas, precisamente cuando los trabajadores se concentran en los relojes
checadores para registrar su salida, se escuchó un fuerte estruendo que
derrumbó a varios pisos inferiores del edificio B2 del complejo
administrativo de Pemex en la ciudad de México.
La potencia del
evento fue tal que rompieron los plafones del sótano, mezanine y primer
piso. Cientos de toneladas de concreto cayeron sobre muchos trabajadores
petroleros. Los escombros de concreto, fierro y vidrio, mostrados en las
primeras imágenes transmitidas por la televisión privada,
mostraron el nivel de destrucción en la torre de 13 pisos.
De
inmediato, trabajadores de Pemex procedieron a desalojar a los casi 10 mil
trabajadores que laboran en las oficinas nacionales de la paraestatal. Otros se
dieron a la tarea inmediata de rescatar a sus compañeros. Luego, llegaron
la Cruz Roja, cuerpos de rescate y otras fuerzas. Se sumaron los cuerpos los
cuerpos de protección civil del D.F., el ejército, la marina y
cuerpos especializados del Estado de México.
Una intensa
movilización de ambulancias y helicópteros permitió el
rescate de las víctimas, varias fatales y otras heridas, que fueron
trasladadas a los hospitales de Pemex y otros centros de salud, así como
al servicio médico forense de la PGR.
Políticos locales y
federales se dieron cita en el lugar de los hechos. Funcionarios del
ejército, marina, policía federal, GDF y otros, flanquearon a
Miguel Angel Osorio Chong, secretario de gobernación, quien
ofreció una conferencia de prensa. Osorio habló de una
“explosión” sin decir qué fue lo que explotó,
habló de las primeras víctimas y de los heridos. Más tarde,
llegó Enrique Peña Nieto, luego, compareció ante los
medios. La prioridad es la atención a las víctimas, dijo. Sobre el
caso pidió no hacer especulaciones y esperar los resultados de la
investigación.
Información inicial confusa
Las autoridades de Pemex, que a través de
su cuenta de Twitter a las 15:58 horas daban a conocer que el desalojo se
debía a una falla eléctrica, cuando a esa misma hora los
familiares de los trabajadores llegaban al lugar preguntando por lesionados de
la explosión y del derrumbe reportado por las últimas llamadas
telefónicas que habían recibido desde el interior del edificio. El
humo blanco que salía del lugar se podía observar desde el
Circuito Interior (Servín M., Rodríguez I., en La Jornada, p.2, 1
feb 2013).
Alrededor de las 16 horas, elementos de la policía
capitalina y agentes federales empezaban a acordonar el lugar, en el cual no se
percibía olor a gas, al menos en el exterior de la torre B, donde los
vidrios de las ventanas de al menos tres pisos estaban rotos.
Los
trabajadores que salían de los edificios hablaban de una onda expansiva
que se sintió en inmuebles aledaños y en la calle, donde
comerciantes ambulantes empezaron a retirar sus puestos.
El chofer de un
alto funcionario de Pemex, de quien se reservó su identidad,
relató que al sentir la onda expansiva fue proyectado hacia una columna
y, después de unos segundos, se recuperó de la conmoción
inicial y entró para ayudar al menos a ocho trabajadores. El testigo
aseguró que nunca vio fuego ni percibió ningún olor.
Sólo oí una explosión. No vi llamas; lo que sí vi
fue el pasillo del edificio B2, que recientemente había sido techado con
un cobertizo, y toda la estructura metálica estaba retorcida.
Un
trabajador reveló que en el área del siniestro no hay calderas,
como se había especulado. En el sótano está el archivo
muerto, las máquinas pulidoras y de limpieza. Las calderas se encuentran
en un edificio diferente.
Personal especializado de la UNAM entró
acompañado de perros entrenados para la localización de personas;
a esto siguieron personal de rescate de la SSPDF, con palas y polines, y cinco
binomios de perro y entrenador de la Secretaría de Marina. La zona del
derrumbe había quedado completamente oscura, por lo que también
acudió personal con dos plantas de luz.
La zona se empezó a
llenar de elementos de la Policía Federal, del Ejército que iban
con armas de alto poder. Casi a las 20 horas aparecieron elementos de la Marina.
Era el agrupamiento antibombas. Había
tensión.
Se investigarán las causas
El secretario de Gobernación
confirmó a las 23 horas que la explosión dejó un saldo de
25 fallecidos y 101 heridos, y señaló que se ha convocado a
expertos nacionales e internacionales para investigar las causas
(Martínez F., en la Jornada, p.3, 1 feb 2013).
Precisó que
los hechos son: alrededor de las 15:40 horas en el edificio anexo B2, del
complejo administrativo Pemex, se presentó una explosión que
afectó seriamente la planta baja, el sótano y el mezzanine y
ocasionó daños severos en estos tres piso. Insistió en que
los heridos fueron en esa magnitud porque en el área se encontraba un
reloj checador y había una concentración importante de
trabajadores que registrarían su salida.
También
confirmó que al lugar acudieron más de 500 elementos de diferentes
corporaciones (Marina, Sedena, Policía Federal y de Seguridad
Pública del gobierno capitalino, entre
otros).
Abiertas todas las hipótesis
Funcionarios de la Procuraduría General de
la República (PGR) señalaron que la averiguación previa
sobre el estallido en el edificio B de la Torre de Pemex es en contra de quien
resulte responsable y están abiertas todas las hipótesis,
incluidos sabotaje y explosión de gas o de instalaciones
eléctricas; en tanto, integrantes del gabinete de seguridad nacional no
descartaron que haya sido un atentado (Aranda J., Castillo G., en La Jornada,
p.4, 1 feb 2013).
Los informantes explicaron que la magnitud de la
explosión explicaría esa última
posibilidad.
No hubo fuego ni olor a gas
En una entrevista a un trabajador presente en los
hechos (Rodríguez I., Zúñiga J.A., en La Jornada, p.6, 1
feb 2013) hubo el siguiente diálogo:
–¿Había
olor a gas?
–¡No! Si hubiera olido a gas hubiera habido fuego.
Varios compañeros que me encontré también estaban
sorprendidos porque no hubo fuego. Algunos llegaron a decir que se escucharon
varias explosiones. Para mí fue una explosión enorme que
destruyó el sótano, la planta baja y el primer nivel del edificio
B-2. No creo que haya sido un corto circuito, porque cuando hay corto, hay fuego
y hay mucho humo, ¿no? No fue el caso. Acumulación de gases,
¿de dónde?
–¿Entonces no se percibió olor a
gas?
–No, definitivamente no. Era puro olor a tierra. Un humo entre
gris y negro y casi blanco, era la mezcla de los cementos. Era un humo entre
gris, un poco negro y un poco blanco que es más tierra.
Por la
radio no faltaron “analistas” (p., Cortés, Mares & Yuste)
quienes sin saber ni confirmar sus dichos se apresuraron a informar al auditorio
que en el lugar siniestrado había una caldera y que la explosión
demostraba que había falta de mantenimiento por lo que, se hacía
necesaria la inversión privada. El 1 de febrero, otros (p.e. Gómez
Leyva) sugirió un atentado, fue gas halón dijo
Marín.
En los primeros momentos nadie sabía, el gobierno se
dijo estar abierto a todas las hipótesis sin confirmar ninguna. Todos
hablaron de explosión sin explicarla. Por la mañana del 2 de
febrero, Emilio Lozoya Austin, director de Pemex dio una conferencia de prensa y
habló de un
“accidente”.
¿Qué es lo que pasó?
Por ahora nadie sabe, mañana
probablemente nadie supo y después nadie sabrá. Si fue un
accidente habrá que probarlo definiendo fehacientemente como
ocurrió la explosión, que la produjo y porqué. Si no fue
accidente sería saludable que se dijera. En la versión de un
atentado, nadie se lo ha atribuido. Aunque es un escenario posible, sin embargo,
no se conoce que algún grupo ajeno al gobierno tenga capacidad para una
acción como la ocurrida. Dentro del Estado sí hay materiales e
infraestructura, fuera del país también hay recursos.
Por
lo pronto, por el nivel de víctimas, se trata de un serio evento, el
más grave en unas instalaciones (administrativas) de
Pemex.
Pareciera que se trataba de derrumbar el edificio B2, como si
fuera con un explosivo plástico de potencia insuficiente. Por eso no hubo
fuego, el humo de que se habló sería más bien una nube (de
polvo) que se disipó. Más que explosión parece
detonación expansiva sin onda de choque de calor.
Si la
hipótesis de un accidente se confirma, p.e. explosión por gas,
habrá que precisar de dónde salió ese gas y como fue que no
produjo fuego.
Si no quedan aclarados los hechos se tendrá la
percepción que el evento fue provocado. Este escenario es completamente
innecesario. No obstante, el capital transnacional nunca es ajeno al crimen en
alta escala. En la pretensión del entregar el petróleo de los
mexicanos, Peña Nieto y transnacionales no se detienen ante nada, pero su
objetivo no es demoler a una torre administrativa sino a la industria petrolera
nacionalizada.
El sindicato petrolero (STPRM) supuestamente representa a
los trabajadores y debiera fijar su posición. Nada se ha sabido del
sindicato ni de los “líderes”, están literalmente
desaparecidos.
Las consecuencias ahora serán mayores, si antes
los trabajadores de las torres de Pemex jamás habían reaccionado
en defensa del patrimonio colectivo, ahora menos lo harán. Cualesquiera
haya sido las causas, las víctimas fueron los trabajadores y el hecho
contribuye a bajarles aún más las defensas
inmunológico-sociales. Así, lo único cierto del evento es
que forma parte, accidentalmente o no, de la doctrina del
choque.
Fuente: 2013, elektron 13 (32) 1-4, 2 feb 2013.
Rescatistas en al torre de Pemex
La nube de “humo” en el edifico B2 del complejo administrativo de Pemex
FOTO: Notimex
Interior de la zona siniestrada FOTO: Topos
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