Volumen 13, Número 241, enero 30 de 2013 |
Dudosos y falsos huesos patrios
Con motivo del bicentenario de la Independencia
nacional se les rindieron honores en un recorrido por el país. Todo era
dudoso e, incluso, falso En la urna de Matamoros hay una mujer, y donde se cree
que están los de Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez y Morelos hay
niños, mujeres y una pata de venado.
Caja con una botella y un lacre rojo bermellón
Burla mayúscula e indignante
Una serie de reportajes publicados en La Jornada, de
cuyos hechos dio cuenta también la televisión privada, revelaron
el engaño que hizo el gobierno de Calderón sobre los restos de los
héroes patrios y el homenaje rendido con motivo del bicentenario de la
Independencia nacional.
En 2010, el país honró a huesos de venados y próceres patrios por igual
En solemne y lustrosa ceremonia, ante un público
embelesado y políticos orgullosos del espectáculo que regalaban al
pueblo, los huesos de los héroes que nos dieron Patria pasearon por las
calles de la ciudad de México durante 2010, en ostentosos desfiles
conmemorativos del bicentenario de la Independencia (Mateos-Vega M., en La
Jornada, p.7, 14 ene 2013).
Los vítores a Morelos e Hidalgo, los
próceres más populares, tienen un fervor que estremece, apuntaron
las crónicas de entonces. Cualquiera que se atreviera a cuestionar la
autenticidad de los ilustres esqueletos se topaba de inmediato con las
declaraciones oficiales: No hay duda, se trata de los restos de Juan Aldama,
Ignacio Allende, Nicolás Bravo, Vicente Guerrero, Miguel Hidalgo, Mariano
Jiménez, Mariano Matamoros, Francisco Javier Mina, José
María Morelos, Andrés Quintana Roo, Leona Vicario, Guadalupe
Victoria, Pedro Moreno y Víctor Rosales. Y nadie más.
Hoy, al
hacerse públicos los estudios que realizaron especialistas del Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH), después de que esa
información estuvo reservada dos años, la certeza que con tanto
ahínco difundió el gobierno de Felipe Calderón pierde su
oropel.
En la urna atribuida a Mariano Matamoros hay una mujer, y el
héroe; en la de Leona Vicario se encontraron huesos de otra más,
que presumen sea su hija; en la caja que se creía ocupada sólo por
Mina hay evidencias de siete individuos más, y donde se pensaba que
están restos de Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez y Morelos hay
además niños, mujeres y venados.
Al analizar la revoltura de
huesos fétidos, llenos de hongos, a punto de convertirse en polvo,
resguardados en las diez urnas que se sacaron de las criptas del Ángel de
la Independencia, los investigadores se dedicaron a hacer un minucioso
inventario que incluyó la descripción de los restos de hombres
jóvenes no asociados a los de los héroes; de niños, de
otras mujeres y de animales.
Los estudios de antropología
física, realizados por José Antonio Pompa y Padilla, Jorge Arturo
Talavera González y Nancy Geloven Alfaro, fueron obtenidos hace unos
días por La Jornada por conducto del Instituto Federal de Acceso a
la Información y Protección de Datos (Ifai). En ellos se destaca
que dentro de la urna negra de madera en cuya placa de metal se lee General
Insurgente Mariano Matamoros, Héroe de la Independencia Nacional en
realidad se encuentran los restos óseos de un adulto de 40 a 45
años de sexo femenino. No presenta cráneo.
En la urna
atribuida a Mina se encontraron más de 200 huesos, pertenecientes a
varios individuos, señala el informe de María Luisa Mainou
Cervantes, especialista de la Coordinación Nacional de
Conservación del Patrimonio Cultural del INAH.
En su
investigación de casi 200 páginas, Pompa, Talavera y Geloven
confirman y detallan que en esa caja recubierta con terciopelo verde se pudieron
cuantificar elementos óseos de ocho personas, siendo posiblemente los que
los textos refieren haber arribado a Santo Domingo en 1823: Hidalgo, Allende,
Aldama, Jiménez, Morelos, Mina, Moreno y Rosales.
Lilia Rivero Weber,
coordinadora nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH,
también asegura en su informe que durante el proceso efectuado por el
área de Antropología Física, el estudio de fuentes
históricas y fotografías documenta que esta urna no sólo
contenía los restos de Javier Mina, y que formó parte, en conjunto
con la urna-libro, como osario de huesos cortos y huesos largos de los
cráneos de los caudillos colocados en la urna de cristal, conteniendo los
restos óseos de los héroes Miguel Hidalgo y Costilla, Juan Aldama,
Francisco Javier Mina y Allende, así como los restos antes no
identificados de Pedro Moreno y Víctor Rosales.
En la mencionada
urna-libro hay pedazos de esqueletos que también se presupone que
pertenecen a Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez y Morelos, por lo indicado
en unas tarjetas que los acompañaban.
Esa caja contiene más de
250 huesos, la mayoría correspondientes a distintos adultos de sexo
masculino, además de cinco restos óseos de niños (de entre
0 y 6 años) y cuatro pertenecientes a animales (venados).
En otra
urna de madera, en forma de diamante y con herrajes de metal, cuya placa
señala que pertenece a Guadalupe Victoria (quien murió a los 56
años de edad), hay huesos de un individuo adulto (45-50 años) de
sexo masculino, de una estatura de 1.64 centímetros, la cual corresponde
a las tallas medias de la época. Ahí mismo, agregan los
especialistas, hay además restos de una persona de entre 19 y 21
años, de sexo probablemente masculino, pero también de un
individuo perinatal, de un individuo adulto sin especificar, dos
vértebras dorsales de un adulto, tres vértebras lumbares de un
adulto probablemente de sexo masculino, cinco vértebras lumbares de un
adulto de sexo femenino, una vértebra dorsal con pigmento verde de un
individuo adulto, y un astrágalo de animal (venado, hueso de la
pata).
Entre los restos atribuidos a Leona Vicario (cuya estatura,
según los análisis, era de 1.46 centímetros), se
encontraron fragmentos de esqueleto que pueden corresponder a su hija
Genoveva.
Dientes, cabello, documentos gráficos, restos de textiles,
suelas de zapato, una botella de vino que contiene un documento oficial de
traslado de la osamenta de Mariano Matamoros (aunque de él no se ofrecen
más pistas) y un plato de hierro fueron otros de los objetos encontrados
en las urnas.
Exhibidos con fastuosidad
Durante 2010 y 2011
diversos historiadores pusieron en duda la autenticidad de los llamados huesos
patrios. La polémica giró no sólo en torno a la pertinencia
de exhumarlos para analizarlos, sino también se criticó que fueran
exhibidos durante un año en el Palacio Nacional, en una fastuosa muestra
a la que acudieron más de un millón 200 mil personas.
Del
gobierno federal hubo siempre total hermetismo en cuanto a los detalles de los
resultados finales de los estudios practicados, por ejemplo, de cómo se
llegó a la conclusión de que los restos sobre los que se
tenía duda eran de Mina; de cómo se supo que otros, de los que
antes se desconocía su identidad, pertenecen a Víctor Rosales y
Pedro Moreno, o de la validez científica de la restauración, entre
otras aristas del tema.
En rueda de prensa celebrada en agosto de 2010,
José Manuel Villalpando, entonces coordinador de los festejos del
bicentenario, aseguró que los mexicanos sabíamos desde siempre que
había 14 restos de próceres, pero al ser colocados en el monumento
a la Independencia se enlistaron sólo 12, dejando fuera a Pedro Moreno y
a Rosales.
En ese mismo encuentro con la prensa, el entonces secretario de
Educación Pública, Alonso Lujambio, aseguró que entre los
restos exhumados había 14 osamentas completas, salvo un hueso aquí
y allá.
Al ser cuestionado reiteradamente sobre por qué no se
realizaron más pruebas, como análisis de ADN, para despejar toda
duda acerca de la procedencia de los huesos, Lujambio insistió en que los
estudios históricos y físicos daban suficiente certeza: esos
huesos eran de los héroes patrios.
Los estudios se llevaron a cabo en
una suerte de búnker-laboratorio instalado en el Castillo de Chapultepec.
Las instrucciones siempre fueron no permitir el acceso a la prensa hasta que se
tuvieran resultados oficiales. Algunos investigadores tenían la consigna
de no aceptar entrevistas, y la única vocera oficial, Rivero Weber,
siempre estaba de viaje.
A través del Ifai la información
estuvo reservada durante dos años. Cuando se cumplió el plazo, en
septiembre de 2012, La Jornada insistió en obtener esos
documentos. La respuesta fue que se tenía que hacer una nueva solicitud
de información. Cuando llegó la fecha de entrega, que sería
aún en el sexenio de Calderón, el INAH solicitó una
prórroga hasta 2013, pues, argumentó, estaba recabando el vasto
material. Hace unos días, por fin, este diario tuvo acceso a la
investigación.
Se entregaron seis informes que detallan los
estándares de conservación y mantenimiento de los restos, los
trabajos de conservación de urnas y vitrinas, la conservación de
los documentos gráficos encontrados, la conservación y
restauración de los restos óseos, las características del
material textil hallado y el informe final de antropología
física.
En este último texto se reconoce que el
propósito de dichos análisis no fue identificar a plenitud a los
héroes, sino realizar un inventario detallado y determinar el estado de
conservación, además de corroborar o desechar datos
históricos relativos a los restos; este objetivo fue cumplido, ahora
tenemos certeza de lo que resguarda el Mausoleo de la Columna de la
Independencia en la ciudad de México (...) en 2010 se disiparon muchas
dudas y quedaron aclaradas otras como la ausencia de varios de los héroes
que fueron originalmente omitidos en los registros previos. Queda ahora esta
información recuperada que generará nuevas inquietudes para
futuras investigaciones.
Entre 2010 y 2011 La Jornada habló
con especialistas como María del Carmen Vázquez Mantecón,
doctora en historia por la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM) y autora de la investigación Las reliquias y sus
héroes (revista Estudios de historia moderna y
contemporánea de México, 2005). Ella afirmó entonces
que había pruebas para dudar de la autenticidad de la mayoría de
los restos que están en el Ángel.
Señalaba que el
gobierno calderonista necesitaba legitimarse y va a hacer ese numerito que,
desde mi punto de vista, es demagógico y, sobre todo, inútil. La
directora general adjunta de Promoción Histórica de la
Comisión del Bicentenario, Carmen Saucedo Zarco, en su texto La
pérdida (hasta los huesos) de nuestro pasado (Expedientes digitales
del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de
México, 2010) afirma que hay diversas noticias de la venta de los
restos.
Cuenta que cuando los vestigios estuvieron en la Catedral
Metropolitana, a finales del siglo XIX, la voz de alarma la dio un obrero,
quien, invitado a la cripta por unos albañiles que hacían algunos
arreglos, vio cómo los peones sacaban los huesos para jugar con
ellos.
En 2011, después del remplazo de siete urnas, se limpiaron y
restauraron los huesos para ser colocados en bolsitas de seda, incluidos los de
los niños, los jóvenes y mujeres desconocidos, y los del venado, a
los que el gobierno de Calderón rindió honores
militares.
Todos regresaron el día 30 de julio de ese año,
pulcramente colocados en sus relucientes cajas, al Mausoleo de la Independencia,
donde permanecen y continuarán como uno de los máximos
símbolos
nacionales.
Huesos de mujer ocupaban la urna de Mariano Matamoros: INAH
El cronista e
historiador Carlos María de Bustamante describe al insurgente Mariano
Matamoros (1770-1814) como hombre delgado, de pequeña estatura, color
blanco amarillento, ligeramente picado de viruelas, pelo y barba rubios, ojos
garzos (azules); inclinaba la cabeza sobre el hombro izquierdo, su voz gruesa y
hueca. Tenía muy arraigado el vicio de fumar (Mateos-Vega M., en La
Jornada, p.4, 15 ene 2013).
Dibujo de Mariano Matamoros
En 2010, cuando se abrió la urna que presuntamente
resguardaba los restos del héroe patrio, quien murió a los 44
años, los investigadores descubrieron los huesos de una mujer, de
alrededor de 1.51 centímetros de estatura, de acuerdo con el amplio
estudio que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)
realizó a las osamentas, exhumadas de la cripta del Ángel de la
Independencia con motivo de los festejos del bicentenario.
En el informe (a
cuya copia tuvo acceso La Jornada por conducto del Instituto Federal de
Acceso a la Información, reseñado ayer en estas páginas),
Lilia Rivero Weber, coordinadora nacional de Conservación del Patrimonio
Cultural del INAH, describe que cuando se abrió esa caja de madera
identificada con una placa que dice General Insurgente Mariano Matamoros,
Héroe de la Independencia Nacional, se observaron “unos pocos
huesos, una botella con un documento en su interior, un plato metálico y
unas suelas de cuero delgadas y pequeñas, con el desgaste propio de que
fueron utilizadas, un fragmento de tela color negro, no mayor de tres
centímetros de diámetro, y varios fragmentos de cordón
grueso de algodón, no muy sucio, pero sí
deteriorado.
“Se notó que estos huesos estaban impregnados por
un material graso que expelía un olor desagradable. Durante este proceso
se observó que uno de los húmeros y el fémur izquierdo no
tenían las mismas características que los demás.
Éstos tenían la superficie bastante exfoliada, su color era
más claro y su textura rugosa.
El cuero (de las suelas) estaba
atacado por hongos que formaron círculos de color verde y manchas
algodonosas color blanco. Por los lados se podía ver cómo el cuero
se desprendía en capas, a manera de un hojaldre.
El informe de
antropología física, elaborado por José Antonio Pompa y
Padilla, Jorge Arturo Talavera González y Nancy Geloven Alfaro, detalla
que los restos óseos corresponden a un adulto de 40 a 45 años de
sexo femenino. No presenta cráneo, sólo un fragmento de la rama
ascendente del lado derecho de la mandíbula, donde se encuentra presente
el proceso caracoides, el ángulo mandibular y el cóndilo, donde se
observa un ligero desgaste sobre la cúspide de éste,
principalmente en su parte externa. El esqueleto se encuentra fracturado e
incompleto, en regular estado de conservación. Presenta manchas de color
verdoso en el omóplato derecho, principalmente en la parte del
cuerpo.
Costillas perforadas por polillas, no por el
pelotón
Los datos históricos indican que Matamoros fue
fusilado en el portal del Ecce Homo (hoy portal de Matamoros) de Valladolid (hoy
Morelia), el 3 de febrero de 1814, y que fueron necesarias dos descargas del
pelotón para acabar con su vida.
Las recientes investigaciones
detectaron perforaciones en las costillas derechas, pero producidas por
acción de polillas.
Pompa, Talavera y Geloven detallan que todas las
marcas de actividad encontradas en este individuo, nos indican que en vida se
dedicó a la molienda de granos y semillas, así como a la
preparación de alimentos en posición encuclillas (sic),
además de utilizar más el lado derecho de su cuerpo.
En la
urna atribuida a Matamoros –quien fue mano derecha del general José
María Morelos, y de quien se dice no solía desnudarse en presencia
de otros hombres– también están el húmero de una
mujer de entre 19 y 21 años y el fémur de un hombre de edad
indeterminada.
Junto a los restos había una botella de vidrio color
verde, con una etiqueta con la palabra Richards, tapada con un corcho, y sobre
este último, un lacre rojo bermellón. En su interior estaba un
documento enrrollado que, de acuerdo con el informe de Sara E. Fernández
Mendiola, dice así: Agrupación Nacional Patriótica de
Fiestas Populares de México. En la Ciudad de México Distrito
Federal a los cinco días del mes de marzo del año de mil
novecientos veintiuno, horas que son las de la mañana, reunidos los
miembros de la Junta Directiva de la Agrupación Nacional
Patriótica de Festejos Populares en la Ciudad de México Distrito
Federal y los demás signatarios que la presente firman en la Capilla de
San José de la Catedral de México; se procedió a trasladar
los restos del Caudillo de nuestra Independencia Nacional, el Sr. Cura Don
Mariano Matamoros y Orive; de una vitrina perteneciente al Museo Nacional de la
Ciudad de México, que fue proporcionada cuando se trasladaron los restos
de cripta de los reyes a la Capilla de San José, en donde actualmente se
encuentran depositados a una especial que donó la Secretaría de
Gobernación a la Agrupación Nacional de Festejos Populares por
conducto de su socia activa y Vicepresidenta de la Agrupación, la
Señorita Josefina Salazar y Matamoros, nieta del ínclito
Insurgente y cuya ceremonia la han presenciado los que abajo firman en la
presente acta quedando la llave de dicha urna en poder de terminada la ceremonia
a las horas de la mañana, y para constancia firmamos los presentes. Todo
por la patria y por sus héroes.
En un documento titulado Apuntes
para una historia de los restos mortales de los Héroes de la
Independencia, difundido por el Instituto Nacional de Estudios
Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) en su
página electrónica, se explica que el cuerpo de Matamoros fue
exhumado en 1823 ante varios testigos que recordaban el sitio exacto de la
sepultura, y se encontró todavía con el cuello clerical puesto y
algunos vestigios de los pantalones con botones amarillos. El cadáver,
continúa el texto, estaba ya deshecho, además de algún pelo
que aún mantenía en la corona entre rubio y cano.
En 1911, un
doctor de nombre José Manuel de la Fuente, al examinar los restos
reportó que Matamoros era delgado, de estatura pequeña (...) ha
venido a quedar comprobado con las pequeñas dimensiones de los huesos de
su esqueleto y con las suelas de sus zapatos que nos encontramos en sus.... En
el mismo escrito se dice que otros investigadores apuntan que Matamoros iba
descalzo cuando fue fusilado.
El documento del INEHRM también indica
que en 1911 la calavera de Matamoros no fue encontrada, porque “estaba en
posesión del sacristán, quien la devolvió al doctor De la
Fuente, pues un ingeniero de obras la había recogido, porque la
‘encontró ahí rodando’ y temía que los
albañiles la profanaran. De la Fuente concluyó que las dimensiones
del cráneo eran acordes con los restos encontrados (...) y se la
entregó a Cecilio Robelo, director del Museo Nacional”.
Las
dudas y polémica en torno a la identidad y paradero de este caudillo
quedarán en manos de los especialistas en breve, cuando el INAH publique
un libro con los informes completos realizados en
2010.
Guerrero tenía brazo sin mover, Bravo sífilis, y Vicario sobrepeso
La caja de los huesos de Mina
Los informes de antropología física, realizados en
2010 a los supuestos restos de los héroes de la Patria que reposan en el
Ángel de la Independencia, ofrecen una rica información acerca de
las posibles enfermedades y estilos de vida de los personajes (Mateos-Vega M.,
en La Jornada, p.3, 16 ene 2013).
Rastros de una deficiente higiene bucal,
marcas óseas relacionadas con la costumbre de montar a caballo, indicios
de padecimientos como sífilis y migraña (en el cráneo de
Morelos, descrito en estas páginas el lunes 14 de enero), incluso huellas
en los huesos sobre el peso corporal excesivo de Leona Vicario, son algunas de
las evidencias que se desprenden del documento elaborado por José Antonio
Pompa y Padilla, Jorge Arturo Talavera González y Nancy Geloven Alfaro,
obtenido por La Jornada mediante el Instituto Federal de Acceso a la
Información y Protección de Datos (Ifai).
En la urna donde, se
afirma, reposan los restos de Nicolás Bravo (1786-1854) se ubicaron
partes óseas que corresponden a un individuo mayor de 65 años, de
sexo masculino, en regular estado de conservación, en cuyo cráneo
aún se conservan restos de cabello color castaño
claro.
Además de observar un fuerte traumatismo, con
regeneración del tejido óseo en la parte media del parietal
derecho, producido por un instrumento contundente, y de encontrar rastros de
osteoartritis, los investigadores detectaron en los huesos del ex presidente de
México (lo fue en tres ocasiones: 1839, 1842-1843, y 1846), un cuadro
infeccioso característico de una treponematosis (sífilis),
enfermedad crónica, sistemática e infecciosa, capaz de provocar
destrucción de tejidos e inflamación crónica en casi todos
los órganos del cuerpo humano, incluyendo el tejido óseo, en
etapas muy avanzadas.
Además, se aprecian huellas de venas en la cara
externa de la tibia, lo que indica que tenía problemas de
circulación en las piernas. Medía 1.66 metros.
Los datos
históricos señalan que Nicolás Bravo murió de forma
repentina en la hacienda de Chichihualco, Guerrero, el 22 de abril de 1854, al
mismo tiempo que su esposa, lo que hizo circular el rumor de que ambos fueron
envenenados. Fue declarado Benemérito de la Patria y su nombre
está inscrito con letras de oro en la Cámara de Diputados.
La
descripción de los restos atribuidos al primer presidente de
México, Guadalupe Victoria (1786-1843), indican que se trata de un
esqueleto en buen estado de conservación, aunque con algunos elementos
óseos faltantes, como el cráneo y la mandíbula, y que se
recuperó aún con tejido blando, principalmente de la caja
toráxica, y con una gran cantidad de hongos. Su estatura era de 1.64
metros, correspondiente a las tallas medias de la época, y tiene una
fractura consolidada en la clavícula izquierda. Reposa acompañado
por los restos de un joven de 19 a 21 años, un bebé, una mujer,
tres adultos más, quizá hombres, y un astrágalo de venado
(según relatos históricos se usaba como dado en juegos de
azar).
Guadalupe Victoria fue el único presidente que completó
su periodo de gobierno durante los primeros 30 años de México como
nación independiente. Las referencias históricas indican que
murió en 1843, a los 56 años a causa de epilepsia.
En las
extremidades inferiores del esqueleto atribuido a Leona Vicario (1789-1842),
añaden los especialistas, hay en las rótulas ligeras marcas de
actividad en el epicóndilo medial, ocasionado por cargar el peso del
cuerpo, esta característica es indicador de que la persona en vida
tenía sobrepeso. Ambos piernas presentan huellas de periostitis (..)
podemos decir que tenía más apoyo del lado izquierdo, a causa de
soportar un sobrepeso.
Las marcas de actividad en los huesos de los pies
confirman lo anterior y delatan que la mujer realizaba caminatas a través
de largas distancias. Tenía una estatura de 1.46 metros.
Fue declarada
Benemérita y Dulcísima Madre de la Patria y es la única
mujer a la que se le han ofrecido funerales de Estado.
El esqueleto
identificado como el de Vicente Guerrero (1782-1831) es el único
barnizado, fue el primero que se analizó por su magnífico estado
de conservación.
Los restos al interior de la urna corresponden a un
individuo adulto medio (45 a 50 años de edad), de sexo masculino,
estatura 1.66 m (...) El cráneo presenta una fractura y pérdida
parcial de los huesos de la cara del lado derecho, producto de un fuerte golpe
posmortem, indica el estudio.
Entre los procesos patológicos se
determinó que sufría una deficiencia de hierro, ya sea por falta
de ingesta o por enfermedades infecciosas gastrointestinales.
Las heridas de
guerra están presentes en los restos del caudillo: “En las
costillas izquierdas se aprecia un fuerte traumatismo por un instrumento punzo
cortante, que ocasionó la fractura de la tercera, cuarta, quinta y sexta
en su tercio distal, lo cual causó el desprendimiento y desplazamiento de
éstas hacia la parte baja de la caja toráxica, generando una mala
consolidación, que muy probablemente le provocaba en vida problemas de
movilidad, así como dificultades respiratorias.
“Este
traumatismo muy probablemente fue producido con un instrumento punzo cortante
(machete, espada o sable) y fue de arriba abajo y de derecha izquierda, desde
una posición en alto, posiblemente desde arriba de un caballo y lo
recibió este personaje estando de pie y de espaldas.
Producto de esta
lesión, la articulación de la cintura escapular izquierda presenta
excrecencias óseas, por lo que es probable que tuviera problemas en la
movilidad de esta parte del cuerpo.
Se describe que ese fuerte golpe
afectó la parte posterior del codo derecho, “principalmente en la
parte dorsal del cúbito, donde recibió el impacto, fracturando en
dos esta región anatómica.
“Esta lesión se
produjo en una acción de defensa al levantar el brazo para protegerse,
esto ocasionó una fractura mal consolidada en la parte distal del
húmero y en la proximal del cúbito, afectando la
articulación del codo, donde se ve perturbada también la cabeza
del radio, los tres huesos ‘soldaron’ de tal manera que el brazo
quedó en un ángulo de 90 grados, sin tener movimientos de
flexión–extensión”, concluye el informe.
La
historia de México continúa. Entre 2010 y 2011 el pueblo
veneró, en solemnes y lustrosas ceremonias y desfiles, restos
óseos de vano linaje y oropel: los huesos revueltos de la historia,
según el
calderonato.
¿Qué historia es ésa?
Un español que vino con los
invasores escribió la “real y verdadera historia” de la Nueva
España. Ni era real ni menos verdadera.
Sobre la historia de
México hay muchas falsificaciones y falsificadores. El propio Estado se
ha encargado de promover una historiografía oficial simplificada.
El
FTE de México se queda con la insurgencia del pueblo de México en
lucha por su independencia y libertad, así como los hechos de Hidalgo,
Morelos y Guerrero, y demás jefes insurgentes fusilados por la corona
española.
Por supuesto, sigue haciendo falta un riguroso estudio
histórico de los hechos y su interpretación política. Las
versiones de la derecha ocultan deliberadamente la verdad haciendo borrosa a la
historia.
En 1910, todavía con la dictadura de Díaz, se habla
de una gran fastuosidad en las fiestas del Centenario. Los héroes
nacionales fueron honrados y de qué manera: haciendo una nueva
Revolución.
En 2010, con motivo del bicentenario, el gobierno de la
derecha, sucesores de los españoles “realistas” que
asesinaron a los héroes, derrocharon dinero de manera grotesca. El
objetivo no declarado fue muy claro: reducir la Independencia de 1810, y
también la Revolución Mexicana de 1910, a su mínima
expresión, apenas en el nivel de pastiche.
Los restos de los
héroes de la Independencia se han venerado con un monumento, popularmente
conocido como la columna de la Independencia o “El
ángel”.
Como parte de los festejos, el gobierno
determinó sacar los restos ubicados en tal monumento para
“restaurarlos”. Luego se hizo una exhibición con honores
militares en Palacio Nacional para después hacer un recorrido por el
país ante la mirada expectante y respetuosa del pueblo.
Fue una
burla, al típico estilo de los invasores españoles. También
fue una falta de respeto histórica por la tergiversación de los
hechos.
Si no lo sabía, el gobierno lo supo en su momento, antes que
los demás. Los restos en cuestión si no son falsos sí son
dudosos y, en algunos casos, francamente grotescos. Sin embargo, no hicieron
nada, prefirieron callar.
El reportaje de La Jornada, sin embargo, dio
cuenta de los hechos torcidos. En un mismo acto, muchos mexicanos veneraron a
supuestos restos de héroes patrios, junto con osamenta desconocida,
incluyendo una pata de venado.
Si se trataba de una broma fue muy cruel. Esa
bromita revela falsedades históricas, simulaciones gubernamentales
centenarias, tergiversación de hechos. Es, en breve descripción,
una burla para todos los mexicanos.
Al gobierno del PAN no le
interesó corregir la situación, ni siquiera informar al respecto.
A los investigadores tampoco, se limitaron a “inventariar”
jamás a identificar los restos. Eso actitud acrítica no es
correcta.
Se anuncia la publicación de los informes completos.
Habrá que estudiarlos para repudiar el engaño a que ha sometido el
pueblo durante muchos años.
Por supuesto, sigue faltando escribir
otra historia de México. Lo más importante es hacer una nueva
historia. Tradicionalmente, se ha dicho que la historia la escriben los
vencedores. Ya es hora de que la historia la escriban los que la hacemos.
En
el caso de los héroes de la Independencia, el valor histórico no
está en ningunos restos óseos, sino en la vida pletórica de
rebeldía, resolución y entrega a la causa insurgente de
México, que abolió la esclavitud, nos independizó de la
corona española y abrió un nuevo camino para el futuro de la
nación.
Fuente: 2013, elektron 13 (17) 1-8, 17 de enero
de 2013, FTE de México.
¿Solemnidad o falta de respeto oficial a los héroes patrios?
Traslado militar de los restos de los héroes de la Independencia
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